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Los dilemas de Arabia Saudita; por Ramón Espinasa

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Fotografía de AVN

En la reunión ordinaria 166, sostenida en Viena el 27 de Noviembre de 2014, los países miembros de la OPEP, liderados por su primer productor Arabia Saudita, decidieron no abrir espacio de mercado a la creciente producción de Estados Unidos. La decisión de la OPEP fue, de hecho, una declaración de guerra de precios con el propósito de forzar la caída de la producción de crudos no-convencionales en Estados Unidos. Para aquel momento, la creencia generalizada era que la producción de crudo no-convencional norteamericano no era económica por debajo de $70 por barril. A precios por debajo de este nivel no habría nuevos desarrollos y caería precipitadamente la producción existente. Con esto, la OPEP ganaría participación de mercado y sería de nuevo capaz de dictar el precio mundial del petróleo.

En la reunión extraordinaria 170, sostenida en Argel el 28 de Septiembre de 2016, los países de la OPEP, con la anuencia de Arabia Saudita, decidieron, en principio, reducir su producción. Ahora para evitar que los precios se derrumben por debajo del nivel actual de $50 por barril. La decisión sobre la magnitud y la asignación del recorte de producción entre los distintos países miembros, queda pendiente para la próxima reunión ordinaria 171, a celebrarse en Viena el 30 de Noviembre de 2016. Justo dos años después de la reunión en la que se optó por la guerra de precios, ahora se decide cortar producción, no para defender los precios a $100 sino a la mitad de este nivel. Qué ha sucedido en estos dos años y dónde se equivocó la estrategia saudita de 2014. Más importante, qué  se puede esperar para el futuro mediato.

Haciendo cierta su declaración de guerra de hace dos años, los países de la OPEP han aumentado su producción en más de dos millones quinientos mil barriles diarios entre enero de 2015, y agosto de 2016, el último mes disponible. Sin embargo, el aumento de producción no fue homogéneo entre los países de la OPEP.

OPEP Golfo Pérsico

Arabia Saudita y sus aliados en la OPEP, Kuwait, Qatar y los Emiratos Árabes Unidos, todos miembros del Consejo de Cooperación del Golfo, aumentaron su producción en más de un millón quinientos mil barriles diarios. Combinados estos cuatro países generan más de la mitad de la producción de la OPEP.

Por otro lado, los otros dos productores del Golfo Pérsico, Irak e Irán, también aumentaron su producción por distintas razones. Irak para pagar por sus gastos de guerra e Irán para recuperar su producción al nivel previo a la imposición de sanciones por su programa nuclear. Entre los dos han aumentado casi dos millones de barriles diarios.

Esto es, los seis países ribereños del Golfo Pérsico miembros de la OPEP, aumentaron su producción conjunta en más de tres millones quinientos mil barriles diarios mientras la Organización como un todo aumentó dos millones quinientos mil barriles diarios.

El resto de la OPEP

venezuela-y-todo-el-petroleo-que-nunca-sera-extraido-por-andres-m-guevara320El resto de los países de la OPEP, todos fuera del Golfo Pérsico, lejos de aumentar, disminuyeron su producción en un millón de barriles diarios. El grueso de esta caída, cerca de ochocientos mil barriles diarios, se concentra en tres países Libia, Nigeria y Venezuela. La mitad de la caída, más de cuatrocientos mil barriles diarios, se encuentra en Nigeria, consecuencia de la guerra en el delta del Niger. En Libia la caída desde enero de 2015 es de cincuenta mil barriles diarios, sin embargo, si tomamos como referencia enero de 2011, antes que empezara la guerra intestina en este país, la caída es de más de un millón cuatrocientos mil barriles. Finalmente, la caída de Venezuela es de casi trescientos mil barriles diarios, consecuencia del colapso del sector petrolero de ese país. Los restantes cinco miembros de la OPEP han disminuido colectivamente la producción en doscientos mil barriles por día en los últimos veinte meses.

Una forma sintética de ver la dinámica de la OPEP en los últimos dos años es la siguiente: los seis países del Golfo aumentaron su producción en tres millones quinientos mil barriles diarios, mientras que los restantes ocho países redujeron su producción en un millón de barriles diarios, para un aumento del conjunto de la OPEP de dos millones quinientos mil barriles diarios.

boton-furrialConsecuencia del súbito aumento de la producción de los países de la OPEP, los precios cayeron a un mínimo de $30 por barril a principios de 2016 y a partir de Abril han oscilado entre $40 y $50 por barril.

Estados Unidos

Donde se equivocaron la gran mayoría de los analistas del mercado petrolero fue en subestimar la resiliencia de la producción de petróleo en Estados Unidos. La producción de petróleo de este país ha caído en apenas trescientos mil barriles diarios entre enero de 2015 y agosto de 2016.  Lejos de colapsar a precios por debajo de $70 dólares por barril, la producción de Estados Unidos ha caído apenas un 3 por ciento, a precios que han promediado $45 por barril en los últimos 20 meses. De hecho, la inversión en la producción de crudo no-convencional de Estados Unidos ha estado aumentando desde abril pasado y se pronostica que a los precios actuales, entre $45 y $50 por barril, la producción de crudo no-convencional, puede aumentar entre seiscientos y setecientos mil barriles por día a lo largo del próximo año (WSJ 27/09/16). Con lo cual Estados Unidos alcanzaría niveles récord históricos de producción y se consolidaría como el primer productor mundial. De hecho, el potencial recorte de la OPEP puede ser cubierto por aumentos en la producción de Estados Unidos a los precios actuales y dejarlo sin efecto.

Lo que no previeron los estrategas de la OPEP hace dos años fue el potencial de crecimiento de la productividad en los distintos segmentos de la producción de crudos no-convencionales. En particular en las dos operaciones básicas para su producción: la perforación horizontal, alcanzando cada vez estratos más profundos y aumentando continuamente la longitud perforada, y en las técnicas de fracturación hidráulica de las rocas, aumentando permanentemente la cantidad de hidrocarburos que se producen al fracturar. El costo de producción de estos crudos se ha reducido a la mitad en los dos últimos años y la productividad sigue aumentando.

La razón para los masivos aumentos en productividad es la necesidad de centenares de empresas, en los distintos segmentos del negocio de crudos no-convencionales, compitiendo entre ellas para mantenerse en el mercado con precios que han caído a la mitad.

Los dilemas sauditas

Arabia Saudita, como país que lidera el núcleo que produce más de la mitad del crudo de la OPEP, se enfrenta a dos disyuntivas de difícil solución, si quiere evitar un desplome adicional de los precios. La primera es cómo distribuir entre todos los miembros de la OPEP el recorte necesario. La segunda es qué hacer si, a los precios actuales, aumenta sostenidamente la producción de Estados Unidos.

En cuanto a la primera, es difícil esperar que los ocho países fuera del Golfo Pérsico que han visto caer sustancialmente su producción acepten ningún recorte. Por el contrario, países en guerra interna como Nigeria y Libia, van a aumentar su producción a niveles pre-conflicto en cuanto se restablezca un mínimo de estabilidad. Algo similar van a argüir Irak e Irán, países que quieren regresar al nivel de preeminencia que tuvieron en el pasado. Todo parece indicar que serán Arabia Saudita y sus socios del CCG quienes deberán asumir el grueso del recorte, seguramente más que proporcional a su aumento de producción. A finales de Noviembre veremos cómo se distribuyen las cargas y en los próximos meses si se cumple con lo acordado.

La segunda disyuntiva es la de más compleja predicción. Si efectivamente los productores de crudo no-convencional en Estados Unidos pueden aumentar su producción a precios alrededor de $50 dólares por barril, Arabia Saudita deberá decidir si reduce adicionalmente su producción para abrir espacio a la producción incremental de los Estados Unidos, lo que no quiso hacer hace dos años con precios a $100 dólares por barril o, por el contrario, llegado a un nivel de reducción, decide no cortar más producción y deja que los precios caigan de nuevo a un nivel que detienen el aumento de producción en Estados Unidos.

Los hacedores de la política petrolera saudita tienen un muy amargo recuerdo del esfuerzo fallido, en la primera mitad de los ochenta, por defender precios a los cuales resultaba económico producir crudo fuera de los países de la OPEP. A partir de 1982 los países miembros redujeron su producción para defender los altos precios después del segundo shock de precios a raíz de las crisis en Irán entre 1979 y 1981. Los precios alcanzaron más de $100 dólares de hoy por barril. Entre 1982 y 1985, la OPEP redujo su producción a la mitad, de treinta a quince millones de barriles diarios. Arabia Saudita asumió el grueso del recorte, cortando su producción en ochenta por ciento, de diez a dos millones de barriles diarios. En 1985 se reconoció el fracaso de la política que tan solo sirvió que se desarrollaran las reservas del Golfo de Campeche en México y del Mar del Norte entre el Reino Unido y Noruega, a expensas de la producción de la OPEP y en particular la de Arabia Saudita. Este país no quiere volver a cometer el mismo error.

Si Arabia Saudita se equivoca en el precio que va a defender, y éste es suficientemente alto para que se desarrolle sostenidamente la producción de crudo no-convencional en Estados Unidos, el resultado puede ser muy similar al de principios de los ochenta. Y se deberá abandonar la estrategia de defensa para dejar que el mercado, de nuevo, encuentre dónde se detiene la producción de Estados Unidos. Y, debemos recordar, este precio es un objetivo móvil, dados los permanentes aumentos en productividad en el desarrollo de los crudos no-convencionales y en la producción de petróleo en el mundo en general.

Para terminar esta nota, es bueno recordar que, a diferencia de la situación en Campeche y el Mar del Norte, con reservas finitas, las cuales ya se han agotado, las reservas de crudo no-convencional en Estados Unidos se pueden considerar esencialmente infinitas. En este modelo de funcionamiento del mercado petrolero internacional, el costo de producción de los crudos no-convencionales en Estados Unidos fijarán un techo al precio del crudo en el mundo.

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