Artes

Bob Dylan y su Nobel: ¿Times are a-changin’?; por Ulises Hadjis

Por Ulises Hadjis | 13 de octubre, 2016

Bob dylan 2016

Me ha sido útil comenzar mis clases aclarando que los hombres somos lenguaje. Somos palabras. Habitamos en narrativas. Un chisme, una crónica o una novela nos sirven de refugio porque nos esconden y nos nombran.

También las canciones.

En el mundo de la música es común escuchar que Bob Dylan es “más escritor que músico”. Algo similar sucede con referencias como el canadiense Leonard Cohen o el español Joaquín Sabina. Incluso en una entrevista dijo que se le hacía absurdo un disco de “Instrumentales de Bob Dylan”, ya que las letras eran el pilar de su trabajo. De modo que para alguien como yo, quien tuvo la suerte de crecer en el mundo de la música, no resulta extraño su Premio Nobel de Literatura.

Aún así, sería ingrato empezar a tratar a Dylan como un escritor porque, en esencia, es músico. Sus palabras se editan mayormente en discos, no en libros. Y, a diferencia de Sabina y Cohen, ha puesto un particular esfuerzo en su sonido como artista discográfico. Se demuestra en sus complejos arpegios de guitarra en Freewheeling, el sonido eléctrico en Blonde on Blonde y el etéreo murmullo que lo acompañaría en Time out of mind. Pero hablemos de sus letras, la razón por la cual hoy ha recibido el Nobel.

Las letras de Dylan remiten a un opaco microcosmos, al cual sólo podemos entrar gracias a su obra poética, a su lírica. A diferencia de John Lennon, Dylan no tiene una larga serie de entrevistas donde esclarezca ese mundo interior. Ni siquiera en el primer volumen de su autobiografía aparecen esas claves. Y cito ese tomo porque en buena parte de sus letras el cantautor se funde con el sujeto lírico, como sucede con la obra de poetas como Walt Whitman o Rafael Cadenas. Así se crea la ilusión de que el protagonista de las canciones es un Dylan asombrado por una realidad frente que critica, como en “Master of war” o “Blowing in the wind”; o un Dylan partícipe de una íntima relación con otro, como en “Tangled up in blue” o “Dont think twice its alright”.

La importancia de lo que ha conseguido Dylan desde su poética está unido a la manera en la que replantea sintácticamente las estructuras líricas del inglés, concretamente dentro de la tradición de la canción estadounidense. Dylan reordena y resemantiza el inglés cuando escribe y, luego, cuando lo canta. Por eso son tan poco frecuentes las traducciones de sus canciones a otros idiomas: su emoción y su expresión quedan materializadas en esas palabras que los lectores entendemos como signos, pero también las cristaliza como imágenes acústicas que son formas estéticas en sí mismas, como sucede con el James Joyce de Finnegans Wake o el César Vallejo de Trilce: “Aint no reason sitting here and wonder why babe” es algo que dista mucho de “No hay razón para sentarse aquí y preguntarse por qué, nena”.

Si esto es así, si la obra de Bob Dylan tiene el comportamiento propio de una poética que destaca porque descubre nuevas posibilidades en el idioma que habita y las explora estéticamente desde uno de los territorios más antiguos de la poesía, como la canción, ¿entonces dónde reside el conflicto para quienes ven el Premio Nobel de Bob Dylan como un exceso?

Las letras de Dylan no aparecieron en el mundo desde una pluma, ni desde una máquina de escribir ni en letra de imprenta encuadernada, sino desde un lugar de enunciación distinto: un cantar. Su poética emerge desde una relación con el otro que es agenciada por la música. Y puede que ahí sea donde radica el conflicto: no es un “escritor” al uso, no sólo escribe las palabras sino que además les compone música y las canta, rompiendo esta imagen de “hombre de la cultura” a quien se le exige un escritorio y un recital. Sin embargo, aún así, es innegable que hace poesía: Dylan usa el lenguaje para fundar nuevos espacios de expresión, sólo que con las manos ocupadas en una guitarra.

En este mundo de mensajes de texto, Bob Dylan aparece como el primer Premio Nobel de Literatura que ha sido más escuchado que leído. Quizás sea también una celebración de nuestra oralidad, que nos recuerda que la literatura no es un animal que esté condenado al papel para poder transformarnos. Sea como sea “Times are a-changin”.

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Ulises Hadjis 

Comentarios (3)

Alexis Manrique
13 de octubre, 2016

Comparto totalmente su opinion, y ademas , considero que el canto seguramente fue una forma de expresion anterior a la escritura.

Esteban Lopez
16 de octubre, 2016

Excelente artículo Ulises, yo era uno de tantos que me preguntaba Novel de literatura para un cantante?….ciertamente la literatura no se puede solo circunscribir al papel.

Sheyla Falcony
18 de octubre, 2016

LO IMPORTANTE DE ESTE PREMIO ES LA SECUELA DE REFLEXIONES QUE DEJA…y nos invita a responder esta pregunta.¿ Qué es para Uds./Nosotros, la literatura ? …………………………………….

..¿es un manto creativo, visual o auditivo que sacia un vacio existencial?. ..¿es un mundo de fantasia que puede acojer y plenar nuestra soledad a través del canto o la escritura?. ..¿es un paisaje, suceso o sonido terrenal que emana del alma y se manifiesta por diversos caminos literarios y del arte en general?.

……………..etc,,etc…

Ulises Gracias, muy buen artículo..

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