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Juan Manuel Santos y la “obsesión por la paz”

El otorgamiento del Nobel de La Paz a Juan Manuel Santos corona una larga lucha del mandatario colombiano en favor de la reconciliación en su país.

Por Deutsche Welle | 7 de octubre, 2016

Juan Manuel Santos y la obsesión por la paz
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Obsesionado con el reto de acabar con un conflicto armado de cinco décadas de duración, el presidente colombiano, Juan Manuel Santos, arriesgó todo su capital político para concretar un acuerdo de paz con las FARC, grupo guerrillero con el que inició un proceso de paz en 2012.

A pesar de que el pasado domingo los colombianos dijeron “no” en las urnas al acuerdo alcanzado entre su Gobierno y la guerrilla, Santos fue galardonado hoy con el Premio Nobel de la Paz “por sus resueltos esfuerzos para poner fin a una guera civil de más de 50 años”.

En 2010, Santos ganó las elecciones principalmente por el respaldo que le dio su antecesor, Álvaro Uribe (2002-2010), de quien fue ministro de Defensa en momentos en que el Estado decidió fortalecer la lucha contra los grupos guerrilleros.

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Sin embargo, el mandatario se distanció muy pronto de su mentor por diversos factores políticos y por su empeño en iniciar conversaciones con las FARC (Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia), que le significaron el calificativo de “traidor” por parte de los “uribistas”, que pasaron a la oposición.
Desde entonces, el presidente colombiano pasó a ser considerado por la derecha radical, representada en el Centro Democrático, el partido de Uribe, como un “castro-chavista” y “comunista” que quiere “entregarle el país a los terroristas”.

Política en las venas

Santos, que lidera la coalición centroderechista de gobierno Unidad Nacional, empezó a incursionar en campañas electorales cuando postuló por primera vez a la Presidencia, en 2010, aunque llevaba la política en las venas desde niño, pues su tío-abuelo Eduardo Santos fue presidente de 1938 a 1942 por el Partido Liberal.

El jefe de Estado, bogotano de 65 años, se inclinó desde joven por el periodismo por una marcada influencia familiar, pues su acaudalada familia controló por décadas el diario “El Tiempo”, el de mayor circulación en el país.

Luego de cumplir el servicio militar en la Armada, estudió Economía y Administración de Empresas en la Universidad de Kansas, Estados Unidos, y obtuvo un Máster en Administración Pública de la Universidad de Harvard.

Su actividad pública empezó en los años 70, cuando representó a Colombia en la Organización Internacional del Café, con sede en Londres, cargo en el que acumuló experiencia para ser designado por el presidente César Gaviria (1990-1994) como titular del recién creado Ministerio de Comercio. Su llegada al gabinete ocurrió después de desempeñarse como subdirector de “El Tiempo”.

Como ministro de Comercio, fue el encargado de ejecutar la política de apertura económica de Gaviria, mediante acuerdos para reducir los aranceles, por lo que empezó a ser visto como uno de los principales referentes del neoliberalismo.

“La tercera vía”

En 1994 creó la Fundación Buen Gobierno con el objetivo de abrir un espacio de debate para encontrar una línea intermedia en términos políticos y económicos entre el capitalismo y el socialismo.

Así, Santos empezó a defender una tesis llamada “La Tercera Vía”, que le dio nombre a un libro que escribió a cuatro manos con el ex primer ministro británico Tony Blair en 1999.

En ese entonces, Santos militaba en el Partido Liberal y en representación de esa colectividad fue ministro de Hacienda en el gobierno de Andrés Pastrana (1998-2002).

Santos alcanzó a ejercer cargos directivos en el Partido Liberal, pero en 2005 se retiró para ser uno de los fundadores del Partido Social de Unidad Nacional, en medio de una coyuntura que buscaba impulsar un segundo mandato de Uribe para el periodo 2006-2010.

Como estrecho aliado de Uribe, Santos encontró en el cargo de ministro de Defensa (2006-2009) una especie de catapulta para impulsar sus aspiraciones presidenciales.

El actual gobernante era visto en ese momento como un político de derecha radical que acentuaría la ofensiva contra las FARC, pero desde que asumió la Presidencia moderó sus posturas y apostó al diálogo con un discurso social que incluyó aceptar la responsabilidad del Estado en la desigualdad que dio origen a la guerrilla y entregar una reparación a las víctimas de la violencia.

El proceso de paz arrancó en La Habana en noviembre de 2012 y finalizó el pasado 24 de agosto, cuando el Gobierno y las FARC anunciaron que habían llegado a un pleno acuerdo en todos los puntos.

En medio de los diálogos, Santos fue reelegido en 2014 para un segundo cuatrienio en unos comicios presidenciales que enfrentaron claramente dos posturas: una, la de la paz, liderada por el presidente, y otra, la de la ruptura del proceso, encabezada por la campaña del Centro Democrático.

El acuerdo de paz finalmente fue firmado el 26 de septiembre por Santos y el máximo líder de las FARC, Rodrigo Londoño, pero su implementación quedó en duda tras el plebiscito del domingo pasado, en el cual los colombianos rechazaron el pacto.

Autor: Rodrigo Ruiz-Tovar (dpa)

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Comentarios (2)

Eduardo
7 de octubre, 2016

Ha sido un verdadero espaldarazo el que ha recibido Santos junto con el proceso de paz colombiano, desde luego no deja de llamar la atención que dentro del galardón no incluyan a Timochenko, dado que soy contrario a este personaje no puedo decir que sienta pena pero no deja de extrañar.

Diógenes Decambrí.
7 de octubre, 2016

Sospechosa esa insistencia en asociar la PAZ (que la absoluta mayoría apoya) con el acuerdo (algo concertado por dos grupitos con objetivos politiqueros, que no consultaron a la mayoría de los colombianos ni incluyeron sus puntos de vista [contrarios a permitir la IMPUNIDAD de los NarcoTerroristas de las FARC, su inclusión automática en el Congreso -sin respaldo del electorado- y al compromiso de mantenerlos durante varios años], hipoteca que habrían de pagar con más impuestos, sus víctimas, los asesinados, secuestrados, extorsionados por la banda criminal, que se convertirían en parásitos con plena libertad de implementar un engaño similar al aplicado en Venezuela por la banda chavista, que también recibió un perdón muy celestino y lleva casi 18 años destruyendo al país, para imponer por la vía engañosamente “democrática” la distopía comunista. Menos mal que los colombianos demostraron no ser tan ingenuos y rechazaron el acuerdo -NO LA PAZ- la quieren, y un acuerdo con JUSTICIA.

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