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La reunión entre Maduro y Kerry y la presión internacional por el Revocatorio; por Mariano de Alba

Por Mariano de Alba | 28 de septiembre, 2016
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Fotografía de AP.

El mismo día que la oposición venezolana ratificó su intención de que el revocatorio se celebre en el año 2016, la firma del Acuerdo de Paz entre el gobierno de Colombia y las FARC permitió una breve reunión entre Nicolás Maduro y el Secretario de Estado de Estados Unidos, John Kerry. Aunque el encuentro sólo sirvió para intercambiar impresiones y ratificar la intención de recomponer las relaciones bilaterales, genera la expectativa de si la comunidad internacional podrá colaborar de forma efectiva para ayudar a resolver la crisis que vive Venezuela.

La reunión entre Maduro y Kerry en Cartagena

Según declaraciones de un portavoz del Departamento de Estado, Kerry le comunicó al presidente de Venezuela “la preocupación de Estados Unidos sobre los desafíos económicos y políticos que afectan a millones de venezolanos”, al mismo tiempo que exhortó a Maduro a “trabajar de manera constructiva con los líderes de la oposición”.

Por su parte, la canciller venezolana y el presidente Maduro, manifestaron que se había tratado de una reunión “respetuosa y de altura” en donde ambos países ratificaron su disposición al “diálogo bilateral” a través de Thomas Shannon, subsecretario de Estado para Asuntos Políticos.

Conforme al recuento público de la reunión, no es posible precisar si hubo mención o discusión sobre el revocatorio. No obstante, justo antes del encuentro, Kerry declaraba a la prensa que “todo el mundo sabe que estamos trabajando por el revocatorio. Ha sido retrasado. Eso es problemático. Necesitamos conseguir una salida que pueda generar un consenso que otorgue algún alivio a una nación bajo asedio”. Asimismo, el Secretario de Estado comunicaba su gran preocupación “por el pueblo de Venezuela, por el nivel de conflicto, el hambre y la falta de medicinas. La situación humanitaria suscita enorme preocupación”.

En consecuencia, el gobierno de Estados Unidos observa con buenos ojos la realización del Referendo Revocatorio lo antes posible como un mecanismo legítimo y pacífico para que los venezolanos resuelvan sus diferencias políticas. Lo que sigue siendo una interrogante es si Estados Unidos, y especialmente el resto de la región, podrá ejercer algún tipo de presión para que el gobierno, el Consejo Nacional Electoral y el Tribunal Supremo de Justicia respeten el derecho de los ciudadanos de realizar el revocatorio en caso de que efectivamente se logren recaudar las manifestaciones de voluntad de 20% de los electores a nivel nacional.

La presión internacional por el Referendo Revocatorio

Hasta ahora, el respaldo más significativo al revocatorio fue otorgado por 15 países de la región el pasado 11 de agosto de 2016, cuando hicieron “un llamado a las autoridades venezolanas para que garanticen el ejercicio de los derechos constitucionales del pueblo venezolano y, a la vez, se cumplan de manera clara, cierta y sin demora las etapas restantes para la realización del Referendo Revocatorio Presidencial”. Ello en respuesta a la rueda de prensa de la rectora Tibisay Lucena en donde confirmaba que la oposición había cumplido con el requisito del 1% y dejaba entrever que la recolección del 20% se realizaría a finales de octubre.

LO QUE NO DICE EL CNE 320X100En el ínterin, se dieron declaraciones aisladas de apoyo al proceso revocatorio como las del Presidente de Colombia, Juan Manuel Santos y el vicepresidente estadounidense, Joseph Biden.

No obstante, tras el anuncio del CNE del pasado 21 de septiembre en donde confirmaba la fecha para la recolección del 20% y establecía inconstitucionalmente que tal porcentaje debía obtenerse por estado, únicamente el Secretario General de la OEA se pronunciaba contundentemente. En un comunicado de prensa emitido a título personal, Luis Almagro consideró que el CNE estaba “obstaculizando un derecho constitucional y actuando con un claro sesgo político”.

De manera que al día de hoy la presión internacional para que se respete el derecho de los venezolanos a realizar un Referendo Revocatorio conforme a las condiciones previstas en la Constitución y la normativa del CNE luce insuficiente para que sea seriamente considerada por los actores internos en Venezuela.

Las tareas pendientes de la región

En primer lugar, la falta de una presión efectiva parece deberse a que los países de la región han tratado de abordar los diferentes temas que afectan a Venezuela de manera separada. A grandes rasgos y a los ojos de la comunidad internacional puede hablarse de tres aristas:

1. El proceso de diálogo liderado por José Luis Rodríguez Zapatero y cuyo objetivo principal es recuperar el entendimiento entre los poderes públicos y atender el tema de los presos políticos

2. La situación humanitaria, evidenciada en la escasez de alimentos y medicinas

3. La celebración del revocatorio.

Al tratar de evitar abordar esas tres cuestiones de forma global, la región ha debilitado sus propios esfuerzos, olvidando que más que la resolución de situaciones puntuales, Venezuela está urgida de que se exija respeto a principios democráticos básicos que permitan lograr una salida a la crisis. Por ejemplo, el gobierno de Chile se ha concentrado durante los últimas semanas en el tema de los presos políticos, presionado por la detención de Braulio Jatar, quien también cuenta con la ciudadanía chilena. Por su parte, el nuevo presidente de Perú, convocó en su discurso en la Asamblea General de la ONU a “un diálogo político interno en Venezuela, sin condicionamientos ni restricciones en el marco de pleno respeto a la Constitución” y propuso la conformación de “un grupo de amigos” de Venezuela.

En segundo lugar, los gobiernos de la región parecieran seguir pensando que cualquier medida concreta debe venir precedida de un consenso, cuando resulta claro que es muy difícil que ello ocurra por las afinidades ideológicas y económicas entre el gobierno venezolano y distintos países de la región como Ecuador, Bolivia, Nicaragua y algunos países del Caribe. Esto se ha exacerbado gracias a la forma en como la administración de Barack Obama ha entendido que debe lidiar con la región, dejando el liderazgo a otros países y apoyando las iniciativas que considere convenientes. En el caso venezolano, hasta el momento ningún gobierno latinoamericano se ha trazado como objetivo prioritario ayudar a solucionar la crisis. Gobiernos como el de Colombia, el cual mantiene distintos canales de comunicación con funcionarios del gobierno podrían jugar un papel más activo para tratar de convencer a Nicolás Maduro sobre la necesidad urgente de que se atienda la crisis. Por otro lado, el Vaticano, consciente de la inexistente voluntad de un diálogo trascendental, ha exigido que gobierno y oposición soliciten su mediación por escrito, para dejar por sentado unas bases que efectivamente demuestren que ambas partes se proponen llegar a algún acuerdo.

Finalmente, y en tercer lugar, la comunidad internacional se ha abstenido de manifestar (al menos públicamente), bien sea de forma conjunta o separada, las consecuencias que podrían haber en caso de que no se empiecen a atender las grandes dificultades que viven los venezolanos. Cuando el Secretario General de la ONU manifiesta su preocupación por la crisis humanitaria y la canciller venezolana acude a ese organismo y declara que Venezuela cuenta “con un vigoroso sistema democrático con un profundo proceso de transformación social”, resulta claro que el gobierno de Nicolás Maduro es capaz de desconocer la realidad para tratar permanecer en el poder.

Es por esto que sin que se comuniquen posibles medidas y éstas puedan ser conocidas y consideradas por todos los actores internos, la región no podrá ejercer presión de manera efectiva. Entre esas medidas pendientes que tienen a su disposición los países de la región se encuentran reprimendas en foros y reuniones internacionales, la suspensión de relaciones diplomáticas (incluyendo el retiro de embajadores), y la suspensión limitada de ciertos ámbitos de las relaciones comerciales y financieras.

En definitiva, los venezolanos están sufriendo los efectos de las acciones descoordinadas de distintos países de la región, trayendo como consecuencia la falta de logros diplomáticos trascendentales que ayuden a la resolución de la crisis. Hasta tanto al menos un grupo de países no se trace objetivos concretos y busque conseguirlos y comunicarlos de forma coordinada, sin esperar un consenso y dejando claro las posibles consecuencias que podría haber para el país en caso de que no se atienda la crisis, será muy difícil que la presión internacional marque alguna diferencia.

El papel de la oposición en el ámbito internacional

No cabe duda de que el factor más importante para que la oposición pueda lograr el revocatorio en 2016 serán sus gestiones y manifestaciones de fuerza en el ámbito interno. Sin embargo, la presión internacional es un elemento que puede servir de ayuda para reforzar la propuesta opositora de que sean los venezolanos los que, mediante el voto, decidan una salida a la crisis.

Para que esa presión internacional sea efectiva, la oposición debe reconocer la actitud mayoritaria de los países de la región y tomar ciertas medidas que comiencen a demostrarle a la comunidad internacional que están preparados para afrontar la crisis y manejar una transición que lleve a Venezuela a una situación más estable.

Sobre-la-decisión-de-la-MUD-por-Luis-Vicente-Leon320x100x2Contrario a lo manifestado por Chuo Torrealba, Secretario Ejecutivo de la MUD, no es cierto que el gobierno “no cuenta con respaldo internacional”. Aunque efectivamente la legitimidad internacional de Nicolás Maduro y su gobierno ha sufrido durante los últimos meses, el gobierno continúa siendo ampliamente reconocido y los países de la región no han acordado ninguna medida definitiva de condena ante lo que sucede en Venezuela.

En MERCOSUR, aunque efectivamente hay molestia por la situación interna de Venezuela, se ha optado por recurrir a un aspecto técnico –la falta de incorporación de la normativa del mercado común al ordenamiento jurídico venezolano– para negarle temporalmente la presidencia temporal de la organización a Nicolás Maduro y, sobre todo, evitar que el mercado común continuara en situación de parálisis. Con posterioridad a la toma de esa medida, la canciller de Argentina aclaró que “no hay intención de expulsar a Venezuela del Mercosur” y que “hay que separar la situación política de Venezuela con el Mercosur. El Mercosur es un mercado común. Tenemos otras organizaciones para tratar los asuntos políticos”.

Presumiblemente, la canciller argentina se refería a la posibilidad de que la OEA tome alguna determinación en el marco de la Carta Democrática Interamericana. De hecho, hace pocos días y tras el comunicado de prensa del CNE que indicó que el revocatorio se realizaría “a mediados del primer trimestre de 2017″, 14 partidos políticos que forman parte de la MUD pidieron a la OEA “avanzar aceleradamente” en la aplicación de dicha Carta.

Sin embargo, dentro de los países de la OEA, por ahora no pareciera existir disposición a convocar una reunión en donde los países tengan que votar si consideran que existe “una alteración grave que afecta el orden democrático en Venezuela”. Al menos 18 países tendrían que votar afirmativamente y la falta de una convocatoria para una votación deja entrever que no es seguro que dichos votos existen y que los países continúan a la expectativa de lo que pueda ocurrir, posiblemente esperando si finalmente se da el Referendo Revocatorio. De hecho, hace pocas semanas, al ser consultado sobre si en Venezuela había una democracia, el propio Thomas Shannon declaraba cautelosamente que en el país “existe una democracia bajo un estrés extraordinario y en un momento de crisis”.

Teniendo esto en cuenta, la estrategia que debe poner en práctica la oposición para conseguir un apoyo más efectivo de la comunidad internacional pasa necesariamente por la coincidencia de los siguientes elementos:

— Una demostración de que la oposición se encuentra efectivamente unida y tiene una visión común sobre cómo afrontar la crisis. En tal sentido, no ayuda que únicamente algunos partidos opositores soliciten acciones concretas a los países de la región o incluso se manifiesten en contra, dejando entrever que dentro de la misma alianza opositora existe desacuerdo sobre el papel que se espera que juegue la comunidad internacional.

— Una comunicación explícita hacia los distintos gobiernos de la región de que se tiene un plan concreto de gobierno para afrontar la crisis y devolver la estabilidad a Venezuela, inclusive tratando de convencer a ciertos países que se hará un esfuerzo por mantener los acuerdos favorables que tienen actualmente con nuestro país.

— Una solicitud categórica sobre la necesidad de la conformación urgente de un grupo importante de gobiernos que estén preocupados por la situación en Venezuela y sean capaces de responder rápidamente a través de un portavoz sobre los hechos que ocurran en el país, logrando así transmitir claramente su posición para ejercer presión y esto colabore a que se den soluciones pacíficas y constitucionales a la crisis.

Mariano de Alba 

Comentarios (2)

nestor rojas mavares
29 de septiembre, 2016

Estimado profesor, falta en su artículo una opinión sobre hacia donde irán ahora las relaciones con Estados Unidos. Este fue el primer contacto a alto nivel en mucho tiempo y quizás termine en algo. ¿No cree? Saludos, N

nelson briceno
29 de septiembre, 2016

Si los venezolanos sabemos de las buenas intenciones de paises democraticos,Pero tenemos un regimen ciego y sordo para lo que no le interesa. siempre poniendo las cosas mas dificiles para el rr.

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