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Los beneficios del Sí; por Héctor Abad Faciolince

Por Héctor Abad Faciolince | 26 de septiembre, 2016
Los beneficios del Si; por Hector Abad Faciolince 640

Fotografía de Iván Valencia. AFP.

Es bonito el adverbio “no”. Muchas veces en la vida es necesario decir “no”: no al abuso, no a la violencia, no a la humillación, no a la injusticia, no arrodillarse al poder. El “no” suele ser el adverbio de la dignidad: no me dejo comprar, no acepto mermelada, no le doy la mano a un asesino, no admito que me amenacen o me insulten. Como decía Kavafis, a todos en la vida nos llega el momento de decir el gran “sí” o el gran “no”.

A veces la cobardía es decir “sí” (obedezco a mi superior y mato un inocente, aplaudo por miedo a alguien con quien no estoy de acuerdo, voto lo que diga mi jefe político). Pero a veces también la cobardía es decir “no”: no me atrevo a probar algo distinto, no soy capaz de dar una oportunidad a quienes quieren cambiar de camino, a quienes quieren dejar de matar por sus ideas y aceptan someter sus ideas al veredicto del pueblo.

Los-motivos-del-SÍ-por-Héctor-Abad-Faciolince 320X100En este último medio siglo Colombia ha sido el país del “no”. Unos campesinos se rebelaron contra humillaciones y dijeron “no” de un modo inaceptable: con armas. El Estado no aceptó ninguna de las razones (algunas válidas) de esos campesinos y se negó a transigir en todo. Su “no” asumió también una forma inadecuada: legal, pero violenta y exagerada. Y entonces vinieron un “no” tras otro: no me dejo y crezco, no me dejo y mato, no me dejo y secuestro, no me dejo y trafico con tal de ganar. No, no y no. Era el “no” de la ira y del resentimiento. Y el Estado igual: no se dialoga con terroristas, no se cede al chantaje, no se cede a los secuestradores… Y así, de no en no, llegó el pantano. Nos acostumbramos a que lo anormal fuera la norma: lo normal ha sido la guerra de baja intensidad permanente. No, no y no, decía la guerrilla; no, no y no, decía el Estado. Nonombia.

Por primera vez en medio siglo el Gobierno y la guerrilla, tras un proceso serio, largo, arduo, y muy bien llevado (con el Acuerdo mejor que se podía alcanzar, un Acuerdo que por definición no puede dejar contenta a ninguna de las partes) nos ofrece la posibilidad de una salida. Y la salida es el “Sí”. Nunca en medio siglo habíamos estado ante una oportunidad más clara, neta e importante de cambiar la lógica monstruosa, repetitiva, de este país del “no”. En el Acuerdo no se entregan territorios; el Estado no cambia el modelo de libertades personales y económicas; la guerrilla no podrá hacer política con amenazas. Por eso hay que votar “Sí”.

¿Nos vamos a asustar ante este “Sí” porque la guerrilla va a tener ocho, o 16, o 30 congresistas de 268 que hay? ¿Nos vamos a echar para atrás ahora porque los exguerrilleros van a tener libertad de palabra y de movimiento? ¿Nos vamos a negar esta oportunidad porque Granda no va a podrirse en la cárcel, o porque el pueblo puede votar por marxistas? En toda democracia seria se puede votar por marxistas o comunistas o chavistas. Decir lo contrario es ridículo y dictatorial. El “No” en este momento no es dignidad. El “No” en este momento es puro miedo: es seguir en lo malo conocido, en el conflicto indefinido, en los tiros y las bombas, en la acusación a una mitad del país de ser guerrillera y a la otra mitad de ser paramilitar. El “No” es la continuación cobarde de lo absurdo y de lo que ya ensayamos. La continuación del fracaso.

Los-motivos-del-NO320X200El “Sí” es tener el valor de darnos la oportunidad de ser un país distinto, pacífico, renovado. Un país en el que nos podamos dedicar a lo verdaderamente importante: el agua, la comida, la educación, los mares, las selvas, los páramos, la música, la cultura, los libros, la felicidad. No el país del espanto. No el país del miedo: el país distinto. El “Sí” no promete un paraíso: somos humanos muy imperfectos. Pero sí nos promete quitarle un pedazo al infierno de la violencia. Sin miedo seremos más libres y más felices. Discutiremos más, pero sin una pistola en la nuca. Voy a votar Sí, pero no por las Farc, sino para que las Farc sean un partido sin armas, por el que se pueda votar, así yo nunca vaya a votar por ellos.

Héctor Abad Faciolince 

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