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El miedo a las Farc; por Santiago Gamboa

El miedo a las Farc; por Santiago Gamboa

Una de las objeciones más grandes a los acuerdos de paz proviene del miedo a que las Farc hagan política en igualdad de condiciones y con los mismos derechos que los otros.

Cada vez que tiene un micrófono delante, Uribe repite lo mismo: “No me gustaría ver a Timochenko de presidente”. Pastrana, que vino a sumarse al coro de arcángeles del No, ha dicho: “Timochenko es el autor de la nueva Constitución”. Y el procurador Ordóñez, cuya campaña ya no puede ser más obvia y, por ser aún un funcionario público, más descarada, alega que su destitución fue el primer acto de entrega del país a las Farc.

Por supuesto que las dos últimas declaraciones, la de Pastrana y la de Ordóñez, son completamente falsas y necias, a diferencia de la de Uribe, que sí es posible aunque sumamente improbable. Vamos por partes.Timochenko no redactó en La Habana ninguna nueva Constitución y esto Pastrana lo sabe, pero sus asesores de márketing o su propia intuición debieron insinuarle que era una frase ingeniosa (y lo es), una típica “vergajada bogotana” que, por eso mismo, la pobre gente de este país repetirá sin pensar, como coreando misa. Y en cuanto a lo de Ordóñez, que su destitución haya sido pedida por las Farc es algo francamente risible. Si alguien estaba por fuera del brazo de Ordóñez eran justamente las Farc, que no son ni servidores públicos ni funcionarios del Estado.

Sus promotores saben que estas ideas son fraudulentas, pero aun así las lanzan al ruedo y las repiten para confundir o contaminar, con ese cálculo cínico y clasista que consiste en decir cosas absurdas a sabiendas de que una parte de la población, que no tuvo las mismas oportunidades que ellos para educarse y formar un criterio, las adoptará, creerá en ellas, caerá en el engaño. Como vender comida pasada de fecha o en mal estado a gente que no se puede dar cuenta ni tiene la posibilidad de elegir.

Que Timochenko pueda llegar a la Presidencia, en cambio, es sumamente remoto, pero en teoría posible. En democracia, yo mismo podría ser presidente de Colombia, o Amparo Grisales, o el pobre Pambelé. Pero no se protege a una sociedad democrática de cosas insensatas prohibiéndole a un grupo específico la participación, sino concibiendo una política mejor, hecha de un modo más exigente y responsable para que sea representativa, transparente, verdadera e insobornable. Uribe no quiere a las Farc en el ruedo electoral porque supone que harán lo mismo que hizo él, que por lo demás es lo que han hecho casi todos los políticos de este país. Por eso, con su recelo, lo que nos están revelando es que sólo creen en la democracia cuando ganan ellos, cuando tienen en el bolsillo todos los números de la rifa. Su miedo es un espejo en el que ven reflejados sus trapicheos y sus trampas, su enorme codicia insatisfecha. A lo que tanto temen no es a que las Farc sean elegibles y hagan política, pues no saben cómo la harán; lo que temen es que la hagan del mismo modo en que la han hecho ellos siempre, comprando y sobornando, y que esto les suponga una ventaja en los territorios olvidados del país. Por eso prefieren que se queden lejos, allá en las selvas, continuando esa guerra de pobres contra pobres que desde hace 50 años los ha encubierto.

El miedo a las Farc; por Santiago Gamboa