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Antes de descubrir el arroz en el caldero de mi abuela, lo encontré mencionado en una ronda infantil:
Arroz con leche me quiero casar con una señorita de la capital
Al principio cantaba la canción pensando en la señorita de la capital, pero después descubrí que a mí no me interesaba la parte del matrimonio, sino la del arroz.
Ya para entonces había descubierto los arroces de mi abuela. ¡Madre mía! Humeantes, de granos sueltos, en su punto preciso de sal. Arroz blanco, que me atranco; arroz con coco, que me sofoco. El arroz de mi abuela no necesitaba ningún alimento acompañante, porque tenía sabor, porque tenía saber, pero era mejor cuando uno lo combinaba con las otras delicias que ella preparaba. Mi abuela, matrona típica del Caribe, nos alcahueteaba de puertas hacia dentro ciertos hábitos bárbaros. Si al almorzar quedábamos insatisfechos podíamos despacharnos a placer con la cuchara grande, y a veces sumergíamos el arroz en el guiso sobrante de la carne.
¡Madre mía! Arroz con fideo para después del bailoteo, arroz con tomate antes de que el tiempo me mate. Arroz sofrito, arroz con verduras, arroz con mariscos. En las alacenas del Caribe nunca falta el arroz. Caribeño que lo rechace –exageramos– es como si negara a su mamá. Dadme dos días seguidos sin arroz y yo te diré lo que es una calamidad. Por los clavos de Cristo que me muero si paso tres días sin comerlo. Arroz para ti, arroz para mí. Es el único alimento que nos produce, al mismo tiempo, placer y saciedad.
La historia empezó con música, dije al principio. La historia siguió con música, digo ahora. Irene Martínez, la cantaora de los pollerones floridos, invitaba “a pilá el arroz, mamita, a pilá el arroz, mamá”. Joe Arroyo, el mandamás del swing, acompañaba con su tumbao el pregón del “negrito que vende pan de arró”, Henry Fiol, el camaján de los salseros, comparaba a su musa con el arroz blanco “porque se aparece por todas partes”. Ay, estos músicos del Caribe son una chusma de glotones. ¿Cómo oírlos sin caer en la tentación de raspar el caldero para comer pega de arroz con guiso de gallina?
Me he pasado la vida bailando música caribeña, es decir, comiendo arroz. ¡Madre mía! Arroz con lentejas para recordar a mi vieja, arroz con pescado para que te sientes a mi lado. Te he guardado arroz congrí de Cuba, gallo pinto de Nicaragua y arroz con guisantes de Jamaica.
El arroz se acopla con lo que le pongan, desde un magret de pato hasta una chuleta de cerdo. Me encanta esa transigencia, esa versatilidad. El arroz es la multiplicación del pan bíblico más allá de las metáforas. Es noble porque está al alcance del pobre y se centuplica como por milagro. No en vano varias leyendas lo consideran un símbolo de abundancia y felicidad. Los novios se bañan con arroz para ver si el matrimonio les prospera, pero qué va: ellos se dejan de amar y el arroz sigue reproduciéndose. El arroz es más duradero que el amor. El arroz es amor.
Y por eso yo no quiero casarme con ninguna señorita de la capital. Yo solo quiero, madre mía, una buena ración de arroz humeante.
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30 de julio, 2016
Sea el arroz bendito una sabrosura despúes de un manguito mi abuela me dejaba el pegao el durito de la holla a veces ensopao era una delicia desde que yo era un pelao Dios mio santo era mejor que el melao
Cuando me llamaba por el bahareque yo sabía que esa olla era para un banquete yo salía corriendo y ella me espera riendo
Mis mejores recuerdos sobre ese tema, son comiendo cuchara en mano y lo demás era meterle mano
Si el arroz se multiplica así a alguien eso le mortifica será posible una cosecha en una Venezuela donde las cosas sean bien echas
Y no es solo por decirlo que solito vamos a vivirlo es un trabajo óptimo de equipo que se emprende con soluciones efectivas de todo tipo
Sea el arroz bendito y hasta aquí lo dicho porque de tanto pensarlo me dio antojito de arroz sabroso y de una chica de ojos bonitos
30 de julio, 2016
Arró con huesito/ si señó/ sancocho de loro/ no señó/ quien ha visto a negro/ si señó/ con sortija de oro/ no señó. Y asi, cambiando los sancochos, ah merengue pa’ sabroso! Pero, si para comérselo es, mejor un arroz con pollo, si es que se consigue arroz que ya en las alacenas de las casas no hay.
30 de julio, 2016
El arroz, acompañante y hasta sólo en todas las mesas, ahora en nuestra Patria, productora del mismo, no tenemos ni un grano para nuestro alimento…Que ironía Sr. Salcedo Ramos, todo lo que usted escribe me encanta soy su ferviente admiradora, pero resulta que su crónica de hoy, bella por demás ha logrado entristecerme.
1 de agosto, 2016
Asi es Flor, tristeza. Ahora hasta para comerse un plato de arroz humeante con mantequilla q es como me gusta, se sufre. Digame ud., arroz “picao” el q se usa para alimentar a los animales q ni punto agarra. Bueno, queda la esperanza vendrán tiempos mejores. Si, señor. Por gracia de Dios.
1 de agosto, 2016
En Venezuela no hay, hoy compre uno importado a 2500 bs 900 g, importado por un enchufao
10 de septiembre, 2016
En mi VENEZUELA QUERIDA,no hay arroz ni picado.Como dice el Sr.Charles hay que tener un contacto para conseguir arroz.La esperanza que pronto se termine esta pesadilla de gobierno.