Artes

Crónicas milanesas; por Alejandro Oliveros // #VisionesDeMilán

Por Alejandro Oliveros | 16 de julio, 2016
Panorama de Bardonecchia, provincia de Turín, Italia.

Panorama de Bardonecchia, provincia de Turín, Italia.

Hoy, 5 de julio, es una de las más importantes fechas patrias. Se conmemora un año más de la firma de la Declaración de la Independencia. Mientras, las noticias que recibo de Venezuela no hacen sino confirmar las dimensiones de una tragedia que, a diferencia de las tragedias convencionales, no parece tener fin. El equivalente a un tsunami insidioso, sin la espectacular violencia de los que hemos visto en los noticieros, pero no menos devastador. A los destrozos materiales, se suma el grave deterioro de la psique colectiva, una empresa en la cual los gobernantes venezolanos, asesorados por la dictadura policial de una isla vecina, han tenido un suceso digno de mejores causas. Al desespero, ha seguido la rabia contenida de millones de ciudadanos ya capaces de cualquier cosa. El maltrato ha sido humillante y sostenido. Dodds escribió de manera admirable sobre los alcances de la violencia cuando la razón se desborda. Una vez activado, un arquetipo ya nadie sabe cómo contenerlo. El desprecio oficial ya no intenta disimulos. El resultado es imprevisible y “ojalá no sea verdad nada de lo que suponemos”, como advertía Antonio Machado, el más serio y menos leído de los filósofos españoles del XX. No puede uno dejar de recordar el final de algunas de las dictaduras comunistas subsidiarias de la Unión Soviética. Son impensables más desgracias para esta Venezuela que hoy recuerda el inicio de la gesta, larga y difícil de una independencia que perdería, de manera inadvertida, una ingrata jornada de 1998.

Borges en la montaña
El fin de semana en Bardonecchia, un pueblito de los Alpes en las vecindades de Torino. El aire de montaña, su luz transparente, su musicalidad que es la misma de las alturas andinas, me lleva inevitablemente a pensar en la bella novela de Mann, con sus ingenios y tuberculosos. Me confieso un hombre de montaña, frente a la mentalidad marina. Una difícil escogencia, sin duda, porque a quien que es no conmueve la inmensidad del mar siempre recomenzado. Tal vez más justo sería decir que me siento un hombre de montaña a quien le encanta la experiencia del mar.

Caminado por el bosque no recuerdo a Byron o Heidegger, como sería de esperar, sino en Borges, tan cercano al vértigo horizontal de la pampa. Pienso en cuando lo comencé a leer hacia 1968 y en mi viaje a Nueva York en diciembre de 1969 para conocerlo personalmente, a propósito de una presentación suya en la librería de la amiga Marta Fernández en Manhattan. Y en mi indescriptible decepción cuando por la misma Marta me entero de que, en efecto, Borges había estado allí y que había un error en la información de la AP que yo había leído en Venezuela. Desolado ante la frustración de no haber conocido al único escritor célebre que me hubiese gustado conocer (ni Paz, ni Lowell, ni Lezama, mucho menos García Márquez; ni siquiera a Drummond de Andrade, tan admirado, ni Bonnefoy o Neruda), me quedaría dos semanas en Nueva York, varios de los cuales compartidos con el inolvidable Juan Sánchez Peláez. De manera involuntaria, y como inconsciente rechazo ante desencuentro, o a la inesperada difusión de sus escritos, deje de frecuentar, para mi mal, las obras del argentino, que atesoraba en las ediciones, casi pobres de Emece. Así, durante décadas, cuando, para un curso en la universidad, revisé, menos asombrado de lo que esperaba, sus conferencias madrileñas sobre Dante. Poco después, le dediqué dos trabajos que recogen mis Poetas de la Tierra Baldía. Desde entonces, nada, por lo cual me siento como el menos autorizado para proponer este insensible homenaje a los treinta de su muerte ginebrina.

“Borgianas”

-Que todo el Nilo este en la palabra Nilo no es poco,
lo mismo debe ocurrir con el Orinoco.

 

-Al fin, Borges no murió en el sur,
ha debido hacerlo en Playa el Agua,
en medio de tanto azul.

 

-Yo, que tantos hombres he sido, no he sido nunca Jorge Luis Borges.

 

-”Usted. ¿qué opina de la ceguera de Borges?”
¿No y que era sordo?

 

-La última crítica literaria de Borges y la más acertada:
“Nʼoubliez pas a Verlaine”.

 

-En la National Gallery de Londres, dos caballeros de edad madura,
contemplan la misma pintura de Gainsborough:
“Perdone, ¿pero Usted, cree en Borges?
Yo no.
Yo sí, y desapareció”.

 

-No pudo, a pesar de sus conocimientos del idioma, Borges con la traducción
de Wild Palms, de su admirado Faulkner. Tal vez demasiado salvajes
para su temperamento habría dicho el norteamericano.

 

-Entre Milton y Martin Fierro,
estoy seguro de que Borges
no habría escogido al ciego.

 

Cuba, arte y censura
En el Padiglione dʼArte Contemporanea, la impecable galería diseñada a mediados de los años cincuenta por Ignazio Gardella y levantada a uno de los costados de la espléndida Villa Real, la residencia que le fuera regalada a Napoleón en agradecimiento por haber liberado a la ciudad de los austríacos, y uno de los más luminosos espacios destinados al arte de nuestro tiempo, una muestra de arte cubano de los últimas décadas. En Cuba tatuar la historia, se presentan 31 artistas, algunos de ellos verdaderas estrellas del mercado de arte, como los malogrados Felix Gonzalez-Torres y Ana Mandieta o el escatológico Carlos Martiel. El conjunto puede sorprender por varias razones. Una es la sostenida calidad de la mayoría de las obras en exhibición. Otra es el relativo abandono de las técnicas convencionales -oleos, grabados-, y la profusión de “soportes” más actuales como el performance, las fotos, videos, instalaciones, diseños y pinturas en las paredes, computadoras y así. Una tercera, la más inquietante, es la casi absoluta ausencia de participación política, de crítica, de los artistas seleccionados. La excepciones son contadas. La más notoria e interesante, a pesar de haber sido aceptada y “digerida” por las autoridades cubanas que autorizaron el evento, es el manifiesto de Tania Bruguera, tal vez la más conocida de todos los participantes en plena actividad. La Bruguera quien, en 2010 fuera encargada por el régimen de organizar la casi oficial Bienal de Arte de La Habana, se resistió a enviar sus obras ante la negativa de las autoridades culturales de la isla a participar en un diálogo sobre la censura. Su carta al PAC y su manifiesto, “El esfuerzo para normalizar la censura en Cuba” fue, a pesar de todo, incluido en la muestra y las cuatro páginas del texto han sido puestas en italiano y se exhiben en una apartada sala de la galería. La lectura del del interesante documento nos enseña a entender el perfil acrítico de la exposición. Bruguera ha escrito una de las aproximaciones más inteligentes y reveladoras que se hayan escrito sobre los mecanismos de la “neocensura”, un novedoso intento de manipular la producción de los artistas cubanos. Nuevas formas de limitar la expresión libre del pensamiento acordes con la cambiante sensibilidad del XXI. Si por algo se ha caracterizado el totalitarismo isleño es por su asombrosa e inescrupulosa capacidad de mentir, distorsionar y adaptarse.

 

Fragmentos de la carta de Tania Bruguera a Diego Soleo, curador de Cuba, tatuar la historia (10.VI.2016)

En un momento en el cual las instituciones cubanas se suman a la idea de que el éxito económico es un indicador de la excelencia artística, y que las obras para ser consideradas de valor no deben crear conflictos internos en Cuba, sino ser preferiblemente apolíticas, me parece que es importante que una exposición sobre el arte cubano auspicie una discusión sobre la censura y la autocensura que incluya a artistas e instituciones.

Una exposición que se propone presentar una muestra de arte cubano para darla a conocer a un público que vive en el extranjero y que sea probablemente su primera aproximación, no puede estar completa si no enfrenta el tema de la censura artística. Puesto que el arte realizado en Cuba en el período que va de los años sesenta hasta hoy es el resultado de discusiones con las instituciones culturales y compromisos consigo mismo, el centro del cual no se encuentra solo en la pertinencia estilística sino tambien política. Se trata de una contaminación que se ha insinuado en la esencia misma de las obras y que ha modifica su ADN temático, estético y ético, puesto que la censura ha existido paralelamente a lo que se conoce e ignora del arte cubano.

Me parece, además, que es de gran interés observar la manera en la cual la censura en Cuba, insinuándose en la materia misma del arte, ha adquirido con el tiempo características diferentes. ¿Cuáles son las estrategias que la censura ha puesto en práctica a lo largo de más de cincuenta años y que aún hoy son eficaces? ¿Qué estrategias innovadoras han sido incorporadas para lograr que los artistas se sientan a sus anchas y satisfechos de no interesarse en criticar las decisiones del gobierno? Puesto que cualquier exposición que sobre el arte se realice en Cuba significa el éxito de una censura, o autocensura, que ya es multigeneracional.

Este acoso, no muy distinto a la de la desaparecida Stassi, es improbable que desaparezca con la dictadura revolucionaria en el poder. Hace apenas tres días, el 12 de junio de este año, la artista fue llamada a declarar ante la policía cubana horas antes de un viaje, previamente autorizado, a Nueva York a participar en una reunión del Instituto Hanna Arendt. La censura no se cansa no descansa, solo se transforma.

Milan, 5-15.VI.2016

Alejandro Oliveros Alejandro Oliveros, poeta y ensayista, nació en Valencia el 1 de marzo de 1948. Fundó y dirigió la revista Poesía, editada por la Universidad de Carabobo. Ha publicado diez poemarios entre los que figuran El sonido de la casa (1983) y Poemas del cuerpo y otros (2005). Entre sus libros de ensayos destacan La mirada del desengaño (1992) y Poetas de la Tierra Baldía (2000).

Comentarios (1)

Jesús González Briceño
17 de julio, 2016

Magnífico, me haces recordar los tiempos idos en Milá, y al cercano Turín,ambos de mis ensueños que hoy recuerdo sin perder ningun detalle de esos largos años vividos y aprendido de una ciudad aleccionadora que te prepara para cualquier destino que el hombre tiene asignado. Por eso y más te felicito, mándale mis saludos a Los Alpes tan bellos con los paisajes andinos de esta tierra querida que ahora atraviesa sus peores mmentos de su historia, sin entender la razón de ello.

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