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La respuesta de Dorothy Kronick a la réplica que hizo el OVV sobre las cifras de homicidios en Venezuela

Por Dorothy Kronick | 12 de julio, 2016

A continuación compartimos con los lectores de Prodavinci la respuesta de Dorothy Kronick a la réplica del Observatorio Venezolano de la Violencia sobre el artículo “Cómo contar nuestros muertos” publicado en inglés en Caracas Chronicles y en castellano en Prodavinci. El texto en español es una traducción del inglés por Rafael Osío Cabrices.

La respuesta de Dorothy Kronick a la réplica del OVV sobre las estadísticas de homicidios en Venezuela

Fotografía de Alejandro Cegarra, parte de la serie ‘Nuestra guerra invisible’. Haga click en la imagen para ver la fotogalería

En busca de un acuerdo con el OVV

Al leer la respuesta del Observatorio Venezolano de la Violencia a mi artículo sobre cómo estimar la tasa de muertes violentas en Venezuela, lo primero que me impacta es hasta qué punto estamos de acuerdo en cuanto a hechos y premisas esenciales.

Coincidimos, en primer lugar, en que la policía (el CICPC), el Ministerio de Interior y Justicia y la Fiscalía General deberían publicar sus propias cifras de muertes violentas, junto con los metadatos que expliquen cómo esas cifras se construyen.

Coincidimos, también, en que, ya que eso no ocurre, no nos queda otra sino confiar en estimados. Y los números del OVV y los míos son solamente eso: estimados.

Estamos de acuerdo sobre el origen de la discrepancia entre nuestros respectivos estimados de la tasa de muertes violentas de 2015. Y esta discrepancia no viene del método utilizado para generar predicciones a partir de los datos disponibles sobre los años precedentes. Por el contrario, viene de los datos mismos: en la práctica, si aplicáramos nuestras respectivas técnicas de estimación para los mismos datos hasta 2013, obtendríamos estimados similares para 2014 y 2015.

Además, al parecer coincidimos en que el número que el OVV usó para 2013 contó dos veces una parte de las muertes violentas, creando la falsa impresión de que hubo un incremento de la violencia en ese año, lo que a su vez produjo estimados artificialmente altos para 2014 y 2015. La respuesta del Observatorio reconoce ese error y propone una corrección:

“En conocimiento de esta situación, el OVV repitió los cálculos separando los 17.962 casos reportados por el periodista Ramírez, copiados y utilizados por el OVV en su ejercicio de predicción anterior, en casos de homicidios y casos de resistencia a la autoridad de acuerdo al promedio histórico (1990-2010) de la relación entre casos sumados de homicidios y casos de resistencia a la autoridad a casos de resistencia a la autoridad”.

Sólo para que estemos claros, recordemos la naturaleza del problema con los cálculos originales del OVV: para el año 2013, en lugar de construir su estimado sumando homicidios y casos de resistencia a la autoridad, sumaron casos de resistencia a la autoridad dos veces. Es decir, en vez de sumar A+B, sumaron A+B+B. Y para corregirlo restaron B (casos de resistencia a la autoridad). Luego de hacer este cambio, el OVV produjo un estimado revisado de 81 muertes violentas por cada 100.000 habitantes en 2015 (a medio camino entre su estimado original de 90 y mi estimado de 68,5).

Pero, en este contexto, ¿qué implica “restar B”?

Para llegar a ese B que restaron, el OVV usó un promedio del porcentaje de casos de resistencia y homicidios que fueron resistencia, 1990 a 2010 (B/(A+B)).

Lo cual tendría sentido si ese porcentaje fuera estable. Pero no lo es. Los datos propios del OVV que obtuvo del CICPC —los cuales, hasta 2010, son los mismos publicados en esta Tabla 1— indican que la proporción fue aumentando con el tiempo, de 11% en 1990 a 21% en 2010. Usar un promedio, en este caso, distorsiona su corrección.

Sobre la base de sus propios datos, entonces, la corrección del OVV no hizo el trabajo completo: lo hizo por la mitad, de hecho, al arrancar del número total de casos de homicidio y casos de resistencia a la autoridad que tenía Ramírez (A+B) y luego restar de ahí un estimado de casos de resistencia a la autoridad “usando el promedio histórico (1990-2010)”.

¿Qué habría pasado si, en cambio, el OVV hubiera hecho la corrección al restar del total de Ramírez su propio estimado del número de casos de resistencia a la autoridad en 2013?

Desde mi perspectiva, eso habría sido lo lógico. Pero lo que hizo el OVV, en cambio, fue restar un estimado de B basado en datos históricos (1990–2010), una cifra más baja que su propio estimado de B para 2013. ¿Por qué? No lo dicen.

Si ellos hubieran restado su propio estimado de B de 2013, y luego hubieran aplicado su modelo para crear los pronósticos, el estimado resultante para 2015 hubiera estado entre 70 y 75 por 100.000, dentro del intervalo de predicción del estimado que yo hice a través de un enfoque distinto.[1]

Esto es un gran progreso. La respuesta del OVV reconoce una falla en los datos que usaron como insumo para 2013 y propone una corrección para esa falla. Si hubieran implementado, en lugar de la corrección que proponen, un cambio similar (y en mi opinión más lógico), y luego hubieran usado su propio modelo de predicción, pues, ¡voilà! Su estimado luce mucho más parecido al mío, y al de la policía (el CICPC).

Pero hay más. El OVV y yo no sólo estamos de acuerdo sobre mi crítica a su análisis, sino también sobre su crítica al mío. En su respuesta, señalan —como apunté en mi artículo original— que tanto los anuncios de los ministros como los informes anuales del MPPRIJ han provisto, en ciertos momentos, números de “homicidios” más altos que los que ofrecen mis datos del CICPC (mientras que en otras ocasiones esas mismas fuentes han dado cifras menores). ¿Cómo puedo tener en cuenta, pregunta el OVV, números que son menores a las cifras que el mismo gobierno reconoce?

Buena pregunta. La respuesta está en esas escasas declaraciones en torno a la noción de “homicidio”. Cuando el ministro de Interior y Justicia o la Fiscal General salen en TV diciendo que hubo tantos “homicidios” en un año dado, ellos no explican qué entienden exactamente por homicidio. En términos coloquiales, “homicidio” significa matar deliberadamente a una persona; ¿debe entonces esa categoría incluir los casos en que la policía mata a alguien? En el sentido que le da el CICPC, ¿entonces “homicidio” excluye las muertes a manos de agentes policiales? Y en el sentido legal, ¿debe “homicidio” incluir también algunas —pero no todas— de estas muertes a manos de policías? Sin estas definiciones, tiene muy poco sentido comparar, digamos, los 16.072 “homicidios” que declaró Néstor Reverol sobre 2012 con la cuenta del CICPC de casos de homicidio.

En una segunda crítica de mi análisis, el OVV señaló que yo le doy crédito a dos cifras distintas sobre las muertes violentas en 2015: mi estimado de 68,5 por 100.000, y el número propio del CICPC, que fue 73,5 por 100.000. ¿Por qué, pregunta razonablemente el OVV, habría yo de creer más en mi estimado que en el que proporciona la institución misma?

La respuesta corta es que no lo hago; creo que el número del CICPC de 73,5 muertes violentas por 100.000 puede estar más cerca de la tasa “verdadera” de muertes violentas que mi estimado, y a mí me encantaría entender por qué el CICPC registra más víctimas que el Ministerio de Salud (si el lector lo sabe, apreciaría que me escriba al respecto). Pero una ventaja que tiene mi estimado, por los momentos, es que se puede usar para describir tendencias a lo largo del tiempo (porque hay números de años previos que se pueden comparar), mientras que el CICPC sólo empezó recientemente a contar las muertes violentas.

Al margen de eso, la tasa de muertes violentas del CICPC (73,5) está dentro del intervalo de confianza de mi análisis (62, 75). La cifra original del OVV (90) no lo está. En la respuesta del OVV, así como en los comentarios que hicieron sobre el borrador de mi artículo, admite que la cifra de 90 por 100.000 fue producto de un error. Así que podemos, por tanto, dejar ese número a un lado sin más controversias, y pasar a la difícil tarea de medir la violencia en Venezuela, lo que amerita una discusión abierta para lo que también estoy a la orden.

[1] Que el estimado haya sido de 70 o 75 por 100.000 depende de las particularidades de la implementación del pronóstico:; ver nota 5.1 en mi artículo previo.

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Dorothy Kronick 

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