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Diez sentencias de Cadenas en anotaciones; por Antonio López Ortega // #HomenajeACadenas

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Rafael Cadenas retratado por Roberto Mata

 

1. ¿Desde dónde habla el poeta moderno? El poeta moderno habla desde la inseguridad. No tiene más asidero que la vida. Seguramente una voz queda le dice en los adentros: la época de las causas terminó. Ya no puedes aferrarte a religiones, ideologías, movimientos, ni siquiera literarios. Se acabaron las banderas. Pero este desengaño lo libera para luchar en otra clave por lo que religiones, ideologías, movimientos dicen defender: lo religioso, lo humano, lo valedero.

Esa voz, que parece del nihilismo, podría ser más bien la voz de la vida que desea recuperarnos.

2. ¿Qué tipo de escritura nos define hoy? La historia misma nos lleva, o nos trae, a la escritura fragmentaria. ¿No sentimos que los libros precisamente de quien tanto ha reflexionado sobre aquélla, los de Nietzsche, son como cuadernos de notas?

La fragmentación del mundo tal vez conduce al fragmento, o a todo lo contrario, a la obra ordenadora. En este momento me inclino hacia esa forma de expresión, la que brota sin pretensiones al hilo de los días.

3. ¿Puede hablarse hoy de humanismo? Los días del humanismo están contados. Todavía le queda el amparo de las universidades –no de todas– donde debe justificarse, demostrar que es necesario, rendir tributo a la sociedad utilitaria. Ha de presentar examen, ponerse el ropaje de la ciencia, que a su vez tiene que rendir cuentas ante la técnica, mostrar sus títulos. Todo esto sin avergonzarse. Los “humanistas” no tienen pudor. Son incapaces de defender sus fueros sin arrodillarse ante la sociedad moderna para que los acepte, para que les permita vivir.

4. ¿Cuál es el estado de la lengua? ¡Cómo no va a estar en baja la poesía si la lengua se encuentra en la mayor penuria de su historia!

Rafael-Cadenas.-Premio-Internacional-de-Poesía-Federico-García-Lorca-320Ya la distancia entre el lenguaje escrito y el hablado ha sufrido tal ensanche que puede llevar a una escisión, a la existencia de dos lenguas, como ha ocurrido en ciertas culturas.

Ese es otro síntoma de nuestra barbarie, pero no se menciona.

La quiebra de la lengua es la quiebra de la cultura, de la sociedad y del espíritu. Es tan indeciblemente importante enseñarla bien. Debía ser el eje de la educación en la escuela, en el liceo, en las escuelas de letras. Con todo, ningún Estado le da importancia. Sin ese instrumento, dice Pound (en El arte de la poesía), el propio Estado se va al diablo.

5. ¿Qué podría decirse hoy del hombre de letras? Un hombre en un apartamento de esta ciudad o de cualquier otra lucha con las palabras. Es uno entre millares; no conozco la proporción. Tal vez en otros apartamentos habrá otros, pero no debe existir cuenta más fácil: la sociedad moderna condenó hace tiempo al hombre de letras, al hombre de la pasión por las palabras, a un destierro creciente, pero al mismo tiempo ha perdido la voz. No puede expresarse. Carece de lenguaje. Cuenta con clichés, estereotipos, ruidos.

6. ¿Puede hablarse de un desdén hacia la literatura? La raíz del desdén hacia la literatura es el desdén hacia la lengua. Quien vuelva la mirada hacia el instrumento que le sirve para expresarse, la volverá también hacia el arte de usarla o servirla.

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Antonio López Ortega durante el homenaje a Rafael Cadenas

7. ¿Dónde está la humanidad hoy? Hemos entrado en una barbarie. No ha habido invasiones. Después de todo, los bárbaros portan una energía que avigora civilizaciones cansadas. En nuestro tiempo es la sociedad la que, revestida de progreso, se barbariza. Se trata de una destrucción “inteligente”. Hay algo tanático en el progreso que conocemos.

8. ¿Cómo describir al lector de poesía? Los lectores de poesía buscan, en el fondo, revelaciones.

9. ¿Cómo definir el lenguaje de la poesía? El lenguaje de la poesía mira al misterio, lo tiene presente; es lo que lo hace esencial. Los otros lenguajes no lo advierten, no le dan cabida, operan a sus espaldas; muchos de ellos son seguros, afirmativos, sapientes; están llenos de suficiencia; rezuman autoridad. Si algo tiene que ver con la poesía es la ignorancia fundamental, el no saber, sobre el cual está erigido el mundo del hombre.

De ahí lo inconcluyente de la poesía. Se mueve en un borde donde no caben certidumbres rotundas. Esta es su fuerza desconcertante.

10. ¿Podemos hablar de la relación entre hombre y naturaleza? El hombre convirtió la naturaleza en campo de conquista, en algo que existe para explotarse. Pero antes debe haber ocurrido una caída; el hombre tiene que haber perdido, si lo tuvo, el sentido del misterio. Tal vez sea esa falla radical lo que ha desatado los demonios.

Hoy no existe una relación, aparte de la biología, con el cosmos. El alma no participa como el cuerpo en este contacto, y así, también el cuerpo deja de sentirlo. Sobreviene entonces un embotamiento que amenaza con destruirnos.