Artes

Conocer o hacerse pato; por Antonio Ortuño

Por Antonio Ortuño | 7 de mayo, 2016

AntonioOrtuno640

Uno de los problemas con los que se topa cualquier escritor que viaja al extranjero es que le pregunten qué piensa de sus colegas de profesión naturales del país que visita. Casi cualquier opción a partir de ese punto es mala y puede traerle consecuencias tremendas al interpelado. Si el escritor es novato y medio desconocido lo probable es que sus palabras pasen inadvertidas (aunque, a decir verdad, lo más probable es que en ese caso nadie en la prensa se tome, para empezar, la molestia de ir a preguntarle nada). Pero si el autor tiene algunos lectores que lo sigan en su país anfitrión o si lo invitaron a un festival de relumbre, no es imposible que sus respuestas a esta consulta envenenada terminen por salirle muy caras. ¿Por qué? Porque cada “medio literario” tiene sus capillas, grupúsculos, polémicas y tensiones internas y un extranjero difícilmente puede navegar en ellas sin meter la pata. Por eso, suceden cosas como que un autor muy respetado venga y diga “aprecio mucho la obra del novelista fulano” y la gente se eche las manos a la cabeza, porque el novelista fulano es considerado por algunos críticos y por algunos miembros distinguidos de la joven generación como un mafioso reacio al cambio generacional, un mediocre o un vendido. Y porque los méritos literarios que pueda tener (y que son toda la referencia disponible para el fuereño) hace tiempo que quedaron opacados ante parte de sus compatriotas por el tamaño de sus vicios…

En México nos pasa, con frecuencia, que muchos pintan una mueca de decepción porque un figurón intelectual europeo, asiático o sudamericano llega y dice que Octavio Paz fue una lectura apasionante para él y que “El laberinto de la soledad” es su libro de cabecera para entendernos. “¿A este tipo qué le pasa?”, se dicen quienes cinco minutos antes idolatraban al extranjero. “¿Se quedó en 1965?”. Por supuesto que el invitado no tiene la menor idea de la existencia de los autores que se le ocurren a los quejosos como referencias alternativas y expresa sus opiniones de buena fe. Ese hecho no le quita un miligramo de indignación a quienes esperan que el mundo entero se entere mágicamente de nuestros juicios y valoraciones más recientes.

Pero nosotros también somos expertos en meter la pata de manera similar. “Cada vez que viene un mexicano nos repite lo maravilloso e importante que es García Márquez. Parece que no leyeron a nadie más en los últimos 50 años”. Esto me dijo con una sonrisa un periodista en Bogotá unos minutos antes de que presenciáramos la mesa de un grupo de autores nacionales que, claro, al tomar la palabra hablaron de su admiración por la obra del Nobel de Aracataca.

Por eso, lo más sabio que puede hacer un autor es tomarse un par de días para informarse antes de opinar o responder con un “uy, pues hay tantísimos que me gustan que mejor no personalizo para no olvidar a nadie”.

Antonio Ortuño Narrador y periodista mexicano. Entre sus obras más resaltantes están "El buscador de cabezas (2006) y "Recursos Humanos" (finalista Premio Herralde de Novela, 2007). Es colaborador frecuente de la publicación Letras Libres y del diario El Informador. Puedes seguirlo en Twitter en @AntonioOrtugno

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