Artes

5 retos para el escritor del futuro; por Doménico Chiappe

Por Doménico Chiappe | 3 de mayo, 2016

5 retos para el escritor del futuro; por Doménico Chiappe

1. Evolucionar el lenguaje escrito. La tecnología genera nuevos discursos, campos potenciales para la literatura. El lenguaje informático y el de los sms, son funcionales, extraños para la autoridad literaria, pero que han ganado en complejidad desde aquel sistema binario original.

Su potencial es apreciable en registros que recrean minuto a minuto sucesos, como las marcaciones de los móviles, tanto el que teclea el usuario para que lo lea otra persona, como el que emite en ese mismo instante el aparato a su matriz, con una información que rodea el ambiente en que se hace esa llamada o envío de imagen o texto. Utilizar estos signos para la literatura y, con ellas, desarrollar ideas, tramas y versos sería, junto a las convenciones que el uso literario impondría, la tarea de domesticación y enriquecimiento del lenguaje.

2. Narrar sin texto. En las dos propuestas anteriores, la literatura se sostiene en el texto. Un contenido modificado, insurgente, pero con base en la palabra escrita. Sin embargo, la literatura puede explorar otra posibilidad, la de prescindir del texto de la misma manera como ya antes renunció en gran medida a la oralidad y a la gestualidad. Al renunciar al texto como base para su transmisión, soporta parte de su mensaje y contenido sobre otras artes, con lo que obtiene un efecto envolvente al producir estímulos que no necesariamente pasan por el cerebro, sino que penetran en el lector por medio de sus otros sentidos, como el gusto o el olfato. En lo multimedia, lo textual se reserva para lo abstracto y lo intangible; es territorio de la subjetividad del autor, de representación de aquello que no puede atestiguarse sin la mediación textual.

Se trata de superar el texto como mediador único. Incluso se trata de superar todo aquello que intente mediar entre, por ejemplo, una fragancia y la fragancia misma. Con lo multimedia, la palabra escrita gana y pierde espacios. La entidad digital del libro contendrá y transmitirá, además de lo visual y lo audible, los olores y sabores. Y se convierten así en más territorios para la literatura.

3. Indagar en la escritura post-literaria. La utilización de recursos propios del videojuego, como la repetición, que se aplica en la descripción, y la permutación, que se aplica en la trama, conduce a una multiplicación de alternativas para la trama, partir de variaciones mínimas de la idea central, que se ramifica y cambia según las rutas que resultan de la elección y combinación de tramas resultantes. La repetición consiste en realizar variaciones mínimas en los elementos del universo (personajes, objetos), lo que produce tantos personajes y objetos como diferencias se hagan. Por ejemplo, en las características prototípicas de un protagonista: se le cambia el color de pelo diez veces; de piel, tres veces; de estatura, ocho veces. Se combinan estos cambios, se obtienen cientos de individuos diferentes, entre los que puede elegir el lector, o que pueden interactuar entre sí, cuando las variaciones se aplican también a las cualidades interiores de los personajes. Por otra parte, la permutación consiste en hacer pequeñas variaciones en la trama, en el devenir de esos personajes que a su vez han sido “repetidos”.

La escritura post-literaria multiplica la interactividad (el lector elige quién actúa y los diversos itinerarios que puede seguir, aun cuando no sepa qué sucederá) y el sentido lúdico (la elección y el azar del resultado se entiende como un juego). A pesar de la cantidad de opciones que tiene el lector, la utilización de estos recursos permite que el autor mantenga el dominio de su obra, pues no existe la posibilidad de seguir caminos que el autor no ha contemplado o provocado.

4. Publicación. Parte de los retos del autor se relacionan con el nuevo libro y el medio en que existe, en su rol en la reconstrucción del objeto libro: El libro ahora es virtual. La inmaterialidad del libro y el hecho de que la literatura comienza —vuelve— a carecer del empaque, tan eficaz para la mercadotecnia de los géneros literarios como productos, obliga al autor a reafirmar su compromiso con la poética. Los editores del libro códice favorecieron la imprecisión del discurso, premiaron la longitud del texto en detrimento de la exactitud. Cualquier historia era mejor si alcanzaba un total de palabras que la convirtiera en novela. El libro virtual desvanece, por una parte, la importancia del empaque. Por otra, la compulsión en la compra según la novedad y la publicidad. No obstante, el libro virtual, el que alberga la literatura hipermedia y no el que almacena la migración del códice a lo digital (el e-book), se encuentra en la etapa de incunable, de formación, de pruebas que, al ritmo en que se exploren los nuevos lenguajes, conducirá a una consolidación del formato.

La virtualidad del libro permite también que el escritor publique en tiempo real, a medida que los eslabones de su obra sean finalizados. La existencia de obras literarias “en proceso” potencia la intervención del lector (si es que esa intervención pública forma parte de la intención artística del autor).

5. Ocupar el espacio público con la literatura envolvente. Para lograr una literatura envolvente, la segunda clave (además de superar la noción del texto como mediador único) es que la interacción no sea solo voluntaria. Que no sea el lector el que decida si influye o no. Que sea el autor, robot o no, el que paute las condiciones para que la injerencia del lector afecte la obra. Incluso a pesar del lector. Incluso a pesar del no-lector, del transeúnte desprevenido cuando la obra se instala en el espacio público –plazas, calles, garajes, hall de instituciones-, de quien “pasaba por ahí”. Esto implica que quien vive de espaldas a la literatura, aunque no lo quiera, se relaciona con la obra. Debe aprender a convivir con la literatura que existe en el espacio público, así como los ciudadanos de cualquier ciudad lo hacen con los coches. La literatura instalada envuelve a la persona, la atrae, instiga, seduce. Y la incluye en la obra.

La ocupación del espacio público con obras literarias hipermedia reabre la era de la lectura colectiva, aunque esta vez, silenciosa.

Doménico Chiappe 

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