Artes

Laura Guevara: un experimento en vivo y otras formas de volar; por Indira Rojas

Por Indira Rojas | 15 de abril, 2016

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Laura Guevara llega al teatro echándose aire con las manos. Cuenta en voz alta cómo tuvo que esperar cuarenta minutos para que el carro le encendiera de nuevo. Cuenta en voz alta que “estaba así”, mientras pone los ojos viendo al infinito y arquea los labios hacia abajo, convirtiéndose en un emoji. Pero Laura no es la víctima del calor de hoy. La víctima verdadera es su carro. “¡Se me recalentó! No, no, ¡estas temperaturas están muy altas!”. Ella quería ir a su casa, almorzar y llegar al ensayo fresca y dispuesta, pero el plan cambió y la hizo pasara a la fase en la que uno mismo se repite “Apúrate que vas tarde”. Pero el inoportuno episodio no alteró la agenda del día: cuando el reloj marcó las tres de la tarde ya la cantante estaba lista para comenzar el ensayo del concierto que viene, la función del viernes 15 de abril en el Teatro Chacao de Caracas, la parada número uno del tour Laura Guevara: Más feliz.

Todo el equipo técnico la persigue por los caminos secretos en el interior del teatro, ese laberinto que sólo los artistas y su crew conocen y lleva directo a la tarima. Como en todas las familias grandes, incluso en las laborales, todos tienen un seudónimo: Oso, Nacho, Cómico, El Chino, Mute, Manu, todos llevan las ideas en el papel y saben que tienen el tiempo contado para transformar esa caja negra en la fantasía que durante casi cuatro años Laura ideó para el lanzamiento de su primer disco de estudio. “Queremos plantear un viaje onírico, donde las épocas, los colores, las sensaciones, la ciudad y lo natural se mezclen. Este año me retiré de la segunta temporada de “Casi normal” para dedicarme a mi proyecto, pero desde que empecé el disco estaba pensando en cómo iba presentarlo. Tengo muchos shows en mi cabeza que me gustaría hacer. Soy muy audiovisual… y muy hiperactiva, también”.

Por ahora, en el escenario no hay músico que toque ni Laura que cante. El teatro es la casa oscura de personas que se pasean entre las butacas como hormigas. Son diez ahora, pero con el correr de las horas llegarán más. Todos trabajan en la materialización del espectáculo: chequean la iluminación, ajustan la proyección de los visuales que servirán de telón de fondo y coordinan las entradas y salidas de la cantante. Es martes y el concierto será dentro de dos días.

Cuando Laura formaba parte de la coral de la Schola Cantorum de Caracas sufría de miedo escénico, pero de este ensayo en dos días cantará, bailará y volará frente a unas 526 personas si logra llenar la sala. “Yo sé que ese día voy a llorar”, le dice a su amiga Pata, quien pasa a visitarla. Un segundo antes entrar al teatro y perder la señal en su teléfono, Laura recibe un mensaje de WhatsApp y se entera de que las 500 copias en físico de su álbum ya están listas. Lanza un grito y recibe de inmediato una llamada. “Hola, papá. ¡Ya tenemos los discos! ¡Qué emoción! Te quiero. Nos vemos más tarde”.

Según la planificación del día, el ensayo técnico debería terminar a las nueve de la noche. El miércoles será un día de trabajo duro, porque el jueves no podrán usar el teatro ya que la sala estará ocupada. No será sino hasta el viernes en la mañana, horas antes de la presentación pautada a las siete de la noche, que la producción podrá darle un vistazo final al paisaje de Más feliz. Nacho, el director técnico, toma aire y dice que “Esto será como un experimento en vivo”.

Ese experimento involucra una banda de músicos dirigida por José Ignacio Benítez, reconocido por la escena musical venezolana por su proyecto Domingo en llamas. La banda requerirá siete sobretarimas para que los músicos ser distribuidos en el escenario junto a instrumentos no muy frecuentes en el pop local. La propuesta de Laura también le hace ojitos al jazz, al blues y al reggae, entre otros géneros: lo ha demostrado en temas como “Late”, “Fuego” y, más recientemente, en “Más feliz”. Además, en el experimento en vivo participarán un dúo de bailarines, Yarua Camagni y Brian Landaeta, quienes llegarán a las seis de la tarde para ensayar cómo van a contar a través de sus cuerpos la historia de una de las canciones del repertorio que Laura guarda celosa, sin confesar el título con la intención de que sea una sorpresa. Lo que Laura sí cuenta es que luego seunirá a Yarua y Brian en una coreografía “más juguetona”, ideada por Luz Urdaneta, quien añade que “me gusta que incorpore otras expresiones artísticas. No vendrás a ver sólo un concierto, porque, además, Laura es así. Es una artista integral. Canta, baila y ha hecho teatro”.

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Manuel Fuentes, el creador de las visuales que se usarán durante el concierto, se reúne con Tomás “Mute” Santana y Luis Loreto, que son quienes operarán la proyección de sus piezas. Los tres están en medio del escenario con el director de escena, Daniel “Oso” Dannery, y Greisis Leal, la productora general. La seriedad de la producción ejecutiva contrasta con los Converse. “Oso” mira hacia el frente con la capacidad que tienen los directores para ver lo invisible: aunque no hay instrumentos ni gente que los toque, les dice: “Los músicos tienen las visuales encima, pero con eso no hay problema. Ya lo habíamos conversado en la oficina”. Manuel se percata de una molesta línea fluorescente que cruza el escenario y caería sobre la cara de Laura: “¡Esa raya verde hay que eliminarla!”. Tomás “Mute” Santana ha sido vecino de Laura desde que ella era una niña. Es discapacidado auditivo, pero lee los labios de todos los que participan en la reunión y les advierte que las luces que se usarán el día del show no deben opacar las visuales de Manuel.

La prueba de sonido con la banda no será hoy. Sin embargo, “Nacho” quiere comprobar que el sistema de audio funciona correctamente. Con un micrófono auricular se pasea por la tarima, hasta que consigue oír su voz intensificada por todo el lugar. “¡Ahora sí se escucha!”. Hasta Alfredo Caldera, presidente del Centro Nacional de Teatro, está presente durante la primera hora del ensayo técnico: es el encargado del diseño de luces.

“Nacho” le indica al semblante severo de Gustavo Araque, director técnico de la sala, que tendrán que usar el sistema de audio del complejo cultural. Aunque ellos dispusieron equipos de su compañía, el presupuesto no alcanza “para traerlo todo”. Laura no se equivocaba cuando dijo que “el sonido es lo más costoso de todo espectáculo”. El director técnico ha trabajado en presentaciones de Britney Spears, Chayane, Ricky Martín, Sting y hasta en aquella de David Coperfield, así que sabe qué puede salir mal: le inquieta que la respiración de Laura se escuche demasiado a través del micrófono cuando, sujeta de un arnés, vuele sobre el escenario: “Cuando hay movimientos de este tipo, danza o acrobacias, los artistas lo que suelen hacer es doblar. Pero Laura no: ¡esto es en vivo!”

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Y sí: Laura va a volar… pero se reserva los detalles. Sólo comenta que el tema que ha escogido para tal representación es uno “muy especial” y que si pudiera hacerle un videoclip a esa pieza se lo haría en el espacio. “La presentación no puede ser… ehm…” se detiene para meditar la palabra exacta y completa: “La presentación no puede ser muy terrenal”. Rafael Armando Ghinaglia, “El Cómico”, es quien está detrás de la sorpresa. Laura lo describe como “el maestro de los espectáculos de altura en el país” mientras, junto con sus dos ayudantes, el escalador instala la estructura que soportará a la cantante. Mide la altura, los metros de separación con respecto al fondo del escenario, la dirección hacia donde se moverá la intérprete: todo. Sube hasta las profundidades de la tramoya, se pierde de vista allá arriba y no se ve, pero se oye. Baja y apunta mentalmente las recomendaciones del director artístico y, de nuevo, vuelve a encaminarse hacia el techo.

“Yo no sé nada de canto, pero sí sé de abdominales”, le dice Ghinaglia a Laura, cuya cabeza pelirroja está separada sólo por un metro de los reflectores del teatro. Mientras intenta practicar el canto, ella debe mover brazos y piernas, algo que implica un gran esfuerzo de la parte media de su cuerpo, así que debe controlarla para mantener el equilibrio. Nacho le grita desde tierra: “¡O cantas o respiras!”. Es la segunda vez que Laura se monta el arnés y está decidida a que su propuesta se vea tal como la pensó. Y lo disfruta: “¡Soy Peter Pan!”, grita con voz infantil.

Han pasado las horas: los párpados de Laura se achicopalan de cansancio y el maquillaje comienza a correrse. Más tarde los fans adivinarán que hoy ha llorado al verla en un video, publicado en su cuenta de Instagram: es la alegría de quien, con los ojos caídos y brillosos, ha celebrado con su mamá que ya tiene el disco en sus manos. Hoy no puede estar más feliz.

¡Ahhhhhhhhhh ❤️????! #LauraGuevaraMásFeliz

Un vídeo publicado por La Laura Guevara (@lalauraguevara) el

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Lo invitamos a asistir al evento “La economía y la política: ¿cuáles son los escenarios?”, en el cual se analizará a profundidad la situación económica y política de Venezuela en el Teatro de Chacao el jueves 21 de abril a las 5:00 de la tarde. Puede comprar las entradas haciendo click acá.

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Indira Rojas 

Comentarios (1)

Ignacio Arias
16 de abril, 2016

Todo saldrá perfecto !

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