- Prodavinci - https://historico.prodavinci.com -

Lejanas y admirables; por Antonio Ortuño

Lejanas y admirables; por Antonio Ortuño 640

Uno de los grandes placeres del aficionado a la lectura consiste en recorrer librerías lejanas y escudriñar estantes en los que no verá los títulos y autores de costumbre. Librerías de otras latitudes, vaya, pero no de cualquier tipo (las que pertenecen a cadenas suelen tener todas la misma disposición y un catálogo muy parecido entre sí), sino que se distingan. Una librería, por ejemplo, cuyos fondos coincidan casi milagrosamente con las ausencias de la biblioteca personal de un lector. Un sueño, en fin, pero no imposible. Encontré una de esas, hace apenas pocos días, en la ciudad de Valladolid, Yucatán. Dante, es su nombre. Está en la plaza principal.

Luego de pasear durante unos minutos por su interior, tuve de pronto uno de esos momentos que todo bibliófilo desea, es decir, dar con uno de sus “Moby Dick” personales: en mi caso, “Trampa 22” (Catch 22, en el original), del escritor estadounidense Joseph Heller, en la edición del sello español RBA. Una novela que por motivos casi diabólicos nunca cayó en mis manos. Una antiquísima versión de Bruguera fue el fuego fatuo tras del cual me afané por mucho tiempo, pero sin resultados. La nueva traducción, la de RBA, circuló poco o nada en este país. Tampoco la encontré disponible en algunos viajes al extranjero. Claro: la versión original la baja uno de Amazon con un solo clic. Pero no es lo mismo. “Trampa 22” posee tal cantidad de sutilezas de lenguaje que cualquiera que no tenga el inglés por lengua materna (o alma de traductor) puede perderse muchos detalles.

El caso es que allá, en Valladolid, Yucatán, me topé con un ejemplar. Había una pequeña pila con cinco o seis, entre otros varios títulos de la misma casa. Un libro muy bien editado, “Trampa 22”, en pasta dura con camiseta y hojas cosidas. La primera idea que vino a mi mente fue “esto va a costarme un ojo de la cara”. Me puse a hacer cuentas y decidí un presupuesto máximo mental. “Si vale menos de 500 pesos lo compro”, pensé, adolorido por el posible gasto pero sin renunciar a hacerle honores a los años de la larga búsqueda. Claro, me preparé para lo peor: descubrir que el libro valía mucho más, como pasa a veces con esas maravillas que publican sellos como El Acantilado.

Pero la fortuna fue piadosa. “Trampa 22” formaba parte de un lote de remates, adquirido a un distribuidor, y costaba solamente 99 pesos. Sus más de 500 páginas. Su pasta dura. Su traducción profesional. Una bicoca. Aproveché, claro, para llevarme dos.

¿Cuántas personas buscan libros en sus viajes? Supongo que incluso menos de las que los buscan en su vida cotidiana. Es decir, una minoría. Los motivos económicos siempre van por delante, claro: millones de mexicanos no viajan ni leen porque apenas pueden sobrevivir. Pero si usted tiene la suerte de viajar, sepa que las librerías son una posibilidad de búsqueda tanto o más apetecibles que un lago lleno de peces o una montaña llena de patos.