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Alfredo Meza: “El periodismo no puede ser el megáfono del poder”; por Hugo Prieto

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Alfredo Meza retratado por Roberto Mata

La investigación periodística conocida como Panamá Papers (capítulo Venezuela) arrancó hace 11 meses, después de que el Consorcio Internacional de Periodistas de Investigación contactara a los socios del portal aliado Armando.info, cuyos accionistas son Ewald Scharfenberg, Alfredo Meza y Joseph Polizuk, tres periodistas que ya tienen un amplio historial en estas lides.

La data que se filtró al periódico alemán, Süddeutsch Zeitung, desde el bufete de abogados Mossack Fonseca —que opera en Panamá y tiene sucursales en varios países— era tan grande y voluminosa, que para procesarla se necesitaba un ejército de periodistas.

La perversidad del poder en Venezuela ha despertado una “curiosidad exótica” en otras latitudes. ¿Qué nombres podrían salir de allí? Seguramente, una lista de pobres de solemnidad convertidos en millonarios de la noche a la mañana. O de burócratas con poder, que ante la destrucción de las instituciones venezolanas, con PDVSA en primerísimo orden, sacaron su tajada, sin muchos escrúpulos, pero con deseos de ocultarla. Claro, hay otros nombres, de procedencia y filiación “opositora”, a quienes también les gusta el secretismo y aman la opacidad. Así que nuevos personajes saldrán de la oscuridad. Armando.info ha hecho honor a su slogan. Y lo que falta por saber.

Una de las cosas que hubo que hacer, en aras de la confidencialidad, fue crear una plataforma encriptada a la que solo tenían acceso los periodistas que participaron en el proyecto. Todos los días colgaban información que previsiblemente era de interés en otras latitudes, además del país de origen. Y así, entre una cosa y otra (un archivo, un contrato, un mail, un reporte confidencial) salieron los datos como las perlas del fondo marino. Pero dejemos que Alfredo Meza cuente su historia y la forma en que el periodismo de datos va a transformar la realidad de los medios.

¿Qué fue lo que encontraron?
Lo primero que hicimos fue confeccionar una lista de personas importantes, bajo criterios periodísticos. También tomamos en cuenta la naturaleza de la economía venezolana. Si el 96% de las divisas las aporta PDVSA, era lógico que buscáramos todo lo que tiene que ver con la industria petrolera, con las instituciones responsables del control de divisas, las importaciones y la economía de puertos. Nos concentramos en todo lo que fuera relevante para el interés público, con mayor énfasis en la gestión del gobierno, pero también en las empresas, en los capitales, que hacen negocios con el gobierno. Así como en personas naturales, cuya motivación es evadir obligaciones fiscales.

¿Qué se busca una vez que se elige un nombre?
La premisa de nuestra investigación no fue sólo reseñar la información contenida en la data del bufete Mossack Fonseca, sino a partir de allí hacer un trabajo periodístico. Contextualizar esa información y además agregar elementos que permitieran, digamos, demostrar que esas personas efectivamente estaban involucradas en hechos que a veces se publicaban sin mucho fundamento. Está el caso de Eudomario Carruyo, ex vicepresidente de Finanzas de PDVSA, quien acudió a la asesoría de Mossack Fonseca para ocultar su riqueza en paraísos fiscales. Se sabía, por ejemplo, que en Venezuela no se tomó la molestia de presentar su declaraciones de bienes, que la Contraloría no lo ha sancionado, pero en cambio, se molestó muchísimo cuando los abogados del bufete le preguntaron por el origen de su patrimonio.

Dentro de PDVSA también está el caso del capitán retirado, Adrián Velázquez Figueroa.
¿Cómo podía un oficial que devenga un sueldo equivalente a 200 dólares mensuales abrir una cuenta en un paraíso fiscal equivalente a 50.000 dólares? Evidenciando la relación que tiene con la Tesorera de la Nación, que es su cónyuge y de quien ni siquiera había una foto. Esa señora viajó a Punta Cana (República Dominicana) en 13 ocasiones, hasta que finalmente terminó residenciada. Se obtuvo copia de los documentos de las propiedades que tenían. Cuando tú comparas su sueldo con lo que estaba allí, refuerza la idea de que acudieron a un paraíso fiscal para manejar unos fondos que no querían que estuvieran al alcance del escrutinio público. Entonces, se trabajó con ese criterio.

¿En qué consisten los hallazgos? ¿Una serie de mails, documentos, solicitudes, aclaratorias?
Allí, básicamente, lo que hay es una serie de correos que demuestran varias cosas. 1). El poco rigor de ese bufete para determinar con qué clase de clientes se relacionan. Por ejemplo, advierten la relación matrimonial que une al capitán Velázquez con la Tesorera venezolana y sugieren hacer una pesquisa más profunda del cliente, pero la respuesta nunca llegaba, al menos no figura en la filtración. 2) Lo que sí advertimos es la insistencia por acogerse y cumplir las leyes panameñas, en especial la ley 23, que obliga a los bufetes que tramitan fondos ante los paraísos fiscales a que fuesen más cuidadosos con el origen de esos recursos. Empiezan a preguntarles y la mayoría de estos <clientes> no contestan. Entonces, no hay un trabajo riguroso. Ramón Fonseca, en descargo, dice nos hackearon, nosotros no estamos haciendo nada ilegal. Puede ser, pero al menos es éticamente cuestionable que seas incapaz de verificar qué clase de clientes te están llegando.

 ¿Por qué no participaron las grandes cabeceras periodísticas en la investigación (The New York Times, The Washington Post, El País) o las cabeceras de la parroquia venezolana?
Vamos a establecer dos contextos. Las grandes cabeceras mundiales procesaron la información filtrada por  Wikileaks, la del banco HSBC, pero no participaron en la de Mossack Fonseca, yo desconozco las razones. En el caso venezolano, nos contactaron a nosotros, en particular a Joseph (Polizuk) que es miembro del Consorcio Internacional de Periodistas de Investigación. Armando.info, además, es un site de investigación periodística. Posteriormente, el Consorcio nos pidió que incluyéramos a una mayor cantidad de periodistas, unos se sumaron, otros no. Creo que existe un temor fundado de que las cabeceras periodísticas no iban a manejar la información con absoluta transparencia, que podían hacer una suerte de control de daños, esa es la suposición que tengo yo. No puedo afirmarlo con total certeza.

Alfredo tu trayectoria en los medios es de vieja data. Tú sabes que hay presiones, que hay intereses de por medio, que a una hora del día suena el teléfono o se produce la llamada telefónica.
Pudiera ser que esa sea una razón fundamental. Pero lo que yo creo es que estas cabeceras tradicionales se siguen comportando como si tuvieran el patrimonio exclusivo en el manejo de la información, aunque vivimos en un tiempo en el que la información se ha masificado, eso es un hecho evidente. Yo creo que esto es lo que se trató de evitar en esta investigación periodística. Entregarles la filtración a personas que no tuvieran esos compromisos. Esas cabeceras tradicionales, con sus luces y sus sombras, con sus altos y sus bajos, decidían que salía y que no salía a la luz pública. Ahora eso es imposible, gracias a Internet. Ha pasado una cosa muy curiosa, que esos grandes medios reproducen la información que publican los medios pequeños. Ahora, la información no la da un medio, la da un periodista. Es el caso de Eugenio Martínez cuando informa que el CNE le está diciendo a la Asamblea Nacional que la iniciativa legislativa en materia electoral es competencia de ellos. Eso antes lo decía El Universal.

Armando.info tiene una vocación empresarial. ¿Su crédito también vale, no?
Claro, pero al vincular a periodistas de otros medios, la idea que nos animó fue fortalecer el trabajo de investigación periodística y no que una marca se llevara todo el crédito.

Alfredo Meza retratado por Roberto Mata

Alfredo Meza retratado por Roberto Mata

Mi planteamiento no apunta a dilucidar quién se lleva el crédito solamente, sino a indagar sobre otro asunto más espinoso, la credibilidad. Así como lo único que tiene un periodista es su nombre, el patrimonio de los medios es su credibilidad. ¿Quién tiene la credibilidad?
Yo creo que está en los periodistas que escriben y ha dejado de estar en los grandes medios. Insisto, los grandes medios obvian, por sus intereses y yo no voy a entrar a cuestionar eso, informaciones de interés para la sociedad y que puede contribuir a entender por qué ocurren determinadas cosas y otras no ocurren. También hay que saber manejar eso, porque los periodistas no están exentos de presiones. A lo mejor no hay llamadas, pero sí hay campañas de descrédito por las redes sociales, que son feroces y que pueden destruir la reputación de un periodista. Hay que tener entereza para enfrentar eso, hay que evaluar y tomar en cuenta eso.

Detrás de cada verdad, porque no hay una sola, hay un secreto. Develarlo es una cuestión de interés público. ¿Cómo se va a manejar la información en este tiempo de cambios?
Entre más medios haya, con diferentes orígenes, que puedan darle un tratamiento profesional a las informaciones, con más fuentes y afluentes, eso va a repercutir a favor del público, que podrá formarse una mejor opinión sobre distintos temas. Eso es lo que quiero pensar que va a traer la masificación de la información con la onda expansiva de Internet.

¿No es un acto de fe lo que estás diciendo?
No es un acto de fe, porque ya hay evidencias, pruebas, de que hay un mayor número de medios abordando temas, develando informaciones, desde distintas perspectivas, lo que va a redundar en una opinión pública mucho más informada y con mayores posibilidades de discernir el verdadero tenor de las informaciones que se están dando. Se ha roto el consenso sobre las noticias que eran tendencia durante todo el día. Claro, hay sucesos inapelables como la implosión de las torres gemelas, pero cada medio empieza a entender el valor que tiene una agenda propia y la posibilidad de influir en la opinión pública. Eso es lo que acaba de pasar con los Panama Papers. Yo mismo subestimé su impacto. Jamás pensé, por ejemplo, que pudieran despertar el interés de la Asamblea Nacional. Venezuela es país eclipsado por el juego de artificios de la polarización. Pero estas cosas, que son verdaderamente cruciales para poder entender por cuál desagüe se pudo haber ido la mayor bonanza petrolera de la historia, pasan inadvertida en medio del interés que hay por promover la salida del gobierno de Maduro.

¿Esto no pone en evidencia que lo mejor para los medios impresos que siguen anclados en el papel —y en la mentalidad del papel—,es pasar de una vez a la web, para que cambien la forma de hacer las cosas, en lugar de insistir en un mundo que está desapareciendo?
Yo podría suscribir esa pregunta. Es decir, mientras esas cabeceras, esos medios, no entiendan que el modo en que se maneja la información es distinto, que no es tan fácil imponer la forma en que las informaciones se vean reflejadas, ya sea porque media un interés particular o de cualquier otra índole, la muerte se va a producir por un infarto fulminante. Ahí están los casos de Últimas Noticias y El Universal después de la compra que hicieron capitales ligados al chavismo. Quedaron como megáfonos de informaciones oficiales. Eso es una tragedia.

Se hizo una inversión cuantiosa y, sin embargo, con la aparición de estos medios, la persona que desde el gobierno, o asociado al gobierno, pensó que podía controlar a la opinión pública, pues el tiro le salió por la culata.
Yo creo que la intención de comprar esos medios era convertirlos en cascarones vacíos, liquidarlos completamente. Pero el interés que han manifestado algunos periodistas en seguir haciendo su trabajo ha encontrado en la web el espacio idóneo para hacerlo. Un buen termómetro para medir esta transformación es el programa de César Miguel Rondón en las mañanas. Rondón leía los titulares de los grandes medios y las personas que iban en sus carros se iban enterando de las noticias. Ahora cita por igual a los medios tradicionales y a los portales. Efecto Cocuyo, que tiene una marcada agenda social, lleva este tema. Crónica uno da esta información. Prodavinci tiene este debate. Armando.info en su entrega de esta semana cuenta esta historia. Bueno, la gente también se entera. La compra de esos medios no significaba cortar el flujo de información, a menos que quieran convertir esto en China.

¿Qué valor tienen esos portales en un país donde el poder tiene una voluntad manifiesta por imponer una hegemonía comunicacional y un pensamiento único?
En el ejercicio periodístico independiente o no alineado con el poder también hay una voluntad, incluso política, de contraponerse a los designios del chavismo oficial. Y si el poder cambia de manos, también verá a estos medios criticando, cuestionando a quien lo ejerza. Eso está en la naturaleza de las personas que han decidido hacer este tipo de emprendimientos. El periodismo no puede ser el megáfono del poder, su papel fundamental es hacer contraloría, criticar y contar unas historias que le permitan a la sociedad estar mejor informada. Y ahora que hablas del tema político, aclaro que Panamá Papers no se va convertir en el órgano auxiliar de la Fiscalía, del CICPC, ellos tienen suficientes recursos para hacer una investigación, que los lleve a establecer responsabilidades, si quisieran hacerlo. No nos vamos a convertir en actores políticos, porque eso nos llevaría a ser denunciantes de oficio. Una característica muy arraigada, por cierto, en esas cabeceras periodísticas que están hoy en articulo mortis.

 ¿Crees que el periodismo va a ser mejor o peor que antes?
Absolutamente mejor. Estoy seguro, porque ahora se están sumando individualidades de distintas procedencias, de distintas profesiones, por ejemplo, programadores que son capaces de crear productos que sean además de competitivos, seductores. Gente especializada en estadística que interpreta datos. Ya no es tan fácil como consultar a varias fuentes, contrastar, y escribir una nota.