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La caída de los precios y la nueva realidad del mercado petrolero internacional; por Armando Romero

Por Prodavinci | 22 de febrero, 2016

La caída de los precios y la nueva realidad del mercado petrolero internacional; por Armando Romero 640

El reciente desplome en la cotización del crudo, que se mantuvo a la baja y ha caído con más intensidad a finales de 2015 y en lo que va de 2016, parece ser el resultado de cambios profundos en la dinámica del mercado petrolero internacional.

La cesta venezolana terminó el año en 29,15$, viniendo de los 97,09$ en 2013 y 49,52$ en 2014. Esto significa que ha perdido un 69% en su precio desde 2014.

A mediados de enero, marcadores como el West Texas Intermediate (WTI) alcanzaron precios mínimos en 12 años, motivando algunas acciones de grandes productores en febrero, con lo que se espera una recuperación durante los próximos meses. Sin embargo, las proyecciones sostienen que los precios bajos (comparados con los máximos históricos recientes) se mantendrán en el futuro inmediato. Y muchos analistas sostienen que el mercado está arribando a una nueva situación de equilibrio, en precios inferiores a los acostumbrados 100 dólares por barril.

A diferencia del año 2009, cuando ocurrió una caída similar, el desplome reciente en la cotización no parece estar motivado por elementos de entorno en los mercados financieros globales, sino a cambios estructurales en el mercado petrolero. La irrupción de nueva oferta y el cambio de estrategias de algunos oferentes tradicionales se han combinado con cambios en el perfil de la demanda, que ha venido disminuyendo en su crecimiento en años recientes.

Históricamente, la respuesta de los productores y consumidores ante estos cambios en el mercado ha sido lenta, por lo que los precios varían de manera significativa en el corto plazo. En adelante, son resumidos algunos de los acontecimientos que están generando profundos cambios en los mercados mundiales de petróleo crudo.

La revolución del Shale Oil

El uso combinado de perforación horizontal y fracturación hidráulica en exploración, y producción en formaciones de rocas bituminosas en Estados Unidos, ha permitido aumentos nunca antes vistos en los niveles de producción en ese país desde 2006.

La revolución del Shale es la razón detrás de la adición de más de cinco millones de barriles diarios a la oferta mundial hasta 2014. A pesar de que los costos son superiores a los de productores convencionales, la productividad en términos de tiempo de perforación, pozos perforados por taladro y barriles producidos por día ha aumentado significativamente, lo que permite que, incluso al precio actual, muchos campos puedan cubrir sus costos operativos de producción. Estas mejoras de productividad le permitieron a Estados Unidos convertirse en el primer productor mundial, superando a Rusia en 2011 y a Arabia Saudita en 2012.

Sólo en el primer trimestre de 2015, la producción aumentó en más de 400 mil barriles diarios, aunque la situación de precios bajos haya ocasionado un retroceso importante a finales de ese año. Además, se llevaron a cabo las primeras exportaciones libres de crudo en cuarenta años a principios de enero, luego del levantamiento, a finales de 2015, de las prohibiciones vigentes desde 1973. Recientemente, la propia PDVSA compró unos 550 mil barriles de West Texas Intermediate, el primer cargamento de crudo reciente enviado a América Latina.

Mientras el precio del crudo cubra al menos los costos operativos, una buena parte de la producción adicional no desaparecerá a pesar del desplome de los precios. Aunque en 2015 la actividad de los taladros disminuyó un 62%, un 80% en perforación horizontal y se espera que la producción caiga unos 600 mil barriles en 2016, las mejoras en productividad parecen indicar que el petróleo de lutitas permanecerá en el mercado, aun con bajos precios.

Algunos analistas calculan que un precio de 45$ por barril detendría la salida de oferta estadounidense del mercado, un nivel que se alcanzaría a finales de 2016.

La estrategia Saudí
y la producción OPEP

Con casi el 40% de la producción total de los países OPEP, Arabia Saudita es el miembro más influyente en la organización y de su apoyo dependen la mayor parte de las decisiones que se toman en su seno.

En respuesta a los cambios en la oferta mundial generados por la entrada al mercado del shale oil, el país ha decidido modificar sustancialmente su estrategia para maximizar beneficios en el largo plazo, apoyado ampliamente por sus aliados del Golfo.

Hasta 2014 la OPEP habría acordado compensar choques de oferta para mantener los precios estables alrededor de 100 dólares por barril, a través de recortes o aumentos en la producción, principalmente saudí. Sin embargo, apoyada en su ventaja en términos de costos, la nueva estrategia de este país consiste en recuperar y ganar cuotas de mercado aumentando la producción en el corto plazo, aun cuando los precios caigan drásticamente y en contra de las peticiones de recorte de producción de otros miembros de la OPEP.

Los saudíes intentan recuperar poder de mercado y reducir los espacios para los productores no convencionales, luego de que los recortes de producción con miras a elevar los precios le hayan restado espacios. Sin embargo, esto está fuertemente condicionado por la vuelta al mercado de Irán y el posible posicionamiento en China.

Arabia Saudita sumó unos 600 mil barriles diarios a la oferta mundial de crudo durante los dos primeros trimestres de 2015, adicional a otros 600 mil del resto de países de OPEP, casi todos provenientes de países del Golfo.

Y a pesar de que durante los últimos meses la producción saudí y del resto ha disminuido levemente, el grupo decidió, a principios de diciembre pasado continuar con la política actual, vistos los resultados sobre la producción no convencional, que se ha reducido de manera drástica.

Los saudíes, por su parte, están apostando a medidas de ajuste para soportar la época de precios bajos y han anunciado recortes presupuestarios, establecimiento de nuevos impuestos y hasta su intención de emitir acciones de la estatal petrolera, ARAMCO.

China y la desaceleración global

El denominado “súper ciclo de precios”, que comenzó en 2002 y vio aumentar de manera importante el precio de todo tipo de materias primas, ha sido atribuido principalmente al crecimiento sostenido de la demanda de estos bienes en los mercados emergentes, principalmente los asiáticos y particularmente China.

Los aumentos de precios coincidieron con mayores tasas de crecimiento del producto y por tanto de la demanda de commodities en economías emergentes. En  2010, esta explosión de crecimiento comenzó a menguar, lo que ha implicado una expansión menor en la actividad productiva de la economía global y un menor crecimiento en el consumo de materias primas.

Las tasas de crecimiento global han caído más de la mitad entre 2010 y 2014. Sin ninguna excepción, todas las regiones del mundo han mostrado un menor desempeño desde entonces, incluida una recesión en Europa y una lenta recuperación desde la crisis de 2008. Los combustibles han sido particularmente sensibles a esto, con una reducción generalizada de alrededor de un tercio en las tasas de crecimiento de la demanda mundial de petróleo crudo y de hasta la mitad en el caso de los países asiáticos.

El caso de China es relevante puesto que ha sido el responsable de la mayor parte de los incrementos de la demanda en los últimos años (30% según la Agencia Internacional de Energía), algo que hace que el menor crecimiento de esta economía, acentuado por la reciente devaluación e inestabilidad de sus mercados financieros, impacte sensiblemente sobre el crecimiento de la demanda de crudo, sin que pueda ser reemplazada por nuevos demandantes en un contexto de desaceleración global.

Recientemente, los indicadores de actividad industrial y demanda de combustibles continúan a la baja. Ante el desgaste del modelo de crecimiento chino, el futuro del crecimiento de la demanda parece estar en India, que al mismo tiempo no promete generar el voraz apetito por las materias primas que una vez tuvo de su par asiático y segunda economía del mundo.

Irán y posibles nuevos entrantes

En años recientes, acontecimientos como la guerra civil Libia y las sanciones contra el programa nuclear iraní habían impactado de manera importante en el mercado.

En julio de 2015, Irán, Estados Unidos, China y la Unión Europea lograron un acuerdo para el levantamiento de las sanciones que prohibían la compra de crudos iraníes, lo que implica que el país islámico podrá colocar de nuevo un millón de barriles diarios que había recortado de su oferta desde principios de 2012. Según algunos analistas, las expectativas apuntan a que la producción iraní alcance estos niveles de producción a mediados de 2016, una expectativa que incide de manera importante en los precios. Además, en el largo plazo se espera que la producción iraní aumente en más de 2 millones de barriles diarios antes de 2020, perspectiva que coincide con los anuncios oficiales acerca de nuevos proyectos luego del levantamiento de las sanciones.  Esto implicaría la adición de unos 600 mil barriles sólo en el primer semestre de este año, aunque algunos pronósticos han comenzado a desestimar la capacidad del país para colocar crudo en los mercados internacionales, limitando esta adición a unos todavía significativos 400 mil barriles diarios. Con todo, el país exportó un primer lote de crudo a Europa este mismo mes y ha anunciado la flexibilización de las condiciones a los inversionistas privados, así  como la voluntad de participar en un acuerdo con los productores no-OPEP.

Por otro lado, la producción de Libia sigue estando muy por debajo de los niveles previos al inicio de los conflictos. Y eso deja espacio al aumento de la oferta de ese país, luego de una posible pacificación que, de acuerdo con varios analistas, no luce tan lejana. A esto se suma la recuperación de la producción de Irak, parcialmente afectada por la irrupción de ISIS en el país, aunque con una leve tendencia ascendente desde 2012.

En este contexto, el asunto más relevante es que, dada la situación de bajos costos operativos de estos países, toda esta nueva oferta se incorpora al mercado independientemente del nivel de precios prevaleciente.

Rusia y la situación de
otros productores no OPEP

El grupo de países productores no miembros de la OPEP son particularmente sensibles al desplome de los precios. A pesar de esto, en conjunto  y hasta el momento  han sido resistentes,  con reducciones leves en su producción.

Rusia, el tercer productor mundial, redujo su oferta en 200 mil barriles diarios a finales de 2015, luego de experimentar un máximo histórico de más de 11 millones de barriles diarios unos seis meses antes. En días recientes, voceros del gobierno de ese país mostraron interés en establecer conversaciones con miembros de la OPEP para concertar acciones en el mercado y, al parecer, lo han conseguido esta semana: Arabia Saudita y Rusia, los dos mayores exportadores del mundo, han anunciado un acuerdo para congelar la producción en niveles de enero.

Sin embargo, la aplicación de este acuerdo está condicionada a la participación de países como Irán e Irak. El primero ya ha anunciado su interés, lo que ha provocado reacciones en el mercado, sin que todavía se conozcan los alcances del acuerdo.

Los saudíes han expresado que la intención del pacto es encontrar la producción con el consumo y estabilizar los precios, antes que provocar giros significativos o hacer recortes en la producción.  A pesar de eso, la situación de los productores no-OPEP tras la caída en los precios, con altos costos operativos en la mayoría de los casos, ha provocado una disminución en la cantidad de taladros activos, así como el cierre de gran cantidad de pozos que dejaron de ser rentables.

Todos estos hechos, conjugados con la caída en la inversión actual, son un antecedente a futuras disminuciones de producción. Esto incluye, además de Rusia, a países como Brasil, México, Noruega y otros que representan más de la mitad de la producción mundial. La oferta de todos estos países en conjunto se ha reducido y se espera una caída de unos 660 mil barriles diarios en 2016.

Así la nueva situación del mercado resta importantes espacios para estos productores con reducido poder aisladamente, que será todavía más limitado luego de la reducción de su participación.

Inventarios en ascenso

Los elevados niveles de producción, que no han encontrado demanda suficiente, han hecho aumentar los niveles de inventario de petróleo crudo en todo el mundo.

El boom de producción de crudo de esquistos en Estados Unidos ha contribuido a copar la capacidad de almacenamiento hasta niveles de contingencia y de emergencia en algunos casos.

La construcción de infraestructuras en Corpus Christi, Texas, ha aumentado significativamente la capacidad de almacenamiento ante la creciente producción. Según la Agencia Internacional de Energía, los inventarios en ese país ascendieron a casi 500 millones de barriles en septiembre de 2015, sumados a un total de casi 3 mil millones de barriles en el grupo de países del OCDE, una cantidad que cubriría unos 31 días de demanda mundial de crudo. Esta situación es generalizada y se suma a nuevas inversiones en almacenamiento estratégico que planean países como China, cuyo gobierno ha anunciado recientemente la construcción de reservas de alrededor de 600 mil barriles. Esto significaría aumentar la cobertura de sus importaciones desde unos 30 días, en los niveles actuales, a más de 90 días en el futuro, según Reuters.

En este sentido, China estaría a provechando la caída de la cotización internacional del crudo para aumentar sus reservas estratégicas en favor de su seguridad energética a largo plazo. A la par de estas  inversiones, la reducción del espacio de almacenamiento actual podría añadir algunos barriles a la oferta mundial en el corto plazo, mientras las inversiones en su ampliación se hacen tangibles. Es un efecto que puede esperarse en el corto plazo y que presionaría los precios a la baja.

Apreciación del dólar
e incremento en
las tasas de interés

La crisis de 2008 propició la inyección de gran cantidad de liquidez al sistema financiero internacional por parte de la Reserva Federal.

El Banco Central de Estados Unidos redujo las tasas de interés a niveles cercanos a cero y ha comprado masivamente bonos para inundar de dólares los mercados y favorecer el crédito y el crecimiento. Estas medidas produjeron la depreciación del dólar desde 2009 hasta mediados de 2014, el inicio de la recuperación económica norteamericana, cuando el debilitamiento del euro y otras monedas generaron una fuerte apreciación de la divisa norteamericana.

En principio, esto favorecería las exportaciones de petróleo para la mayoría de los países productores, pero el efecto no es compensado por el desplome reciente de los precios.

En términos de la cotización internacional del crudo, calculada en dólares, la apreciación de la divisa presiona a la baja los precios, toda vez que los compradores esperan ver compensados los mayores costos para obtener la divisa a través de disminuciones en el precio de la materia prima en sí misma, reduciendo también la demanda.

No es sólo que el petróleo ha perdido valor en el mercado, sino que los dólares que se obtienen a cambio han aumentado su valor.

Finalmente, el aumento de las tasas de interés por parte de la Reserva Federal ha perjudicado la viabilidad de proyectos con altos costos operativos, toda vez que aumentan costos de capital, haciéndolos aún menos rentables luego del duro golpe de la caída de precios. Esta medida ha causado ya el retroceso de un 60% de los proyectos de nuevas perforaciones en Estados Unidos, un país que ha aportado la mayor parte de los incrementos de producción en los últimos años.

Además, el aumento de las tasas profundiza la revaluación del dólar e implica el fin del acceso a liquidez a bajo costo en los mercados financieros para las inversiones en hidrocarburos. Este proceso podrá profundizarse, en tanto que se espera un mayor fortalecimiento del dólar en 2016 y 2017.

Mercados de futuros y expectativas de precios

El petróleo es un activo financiero transado en los mercados de futuros con fines especulativos, donde es negociado en contratos de entrega física en el futuro, a diferencia de los contratos spot, que se transan en el presente.

Los mercados de futuros se han convertido en la referencia en términos de precios, no sólo para el petróleo sino para el resto de los commodities.

Cuando los precios de futuros se encuentran por encima de los precios spot esperados en la misma fecha ocurre un fenómeno denominado contango, en el que el mercado espera que el precio aumente en el futuro. Y eso está ocurriendo desde finales de 2014, lo que significa que el mercado interpreta que la oferta actual es mucho mayor a la futura y que la caída de precios llegará eventualmente a un límite, esperando un repunte en la cotización.

El fenómeno contrario (backwardation) ocurrió desde julio de 2014 hasta noviembre del mismo año, cuando la tendencia cambió. Por esta razón, muchos especuladores están almacenando crudo, lo que contribuye con el problema de inventarios en el corto plazo. Y esto coincide con la proyección de muchos analistas y agencias de un repunte de precios en el mediano plazo, probablemente a finales de 2016.

Desde el último trimestre del año pasado y durante todo este año esas proyecciones estuvieron cayendo, afectando a la baja la cotización de futuros. Estas expectativas acerca de la cotización futura resultan relevantes, más en momentos de transición en los que los mercados se encuentran ávidos de nueva información.

Sobreoferta global
y consecuencias sobre
los precios del crudo

En síntesis, la oferta mundial de petróleo se encuentra muy por encima de la demanda. Y esta diferencia ha aumentado en años recientes, afectando a la baja los precios.

Según la OPEP, la demanda mundial de crudo fue de 92,9 millones de barriles por día durante 2015, mientras que la oferta fue de 94,9 millones. Desde 2014, la diferencia entre ambas pasó de 1 millón de barriles por día a casi dos millones de barriles por día. Y en 2016, la demanda podría ubicarse en 94,2 millones de barriles, creciendo 1,3 millones de barriles diarios y ampliarse aún más.

Tradicionalmente, se esperaría una intervención de los países OPEP y algunos aliados para estabilizar el mercado. Sin embargo, la renuncia saudí a disminuir su producción obliga a otros productores a hacerlo. Bajo esta premisa, la oferta se hará más eficiente y los precios no volverán a aquellos niveles de 100 dólares por barril. De hecho, la mayoría de las proyecciones de largo plazo apuntan a precios de entre 40$ y 70$ por barril.

Todo esto coincide con la visión de que la solución para los precios bajos son precios aún más bajos, que dejen fuera a los actores con menor capacidad en el largo plazo.

Es importante tener claro, sin embargo, que los precios del petróleo son extremadamente difíciles de predecir y que los hechos que influyen en su dinámica pueden cambiar en muy corto plazo.

Ante la situación de cambio estructural del mercado petrolero, Venezuela debe adaptarse y formular una mejor estrategia de largo plazo.

Esperar una recuperación de los precios en el corto plazo es una apuesta arriesgada y sumamente costosa.

Dadas las distorsiones internas y externas que experimenta nuestra economía, incluidos un déficit fiscal y otro en divisas de grandes dimensiones, un aumento de precios no cambiaría demasiado el panorama.

Es necesario que las políticas económicas y energéticas estén coordinadas en función de estabilizar la economía y corregir estas distorsiones, así como recuperar espacios perdidos en el mercado, a través de una mejor gestión de la industria petrolera nacional.

En definitiva, un repunte de precios no significará una solución y, en todo caso, es difícilmente previsible y poco probable.

Armando Romero, es investigador del Centro Internacional de Energía y Ambiente, IESA.

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