Artes

Walter Benjamin, teólogo del capitalismo; por Alejandro Oliveros

Por Alejandro Oliveros | 8 de febrero, 2016
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Walter Benjamin

Es verdad todo lo que suponíamos de Walter Benjamin. Que fue uno de los mejores intérpretes de la modernidad, estaba claro. Como lo está ahora que fue el más confiable profeta de la llamada post-modernidad. Se habla en estos días de su obra con la misma pasión que estimularon sus escritos publicados entre una y otra guerra. No obstante, siempre fue Benjamin un “outsider”, incomodo como todos ellos. Su interpretación del marxismo molestaba tanto a la ortodoxia de Moscú, ciudad que recorrió con Anje Silja, como a los renovadores filósofos de la Escuela de Frankfurt. No de otra manera, su lectura de la tradición rabínica exasperó a su amigo Gerhard Scholem, el más convencido de los sionistas de su tiempo; “teólogo transferido al campo profano”, lo llamó en una oportunidad.

Pocos pensadores tan actuales e influyentes, en una época de eclecticismos y facilidades, salvo Heidegger, como el autor de los Pasajes. Cuando lo leí por primera vez, a mediados de los sesenta, en una traducción casi indigerible de sus ensayos para la Monte Ávila Editores de esos años, ya se le reconocía décadas de vigencia y “modernidad”. Ahora, medio siglo después, cuando leo un escrito menos difundido, un fragmento publicado en su juventud de 1921, su actualidad es acaso más urgente. Fue la profesora Donatella di Cesare quien me llamo la atención sobre “El capitalismo como teología”, que es como se llama el fragmento, en una reseña aparecida en Lettura, el suplemento literario de Il corriere della sera. Di Cesare comienza su trabajo recordando que Benjamin fue uno de los filósofos –todos hijos de Marx–,  que advirtieron como la política, en tiempos modernos había sido desplazada por el imperio de la economía. Algo impensable para los fundadores griegos de la polis, así como para sus teóricos, como Maquiavelo, más modernos. Pero fue Benjamin, sin olvidar a Weber, para quien el capitalismo era solo una forma de producción condicionada religiosamente, uno de los primeros en distinguir los rasgos teológicos del capitalismo moderno. “Benjamin fue el primer gran teólogo de la economía de la modernidad” sentencia la De Cesari.

El fragmento de Benjamin comienza con una de esas afirmaciones que al principio no captamos en toda su gravedad: “Hay que entender el capitalismo como una religión”. Estamos en 1921. Las potencias europeas dieron fin a la guerra con un armisticio tambaleante y ominoso. Lo que firmaron no fue una rendición sino una tregua, diría algún cínico. Los grandes capitales serían los únicos ganadores en el conflicto. La bacana que le siguió duraría once años, hasta 1929, cuando se haría necesario un nuevo enfrentamiento para resolver los problemas de la economía. La Alemania de 1921 es el caldo de cultivo, el agar glucosado donde se agudizaron las más inquietantes contradicciones. El Berlín de los mutilados de guerra y el de las noches sin sueño de los hoteles y cabarets de Kunfusterdam. Ninguna ciudad, como la capital germana, fomentó tanto buen arte durante esos años; arte, literatura y cine. El mismo contexto en el cual Benjamin escribió su perturbador fragmento.

En sus no más de tres cuartillas, distingue cuatro rasgos de la estructura religiosa del capitalismo: 1. “Se trata de una religión de culto, la más extrema que haya existido jamás. En el capitalismo todo tiene significado solo en relación inmediata con el culto. No conoce ninguna dogmatica especial, ninguna teología”; 2. El segundo rasgo refiere el carácter totalitario de esta  religión: “El culto es de duración permanente. El capitalismo es celebración de un culto sans trêve et sans merci (sin tregua ni piedad). En él no hay señalado un día a la semana, ningún día que no sea festivo.” Nada menos cuestionable. No hay día “domingo” para el capitalismo. Todos los días son domingo para los intereses de la banca. El capital no duerme, se trata de una religión a tiempo completo; 3. El tercer rasgo, es el más inquietante, pues relaciona el culto con la culpa: “Es un culto culpabilizante. Posiblemente es el primer caso de culto no expiante sino culpabilizante… En la esencia de este movimiento religioso que es el capitalismo se encuentra la idea de resistir hasta el final, hasta la culpabilización final de Dios, hasta alcanzar un estado mundial de desesperación. En esto consiste lo históricamente inaudito del capitalismo, que la religión no es reforma del ser sino su destrucción”. Lo inquietante llega a lo terrible cuando recordamos la ambigüedad en alemán de la palabra schuld, que puede ser “culpa” (“schuld haben”: tener culpa)  y “deuda” (“schuld machen”: endeudarse); y 4. Según el cuarto de los rasgos, “Dios debe permanecer oculto y solo debe ser llamado en el cénit de su culpabilización. Benjamin no olvida que, como buen culto, el capitalismo ha menester de su propia iconografía. De esta manera, a las imágenes de los santos de cualquier religión se corresponden las de los billetes de banco.

En Venezuela, por ejemplo, lo que ha hecho de Bolívar un dios no son sus milagros (que no se conocen), ni sus grandes creaciones (la Gran Colombia deja mucho que desear), ni sus glorias militares (que no parecen haber sido muchas). Su divinización, el termino es de Elías Pino Iturrieta, fue decretada el día que se decidió acuñar su perfil en el sistema monetario. No debe ser más familiar el rostro de Cristo que el de Bolívar en el imaginario venezolano. Convivimos con él, como mis abuelos convivían con una imagen del Corazón de Jesús en la sala de su casa. Tal vez un quinto rasgo ha podido distinguir Benjamin en su teología del capitalismo. Y es que se trata de un culto monoteísta, el único no originario de las insolaciones del Medio Oriente, pero asociado con ellos en la más infeliz de las prácticas: la intolerancia. El capitalista, como el judío, no puede ser otra cosa. O cristiano, “El que no está conmigo, esta contra mi”. O musulmán. El capitalismo como culto exige la adhesión incondicional y sectaria. No hay manera de servir a dos señores, a pesar de las excepciones; al capitalismo y a la revolución, por ejemplo.

Como Marx, Benjamin no supo encontrar otra salida al cerco asfixiante del nuevo culto, como no fuera a través de la revolución. Pero, como recuerda la profesora De Cesare y han recordado muchos antes que ella, llega un momento en el cual ambos pensadores se contradicen. Y esto ocurrió al final de la vida del más joven. Hacia 1940, poco antes de su muerte suicidada cuando Benjamin, en su Tesis sobre el concepto de la historia, enmienda una de las imágenes utilizadas por Marx para distinguir el carácter del proceso revolucionario. “Las revoluciones son las locomotoras de la historia” había escrito el viejo filosofo en un estudio sobre la lucha de clases en Francia. Por su parte, Benjamin, en ese su testamento filosófico, comentaría la imagen de la locomotora famosa: “Marx dijo que las revoluciones son la locomotora de la historia mundial (lo de mundial es un agregado de Benjamin). Pero tal vez las cosas se presentan de muy distinta manera. Puede ser que las revoluciones sean el acto por el cual la humanidad que viaja en el tren aplica los frenos de emergencia”.

La reveladora observación de este Benjamin tardío debería ser meditada por los venezolanos de estos tiempos. Porque no otra cosa ha sido la revolución que sentó sus reales en el país durante los tres últimos lustros. Lo que desconocía Benjamin, pero seguramente sospechaba, es que el intento violento de acabar con el capitalismo, podía generar males mayores. Del capitalismo como culto al más feroz ateísmo. Una revolución que frenó cualquier posibilidad de bienestar colectivo, de proyecto existencial, de aspiración individual, de felicidad y sueño. Por supuesto, se refería Benjamin al desmadre de un capitalismo que, con cinismo proverbial, provocaba y provoca guerras, revueltas y levantamientos para consolidar sus mercados al costo de millones de muertos.

Al final del día, el “más pesimista de los filósofos marxistas” no se habría asombrado de que la revolución, después de una parada corta, terminaría fomentando una teología aun más extrema, no importa que los oficios se digan en chino, ruso, indio, inglés o vietnamita. En Venezuela, por otra parte, el “freno de emergencia” no hizo sino poner el tren en retroceso. Y ha sido hacia atrás, siempre hacia atrás, hacia el más abyecto predesarrollo, como durante quince años, nos llevó la locomotora de la historia. La teología del capitalismo parece ser inmortal, pero si no sabemos regular sus acciones, la idea de un nuevo frenazo estará siempre en su catecismo.

Alejandro Oliveros Alejandro Oliveros, poeta y ensayista, nació en Valencia el 1 de marzo de 1948. Fundó y dirigió la revista Poesía, editada por la Universidad de Carabobo. Ha publicado diez poemarios entre los que figuran El sonido de la casa (1983) y Poemas del cuerpo y otros (2005). Entre sus libros de ensayos destacan La mirada del desengaño (1992) y Poetas de la Tierra Baldía (2000).

Comentarios (11)

Rubén
8 de febrero, 2016

Excelente !!!

Margarita Oviedo U.
8 de febrero, 2016

Precioso en ensayo!

Sheyla Falcony
8 de febrero, 2016

Buen artículo, gracias Poeta Oliveros. MUY CIERTO, resulta muy extraña la frase ¡capitalismo como teología!, y resulta que es una frase lapidaria porque el capitalismo somete al individuo sin que éste se de cuenta, y para hacerlo actúa como el mono chino,lo sumerge en una burbuja mágica, lo distrae de mil formas, hasta que lo acorrala y carga de culpas eternas: hipotecas, deudas de tarjetas de crédito,etc. ¡Oh my God!, y luego?, bueno después de caer en semejante burbuja no es fácil darse cuenta, o sea éste es el día a día de la población que se encuentra actualmente en las garras del Capitalismo MUNDIAL..¿y eso tiene remedio?, a lo mejor Sí/No, por ejemplo, la reciente revolución pacífica del siglo 21 con 16 años de experiencia que vivió nuestro País, ¿qué les parece?. Bueno, creo que sería interesante oir /hoy/, las declaraciones de W. B., ya que además a esto se agregan otros elementos más perturbadores, por ej. los Dominios: Cibernético,Digital,Espacial,Robótico,Nuclear, etc.

@manuhel
8 de febrero, 2016

En Venezuela ha habido de todo en los últimos tres lustros, menos una revolución.

Al menos no una “revolución” como la concebía Marx o Benjamín.

Aunque la analogía,a fin de cuentas vale; y este tren donde nos han montado sin siquiera confesarnos antes, parece que no tiene frenos y que no queda de otra que amortiguar el impacto cuando se termine de descarrilar.

Jose Guaina
8 de febrero, 2016

Y cuando se repasa las principales tendencias del escenario internacional, no luce distante un escenario típico de los narrados en el libro de las revelaciones, con un capitalismo que atendiendo a sus propios dogmas de religión también parece condenado a su propia destrucción o transformación en algo quizás menos políticamente correcto, un capitalismo disoluto y salvaje, deshumanizado y al borde de los marasmos de la barbarie con destrucción de naciones subordinadas a la religión, con Venezuela en la periferia. Excelente artículo poeta.

Miguel Mesa Ortiz
9 de febrero, 2016

Gracias Poeta, impactante lineas que obligan a una reflexión con vértigo incluido. Gracias Poeta por acercarnos a un original pensador de quien no sabíamos, Walter Benjamin.

Jose Guaina
9 de febrero, 2016

Leo este ensayo y cuando se repasa las principales tendencias del escenario internacional, no luce distante un escenario típico de los narrados en el libro de las revelaciones, con un capitalismo que atendiendo a sus propios dogmas de religión también parece condenado a su propia destrucción o transformación en algo quizás menos políticamente correcto, un capitalismo disoluto y salvaje, deshumanizado y al borde de los marasmos de la barbarie con destrucción de naciones subordinadas a la religión, con una Venezuela en la periferia recibiendo los primero embates. Excelente artículo

Rafael Vivas
9 de febrero, 2016

Gracias maestro por su exquisita elucidacion de esta no muy conocida pieza de Walter Benjamin. Ya conocia por supuesto la muy trillada idea que asimila el comunismo a una religion, mas aun a una secta (e.g.’El espiritu de las sectas’ de Roger Cailloi) , La equiparacion del Capitalismo a una religion por tanto viene a ser el reverso exacto de la mas conocida idea opuesta, quizas ambas tenga algo de verdad . Pareciera que el afan humano por sacralizar las ideas que modelan sus pasiones y su vida es omnimodo . Claro bajo la religion capitalista el demonio es el comunismo mientras que para la religion comunista el demonio es el capitalismo ….!!pero en el fondo el afan animico que las sustenta es el mismo .. !!

Estelio Mario Pedreanez
9 de febrero, 2016

Magnifico articulo que nos acerca al pensador que fue Walter Benjamin, quien se suicido en 1940 huyendo de los nazis alemanes y sus colaboradores franceses y espanoles (era judio e izquierdista). Marx afirmo que la religion era el opio de los pueblos y Benjamin, mas radical, afirmo que el Capitalismo era una religion. Ambos pensadores creian que las sociedades humanas siempre son “racionales” y que la economia es la determinante del acontecer historico, no un factor importante, tal error, olvidar la complejidad del ser humano, explican que Marx terminara como Profeta de su “Utopia Cientifica” y Benjamin creyera religion al Capitalismo. La explotacion de los debiles y el egoismo despiadado de los poderosos siempre han estado alli, antes del Capitalismo, antes del Mercantilismo y su maxima aberracion fue el Esclavismo. Ni Marx ni Benjamin conocieron de los crimenes de Stalin, de Mao, de Fidel. Y aqui solo existen barbarie y ladrones charlatanes disfrazados de “salvadores de la patria”.

Estelio Mario Pedreanez
9 de febrero, 2016

Mucho antes de “El Divino Bolivar”, del gran historiador Elias Pino, el brillante historiador German Carrera Damas, en su libro “El Culto a Bolivar”, expuso, estudio y denuncio, este fenomeno cultural que sufre la sociedad venezolana y sus potenciales consecuencias negativas: Existe un culto casi religioso, posible por deformacion de la verdad historica (por las mentiras), que convierte a Simon Bolivar es una especie de dios tutelar de Venezuela y los venezolanos, para legitimar a los gobernantes y compensar las frustraciones historicas de la sociedad venezolana. Esto permite su uso politico aun despues de casi 2 siglos de su muerte. Se miente y se pone a Bolivar como un Cristo, que “murio negado por nosotros”, que “nos dio la libertad” y cuya “obra inconclusa nos obliga a terminarla”. Puras mentiras ymanipulacion: La Independencia fue una conquista colectiva despues de una larga guerra, Bolivar quiso ser Presidente Vitalicio y casi todos dijeron NO. Y no liberto a los negros esclavos.

Zoraida Quintero-Hardie
20 de febrero, 2016

Interesantísimo. Como disfrute este artículo y lo recomiendo.

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