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Emergencia Económica, impericia y ceguera ideológica; por Héctor Silva Michelena

Emergencia Económica, impericia y ceguera ideológica; por Héctor Silva Michelena 640a

La inflación, la devaluación, el control de precios, las expropiaciones y la aguda escasez no son sino consecuencias de las políticas económicas impuestas por el chavo-madurismo en 17 años de gobierno.

Como dijo Albert Einstein: “Todos somos muy ignorantes. Lo que ocurre es que no todos ignoramos las mismas cosas”. No todos ignoramos que cuando Hugo Chávez llegó el poder ya hacía una década que el socialismo (con la URSS como eje) había colapsado. ¿Por qué? El fracaso de las economías socialistas de cualquier tipo se debió a la conjunción de tres características que les eran intrínsecas, de ahí su demostrada inviabilidad histórica:

1. La asignación de la mayoría de bienes por parte de un aparato administrativo, bajo el cual los productores no se ven forzados a competir unos con otros.
2. El control directo de la empresas por el partido y sus seccionales políticas.
3. Y la falta de competitividad, democracia política y libertad.

Sin embargo, lo principal fue que el crecimiento del bienestar económico pasó a depender del cambio tecnológico. Hacia los años ochenta, ya el crecimiento dependía mucho más de la capacidad de innovación y de su disponibilidad para adoptar nuevas tecnologías que rindieran mejores productos. Y en eso las economías socialistas fracasaron rotundamente.

No es que los ejecutivos no dieran órdenes para que la tecnología mejorara. La verdad es que sin la competencia nutrida de los mercados (tanto nacional como internacional) ninguna empresa estaba obligada a innovar. Y sin la motivación de la competencia no hay innovación.

Así, la cuestión para el socialismo es si se puede diseñar un mecanismo económico que permita la innovación pero inhiba una distribución regresiva como en el capitalismo.

¿Es posible fomentar una competencia entre las empresas que impulse la innovación sin un régimen de propiedad privada de los medios de producción? Esta pregunta es vital, porque hasta el momento presente no se han observado procesos de innovación en una economía, aparte de los fomentados por la competencia.

Y éste es el quid del problema económico en el país: el gobierno es un enemigo acérrimo de la competencia.

Desde hace más de tres años, los empresarios industriales han venido denunciando  la ejecución de inspecciones “sumamente agresivas” en el  sector privado y le pidieron al Gobierno hacer lo mismo en las empresas expropiadas. Carlos Larrazabal, presidente de Conindustria hasta 2013, dijo en junio de 2015 que “nos gustaría ver al Gobierno del presidente Nicolás Maduro inspeccionando a todas estas empresas tal como están inspeccionando las privadas, para que vean las causas del desabastecimiento que aqueja al país”.

Larrazábal calculó que durante la Revolución Bolivariana, iniciada por el fallecido presidente Hugo Chávez (1999-2013) y continuada por Nicolás Maduro, fueron expropiados “más de 1.400 establecimientos industriales”. Y agregó que “la gran mayoría no está produciendo lo que se producía antes”, pese a que tienen en nómina el doble de personal. Esas empresas están produciendo “nada o una fracción” de los volúmenes contabilizados cuando eran empresas privadas.

La escasez y el desabastecimiento, especialmente en alimentos y medicinas, hoy en día azotan gravemente a los venezolanos. Y la torpeza del gobierno ha empujado al país al borde una crisis humanitaria, cercanas a la hambruna, y a crisis que incluyen enfermedades epidémicas  y otras graves como cáncer, mielitis, esclerosis múltiples y en placas, ACV, etcétera. Y las encuestas de los últimos treinta meses presentadas por Conindustria muestran significativamente algunas de las grandes causas de estas crisis. He aquí su resumen ejecutivo:

La Encuesta de Coyuntura Industrial del primer trimestre de 2015 refleja un estancamiento de la manufactura:

— Todas las variables se mantienen en el rango de Regular a Malo, a excepción de las expectativas de las empresas.
— Más del 60% califica como “igual” la situación de su empresa respecto al trimestre anterior.
— El 67% reporta que su producción cayó en el trimestre (fue de 58% en el trimestre anterior), siendo más alto en las medianas y pequeñas empresas.
— El 71% de los encuestados reporta caída de los inventarios. Esta cifra fue de 63% en el trimestre anterior.
— Las respuestas negativas superan a las positivas en cuanto a inventarios y producción en todos los subsectores encuestados.

Se sabe que la escasez no se define en términos absolutos, sino en relación con la demanda del producto. Donde no hay demanda, no hay escasez. Y esa relación es recíproca: donde hay producción es porque hay demanda.

En Venezuela los precios de los productos básicos están regulados por la Sandler mediante el obsoleto mecanismo de estimar un “precio justo” (¡Ay, sabio de Aquino!) según una fórmula que sostiene que la idea de costo más unas ganancias que no pueden exceder de un 30%. ¿Pero quién detiene el alza de los costos ante una inflación intermensual acelerada, sumada a un control de cambios rígido y distorsionado? Con esa fórmula llega muy pronto un momento en que las ganancias son menores que cero. Y eso es algo insostenible a largo plazo.

Por ejemplo: si el Plan de la Nación, imperativo (socialista autoritario) o indicativo (democrático social), estima una demanda global de alimentos de, digamos, $1.000 al año, y se estima que, para satisfacer ese objetivo, se requerirán insumos por valor de $1.500 en ese año, pero sólo hay disponibles unos $800, entonces no se podrá alcanzar el objetivo deseado. Y es así como se crea inevitablemente  una brecha entre oferta y demanda: eso que llamamos escasez.

En otra parte del resumen ejecutivo 2015 de Conindustria se lee el 59% de los encuestados señala un descenso en las ventas y que el 43% mantiene expectativas negativas para el segundo trimestre del año. Además:

— El 41% de las empresas señala que no invertirá en el próximo trimestre. Y la mitad sólo realizará inversiones de mantenimiento.
— El acceso a materias primas y a las divisas, así como la incertidumbre, fueron los principales obstáculos para aumentar la producción durante el trimestre.
— La capacidad utilizada nuevamente cae por debajo del 50%. Y se reduce con respecto al mismo trimestre de años anteriores. Su nivel cae en los tres estratos: grandes, medianas y pequeñas industrias.

Tenemos, pues, tres severas restricciones: materias primas nacionales e importadas, acceso a las divisas para importarlas y la incertidumbre, cuya importancia es fundamental.

Utilizando los métodos adecuados, estimamos el valor de estas restricciones en un 50%, lo que explica claramente por qué nuestra industria manufacturera apenas trabaja por debajo de la mitad de su capacidad instalada.

La supuesta “guerra económica”, entonces, parece sólo un subterfugio político del gobierno que la población electora venezolana no se tragó, vistos los aplastantes resultados logrados por la oposición el 6D pasado. Una derrota tan severa que, desde esa misma alta madrugada, Maduro, viendo en peligro la pérdida de su presa (el Poder de hacer lo que  les venga en gana, sin control alguno) no ha hecho otra cosa que lanzar “palos de ciego”, esperando que uno de esos palos rompa la lámpara y la capilla militar-civil pesque en la oscuridad.

Y por eso el decreto 2.184 de Emergencia Económica debía ser rechazado, como en efecto lo hizo la Asamblea Nacional en la sesión del 22 de enero de 2016. Actuando con mesura, sopesando el efecto de los artículos del decreto y sin poder contar con los informes solicitados por la AN a los ministros del área económica, quienes se negaron a someterse al proceso de indagación y estudio en un silencio administrativo, para el cual la Comisión Especial designada estaba facultada por el Artículo 193, la Asamblea Nacional rechazó el decreto, según se lee en información publicada en la página web de El Nacional el 22 de enero de 2016, bajo la firma de Isaac González Mendoza:

“La Comisión Especial que designó la Asamblea Nacional para evaluar el Decreto de Emergencia Económica rechazó hoy la propuesta del presidente Nicolás Maduro, debido a que, de acuerdo con el informe, pretende concentrar más poder en el Ejecutivo y agrava la situación del país, por lo que se recomienda al Parlamento no aprobarla.

El decreto no define la emergencia económica, se señala en el informe, que fue leído por el diputado José Gregorio Correa. Además, la delegación acotó que la propuesta parte de un diagnóstico insatisfactorio porque solo argumenta con una guerra económica, supuestamente coordinada por factores internos y externos.

El Ejecutivo no reconoce ningún efecto de las políticas fiscales, monetarias, cambiarias y de precios que aplica actualmente”, explicó la comisión. En este sentido, la propuesta tampoco asegura la estabilidad monetaria.

Indicó que la emisión de dinero tiene un efecto sobre la inflación y la depreciación del bolívar. Por otra parte, mencionó que el régimen cambiario múltiple motiva más a la corrupción, que ha sido reconocida por Maduro. También puede afectar a la empresa privada, aseveró la comisión.

La delegación refirió que no se publicaron cifras oficiales de índices económicos el año pasado, y el decreto sugiere que esa estrategia continúe. Consideró que la propuesta del Ejecutivo facilita la posibilidad de apropiación indebida de fondos.

Otros motivos para negar el decreto: aprobarlo conllevaría a que el Parlamento se ausente de sus responsabilidades, se usaría para el despilfarro de recursos, no protege el gasto social, promueve opacidad fiscal.

José Guerra, presidente de la comisión, informó que el documento tiene 12 medidas de propuesta para que el gobierno las evalúe. Expresó que los integrantes de la MUD están abiertos a colaborar en la resolución de la crisis económica del país. “No creo en la política de Sansón, que se puso los muros sobre los hombros y los demás se murieron”, dijo”.

¡Y se hizo justicia aplicando la Ley!