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Historia de lo inmediato; por Antonio Ortuño

Historia de lo inmediato; por Antonio Ortuño 640

Leo Todo el mundo adora nuestra ciudad, exhaustiva biografía del grunge escrita por el periodista estadounidense Mark Yarm. Es un libro amplísimo (en la traducción del sello español Es Pop, el volumen roza las 600 páginas) y representó un trabajo colosal. Porque no se crea que se trata de un libro de historia a la manera tradicional, es decir, expositivo y de narrativa convencional, sino algo diferente y quizá mejor, dado el tema: un texto coral que recupera y trenza en una narración coherente las voces de medio millar de personajes de la época de las camisas de leñador y las Doc Martens; músicos, periodistas, promotores, cazatalentos, dueños de compañías de discos, amigos, familiares, ex novias y ex novios, vecinos, parientes políticos y toda clase de metiches e interesados directos, indirectos y hasta casuales.

Este curioso subgénero ha sido llamado “historia oral”. Su creador, o al menos su adaptador al terreno musical (porque la historiografía moderna comenzó a trabajar el asunto desde los años sesenta del siglo pasado), es el legendario editor del fanzine “Punk”, Legs McNeil, coautor (con Gillian McCain) de ese monumento llamado “Por favor, mátame”, que aborda la historia del movimiento punk a través de un amasijo de voces protagónicas (McNeil, por cierto, volvió hace no mucho a las andadas con “El otro Hollywood”, escrito en colaboración con Peter Pavia y Jennifer Osborne, trabajo que se adentra en los entresijos de la industria del cine para adultos).

Pero volvamos al texto que nos ocupa. Todo el mundo adora nuestra ciudad, cuyo título es una cita de una irónica pieza de la banda Mudhoney, explora los orígenes de la escena musical de Seattle en los años ochenta, su aislamiento de la industria musical estadounidense (y el desarrollo de características singulares gracias a esa marginalidad), su exaltación a la fama mundial en los años noventa, de la mano de grupos ya clásicos como Nirvana, Pearl Jam, Soundgarden y Alice in Chains, y su final deformación y disolución luego del tsunami de éxito.

Frontalmente, con el descaro lógico que resulta de recibir las confidencias de cientos de personas, el libro narra con vitalidad las peculiares amistades y las crudas guerras fratricidas entre las bandas, tanto las que triunfaron como las que no, desde la época ingenua y amateur de los clubes medio vacíos hasta la era de los estadios repletos, las ventas millonarias y las portadas de revista (y más tarde, las depresiones, las quiebras, las adicciones, los divorcios, los suicidios…). Un fresco repleto de episodios memorables de traición, arribismo, celos, discordias e hipocresía pero también de talento musical y artístico, genuino compromiso social y político y hasta rasgos de buen humor negro.

Así, pues, esta “historia oral” cumple una función documental y notarial pero también reflexiva. Y por eso “Todo mundo adora nuestra ciudad” es un libro que fascinará a los fans pero que también servirá para ilustrar a los que conozcan poco o nada del rock alternativo de los noventa, porque es un acercamiento atrevido y fidedigno a la condición humana.