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Al límite // 6D: Ruptura o Cohabitación; por Luis García Mora

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A veces uno llega a pensar, ante el comportamiento de Maduro, de nuestro Presidente de la República, que en su fantasía pareciera clamarle al mundo entero que nos intervengan. Que le manejen sus asuntos. Que lo socorran. Que él ya no puede más. Con esa llameante prédica en la que ni la crisis más voraz que consume todo velozmente, ni los asesinatos más feroces –y miren que tenemos tantos– lo conmueven.

Luce solo, disparado hacia la nada.

Y ante una exigencia de cambio en las narices.

Hasta la ONU dice, mientras escribimos estas líneas, que proteja a los opositores de la muerte, del asesinato, de tanto homicidio. Que se responsabilice por los candidatos –más de la oposición que del Gobierno– porque los están matando o los quieren matar.

Por la seguridad de los ciudadanos que el próximo domingo vamos a votar, por los familiares de los presos políticos.

Que cese el discurso que incita a matar.

Porque en esta estamos si vamos “al hueso”. A él, el jefe del Estado –y no de una tribu en medio de la jungla– se le pide evitar, porque es su competencia cardinal, que esta contienda se convierta en un “ejercicio de fuerza y miedo”.

Ya se advierte, desde el mundo que nos observa, que pareciera que lo que busca, acorralado como luce, es que el próximo domingo se suspenda el voto.

Que le paren el tren que se quiere bajar.

Que no tiene guáramo para ser un demócrata.

Y que el asesinato la noche del miércoles, de un dirigente de la oposición tiroteado en medio de un mitin, como dice Almagro, ex canciller de Mujica y Secretario General de la Organización de Estados Americanos –a quien llama “basura” con su pésimo gusto– es una herida de muerte a la democracia. Y que como dice desde Colombia el presidente Santos, esto que sucedió en Venezuela merece, por supuesto, la condena del mundo entero.

Porque hasta ese tope raya esto, señor Presidente.

Y esta es la realidad.

A siete días de conmover el piso.

Lo que lleva a algunos a preguntarnos, ¿de que tamaño será el shock, la sacudida, el estremecimiento?

¿Qué va a pasar? ¿Cómo se va a reaccionar?

Preocupa el tema de las expectativas. El domingo es una suerte de plebiscito para Maduro.

Con dos tendencias dentro de la unidad opositora que, de no encontrarse en algún momento antes del voto, es decir: esta semana y más allá de las ambiciones de alcanzar el cielo, podrían contribuir a un trastorno completo. Con tendencias que desde ya se prefiguran con dos líneas contradictorias, peligrosamente enfrentadas.

La de Voluntad Popular con un hombre inocente pagando cárcel, su líder, Leopoldo López, convertido en símbolo internacional de las denuncias contra el régimen de Nicolás Maduro. A la que uniría a María Corina.

Arguye esta tendencia que una mayoría holgada de 99 curules para ese mayoritario voto opositor tendrá el significado de un quiebre, de una ruptura, y que para la gente que votó por ese cambio no hay una salida moderada, sino que solicitarán a sus representantes que pidan un cambio urgente. Y que se convoquen elecciones presidenciales 30 días después, por lo que habrá de buscarse sobre la marcha a un candidato de consenso que desde Gobierno y la oposición se escogerá dentro de ese marco contradictorio.

Es difícil discernir los tiempos dentro de un escenario tan alambicado.

Si sacamos, dicen, 60% de los votos, el 6D en la noche se producirán caravanas y manifestaciones de júbilo, y la solicitud de renuncia de Nicolás Maduro. Y si él lo hace, se preguntan. Si él renuncia, ¿cuáles son los pasos de la hoja de ruta? Porque de producirse este vaticinio, la oposición no puede caer en el vacío, y esto sería lo que debería comenzar a pensarse ya.

Con una prioridad: la Ley de Amnistía.

Que en toda la oposición goza de consenso.

Ante lo cual existe otra tendencia que se plantea que una vez llegados ahí, esa mayoría que se construya en la Asamblea el próximo domingo nunca va a ser expresión del descontento real que hay en Venezuela. Como no es verdad que todo el descontento que encierra ese voto se traduce en militancia opositora. Una cosa es el descontento contra el gobierno y otra los votos reales de la oposición.

Junto a otro factor a tomar en cuenta, y es que ese descontento se mantendrá del lado de la oposición dependiendo de lo que ésta haga y de cómo lo haga, una vez asumida el Asamblea.

Así, se asume que hay que internalizar con madurez política que habrá que imponer que el 7-D no hay desenlace político, sino única y exclusivamente el inicio de una nueva etapa. De un nuevo proceso. Inédito en la democracia venezolana en los últimos 15 años. Y por inédito, es un proceso de aprendizaje, para ambas partes, oposición y gobierno, porque es igualmente nuevo para los dos.

Tenga la oposición 90 ó 92 diputados, con un solo voto es suficiente dependiendo de cómo se maneje la situación.

Con la observación de algo que late: si en la oposición un grupo inmediatamente después del 6D sale a decir Maduro vete ya, “entréganos la vaina”, o vamos a una Asamblea Constituyente, a una ruptura, sería una ruta de confrontación marcada por quienes piensan que ya tenemos la mayoría, cuando en la realidad estaremos ante una primera decisión concreta: ¿Quién es el nuevo presidente del Parlamento?

Porque de eso de trata: de un Parlamento.

Del final de unas elecciones parlamentarias. Que para eso se votó. Así, quienes no tengan dentro del mundo opositor una representación suficiente ni fuerza suficiente para imponer su línea en la composición final que arroje ese voto.

O nos olvidamos de que no tenemos aún la mayoría de los Poderes (que siguen en manos del chavismo) sino uno solo: el Parlamento, del que hemos alcanzado mayoría.

Con lo que dentro del bloque opositor se tendría que decidir si a lo que hay que dedicar toda la energía es a caminar en la construcción de esa ruptura (con un solo poder en las manos), o hacia el planteamiento de una cohabitación.

Del entendimiento en torno a un programa. Que no un co-gobierno (que ninguna de las dos partes quiere), pero sí plantear en medio de esta turbulencia demencial, vamos a buscar una salida institucional, constitucional, es decir vamos a construir las diferencias y los acuerdos políticos con el Gobierno, que nos definen como oposición, que ya con esta mayoría en el Parlamento, podrá ser poder en Venezuela.

Decía Henry Ramos, esta vez certero, que el domingo nos estamos jugando no el final, sino el comienzo del final de este Gobierno. Y que con un 80% de intención de voto y una base de rechazo al régimen del 80 el reto es recuperar la autonomía del Parlamento para legislar sin subordinaciones y controlar, no para desatar ninguna guerra o para convertirnos en un contrapoder.

Precisando un dato, que habla por sí mismo de la coalición de las cuatro fuerzas que conforman la Unidad (PJ, AD, UNT y VP), y es que una vez salidos exitosos el 6D y con una ventaja significativa, en el momento se verá si se acude a una enmienda o a una asamblea constituyente o se solicita la renuncia al Presidente.

Pedir la renuncia es una posibilidad constitucional.

Significa para un Gobierno al que se le está acabando ya el oxígeno la posibilidad de un proceso electoral en apenas 30 días sin dramatismos. Y salir de esta crisis dignamente.

Junto a una pregunta que es pertinente: ¿De qué está hecho, cuál es la composición real, de verdad, de la estructura de ese voto que el domingo podría poner a la oposición a dominar el Parlamento? ¿Qué parte es el producto de un único esfuerzo de los diputados que sean electos y qué otra parte es consecuencia de esta profunda crisis que nos domina?

Y aquí valdría la pena detenerse: ¿No es en un 80 por ciento ese voto del domingo un castigo implacable para quien ha sumido al país en la desesperanza y la desilusión, expresión del desencanto y la frustración de unas mayorías que están al límite, y que apuestan a estos diputados como alternativa real ante una posibilidad de cambio que casi explota?

Imagínese usted que luego de electos todos estos diputados de la oposición en lugar de encontrarse en una sola posición se enfrenten entre sí en una pelea ante estos votantes que les miran. Y que depositaron en ellos su confianza para salir de esta de manera incruenta.  Con un Maduro que solamente se dedicará a echarle gasolina a la cuestión y disfrutar del espectáculo, aunque sea desde su irrisoria capacidad.

O galvanizarse toda en una ariete conductor que le diga al país y al Presidente mismo, ya instalados, mire Usted, Presidente, el principal problema es el económico, y ante él a esta Asamblea le corresponde y tiene la posibilidad de contribuir a su solución. Y si el Gobierno no tiene ideas verticales de solución a este problema, la oposición sí.

Y le pedimos rendición de cuentas y le planteamos al país, a la opinión pública, un plan de interpelaciones, que no son inquisitivas sino para levantar la información sobre qué pasó y qué pasa con el dinero de los venezolanos, para poder prescribir un camino.

¿Está la oposición lista para esto?

Porque si la ruta de la ruptura comienza a quemarle la carretera a esta oposición, y no a contribuir a la salida de esta crisis, con tan poco tiempo por delante, puede ocurrir que el venezolano se sienta y se quede huérfano en su crisis, a merced de la escasez, de la inseguridad y la inflación, ante la que el Gobierno no le sirve y la oposición tampoco.

Y que se consolide la anomia.

Eso sería lo mas grave que le pudiera pasar a una oposición, incapaz institucionalmente, de responder a la crisis que vive Venezuela.

Ese es el gran desafío.

Que exige estatura y calado en el liderazgo.

Pues será sólo entonces, cuando se aceleren los tiempos, cuando ese voto prestado se convierta en propio, y pueda, desde el Parlamento y la calle, comenzar a hablarle directamente a Maduro y el resto de los poderes, con la gravedad y el alcance de quien tiene, entonces sí, en verdad, la sartén por el mango.

Sin embargo, sea cohabitación o quiebre, serán las circunstancias que dominen el domingo, las que decidirán.

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CRÁTERES

El domingo en la noche. Me decía un amigo que si estamos esperando el 6D para bailar en una tarima como lo hizo Macri, se equivoca la oposición. Y si la oposición estimula esta expectativa va a tener que asumir la pérdida de la confianza, si no hay una respuesta que se corresponda con estas expectativas. Pues se estima que se intentaría llegar al poder después de ser alternativa sin consciencia del timing. De las oportunidades para administrar el resultado, no una victoria. Pues “es entonces cuando la vaina sólo comienza”.

De cualquier manera ningún camino está negado cuando las circunstancias lo piden. Hay un pacto, aprobado en la reunión de la MUD del 23 de julio pasado y por el que se creó el “Grupo de los 4”,  ratificado en la última reunión (o encerrona) de la dirección opositora, según el cual, una vez asumida la Asamblea, buscar una solución urgente por la vía constitucional a la situación: pedir renuncia o una enmienda para reformar la Constitución Nacional, una Asamblea Constituyente, o un Referendo Revocatorio a la mitad del período. O solicitar la renuncia y recortar el período y pedir elecciones. Y se dio un plazo de 6 meses para expresar esto en la ley que se apruebe. Y desde ya se preguntan desde el bando radical cómo será el discurso del presidente de la Asamblea, de ganar la oposición. La noche del próximo domingo la gente celebrará y habrá que moderar y entrar en los temas gruesos –ya firmados– donde no existe la palabra cohabitación.

En estos días escuché decir a alguien muy seriamente: “La ruptura y la cohabitación son caminos que estarán determinados por la votación que resulte del 6D. Pensar que se va a imponer uno u otro antes de la elección es una ingenuidad política. Lo que está en juego no es el régimen que nos gobierna sino la elección como forma de salir de él. Desde el año 2006, cuando la política tomó las riendas de la oposición, se planteó como una necesidad la construcción de una mayoría electoral. Hoy, nadie duda de que existe una contundente mayoría social contra el gobierno. Lo que veremos es si el ventajismo logra limitarla al punto de no dejar que se consolide como mayoría electoral o, por el contrario, la oposición logra superar esos obstáculos y obtiene una victoria avasalladora. Hay que esperar el resultado. El juego adelantado no da resultados en política”.

Y continuó diciendo: La ansiedad política de VP los hace inclinarse por la ruptura así como la enquistada veteranía adeca prefiere la cohabitación. Sin embargo, diera la impresión de que será la valoración que del resultado electoral que hagan PJ y UNT lo que determinará el camino. No en vano, esos dos partidos junto a Teodoro Petkoff han sido los artífices de esa ruta desde el acuerdo que llevó a la primera candidatura unitaria en el 2006”.

Lo micro: Quién será el presidente de la Asamblea, el jefe de la fracción opositora, cómo se va a manejar la coordinación, quiénes son los que van a manejar las comisiones de Economía, de Finanzas, de Relaciones Exteriores, el Gabinete en la sombra que replicará las carteras ministeriales de Maduro en la oposición, con una mayoría parlamentaria que debe funcionar como una contraparte y que de cambiar las cosas serían los nuevos ministros. Y que supone que el gobierno parlamentario es un co-gobierno. Lo que el chavismo ha ignorado y pisoteado junto al resto de la institucionalidad. Y se preguntaba alguien: ¿Cómo nos vamos a comportar?

Importante el informe del Parlamento Europeo: “La situación postelectoral puede ser preocupante. La separación entre Gobierno y oposición es demasiado grande y muy probablemente Venezuela está a las puertas de una convivencia política que tiene que administrarse con inteligencia y generosidad”. Con un aumento del interés y la preocupación por el agravamiento de la situación con el asesinato el miércoles del político opositor secretario de AD Luis Manuel Díaz.