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Ciento once civiles; por Ibsen Martínez

Por Ibsen Martínez | 26 de noviembre, 2015

Cobertura especial 6d

Ciento once civiles; por Ibsen Martínez 640

Gallegos en el exilio. 1949. Fotografía del Archivo Fotografía Urbana.

El primer presidente civil que tuvo Venezuela en el siglo XX fue un sobrio y modesto profesor de instituto; uno de nuestros más célebres novelistas: Rómulo Gallegos.

Singularmente, Gallegos fue electo presidente, en 1948, en mitad de una tenebrosa temporada de dictaduras militares latinoamericanas, ganando las primeras elecciones universales, directas y secretas que alguna vez tuvimos en las que, además, obtuvo casi el 80% de los sufragios.

Gallegos hizo campaña electoral recorriendo un país que venía de vivir más de un siglo acogotado por dictaduras militares, y lo hizo tan solo con un libro bajo el brazo. El libro era su novela Doña Bárbara, un positivista, valiente alegato en pro de la civilidad frente a la barbarie encarnada en las dictaduras militares.

Los actos de toma de posesión, en febrero del 48, tuvieron el doble carácter de fiesta popular y de apoteosis intelectual. Un festival folclórico mostró por vez primera a una sorprendida Caracas las manifestaciones populares de un país, hasta entonces, descoyuntado y desconocido de sí mismo.

Decenas de intelectuales y artistas, venidos de 30 países, volaron a Caracas para la ocasión. El poeta Archibald MacLeish, amigo personal de Gallegos, encabezó la delegación oficial estadounidense. Una exposición de arte moderno juntó a la cubana Amelia Peláez con nuestro Armando Reverón. Con todo ello, Gallegos buscaba subrayar el fin de la era de los gamonales y los cuartelazos y exaltar valores de civilidad y de cultura. “No hemos salido de la tutela de broncos guerreros —advertía en su discurso inaugural— para vivir bajo el predominio de una casta militar privilegiada”. Por un día, al menos, doña Bárbara pareció haber sido al fin vencida.

Sin embargo, los altos mandos militares tardaron muy poco en resentir la sujeción al mundo civil consagrada en la constitución del 47, y procurada escrupulosamente por Gallegos desde el primer día de su mandato. En consecuencia, en noviembre del 48, tres coroneles emplazaron a Gallegos a distanciarse de su partido, Acción Democrática, formación socialdemócrata, a permanecer como figurón en la presidencia y dejarles a ellos las funciones de Gobierno. Gallegos optó por poner a los coroneles ante un disparadero: o Gobierno civil encabezado por él o, de lo contrario, “caballeros, tendrán ustedes que derrocarme desembozadamente”. Al negarse Gallegos a ser el pelele de una junta de espadones, los coroneles lo apresaron y lo arrojaron al exilio.

Muchísimos venezolanos pensaron en aquel momento que Gallegos se había portado como un tonto, como un majadero a quien nada habría costado entenderse con los coroneles y permanecer, así fuese miserable y decorativamente, en el cargo.

Este modo de pensar es resabio de una historia política que, sólo en los primeros 100 años de vida independiente, nos dio 120 pronunciamientos militares y veintitantas constituciones, a razón de una cada casi cuatro años. ¡Ah!, y decenas de polichinelas civiles de los caudillos y mandones.

Nicolás Maduro ha prometido que, de perder el PSUV las elecciones parlamentarias del 6D, se lanzará a la calle a “salvar” la revolución bolivariana y que gobernará con “pueblo y ejército”. Es su manera de decir que está dispuesto a ser el títere de una acorralada camarilla narcomilitar si ésta, demencialmente, decidiese desconocer los resultados que las encuestas ya anuncian auspiciosas para la oposición. Esto no sería una novedad continental; a Maduro le asiste una inspiradora tradición de rastracuerismo militarista.

Por eso el 6D es imprescindible alcanzar el “número mágico”, la cota máxima de 111 insobornables diputados que acometan la dura lucha que permita retornar a Venezuela el imperio de lo civil sobre lo militar.

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Fotogalería Fundación Fotografía Urbana  Rómulo Gallegos relato visual de su presidencia, su exilio y su retorno 640X60

Ibsen Martínez 

Comentarios (6)

Rafael Vivas
26 de noviembre, 2015

Gallegos fue un admirable novelista y un hombre probo y de exquisita prosapia moral , lo que nunca fue , fue un politico practico y versatil , que buscara enfrentar la realidad en su profundidad mas incomoda, alli donde las abstracciones tienen que adaptarse al tronco torcido de la condicion humana para poder rendir fruto. Hay dos relatos que describen la tragedia del personaje , uno que recogen algunas piezas orales sueltas tomadas del testimonio vivo de Giacopini Zarraga , quien fungio de intermediario en las negociaciones entre Gallegos y los Militares . Otra el libro los Dos Romulos , Segun estas piezas La gallardia moral de Gallegos adunado a la impaciencia de los cuadros subalternos de los militares que negociaban el arreglo llevo al resultado nefasto que todos conocemos .!! Al final fue el avezado talento politico de Betancourt lo que rescato la democracia defenestrada de 10 anos atras. !!

Irma Sànchez de Dìaz
26 de noviembre, 2015

Ibsen Martìnez, muy bueno su artìculo, pero yo pienso, que debemos tener mente positiva, y pensar que MADURO, habla y amenaza con salir a la calle, porque esa es la manera(que el cree) que la gente le va a dar miedo y no va a salir a VOTAR, en esas colas no se oye, sino improperios contra el Gobierno, y todo el mundo termina diciendo hay que ir a Votar.Pongamos todas esas neuronas a trabajar positivamente, y ese nùmero 111, como el nùmero de la suerte, el ganador.Es todo.

Javier Perez Gutierrez
27 de noviembre, 2015

Confesión y Opinion:

A Ibsen lo comencé a leer en lo ochentas. Recuerdo que a diferencia de Cabrujas, su mentor, Ibsen me arrastraba al diccionario más frecuentemente. Simpáticamente, a mi juicio, exploraba a lo lúdico el lenguaje para probar, provocar, y a veces -pensaba- para que la obsolescencia no redujera el repertorio expresivo. Mucha razón, más de la original, ha asistido a Ibsen desde entonces. Un abrazo desde donde te leo siempre y un acompañamiento para la exaltación de la razón civil, demócrata y política. A lo corso, pace e salute!

José Alberto Medina Molero
27 de noviembre, 2015

Sin duda alguna que hay que votar masivamente por el cambio el 6D, hacer que “El Miedo” retroceda vencido y todo sea “Altamira”. Gallegos fue hombre de alta nobleza, de la estirpe de Andrés Eloy y Cecilio Acosta, coincido en que no era político, pero es que heredó en Febrero de 1948 una bomba de tiempo. El Trienio fue profundamente sectario, ello azuzó el canibalismo por parte de las otras agrupaciones políticas y buena parte de la sociedad, lo que aunado a las pretensiones voraces de la logia de Pérez Jiménez sirvió la escena donde este digno mandatario sucumbió (era un tremedal inexorable). Betancourt, el no tan “avezado”, entre 1945-1948, tuvo que instrumentar el Pacto de Punto Fijo 10 años después.

¡A votar, sin miedo para que impere la civilización y entre ,finalmente, el siglo XXI a Venezuela.

federico vegas
27 de noviembre, 2015

Hay veces que me pongo bíblico, y me llevo buenas sorpresas. Salmo 111: ¡Aleluya! Doy gracias al Señor de todo corazón, en la reunión y en la asamblea de los justos. Grandes son las obras del Señor: los que las aman desean comprenderlas.

Estelio Mario Pedreáñez
2 de diciembre, 2015

Rómulo Gallegos demostró gran valentía y su condición superior a los golpistas militarcillos venezolanos, ambiciosos de poder y dinero, que nunca usaron las armas para defender el país, solo para reprimir cobardemente a los civiles desarmados con ideales democráticos ¿Cuánto territorio perdió Venezuela gobernada por militares sin echar un tiro? La tragedia del Golpe del 48 se dió por existir un Ejército fundado por el nefasto y sanguinario dictador Gómez, heredero de su poder, que consideró un error que los civiles gobernaran. Y Gallegos no defraudó a Venezuela: No se subordinó a los militares golpistas que desconocieron la voluntad nacional. Tampocó se asustó ni salió llorando pidiendo que los curas le garantizaran la vida. No negoció con los delincuentes disfrazados de militares. Hombres como Rómulo Gallegos, son orgullo de Venezuela, más aún ante tantos traidores sometidos a gobiernos extranjeros o ladrones del erario público o violadores de los Derechos Humanos de los venezolanos.

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