Artes

La bolsa de valores; por Antonio Ortuño

Por Antonio Ortuño | 20 de octubre, 2015

La bolsa de valores; por Antonio Ortuño 640

El pasado miércoles comenzó la Feria del Libro de Frankfurt, que es considerada la más importante del mundo y, particularmente, la que concentra la mayor cantidad de negocios editoriales en el planeta. Al contrario que la Feria Internacional de Libro de Guadalajara, que es antes que nada un festival cultural, Frankfurt funciona principalmente como un centro de transacciones. Es una feria de agentes, editores, scouts, directivos de grandes cadenas, traductores y abogados a la que suelen ser invitados solo un puñado de escritores para apariciones muy puntuales. Cualquiera que mantenga una visión romántica del mundillo literario debe evitar todo lo relacionado con Frankfurt, que ha representado por siglos (la imprenta de tipos móviles se inventó a unos kilómetros de allí y los libreros se han reunido en la zona desde tiempos de Gutenberg) ese lado “codicioso” de la industria que tanto denunció un subversivo como Artaud.

En Frankfurt se decide la suerte global de numerosos best-sellers. Algunos tienen que pagar fortunas para hacerse con los libros “de moda” en la industria pero un editor avezado puede llegar a comprar muy baratos derechos de publicación que se le vuelven oro en las manos. Es bien sabida la historia del sello español Salamandra, que tuvo el buen tino comercial de hacerse con los derechos de las historias de Harry Potter en el primer momento de su éxito a un precio bastante accesible, y se cubrió de oro con las ganancias, al grado de que pasó de ser un pequeño equipo independiente a consolidarse como un proyecto ambicioso y con muchos recursos (sin ir más lejos, le ganaron los derechos de la súper estrella de las letras estadounidenses contemporáneas, Jonathan Franzen, al mismísimo grupo Planeta, uno de los principales del idioma castellano).

Aunque la era digital y la hiperconexión de las comunicaciones hacen casi innecesario que los que negocian se encuentren cara a cara, Frankfurt sigue propiciando esos encuentros. Para un profesional del libro, asistir a esa feria es entrar a un carrusel de citas consecutivas (que generalmente tienen una duración que va de unos pocos minutos a media hora) en el que deben comportarse como si fueran corredores de bolsa en el mercado de los prestigios literarios y los futuros del gusto popular. Y, del otro lado, un autor cuyos derechos no se mueven en Frankfurt puede estar casi seguro de que no le lloverán fortunas sobre los hombros…

Claro: la literatura existe sin el mercado y mucha de la más radical y sugestiva se ha escrito precisamente en contra de ese mercado. Sin embargo, en la era del capitalismo global, raro es el autor de cierto éxito que escapa a esos códigos. Porque Frankfurt también se encarga de vender los derechos de los libros críticos con el capitalismo. Thomas Pikkety, el economista francés que ha denunciado la concentración de capital en el siglo XX, fue la estrella de la feria de hace dos años… Nadie ha encontrado, aún, la puerta de salida.

Antonio Ortuño Narrador y periodista mexicano. Entre sus obras más resaltantes están "El buscador de cabezas (2006) y "Recursos Humanos" (finalista Premio Herralde de Novela, 2007). Es colaborador frecuente de la publicación Letras Libres y del diario El Informador. Puedes seguirlo en Twitter en @AntonioOrtugno

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