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Tito Caula y Ángela Bonadies: una cita en Zaragoza; por Diego Arroyo Gil

Por Diego Arroyo Gil | 25 de julio, 2015

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Bonadies+Caula: Cartografías de un territorio compartido es el nombre de la exposición que representa a Venezuela en PHotoEspaña, uno de los festivales de fotografía y artes visuales más importantes de Iberoamérica, si no el que más. La exhibición, curada por Lorena González –con asesoría de Vasco Szinetar y Diana López– se presenta actualmente en el Centro de Historias de Zaragoza, España, y estará abierta al público hasta el próximo 16 de agosto. Desde que fue inaugurada, el 27 de mayo, ha suscitado una gran cantidad de comentarios favorables en la prensa española, que la ha distinguido como una de las mejores muestras de esta edición de PHotoEspaña.

“En el año 2012 —leemos en la página web del festival, www.phe.es—, la artista Ángela Bonadies (Venezuela, 1970) inició un proceso de investigación del archivo del fotógrafo Tito Caula (Argentina, 1926-1978), que formaba parte de los fondos de la Fundación Archivo Urbana de Venezuela. Caula se estableció en Caracas como fotógrafo publicitario y documentalista de oficio a partir de 1960, cuando tuvo que emigrar por la difícil situación política y social de la Argentina de entonces”.

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Bonadies+Caula —seguimos leyendo— supone una pesquisa sobre este archivo fotográfico que, por un lado, sirve para aproximarse a la obra reciente de Bonadies, investigadora de la imagen preocupada por los confusos territorios de la autoría y la imagen actual, y el archivo de Caula, quien transitó entre la fotografía de encargo y su propia mirada. La exposición consta de varios ejercicios de intercambio desde la fotografía, la memoria, el archivo y la copia, e indaga el archivo fotográfico desde la poética. Así, se crea un recorrido hacia la obra de Caula, quien observa su entorno capturado por la artista, la cual, a su vez, lo observa y lo superpone en la cadena de sus propias visiones, alterándolas y certificándolas”.

En la conversación que sigue, Lorena González y Ángela Bonadies se detienen a comentar el trabajo que han llevado a cabo: González como curadora de la exposición y Bonadies como proveedora de una investigación fotográfica de largo alcance que involucra no solo su obra, sino también, como vemos, la del maestro Caula.

Cuando PHotoEspaña me pidió una exposición para representar a Venezuela en su edición 2015, cuyo tema es Latinoamérica, pensé de inmediato en la propuesta de Ángela Bonadies con respecto al diálogo entre su archivo y el de Tito Caula —dice Lorena González (LG)—. Me parecía interesante ver cómo se ponían en relación el trabajo de una artista contemporánea como ella con el de un maestro inédito de la fotografía, como él”.

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¿Por qué?
Porque ese ejercicio abría camino a un discurso crítico muy interesante en torno a la fotografía, a la veracidad de la fotografía, a la reproducción de la imagen, etcétera. Hace unos años ya habíamos visto parte de esta propuesta de Ángela en la Galería Tresy3, en Las Mercedes. Esa exposición, llamada La Recámara, Ángela Bonadies + Tito Caula, fue un primer cruce entre los archivos de ambos fotógrafos, con la curaduría de Lisa Blackmore.

¿La que actualmente se ve en PHotoEspaña no es la misma exposición que vimos en Caracas?
LG No. En la exposición de Zaragoza hay una cita a La Recámara, pero luego hay una segunda parte que es una extensión, a la manera de un colofón, donde, adicionalmente a las primeras lecturas, muy íntimas, que hizo Ángela del archivo de Caula, nos abrimos a lecturas más amplias. En esta exposición Ángela explora territorios de Caula para exponer, ella a su vez, un análisis crítico de la realidad actual.

¿Podrías ampliar un poco más?
LG Quizá deberíamos comenzar por decir que Caula era un hombre que venía de la dictadura argentina. Una de las cosas más interesantes sobre la que tuvimos la ocasión de conversar con Amparo, su viuda, hace unos años, fue la circunstancia que hizo que ellos, que habían venido a Venezuela de visita, se quedaran aquí. Ella me dijo que Caula un día fue al mercado y regresó enloquecido porque había encontrado todos los productos habidos y por haber. Y dijo: “Yo no me muevo de este país”. Entonces comenzó a registrar, fotográficamente, el pulso de una ciudad, Caracas, que se estaba construyendo después de la dictadura de Pérez Jiménez, esa sociedad pujante que crecía día tras día. Y miraba aquello asombrado, melancólico también, nostálgico pero apasionado. El caso de Ángela es el mismo que el de Caula, pero al revés: ella registra la deconstrucción de ese mismo país, ese mismo país que se ha convertido en otra cosa. El trabajo de él y el de ella comparten, de esta manera, el mismo territorio. Esa es la razón por la cual el nombre de la exposición es Bonadies+Caula: Cartografías de un territorio compartido. Se trata de dos cuerpos de trabajo que se cruzan.

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Ahora te escucho a ti, Ángela.
Ángela Bonadies (AB)
Yo creo que esta exposición es el resultado de una lectura, de una lectura de una parte del archivo de Tito Caula. Una lectura, por lo demás, polifónica, puesto que es no exclusivamente mía. En este trabajo participaron: Amparo, su viuda, que era como el archivo oral de su esposo, el cerebro que ordenaba todo aquel material con el que un día nos encontramos; Natalia Manzo, que también nos ayudaba a organizar lo que íbamos sacando más o menos en claro; Lisa Blackmore, la curadora de la primera exposición. Y ahora Lorena.

A ver si entiendo: tú, Ángela, te metiste un día de cabeza en el archivo de Tito Caula y comenzaste a hacer una lectura cruzada entre ese material y tu propio archivo…
AB Sí. Comencé a hacer una lectura, que como te digo terminó siendo polifónica, y esa lectura abrió un diálogo con mi trabajo. Por supuesto, hubo un momento en que comencé a encontrar relaciones obvias de la fotografía y tuve que sentarme a depurar lo que tenía entre las manos, determinar qué relaciones de verdad funcionaban y tenían sentido y cuáles no. Las relaciones entre los archivos pueden ser eternas y arbitrarias.

¿Cómo llegaste al archivo de Caula?
AB Cuando conocí a Sandra, su hija, ella me habló del trabajo de su padre y me invitó a verlo. Como nos hicimos amigas, ese primer contacto con el archivo fue, de por sí, muy afectivo. La verdad es que yo no sabía con lo que me iba a conseguir y me conseguí con aquella cosa. Inicialmente, apenas verlo, se me ocurrió que podía llevar a cabo un trabajo de intervención del archivo de Tito Caula, en el sentido de que lo que tuviera preponderancia fuese mi lectura de su trabajo, pero muy pronto me di cuenta de que el archivo era tan rico e inabarcable que se trataba de otro tipo de relación. Me di cuenta de que, antes que intervenirlo, debía verlo, y verlo, y verlo. Horas y horas. Y solo entonces establecer relaciones, como te digo, entre ese archivo y el mío. Hasta que surgió la idea de la primera exposición, que fue un gran alivio. Si no, quizá me hubiera quedado 20 años viendo a Caula.

Como decía Borges: publicamos libros para deshacernos de los borradores, o algo por el estilo. Lo mismo sucede con las exposiciones.
LG ¿Cuánto tiempo estuve yo trabajando con el archivo de Caula, Ángela? ¿4 o 6 meses? Sí… ¡Es abominable! ¡Da pánico! Cada sobrecito de 25 negativos era una nueva exposición. Es verdad eso que dice Borges, que se publica para deshacerse de los borradores, pero imagínate a un autor que escribe y escribe y no lo hace con la intención de publicar. Y se muere y deja el montón de borradores. Ese es el caso de Caula. Su trabajo son anotaciones y anotaciones y más anotaciones, y entonces a uno le queda la duda, al ponerse a trabajar con ese material, de si está haciendo la lectura correcta. Cuando un autor publica un libro, ese libro es el resultado de una intención ordenadora, pero este no es el caso. Aquí no hay ningún “libro”, sino cientos de fotografías.

AB Lo que nos dio mucha calma, desde un punto de vista ético, fue la presencia de Amparo. Siendo ella la segunda cara del archivo de su esposo, su orientación con respecto a la lectura que estábamos haciendo nos proporcionó el consentimiento que necesitábamos… Por cierto, Amparo nos contaba que Caula decía que colgar una imagen es ahorcarla, de modo que a veces yo me preguntaba si nosotras no estábamos ahorcando a Caula, su trabajo, pero lo cierto es que sus fotografías soportan el paso del tiempo.

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Lorena habló de Caula como “un maestro inédito”. ¿Cuánto hay de él que aún no conocemos?
AB ¡Uy! ¡Lo que hay para descubrir de Caula es cantidad!

LG Además hay que decir que era un hombre muy cinematográfico. Cuando preparábamos la exposición para PHotoEspaña estábamos un poco asustadas. No conocíamos la sala del Centro de Historias de Zaragoza sino por planos. Nunca es lo mismo montar una exposición teniendo conocimiento físico del espacio donde se va a presentar que hacerlo así, en el vacío.

Pero funcionó.
LG Funcionó muy bien. La exposición tiene una narrativa, un movimiento brutal. Por eso digo que Caula es muy cinematográfico. Quizá se entiende por qué: él venía del cine, y eso se percibe en su trabajo fotográfico.

¿Cómo valoran la receptividad que ha tenido la exposición?
AB Ha sido muy comentada. La sede principal de PHotoEspaña está en Madrid, nuestra exposición está en Zaragoza y, sin embargo, ha sido tomada en cuenta de una manera abrumadora por la prensa. Fue destacada como una de las 10 mejores exposiciones de las más de 100 que integran PHotoEspaña de este año. Ha llamado la atención el hecho de que se trate del diálogo entre un maestro de la fotografía y una fotógrafa contemporánea. Aby Warburg decía que si uno pone una imagen junto a otra, una explica la otra.

Ahora que mencionas a Warburg, ¿por qué te interesa tanto la exploración de los archivos ajenos?
AB Por el cansancio que me produce esa supuesta necesidad de tener que crear una imagen nueva, de la nada. Cuando te pones en contacto con los archivos de los demás, te das cuenta de que los distintos lenguajes autorales son coincidentes y eso a mí, personalmente, me da una gran tranquilidad. Me tranquiliza que haya fotógrafos distantes de mí, en tiempo o espacio, en cuyo trabajo puedo hallar intereses o contradicciones parecidos a los míos.

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Pero ¿no pierdes peso como autora? ¿Qué ocurre con un autor cuando desinfla la preeminencia de la autoría?
AB Más que perder autoría, la autoría se pone en crisis.

LG En la contemporaneidad, manejarse en función de la idea de la autoría y de la necesidad de crear la imagen que aún no existe es síntoma de estar perdido. Vivimos en un tiempo de egos minúsculos que se solapan entre sí a una velocidad parecida a la de Twitter. Me interesan los proyectos que generan preguntas, inquietudes: ¿qué es la fotografía?, ¿qué es la autoría?, ¿qué es una imagen?, ¿cuáles narrativas despliega, o no, una imagen?, etcétera. Hoy día, cualquiera que sea el área del arte del que se trate, si el artista no genera preguntas en el espectador, no genera nada.

Ángela, ¿y ahora qué? ¿Vas a seguir explorando el archivo de Caula?

AB Más bien creo que es el momento de abrir ese archivo para que, quienes deseen conocerlo, vayan allí a investigar. Tito Caula no está agotado.

*

Quienes deseen ahondar un poco más en Bonadies+Caula: Cartografías de un territorio compartido, cuentan aquí con varias opciones: primero, una lista de links para leer los distintos artículos que se han publicado en la prensa sobre la exposición y, luego, un video donde se rinde cuenta de quién fue el maestro Tito Caula. El texto del video es de Lorena González y la edición y posproducción de Xiomara Camino y José Avilé.

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El Estilete- Dossier Ángela Bonadies
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Diego Arroyo Gil 

Comentarios (4)

Edgard J. González.-
27 de julio, 2015

Caula llegó de 34 años a esa Venezuela en la que “un día fue al mercado y regresó enloquecido porque había encontrado todos los productos habidos y por haber. Y dijo: “Yo no me muevo de este país””. En las antípodas del destruido país actual, hoy tenemos todo aquello de lo que venía huyendo Caula, incluída la dictadura. Cualquiera en situación similar a la de Caula en 1960, hoy saldría huyendo de nuestra escasez, de nuestras colas, de la chabacanería, prepotencia y politiquería que todo lo empapan, y sobre todo de la angustiante y creciente Inseguridad. Lástima que no muestran las fotos individuales, para poder apreciarlas. Zaragoza nos queda lejos, y con el filtro de CADIVI CENCOEX ahora cualquier ciudad, se ubica en el otro lado de la Luna, a veces incluso parte de la que habitamos. También hace falta un retrato del propio Caula y de la curadora, a mí por lo menos me resulta indispensable conocer los rostros de las personas responsables de las obras que admiro, y las que vemos -de lejos- son interesantes.

Patricia Guzmán
27 de julio, 2015

Diego: Lograste hacerme ver y entender el mundo de Caula y el Bonadies. La cadencia con la llevas tus conversaciones hace más interesante aún el tema. Gracias Lorena por el video!

Diego Arroyo Gil
28 de julio, 2015

Qué bueno, Patricia. ¡Un abrazo!

Glenda Lis Fernández Espinoza
6 de octubre, 2015

Con el ojo de Tito, el amor de Amparo, el puente que ha sido Sandra, la palabra de Diego, la curiosidad de Angela han creado una gran magia. Aquí hay hechizo, los felicito por el trabajo en común a cada uno de los que ha participado en tan bello proyecto. Gracias!

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