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Posmodernidad y resentimiento; por Wolfgang Gil Lugo

Por Wolfgang Gil Lugo | 21 de julio, 2015
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Esta fotografía de Aleisa Mondolfi forma parte del proyecto #ProdavinciFotos en Instagram que puede ver haciendo click en la imagen.

La primera gran obra de la literatura occidental, la Ilíada, gira sobre la ira de Aquiles y nos enseña mucho sobre el nihilismo, esa actitud existencial según la cual la vida carece de significado objetivo, propósito o valor intrínseco. Aquiles lucha por los griegos en contra de los troyanos. La excusa para la guerra era que los griegos habían sido ofendidos con el rapto de Helena, la esposa de Menelao, cometido por Paris, el príncipe troyano. Los griegos pensaban que peleaban por el orgullo de su nacionalidad. Agamenón, el jefe de los griegos, considera que su parte del botín no es suficiente para su dignidad y le arrebata parte del botín de Aquiles para compensar. Se queda con la esclava Briseida y eso ofende profundamente a Aquiles, quien pasa por una etapa de decepción y furia contenida, un estado emocional que podíamos llamar nihilista. Todo esto conduce a Aquiles a la parálisis, por eso se retira del combate y deja a los griegos sin su mejor guerrero.

La ira de Aquiles es una forma paradigmática de la rebeldía derrotada. Es emotiva, destructiva y reactiva. Aquiles abandona su lucha por los griegos. Su enojo por la ofensa de Menelao lo conduce al abismo.

Utilizamos la figura de Aquiles para ilustrar al posmodernismo como una forma de rebeldía que tiene su origen en el sentimiento de frustración del fracaso del marxismo, en su forma de socialismo real, y ha dado lugar a la aparición de un nuevo fantasma que recorre el mundo: el nihilismo posmoderno, ese malestar plaga nuestra época. Los profetas posmodernos nos dicen que no hay progreso, que la democracia es un engaño y que la ciencia sólo es un discurso opresivo. La única salida que nos queda es el eterno conflicto de unos grupos contra otros. Tal sentimiento pesimista se ve reforzado y legitimado por la epistemología relativista posmoderna y se manifiesta como la fragmentación y el aislamiento de las personas encerradas en las cárceles de sus propias subjetividades, cuyos barrotes son el determinismo cultural y lingüístico.

Las ideas esenciales del posmodernismo son opuestas a las de la modernidad. El realismo de la modernidad es sustituido por anti-realismo. La experiencia y la razón son sustituidas por subjetivismo social. En vez de identidad personal y autonomía, se generan sectarismos raciales, sexuales o clasistas. No se conciben los intereses humanos como fundamentalmente armónicos y tendientes hacia la interacción del mutuo beneficio, sino como conflicto y opresión. No se le brinda prioridad a las libertades individuales en economía y política; más bien se prefiere al autoritarismo en nombre del igualitarismo.

El paradigma fundamental de la modernidad es el de la representación. El concepto de representación supone la separación de sujeto y objeto, pero el sujeto puede trazar mapas del objeto, así puede describir con precisión al mundo empírico. La modernidad no pone en duda que se pueda cartografiar al objeto. Este esquema mental tiene un defecto: los mapas dejan fuera al cartógrafo. Ignoran por completo el hecho de que el cartógrafo pueda aportar algo a la imagen. En eso le podemos dar la razón a la posmodernidad. El gran descubrimiento posmoderno ha sido que ni el yo ni el mundo son simples datos, sino que existen en contextos y sustratos que tienen una historia y, por tanto, cambian.

Pero hay un aspecto en el cual es difícil darle la razón. Los grandes autores posmodernos no se han conformado con hacer el descubrimiento del cartógrafo, sino que el reconocimiento de la subjetividad ha hecho imposible todo conocimiento. Sostienen una concepción extrema del constructivismo: todo conocimiento es construido y no tiene ninguna relación con la realidad.

Nos referiremos al posmodernismo más como fenómeno cultural que como hecho filosófico, dada su gran expansión mundial. Es importante hacer notar que dicha expansión le ha permitido tomar posiciones de poder en todas las universidades del mundo.

Cuatro ideas fundamentales del posmodernismo.

1. Escepticismo relativista. El posmodernismo se enmarca dentro del giro lingüístico. En general, el concepto de giro lingüístico supone que el trabajo de la filosofía no puede realizarse sin un análisis previo del lenguaje. En el caso del posmodernismo, la postura es más radical. Considera que el análisis del lenguaje no es previo a entender al mundo. Su convicción es que no se puede salir del lenguaje.

El posmodernismo se basa en la semiología de Ferdinand de Saussure. El enfoque de Saussure, sostiene que todas las palabras tienen un componente material (una imagen acústica) al que denominó significante y un componente mental referido a la idea o concepto representado por el significante al que denominó significado. Significante y significado conforman un signo. El signo lingüístico no vincula un nombre con una ‘cosa’ sino un concepto con una imagen acústica. Todo esto da como resultado que nunca piensa en el objeto al que se refiere. Así se queda solo en el pensamiento y lenguaje, pero nunca hay una referencia al objeto. De esta forma es fácil declarar que no existe la verdad. La verdad supone una correspondencia entre sujeto, objeto y representación. El posmodernismo se arrincona en el lenguaje para decir que el lenguaje no tiene la verdad.

A partir del giro lingüístico, el posmodernismo ha reinventado el relativismo. Todo conocimiento está condicionado por las condiciones externas, tiempo y espacio, y las internas, edad, salud y cultura. Reconocer esos condicionamientos no necesariamente niega la verdad, pero el posmodernismo pasa a negar toda posibilidad de verdad. Rechaza la verdad absoluta, pero también la idea de que la verdad se va estableciendo progresivamente y siempre es objeto de revisión.

El relativismo es saludable, pero para esto debe ir acompañado de la humildad, una sincera actitud de autocritica. El escepticismo es perjudicial cuando está influido por la euforia de descalificar a los demás. El pecado es creerse inmune a la misma crítica que se está haciendo. El posmodernismo cree que su conciencia constructivista extrema es buena para refutar a los demás, pero no para ser aplicada a sus propias afirmaciones.

El relativismo es susceptible a la crítica que Platón hizo a los sofistas de su tiempo, es la mejor objeción contra cualquier argumento, pero también es una objeción contra sí mismo.

2. Materialismo anti-científico. Los posmodernos sostienen la creencia de que el universo fundamentalmente carece de valor o propósito. Irónicamente, algunos posmodernistas han combinado los dogmas del materialismo científico con la reverencia científica hacia el escepticismo sistemático para atacar a la ciencia misma, insistiendo en que la ciencia no es más que una forma de entender al mundo y no es más valiosa intrínsecamente que cualquier otra. A pesar de mostrarse tan desconfiados con la empresa científica, nunca cuestionan la validez de la metafísica materialista de la ciencia.

Deleuze, al final de su libro Qué es filosofía, acepta la tesis reduccionista según la cual el cerebro produce la vida mental. Es significativo que un rebelde ontológico como Deleuze haya caído en la tentación de aceptar las premisas de la ciencia materialista.

3. Tendencia Filotiránica. Mark Lilla acuñó el término ‘filotiranía’ para explicar la irrefrenable propensión de muchos intelectuales a proponer paraísos en la tierra y de apoyar a los tiranos encargados de convertir los paraísos teóricos en infiernos reales. Heidegger, el precursor del posmodernismo, dio un apoyo entusiasta al nazismo. Y dos grandes posmodernos como Michael Foucault y Jacques Derrida le brindaron su apoyo a partidos con claras tendencias totalitarias.

Toda la disolvente crítica posmoderna respeta las ideologías autoritarias. La constante de poner en duda todas las verdades absolutas tiene privilegiadas excepciones. La crítica va dirigida contra el modo de pensar del occidente democrático, no contra los residuos del comunismo, ni contra el ascendente islamismo. Ni siquiera contra el fascismo clásico.

Es cierto que las democracias tienen sus problemas, los cuales consisten en su falta de coherencia con sus propios postulados. También la ciencia tiene sus problemas, que convergen en un cientificismo sin valores y una tecnología deshumanizada. Eso no descalifica ni a la democracia ni a la ciencia en sí mismas, sino a la forma de emplearlas. Ataca a los universales para sustituirlos por las generalizaciones de los prejuicios. Ataca la ideología, pero para dejar abierta la puerta a los fanatismos dogmaticos y los autoritarismos.

4. La Rebeldía Resentida. La moral posmoderna no habla, en ningún momento, de principios, pues todo es relativo. Pero tampoco hace referencia a la compasión. De manera paradójica, su tendencia general es poner en duda la justicia en nombre de la compasión. Una compasión sin evolución de la conciencia no es más que lástima. Se pone en duda a la justicia por la lástima que hay que tener por los oprimidos, lo cual termina perjudicando tanto a la justicia como a la legítima compasión.

Según Schumacher, hay dos tipos de problemas, los convergentes y los divergentes. Los convergentes tienen solución. Los divergentes no. Están compuestos por pares de conceptos que nunca pueden conciliarse. El tratar de conciliarlos es propio de la sabiduría. Hay que estar consciente de que su conciliación solo es existencial y transitoria, no definitiva y lógica. Uno de esos pares de conceptos es el de justicia y compasión.

No creo que la posmodernidad sea compasiva con los desafortunados. Lo que busca es estimular el resentimiento, más que el hecho de que los menos afortunados disfruten de los derechos y deberes que les corresponden como ciudadanos plenos. El posmodernismo desarrolla una gnoseología escéptica que pone en duda todos los valores, pero no lo hace como una ampliación de los valores del liberalismo político, sino más bien como la negación de ese liberalismo.

Ya Platón había hecho notar que el tirano hará uso de los vagos y de los delincuentes para instalar su régimen de opresión. Creo que el discurso posmoderno hacia los marginados tiene ese sentido, más que el de ayudarlos a salir de la opresión. La posmodernidad acusa a occidente de la injusticia, pero propone como solución un sistema tiránico; en consecuencia, injusto. El posmodernismo promueve las luchas en forma descentralizada para acabar con un sistema centralizado, pero el sistema centralizado es la democracia occidental. Lo que se busca como superación de la crisis de la democracia, no es un régimen más democrático; lo que se busca es un régimen autoritario.

El posmodernismo asume una actitud escéptica como forma de criticar las ideologías, pero no es consecuente. El objetivo de su crítica no son todas las ideologías. Se concentra en lo que llama el modernismo, que consiste en la ciencia y la democracia, los pilares de la civilización occidental. Su ataque es contra la democracia occidental y la ciencia, para ello los hace aparecer como expresión del neoliberalismo.

Hay aspectos de la modernidad que merecen ser denunciados, pero la denuncia no constituye en sí un proyecto. Se puede denunciar al cientificismo, pero eso no es negar la ciencia. El cientificismo no es ciencia sino la exaltación del materialismo y el mecanismo, y, en consecuencia, del reduccionismo. De la misma manera, se pueden denunciar algunos vicios de la democracia como forma de dominación. Pero eso no significa que exista, hasta el momento, algo mejor que la democracia.

La posmodernidad resulta interesante en tanto ampliación e integración de la modernidad. La modernidad tiene demasiadas cosas importantes. Resulta altamente peligrosa la versión de la posmodernidad como negación de la modernidad. Es ello lo que hay tener claro para evitar que nos atrape la cólera de Aquiles.

Wolfgang Gil Lugo 

Comentarios (15)

Ulpio
21 de julio, 2015

Muy buen articulo

Odoardo Graterol
22 de julio, 2015

Gracias amigo en la distancia. Excelente síntesis, incluso para quienes solamente leemos un poco. Muy buena exposición de problemas que integran filosofía, literatura y ciencia en relación directa con el Ser humano en sociedad. Otro texto para ser desarrollado en las aulas de la enseñanza media y superior en Venezuela dirigidas a la creación de conciencia ¿Quién lo llevará? Espero que todos cuantos se pasean por este Prodavinci y tienen la oportunidad de la docencia presencial.

Odoardo Graterol
22 de julio, 2015

En comentario anterior confundí al autor de este artículo. Simplemente estaba viendo la lista accesible a los comentarios, y no subí al titular. Disculpas, tanto a Willy McKey como a Wolfgang Gil Lugo. Mi expectativa es que, por tratarse de escritores “conscientes”, se sientan plenamentte satisfechos por su docencia ante los lectores de Prodavinci. En todo caso, inexcusable falta de respeto de mi parte. Saludos en la distancia, y mi gratitud por su docencia incondicional.

Javier Pérez Cordero
22 de julio, 2015

Totalmente de acuerdo. La posmodernidad no es más que un estimulante que apunta hacia los síntomas y en ocasiones a las causas de dichos síntomas de la enfermedad que padece la modernidad desde sus mismos inicios; mas, no es la posmodernidad, como es el gusto de algunos, de ninguna manera un nuevo paradigma, tampoco la solución de nada. Si a ver vamos, un nuevo paradigma es lo que si contamos con suerte está por venir; y esto, si es que antes no fallamos en el intento y hacemos de este planeta un lugar invivible tanto en el sentido ecológico como en el socio-cultural, donde los degenerados mandan (con sus propios valores y principios hegemónicos objetivados/legitimados vía medios de comunicación) y donde ello constituye el que esa premisa inconsciente que gobierna en nuestra civilización a modo inmanente de que somos muy evolucionados porque hemos viajado al espacio, contamos con “grandes tecnologías” y demás prevalece.

Necesario es la duda, vencer el pesimismo, repensar y reformular; al modo pragmático al que invitaba C.S. Peirce. Hablar con seguridad al no perder de vista y tener siempre en cuenta lo que nuestros pensamientos en la práctica nos reportan. Necesario es, y aquí coincidimos señor McKey, fundamentalmente, como un gran valor a practicar, la humildad; y por supuesto la compasión claro está. También la Cooperación, el Respeto, la Tolerancia, la Unidad, el Amor, etc. Y esto no son romanticismos, por el contrario, garantía de saludable y muy inteligente y sabia convivencia.

No, en definitiva, no somos taaan “evolucionados” como nos creemos. Nos falta mucho, y ese mucho debe dirigirse a los principios que como colectividad nos unen y nos mueven. Si la modernidad está en crisis y la posmodernidad arrojo un diagnóstico pues entonces hay que pensarla (hacia lo profundo y con el objetivo de hallar la sanación), prescribir los elementos para la cura vía valores supraordinales para toda cultura existente en el marco de la humanidad, y transmitir de todas las formas posibles dicha cura, practicar la cura, ser la cura. Sólo así podremos llegar a un estado un tanto mejor de ser y estar ahí en el mundo, sólo así podremos vencer la estupidez moral y el enceguecimiento que tanto nos arropa.

P.D.: Muy bien por los editores de este sitio el que publiquen este tipo de artículos, enhorabuena. Directo al grano, al meollo del asunto. Muy bien.

Edgard J. González.-
22 de julio, 2015

Excelente artículo, didáctico en sus conceptos y muy útil para desnudar a quienes esconden sus dañinos y anacrónicos dogmatismos tras la fachada de “postmodernos”. Desde que apareció en el tercer párrafo la frase “epistemología relativista posmoderna”, no pude evitar la asociación con Rigoberto Lanz, líder del chavismo con filtro que pretendía darle rigor académico a las arbitrariedades del salvajismo neoestalinista, desde la columna que coordinó por varios años en El Nacional. Logré que me publicara dos artículos críticos (como lo evidencian desde sus títulos: EPISTEMOLOGIA PARADIGMATICA POSMODERNA EVASIVA, ISLA POBLADA DE AVESTRUCES ILUSTRADOS, tuvieron 40 y 50 días de respectiva cuarentena previa a su aparición en el diario. Luego publiqué en dos Portales de Internet CHÁVEZ, EN PALABRAS DE RIGOBERTO LANZ, basado en extractos de sus escritos. Copio parte del primer artículo: “Los términos Epistemología, Postmodernismo y Paradigma son el denominador común, quizás inconsciente tributo al coordinador del espacio, Rigoberto Lanz; son huella dactilar de sus artículos. El grado de complicación varía, llegando en algunos párrafos a ser genuinos Galimatías, imposibles de descifrar aun con repetidas lecturas. Las dificultades para hallar coherencia en el enredo con que se organizan estos párrafos de antología son sólo para los lectores comunes, la mayoría. Luego de un año, los integrantes de este exclusivo club de intelectuales deben encontrarlo fascinante y apropiado. Seguramente nadie se ha atrevido a señalarles que escriben para ellos mismos y primordialmente en clave de maquillaje, convenientemente refiriéndose al plano ideal de cómo debieran ser los hechos, como los imaginan, evitando prudentemente escribir sobre la realidad y en forma que todos entiendan”. Lástima que no consigo los links de esos tres artículos. Este párrafo de Gil Lugo los retrata de cuerpo entero: “La crítica va dirigida contra el modo de pensar del occidente democrático, no contra los residuos del comunismo, ni contra el ascendente islamismo. Ni siquiera contra el fascismo clásico” No entiendo que dos lectores confundan a Gil Lugo con McKey. Gazapo: “la exaltación del materialismo y el mecanismo”: Mecanicismo.

Robert
23 de julio, 2015

La mordacidad del lenguaje directo y sin disfraces del autor suscita más de una risa… La crítica de la llamada “posmodernidad’, como toda crítica, es perfectamente aceptable, como un valioso instrumento para mejorar. Pero sin perder los cabales del juicio razonable. En algún sitio se ha escrito que hay que tener la mente abierta, pero no tanto que se nos caiga el cerebro. A los posmodernistas parece que se les quedó la cabeza vacía de tanto que quisieron abrirla.

Omar España
23 de julio, 2015

En mi humilde opinión… Creo que es un paradigma algo insuficiente creer que la modernidad es natural al pensamiento occidental y democrático. Si bien las repúblicas civiles y democráticas de nuestro tiempo nacieron de la modernidad, también en los conceptos totalitarios del siglo XX son nada mas y nada menos que exaltaciones a la modernidad en su forma mas pura y dura, el socialismo “científico” y la visión universal de la historia del nazismo no son mas que un nuevo paquete para la misma forma de pensamiento.

Si pretendemos seguir haciendo lucha política desde el cuasi religioso concepto de que luz de la modernidad y la razón están de nuestro lado contra la barbarie anti occidental “relativista” que es la postmodernidad no avanzaremos a ningun lado. No hemos entendido nuestro tiempo, nos cuesta mucho luchar sin una visión completa de una verdad universal y quizas en parte eso es un reflejo de que no hemos entendido por lo que pasa Venezuela.

Ikari
23 de julio, 2015

Dictadura del relativismo lo llama Benedicto XVI

Oscar Meza
23 de julio, 2015

Esclarecedor artículo, profesor. Comentarlo y discutirlo en el Doctorado en Economía de la UCV es parte de lo que deberíamos hacer en ese espacio de formación y crecimiento intelectual, al que le vendría bien la discusión de artículos como este. Un ejercicio intenso y placentero de la libertad y del gozo de la inteligencia. Fue un signo de buen pie, hace varios años, haber comenzado el Doctorado justamente con su materia: Epistemología de la Economía. Esta perspectiva de la postmodernidad es un aporte que aprecio en medio de las lecturas de preparación de mi tesis doctoral. Nos queda mucho por hacer, aprender e intercambiar. Un abrazo.

Douglas Ungredda
24 de julio, 2015

Leido lo anterior, no es casualidad que las sociedades actuales esten marcadas por ppsicopatias como la esquizofrenia y la proliferacion de individuos sociopatas, faltos de empatia, remordimientos y dispuestos a relativizarlo todo. Es estos entornos, La verdad se mezcla con la mentira, hasta el punto donde se hace imposible diseccionar lo uno de lo otro.

Reina Sotillo
7 de agosto, 2015

Excelente artículo. Interesante analogía que describe de la posmodernidad y el caos existencial en el convulsionado mundo actual.

Jesús Enrique Brito Laffont
23 de abril, 2016

Excelente artículo con matices culturales donde el Profesor: Dr. Wolfgang Gil Lugo, hace una maravillosa analogía que encierra lo más esencial de la Modernidad, Posmodernidad y aspectos relacionados al Resentimiento… Muchas gracias por compartir su ilustre y valioso conocimiento…

Saludos Cordiales,

Jesús Brito

Estelio Mario Pedreáñez
5 de agosto, 2016

Hoy leí este interesante artículo y ya establecido que la lectura es interpretada por cada lector, expongo 2 Notas: 1 Cuando el articulista dice que Menelao “…Se queda con la esclava Briseida y eso ofende profundamente a Aquiles, quien pasa por una etapa de decepción y furia contenida, un estado emocional que podíamos llamar nihilista. Todo esto conduce a Aquiles a la parálisis, por eso se retira del combate y deja a los griegos sin su mejor guerrero. La ira de Aquiles es una forma paradigmática de la rebeldía derrotada. Es emotiva, destructiva y reactiva. Aquiles abandona su lucha por los griegos. Su enojo por la ofensa de Menelao lo conduce al abismo…”, yo no comparto su percepción: Aquiles busca su destino en Troya, sabe que el precio de su fama inmortal será morír allí en esa guerra, tal fue el vaticinio revelado por su propia madre inmortal. Aquiles es un semidios que escoge ir a Troya, morir joven para su gloria inmortal y no una vida larga pero oscura, por esto no puede…

Estelio Mario Pedreáñez
5 de agosto, 2016

ser Aquiles llamado “nihilista”, ya que para él (Aquiles) su vida tiene sentido en la medida que logre ganar la fama inmortal y por eso fué a Troya, a morir allí, a pagar el precio de inmortalizar su nombre, nombre que sería recordado por incontables generaciones. Y ¿Cómo puede ser “nihilista” Aquiles quien cree firmemente en toda su religión politeísta? 2) En la “Ira de Aquiles”, tal como la leí en “La Ilíada” del inmortal Homero, quien la cantó, tradición oral que logró hacerse texto escrito, el episodio de la negativa de Aquiles de continuar peleado ante la injusticia perpetrada en su contra por el Rey Menelao, siempre lo ví como la afirmación del derecho individual a rebelarse contra las injusticias, aunque las cometa un “Rey”, y Aquiles ante el agravio no se limitó a la inacción guerrera, esto solo era parte de su venganza contra Menelao; Aquiles pidió a sus dioses que cobraran tal injusticia y por eso murieron griegos y Menelao mismo, temeroso de la derrota, cedió ante Aquiles.

Estelio Mario Pedreañez
19 de abril, 2017

Casi un año después, constato que a nadie le importó señalar el error (?o nadie lo detectó?) de W. Gil Lugo, reiterado por mí, de confundir al máximo jefe del ejército expedionario de los aliados aqueos contra Troya, el Rey de Argos, Agamenon, con su hermano Menelao, el Rey de Esparta, burlado esposo de la bella Helena. Lamentable, parece que no se leen con atención muchos de los interesantes artículos que publica PRODAVINCI y tampoco los comentarios que hacemos los lectores. En todo caso ?Qué importancia tiene tal desinterés literario ante la grave apatía que tradicionalmente ha sufrido Venezuela y la ha llevado a vivir la presente y gravísima crisis nacional que le amenaza en su propia existencia como Estado Soberano? Vimos a un dictador “comunista” (en verdad una nueva especie de monarca absoluto y totalitario) extranjero decir en televisión y ante el Presidente de la Republica, que Cuba y Venezuela eran “una misma cosa” y hasta se dijo que teníamos “2 presidentes”: ?Somos Colonia?

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