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“El populismo no es el acabóse, sino el continuóse del empezóse”. Entrevista a César Vidal

Fotografía de Gonzalo Merat

Fotografía de Gonzalo Merat

Apenas había bajado del avión al llegar a Estados Unidos, hace ya dos años, a César Vidal le avisaron que había preparado para la semana siguiente un atentado con bomba incendiaria contra su casa en Madrid. ¿Por qué le pondrían bombas a un escritor e historiador, con más de ochenta libros publicados en su mayoría de temas espirituales, como la vida de Jesús, pero también políticos como los desmanes de la izquierda durante la guerra civil española?

Tal vez porque sus opiniones son polémicas, acaso demasiado para un país como España, donde una discusión sobre futbol iniciada en un café puede terminar con el asesinato de un hincha, como ocurrió no hace mucho en la capital española.

Pero es sobre Venezuela que conversamos con César Vidal, quien en una reciente intervención demuestra que conoce el tema en profundidad. En ella hace un lúcido recuento del manejo semántico, tomando como base el emblemático libro 1984 de George Orwell.

Recuerda que el escritor y periodista inglés Eric Arthur Blair –su verdadero nombre– aprendió en España, donde combatió en la guerra civil en una milicia de izquierda antiestalinista, mucho de lo que vuelca en su novela, considerada por muchos un manifiesto político en contra del totalitarismo.

Entre otras cosas aquello de que la escasez es una forma de control político porque mientras los ciudadanos están preocupados pensando en la supervivencia, en dónde van a conseguir la harina, el aceite o el papel higiénico que necesitan, no tienen tiempo de ocuparse de política. O sea, justamente lo que están pasando en Venezuela.

“El gobierno de Maduro no es lo que se merecen los venezolanos, no ha mejorado la situación, la ha empeorado, lo cual no se puede ocultar con soflamas revolucionarias. Se ha dedicado a vaciar la democracia desde adentro. En la práctica es totalitarismo”, asegura Vidal.

Aún sorprendidos por el reciente encuentro celebrado en Haití entre Diosdado Cabello, el número dos del régimen chavista, y Thomas Shannon, representante del Departamento de Estado de Estados Unidos, preguntamos su opinión a Vidal.

Este considera que Estados Unidos, con sus acusaciones a diversos jerarcas chavista, ha colocado a Cabello en una posición de debilidad para que se abra a una posible colaboración. Es como si le dijera: estamos dispuestos a ser más suaves en nuestras acusaciones si permite algunas concesiones, como por ejemplo la liberación de los presos políticos de cara a las elecciones parlamentarias, cuya fecha, 6 de diciembre, acaba de ser anunciada por el Consejo Nacional Electoral.

Las encuestas indican que de producirse estas elecciones ganaría la oposición. ¿Usted cree que el chavismo reconocería este resultado?
Tal y como está la situación, si el chavismo pierde las elecciones no tendrá más remedio que aceptarlo, como tuvieron que hacer los sandinistas cuando perdieron frente a la candidatura de Violeta Chamorro.

Por supuesto, una victoria de la oposición depende de que esta pueda articular un programa y unas consignas que logren movilizar al electorado. Vidal considera que esto es un gran problema porque “Hasta ahora, la oposición no ha sabido coordinar ni hallar un lema común, por lo tanto tiene una parte de responsabilidad en lo que está ocurriendo”, señala.

El historiador recuerda que el populismo sobre el que se montó Hugo Chávez para mantenerse quince años en el poder tiene un sustrato histórico previo que se ha manifestado en otras oportunidades históricas como bajo el peronismo. Tal vez por ello señala, en tono humorístico, que “el populismo no es el acabóse, sino el continuóse del empezóse”, citando a la conocida filósofa argentina Mafalda.

Lo que quiso hacer Chávez, en opinión de Vidal fue intentar renovar el socialismo pero fue un planteamiento puramente fascista, y aclara que no usa el termino fascista como acusación, sino porque considera que el mecanismo que usó Chávez fue el mismo con el que llegó Benito Mussolini al poder para desventrar la democracia: un mensaje social y un mensaje nacionalista.

Y en este caso no contó con una cosmogonía indígena para apoyarse como hizo su amigo el presidente boliviano Evo Morales, sino que se basó en las glorias militares del pasado, concretamente en el culto a Bolívar y las batallas de la guerra de independencia de España.

“Cuando el sistema se erosiona, aparece el caudillo”, concluye Vidal, sólo que esta vez el caudillo cuenta con un poderoso aliado que es la televisión. Chávez, después de su fallido intento de golpe de estado el 4 de febrero de 1992, al referirse a la imposibilidad de lograr sus objetivos militares en esa jornada, pasa a la historia con la famosa consigna “por ahora”, de la que se hicieron eco todos los medios de comunicación.

Y en este caso también establece un paralelismo entre Chávez y Hitler, pues este usó sistemáticamente los medios de comunicación, en particular la radio. “Hoy en día el medio más poderoso es la TV y Chávez lo utilizó como su parlamento particular”.

Sobre la relación de Podemos con Chávez, de quien se sostiene financió a ese incipiente partido político español, asegura Vidal que fue bidireccional.

“Los dirigentes de Podemos se sintieron satisfechos al ver cómo se destruía una democracia y se sustituía por una dictadura. No tengo la menor duda de que les encantaría hacer lo mismo en España, aunque no es tan fácil, pero se abren posibilidades con un gobierno de Frente Popular como el que se negocia con el PSOE”.

Vidal vaticina que, de prosperar estas alianzas políticas de izquierda, se puede complicar la situación de España. “Con una deuda externa que supera el 100% del PIB, España correría un serio riesgo de entrar en suspensión de pagos”, considera.

Vidal recuerda que también vaticinó, “y me quedé corto”, el triunfo de las izquierdas en las recientes elecciones municipales y comunitarias. “Vamos a tener un gobierno del Frente Popular y las consecuencias son imprevisibles”, remata.