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Morir de cama: la frágil salud de nuestros ancianos; por Samir Kabbabe

Por Samir Kabbabe | 13 de marzo, 2015

Morir de cama; por Samir Kabbabe

Dicen que “cama, caída, catarro y cagueta” son las causas que con mayor frecuencia provocan la muerte de los ancianos frágiles.

No existe el encamamiento como enfermedad ni como un capítulo en los textos de medicina. Algunas enfermedades obligan a guardar cama pero, luego, son sus efectos los que inician las complicaciones que conducen a la muerte.

El anciano frágil es más susceptible a las complicaciones de guardar cama. Tiene menor reserva funcional de sus órganos y sistemas. Su equilibrio (u homeostasis) es lábil, débil. Su cuerpo es más susceptible a complicaciones y expresa sus síntomas y enfermedades de forma distinta que cuando tenía otras edades.

Al estar acostado durante un tiempo prolongado, los segmentos inferiores y posteriores de los pulmones no se expanden, así que se reabsorbe el aire contenido en ellos, colapsan esos segmentos pulmonares y hay menor capacidad respiratoria y predisposición a que se sumen infecciones.

Cuando el corazón bombea la sangre a un organismo horizontalizado, al incorporarse debe bombear la sangre a un cuerpo vertical. Hay receptores que captan esos cambios y activan mecanismos que conducen a un ajuste de la presión arterial. El desuso y la poca activación de los receptores provoca una pérdida de esa capacidad y por eso hay bruscas caídas de la presión arterial al incorporarse, mareos, pérdida del conocimiento, caídas y todas sus consecuencias.

Cuando se está encamado, la sangre venosa circula menos y tiende al estasis (el estancamiento de sangre en alguna parte del cuerpo). La sangre en las venas de los miembros inferiores necesita la contracción de los músculos para su movilización. Si por añadidura hay várices, se favorece la formación de coágulos o trombos que pueden liberarse en fragmentos que circulan y terminan atascando las arterias pulmonares, conduciendo al temido infarto o tromboembolismo pulmonar.

Al estar acostado se modifica la posición de la vejiga, quedando un residuo fácil de ser colonizado por bacterias. Así aparecen las infecciones urinarias que pueden ascender hasta los riñones y producir las temidas infecciones diseminadas. También los intestinos, que necesitan de la presión abdominal para movilizarse y movilizar su contenido, se paralizan y hay oclusión intestinal con paso de toxinas y bacterias al resto del organismo.

Sumado a todos estos riesgos, la piel de los sitios de apoyo (principalmente de la espalda y sobre todo la de la región sacra y los talones) es sometida a una presión continuada que dificulta la circulación sanguínea, algo que desvitaliza y macera la piel, produciéndose las escaras o úlceras de presión que se infectan y son de difícil y largo proceso de curación.

Todo este tiempo de inmovilización conduce a la anquilosis o rigidez de las articulaciones. La posición de la columna en cama ocasiona dolores de columna dorsal y lumbar. Los músculos que necesitan de su contractilidad y movimiento para matenerse se consumen por desuso, presentando calambres y pérdida de fuerza. Y los huesos, que requieren de la gravedad y de la presión, se descalcifican y se acelera la osteoporosis aumentando el riesgo de fracturas fáciles.

Todos debemos saber que cuando un anciano es encamado durante un tiempo prolongado irá apareciendo una complicación tras otra. Es cada vez más frecuente ver cómo en algunas de esas casas de reposo, convertidos en depósitos de personas de edad avanzada que más bien requieren de una asistencia estrecha, se repite el drama del anciano en cama, con dificultades respiratoria, ahogado en secreciones, incapacitado para incorporarse, rígido, con las articulaciones anquilosadas y adoloridas, consumidas sus carnes, ulcerado, llagado, con infecciones en la orina y sus excrementos estancados.

En esas condiciones de absoluta fragilidad e indefensión, incomunicados, ansiosos y deprimidos, están muchos de nuestros ancianos enfermos. Cuando en realidad su espíritu y su ánimo no lo quieren abandonar. No permitamos que ese espíritu se les evapore en una cama.

Samir Kabbabe 

Comentarios (4)

edgarvillasanar
13 de marzo, 2015

El amor, el amor es otra importantísima condición a tomar en cuenta con nuestros ancianos. Y es cierto, hay que tomar algo de nuestro tiempo para atenderlos en lo posible movilizándolos de acuerdo a la conseja médica, escuchar sus repetitivos cuentos con mucha atención, darles un profundo y gran abrazo, besarlos, mimarlos, ponerlos en contacto con sus nietos y en lo posible permitirles un placentero contacto con la naturaleza.

Ana Graciela
16 de marzo, 2015

Es una visión muy clara y profesional del drama de la vejez, ojalá tomemos conciencia y sembremos valores en nuestros hogares de amor y de respeto a nuestros ancianos

ALLAN
17 de marzo, 2015

Evitar llegar hasta allí, el jubilado o retirado que no hace nada, tirado en un sofá viendo tv todo el día y medio dormido, llega un momento que no sabe en que año, planeta, país vive, y de allí termina enfermo en la cama o en un depósito de ancianos.

LORENA GALINDO
16 de junio, 2015

Mi abuela de 102 años era una persona de excelente estado de salud, comía sola, se bañaba sola, hacía ejercicios y era mas lucida que cualquier joven, recordaba desde su infancia todo e inclusive tenía presente las fechas de vacaciones de quienes vivimos con ella…un mes le dio malestar de gripe y le afectó bastante, fue hospitalizada y esta es la hora que no le han dado de alta, es cierto que la cama los deteriora y aparecen otros diagnósticos que no conocíamos, ahora dicen que tiene cáncer, insuficiencia renal, neumomia y ella al principio en el hospital era inquieta por volver a la casa, ahora es una persona que tiene todo el cuerpo hinchado, alucina, inclusive pañales desechables usa, ya los médicos no dan nada por ella y le van a ordenar hospital en casa..esto ha sido muy triste.

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