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Lo que caracteriza a los sistemas democráticos es que no determinan de antemano quiénes son moralmente dignos de disfrutar de sus garantías y derechos, sino que acepta a cuantos asumen las reglas legales del juego político compartido. No hay demócratas “buenos”, “revolucionarios”, “aceptables” (es decir, que piensan como yo) y otros que no lo son (o sea que piensan de otro modo): sólo hay ciudadanos que asumen las reglas básicas de la democracia y a partir de ahí piensan y deciden como les parece. Precisamente la democracia sirve para eso: para que los adversarios políticos no se conviertan en enemigos de la Patria, en indeseables.
En el juego democrático nadie es indeseable. Todo el mundo es deseado. Y especialmente quienes piensan de modo disidente, porque ellos marcan los límites de la cordura de los demás.
Yo creo que hoy Venezuela necesita, además de muchas cosas materiales que lamentablemente escasean y son de primera necesidad, algo muy importante en el campo de la ideología o, si se prefiere, del espíritu. Y es una actitud íntimamente democrática, incluyente, que no deje a nadie fuera y que prefiera tolerar a desterrar.
El espíritu democrático —esto es muy importante— exige una capacidad de persuadir y una capacidad también de ser persuadido.
Quien pretende imponer sin razonar se sale del reglamento democrático; pero también cae fuera del juego democrático quien se niega a ser persuadido, quien considera una traición vergonzosa o un crimen escuchar las razones ajenas.
Quisiera para Venezuela, un país entrañable para mí y al que no deseo más que cosas buenas, una generación de demócratas capaces de exponer razones y de aceptar también razones ajenas: una generación democrática que se enorgullezca de no tener siempre y en exclusiva el monopolio de la razón, sino de reconocérsela a otros cuando sea el caso.
La democracia de los brazos abiertos, no la de los puños cerrados.
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VEA TAMBIÉN:
Más vale un mal acuerdo que un buen pleito; por Joaquín Villalobos
La tormenta perfecta; por Sergio Ramírez
Venezuela, de La Salida al Cambio; por Fernando Mires
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10 de febrero, 2015
Muy ilustrativa y pertinente,PARA EL MOMENTO HISTÓRICO QUE VIVIMOS EN VENEZUELA
10 de febrero, 2015
Gracias Sr. Eco. Una vez más nos ilumina con ideas que parecen obvias, pero que no se ven.
10 de febrero, 2015
100% de acuerdo con el profesor Fernando Savater y si se aplica con EMPATÍA mucho mejor
10 de febrero, 2015
Estas lineas me han llevado a pensar en algunos amigos que estan en los extremos absolutos de este proceso politico, hoy mas que nunca estoy convencida que solo en un proceso de cura de heridas mutuas poderemos recontruir a Venezuela, la segregacion Surafricana fue impuesta y solo con dialogo derribada, en nuetro pais, el renacimiento y el cambio pasan por aceptar las diferencias y construir entre todos.
10 de febrero, 2015
Lamentablemente, este es el punto débil de la sociedad venezolana a través de su historia, la falta de conciencia política.
13 de febrero, 2015
Gracias por esta mirada, desde afuera se mira lo de adentro. Gracias por la síntesis, como exponer en la brevedad la profundidad de nuestra carencia. Gracias por el deseo de democracia y de respeto de todas las miradas. Para la Venezuela donde todos tenemos un hogar le acompaño en su deseo por demócratas capaces de escuchar y de abrazar más allá de las pretendidas razones.
17 de febrero, 2015
Excelente artículo que nos reconcilia con el derecho a pesar diferente, a respetar siempre la opinión del otro, a vivir todos en el mismo país, a la democracia.