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Los príncipes y las princesas; por Héctor Abad Faciolince

Por Héctor Abad Faciolince | 27 de enero, 2015
Los príncipes y las princesas; por Héctor Abad Faciolince

Rey Abdalá bin Abdelaziz [1924-2015] (centro) de Arabia Saudita

Los usos orientales del matrimonio, según como se miren, pueden producir risa, rabia, desprecio, respeto o envidia. Asombro, en todo caso.

Según el libro de los Reyes, el muy prudente rey Salomón tuvo 700 esposas en calidad de reinas y 300 concubinas: “amó apasionadamente a muchas mujeres extranjeras; a la hija del Faraón, a las mujeres moabitas y ammonitas, idumeas, sidonias y heteas”. Tuvo tantas mujeres, dice la Biblia, que éstas pervirtieron su corazón, pues le gustaba complacerlas y las dejaba ofrecer sacrificios a sus dioses y no al único Dios, como quería Yavé. En el Cantar de los Cantares, un libro más moderado, se habla de menos esposas: “60 son las reinas, 80 las concubinas e innumerables las doncellitas”.

El número de hijos de estos reyes del desierto tampoco es desdeñable, como era de esperarse con tantas esposas y antes de la píldora. Dice en el libro de Paralipomenos que el rey David tuvo a Amnón, Daniel, Absalom, Adonías, Safatía y Jetraham, en Hebrón. En Jerusalén le nacieron Simmaa, Sobab, Natán y Salomón. Además, Jebaar y Elisama y Elifatet y Noge y Nefeg y Jafía, Eliada y Elifelet. Esto sin contar los hijos de mujeres de segundo orden. Y como las mujeres en esa cultura contaban algo menos, mencionan a una sola princesa: Tamar.

He estado espulgando estos datos a raíz de la muerte del rey de Arabia Saudita, Abdalá bin Abdelaziz, que en materia de matrimonios y de hijos tampoco lo hizo mal. Si bien estos asuntos matrimoniales ellos prefieren mantenerlos en la intimidad, varias fuentes fidedignas afirman que el rey Abdalá tuvo alrededor de 30 esposas. Sin embargo, como era un creyente muy respetuoso de las normas del islam, las tuvo siempre de a cuatro, nunca más. Sus 30 esposas le dieron 15 hijos varones y 20 mujeres. En total, algo menos que su padre, Abdelaziz bin Saud, que tuvo 45 hijos de 22 esposas y un número indeterminado de hijas. No crean que esto es mucho. El rey Mulay Ismail de Marruecos tuvo 550 esposas oficiales, 4.000 concubinas, 525 hijos y 342 hijas. Hay que aclarar que de todos los varones solo 32 eran príncipes.

En las últimas semanas mis artículos han recibido críticas furibundas y muy fundadas de parte de eminentes profesores locales de estudios culturales, ciencias políticas, espiritualidad y antropología. De ellos he aprendido el sumo respeto que debemos observar por las costumbres, creencias y preceptos religiosos de otras culturas. Por lo mismo no osaré hacer en este escrito ni el menor reproche a los usos y costumbres de estos países opulentos, que son sede además de los más santos lugares. Al contrario, celebro su devoción al matrimonio, sus príncipes innumerables, sus milenarias prácticas políticas y sus venerables preceptos religiosos. En Arabia Saudí los usos dinásticos ya empiezan a funcionar como un perfecto engranaje de relojería: el hermano medio del rey muerto, el novel príncipe Salman bin Abdelaziz, de tan solo 80 años, es el nuevo rey. De él se sabe que es bastante más conservador que su medio hermano, pero ignoro cuántas esposas e hijos tendrá. El príncipe Muqrin pasa a ser príncipe heredero; el príncipe Mohammad bin Nayef, segundo en la línea al trono; el príncipe Mohammad bin Salman, ministro de defensa, y así.

¿Y las princesas? Bueno, las princesas (tal como en el Libro de los Libros) se mencionan mucho menos que los príncipes. Ni siquiera se dice su número exacto y uno se pregunta (pero no quiero que vean en esto la menor crítica) si sus padres son capaces de aprenderse sus nombres —no digamos sus rostros— de memoria. Para limitarnos al último rey saudí, de él se conoce públicamente a Adila, que aboga por el derecho a conducir de las mujeres; Sahab, casada con un príncipe de Bahrein; Maryam, médica en Europa; y otras cuatro, Sahar, Maha, Hal y Jawaher, que están bajo arresto domiciliario desde hace 13 años. Tuvo otra hija, Nora, que murió en un accidente automovilístico. Cabe anotar que ella no iba manejando el carro.

Héctor Abad Faciolince 

Comentarios (2)

Rodrigo J. Mendoza T.
27 de enero, 2015

Considerando que el odio cruento entre sunníes y chiíes proviene de un conflicto de sucesión, corren graves riesgos los sauditas con este pandemonium de esposas y concubinas. Me imagino que la secuencia del débito conyugal debe estar regido por normas estrictas, si no alguna subirá al edén en estado virginal, valga la paradoja semántica.

Dana
27 de enero, 2015

Te la comiste!!! Felicitaciones y gracias de parte de esta princesa

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