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El consumo de comida rápida podría estar embotando los cerebros de los niños; por Roberto A. Ferdman

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The Washington Post News Service. El consumo de comida rápida no sólo está relacionado con un aumento en la talla del pantalón: también está conectado con una reducción significativa en los resultados en los exámenes, de acuerdo con un nuevo estudio de alcance nacional en Estados Unidos.

Investigadores de la Universidad Estatal de Ohio usaron información de una muestra representativa de unos 11.700 niños para medir cómo la comida rápida puede afectar su desempeño en clases. El estudio midió cuánta comida rápida estaban consumiendo los niños cuando tenían 10 años y luego compararon sus niveles de consumo con los resultados de las pruebas de lectura, matemática y ciencia tres años más tarde.

Lo que descubrieron fue que incluso pequeños incrementos en la frecuencia con la que los estudiantes consumían comida rápida estaban asociados con resultados académicos más pobres. Los consumidores habituales de comida rápida —aquellos que la comían diariamente— tuvieron “resultados en las pruebas de hasta 20% por debajo de aquellos que no consumían comida rápida”.

La conexión se mantuvo después de que los investigadores tomaron en cuenta más de una docena de factores sobre los hábitos de los niños, además de los escenarios que podrían haber contribuido a la asociación entre el consumo de comida rápida y un desempeño académico más pobre, incluyendo estado físico, hábitos alimenticios más amplios, estatus socioeconómico y las características tanto de sus vecindarios como de sus escuelas.

“Nuestros resultados mostraron asociaciones claras y consistentes entre el consumo de comida rápida durante el 5to grado de escolaridad y el crecimiento académico entre el 5to y 8vo grado”, escribieron los investigadores. “Estos resultados proveen evidencia inicial de que el consumo de comida rápida está asociado con resultados académicos perjudiciales entre los niños”.

Más de una mitad de los estudiantes, según observaron los investigadores, comieron comida rápida entre una y tres veces a la semana, y cerca de tres cuartos de ellos comieron comida rápida al menos una vez a la semana. “El consumo de comida rápida fue bastante alto entre estos estudiantes”, según afirmó Kelly Purtell, autor principal del estudio, en una declaración.

Aunque el estudio observó los hábitos alimenticios de los niños en 2004, y por consiguiente podría apuntar a niveles de consumo de comida rápida que ya no son representativos de las tendencias actuales, hay razones para creer que la situación ha cambiado poco. Cerca de un tercio de los niños estadounidenses entre las edades de 2 y 11 años —y cerca de la mitad de aquellos entre 12 y 19 años— comen o beben algo de un restaurante de comida rápida cada día, de acuerdo con un estudio de 2008. Y la comida rápida todavía representa un 13% del total de las calorías consumidas por niños y adolescentes de Estados Unidos con edades entre los 2 y los 18 años.

Por cuáles razones exactas la comida rápida podría estar embotando los cerebros de los niños todavía no está claro. Un estudio llevado a cabo el año pasado mostró que nutrientes como el hierro, el cual puede estar ausente en la comida rápida, son esenciales para el desarrollo del cerebro de un niño. Además, las dietas altas en grasas y colesterol también han sido conectadas con una memoria más débil.

Purtell es cuidadoso al apuntar que, aunque podría existir una fuerte sugerencia de que alimentar a los niños con comida rápida afecta negativamente su desempeño académico, el estudio carece de una conexión causal definitiva. Aunque su equipo no puede probar que la dieta fue lo que causó los resultados más bajos en las pruebas, el grupo de investigadores insiste en que el consumo de comida rápida ayuda a explicar al menos una parte de la brecha de desempeño entre los estudiantes.

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