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Negociar con el terrorismo; por Héctor Abad Faciolince

Negociar con el terrorismo, por Héctor Abad 640

En el 2005 un tuit al estilo Uribe podría haber sonado así: “Mientras Pte Uribe negocia futuro país con narcoterroristas de la Auc, paramilitares masacran niños en La Resbalosa”.

En efecto, cuando el presidente Uribe estaba negociando con los terroristas de las Auc, los paramilitares siguieron cometiendo sus masacres, incluso durante su supuesta concentración en Ralito. Luis Carlos Restrepo no se paró de la mesa nunca, por muchos muertos que hubiera, y menos cuando las autodefensas mataron al profesor Alfredo Correa de Andreis (con el apoyo de los “buenos muchachos” del DAS). Los energúmenos del Centro Democrático, que ponen el grito en el cielo porque Santos está negociando con el secuestrador Timochenko, no daban ni un trino cuando Uribe negociaba con el masacrador Castaño. Una de dos: o han hecho mal ambos (Uribe y Santos) al negociar con terroristas y al no levantarse de la mesa ni siquiera después de crímenes macabros; o han hecho bien los dos al obstinarse en negociar con terroristas para, precisamente, sacarlos del terrorismo y traerlos a la vida civil.

Yo defiendo la segunda afirmación: hizo bien Uribe al negociar con los terroristas de las Auc y hace bien Santos al negociar con los terroristas de las Farc. Es más: apoyé en su momento (con gran furia de cierta izquierda que me acusaba de ser cómplice de los asesinos de mi padre) la negociación con los narcoterroristas paramilitares. Uso a propósito la palabra “narcoterroristas”, pues no sólo tiene en ambos casos parte de verdad (las Farc y las Auc han traficado con cocaína y usado el terror), sino que es el léxico que prefieren los antagonistas al proceso de paz. También Menahem Begin, que llegó a ser primer ministro de Israel, fue integrante del grupo terrorista Irgun (que puso bombas y mató civiles). Y Nelson Mandela perteneció a un grupo también definido terrorista, el CNA, que mató civiles y militares en Sudáfrica. En fin, si el derechista Begin y el izquierdista Mandela fueron definidos terroristas y luego hombres de Estado, también los integrantes de las Auc y de las Farc pueden pasar por ese proceso de metamorfosis. Por mí que nunca lleguen a ser hombres de Estado, pero que al menos dejen de ser terroristas.

Dicen quienes atacan el actual proceso de paz que los cabecillas de las Auc están presos en Estados Unidos. No todos, y en todo caso la extradición se dio cuando a estos se les soltó la lengua para contar verdades que el Gobierno consideraba mejor no ventilar (la complicidad de políticos, terratenientes y empresarios del agro con las Auc). Lo cierto es que el grueso de los terroristas paramilitares fueron perdonados y están libres, algunos reintegrados a la vida legal y otros reincidiendo en el crimen. Catorce extraditados no nos van a hacer olvidar a casi 30.000 desmovilizados libres, incluyendo muchos narcos, que fueron perdonados y gozan de total impunidad. Pero, pese a esa falta de justicia, la violencia en Colombia disminuyó gracias a la desmovilización y al arreglo con los paramilitares. Con ellos la negociación (tres años) fue más fácil pues su ideología no era tan distante de la del Gobierno: defensa de la gran propiedad en el campo sin interferencia de campesinos rebeldes y mucho menos de grupos terroristas ilegales como las Farc.

Con las Farc ha sido más difícil, pero el proceso avanza. Y si se cumple la promesa de soltar a los militares secuestrados, este solo hecho demostraría que las negociaciones de paz sirven para algo. En tiempos de Uribe, año 2003, cuando el gobernador Gaviria y el asesor de paz Gilberto Echeverri Mejía (junto con ocho militares) estaban secuestrados, lo único que pudo hacer el Gobierno fue organizar un rescate chambón en el que los secuestradores de las Farc mataron a los rehenes y el Ejército no pudo apresar a ningún secuestrador. Hoy, con el método del diálogo, es posible que estos secuestrados estén pronto en sus casas mientras en La Habana, como debe ser, sigue la negociación.