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Eduardo Sánchez Rugeles: Nunca antes se había mencionado tanto la palabra “Maiquetía”; por Ángel Arellano

Eduardo Sánchez Rugeles Nunca antes se había mencionado tanto la palabra Maiquetía 640

El ruido de una guitarra eléctrica sin efectos ni distorsiones acompasa un guión que cumple poco. “Las luces”, el sencillo que ha destacado en emisoras regionales, nacionales y en festivales musicales venezolanos, sirve de sonoro telón de fondo. Los acordes de la velada son puestos por Buenaparte, una banda portocruzana cuyas dos producciones discográficas, La caída de Lucy y Estoy de paso, han irrumpido con fuerza.

Sobre la tarima hay una dupla extraña, dos sectores distintos. Nelson Castro, vocalista de Buenaparte, a la izquierda, y Eduardo Sánchez Rugeles, el prolífico escritor caraqueño, se acomodan para dar inicio a un encuentro entre el rock y la literatura.

La sala está llena. Casa Duo, un acogedor lugar para la cultura, la irreverencia, la expresión y el arte, está colmado de jóvenes y apenas salpicado por algunos adultos curiosos que persiguen escuchar al autor de Blue Label/Etiqueta Azul, Transilvania Unplugged, Los desterrados, Jezabel, Liubliana y Julián. Este último libro, su más reciente trabajo, sirvió como excusa de la visita de Rugeles a Lechería y Puerto La Cruz, tierras que, como él mismo aseguró, no le son extrañas.

Letras de Joaquín Sabina, anécdotas de la infancia, narraciones imaginadas que nunca llegaron al papel, desamores que fueron pretexto de historias exitosas y el sonido tras la inspiración fueron temas recurrentes. Rugeles decidió abrirse camino en una improvisada charla durante casi dos horas. Al autor se le da más la escritura que el micrófono. No escondió sus nervios. Los pies permanecieron cruzados en una suerte de confort que buscaba calmar la ansiedad provocada por las luces y la presión de un público que no le quitó la mirada de encima.

La obra de Sánchez Rugeles ha encantado a miles de lectores jóvenes. Blue Label/Etiqueta Azul y Liubliana han sido las novelas más compradas, las más queridas. En la primera, una redacción femenina en primera persona relata una travesía confundida con un amor imposible. Los protagonistas son adolescentes, los mismos que se han convertido en su público más fiel desde su inicio. La segunda requirió más trabajo y tesón. Redacción diaria, matutina, nocturna, insomnios de ida y vuelta. Fue el ejercicio que más realización profesional ha traído a este caraqueño quien, aunque no tiene maestría en el conocimiento de la geografía nacional, pudo ambientar parte de su historia en Eslovenia, con la bendición de una suerte inesperada que permitió la publicación del libro traducido a ese singular idioma que es el esloveno.

“No me gusta encariñarme con los personajes. Prefiero tener una relación profesional con ellos (…) pero particularmente a Eugenia Blanc, la protagonista de Etiqueta Azul, y con Julián (protagonista de su última novela), los quise mucho, los quiero, les tengo mucho cariño”. Los textos ponen a prueba la memoria del novelista. No se desprenden. Lo acompañan en esta presentación poco usual. “Lo mejor para desentenderse de una historia que ya cerraste, con la que te quedaste un poco afectado por su contenido, por su trama, por sus personajes, es ponerte a trabajar inmediatamente en otra historia”.

La erótica y la sexualidad son matices recurrentes. Se abordan a raíz de una pregunta atrevida emanada del público. Es respondida con el ejemplo de la historia de amor en Liubliana: “Hay una estructura, es una línea muy gradual, y la quise presentar de esa manera. Se pasa de la amistad, al romanticismo, al erotismo, al morbo, a la pornografía, a la derrota y a la caída. Se llega al tope de la exploración de lo físico, de lo sentimental, de lo carnal, y ellos (los personajes) caen”.

En las novelas de Sánchez Rugeles las despedidas tienen un papel central. Reniega del calificativo de “narrador del exilio”, otorgado por cierta crítica. Considera el destierro un fenómeno vigente, que gravita en la sociedad venezolana. Una realidad presente, constante:

“Yo no creo que sea algo meramente mío. No es una cosa personal. No es que a mí se me ocurrió y me parece muy divertido. Creo que es un fenómeno real, algo que podemos ver. Nunca antes se había mencionado tanto la palabra ‘Maiquetía’. Es simplemente una situación que yo noté, un fenómeno que nos está pasando, que nos afecta como sociedad. Y mi trabajo como escritor es simplemente registrar, contar las historias que están ligadas a la despedida, al abandono de la nación”.

Eduardo Sánchez Rugeles hace apuestas a la juventud, sus lectores más devotos de los asistentes de la función y quienes han colmado primeras páginas en el mundo con la tensa situación de protestas en febrero de 2014: “Considero profundamente necesario y valioso que la juventud contemporánea sea inconforme, porque conformarse con lo que tenemos es aspirar a muy poco. Hay que aspirar a un mundo mejor, a una ciudad mejor, a un país mejor”.

Venezuela se abrió paso como tema. Es una preocupación unánime, un desvelo que involucra a quienes están aquí y allá. Vivir en Madrid, con el Atlántico separando sus dos casas, la vigente y la de siempre, no ha impedido la reflexión sobre cómo salir del atolladero. Eduardo arroja luz desde la irreverencia: “Tengo la certeza, y para eso me ayuda estar fuera porque lo veo mejor… lo veo con claridad, de que la lucha en Venezuela se está dando desde la cultura. En los espacios desde los libros, los libreros, las librerías, las editoriales, los músicos, los narradores, las poetas. No hay ninguna ley que te pueda censurar la inconformidad y eso es maravilloso”.