Artes

“La Gran Sabana fue un salvavidas para mí” // Una entrevista a Carmen Elías de ‘La distancia más larga’

Por Leonardo Angulo | 13 de noviembre, 2014

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“La Gran Sabana fue como un salvavidas para mi”. Entrevista a Carme Elías; por Leonardo Angulo 640

Fotografía de Elisa Cardona

Antes de que siquiera Carmen Elías tomara un avión de vuelta  a Venezuela, la directora de La distancia más larga, Claudia Pinto, decía que sólo con contar en su película con esos ojos, con ese rostro, era un lujo. Y estaba en lo cierto.

Como casi todos los que saltan el continente, al llegar a Venezuela la ganadora del Goya en 2009 acusaba un cansancio víctima de un jet lag de casi cinco horas. Sin embargo, parece ser que a veces la belleza de una sonrisa es inmune a la fatiga.

Aunque Carmen Elías ha tocado todas las manifestaciones histriónicas posibles, es inevitable que irradie una predilecta pasión silenciosa por el telón y las tablas. “Hago mucho teatro, siempre que puedo y cuando hay textos interesantes. Lo que me parece maravilloso es que tienes que implicarte a tope porque de lo contrario, no sale, no ocurre nada. Allí siempre tienes que estar implicado y eso significa estarlo todo el tiempo. Todos los días pasan cosas distintas y tienes que estar abierto un poco a que pasen. Hacer este tipo de salto mortal, estás en la cuerda floja. Puede salir mejor o peor pero siempre vas a ser auténtica”.

Su atracción ineludible por las tablas es generada por la rebeldía que le imprime la proximidad con el público. “El asunto es no instalarte en el confort, sino arriesgarte, dejarte sentir, que penetren las cosas y el espectador contigo. Porque algunos son distantes y otros entregados, pero eso depende también de lo que se genera”.

La duda se imprime desde las percepciones. En Carmen, dentro de la actuación, todo vale: “El cuerpo juega siempre, incluso en el cine. Por ejemplo: en La distancia más larga el trabajo con el cuerpo era muy potente, porque tenía que estar siempre repleta de enfermedad, de cansancio, de falta de energía. Y eso, al final, requiere también una labor muy especial que es muy difícil de hacer”.

Hubo ocasiones, como ha confesado antes, en las que el personaje no se le separa y tiene que llevárselo a casa como un peso muerto. “La ventaja es que en el teatro esto dura una hora y media, o lo que sea, pero siempre que salgo del escenario lo hago eufórica. Yo como actriz, con cualquier papel, me quedo cargada. Siento como una resaca que se pasa al cabo de un rato”.

Al preguntarle si esto le pasó con Martina, su personaje en La distancia más larga, recuerda esa belleza del cine que le había devuelto su interpretación en Camino y que ahora retoma con la directora Claudia Pinto. “Con actuaciones así, de largo recorrido en una película, tienes que lograr una gran preparación. Con ellas algo se te va calando muy hondamente. Sientes algo único y distinto. Martina está en un proceso de vida que la lleva a querer ir al lugar donde vivió la experiencia más bonita de su vida y donde tiene que replantearse, dejando atrás el pasado para ir a buscar ese futuro que perdió y de ahí encontrar la paz. Y entre una y otra caracterización fueron muy distintos los procesos”.

Habla del séptimo arte más allá de la naturaleza y se conmueve, una y otra vez, cuando ve el filme en el que participó. “Como actriz, puedo percibir que hay momentos de la película que me emocionan y no sé porque. Sé que eso se lo debo al paisaje y a cómo lo supieron retratar las personas que estaban ahí. Porque eso puedes tenerlo y no saber cómo manejarlo. Teníamos un equipo de profesionales maravillosos”.

Sin embargo, en la propia piel de la actriz, el paisaje significó algo más que la locación: fue un disparador que decantó una sensibilidad inevitable. “Cada vez que me hablan de la naturaleza me pongo a llorar. Me emociona profundamente, porque Claudia jugaba con el paisaje como desde el interior de cada uno de nosotros. En ese aspecto yo estaba en una situación muy frágil: el cansancio físico más el estado emocional de los personajes. En momentos en los que estaba vacía y con ganas de huir, veía el paisaje y me decía Soy Martina, y era como entrar otra vez en ella. Para mí, ese lugar era como estar en un naufragio con un salvavidas al lado al cual te agarras fervientemente para no ahogarte”.

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La distancia más larga, la road-movie ganadora del premio Glauber Rocha, es la ópera prima de la directora venezolana Claudia Pinto Emperador. Retrata la historia de Lucas, un niño que hace un viaje desde Caracas hasta la Gran Sabana en busca de su abuela Martina. Allí ambos aprenderán que la vida es un territorio de posibilidades y elecciones, donde lo que en realidad importa es eso que cada quien pueda elegir.

Leonardo Angulo Puede seguirlo a través de @nardoleptico

Comentarios (1)

Blanca Tamalia Marquez
13 de noviembre, 2014

Perfecta filmación en un lugar tan mágico y maravilloso como la Gran Sabana

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