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Vasco Szinetar: el hombre de las ‘Selfies’; por Laura García

Esta entrevista de Laura García a Vasco Szinetar, fue publicada el 11 de septiembre en el portal Las2Orillas y ha sido cedida amablemente por su autora para los lectores de Prodavinci. Para conocer más sobre el trabajo reciente de Szinetar puede ver el video sobre la exposición Cuerpo de exilio.

Por Laura García | 16 de septiembre, 2014

Material cedido exclusivamente para prodavinci 640

Muchos años antes de que las ‘selfies’ se pusieran de moda y fueran muy populares, un fotógrafo venezolano, Vasco Szinetar, ya se había tomado miles de ellas con grandes músicos, poetas, novelistas, filósofos, intelectuales, pensadores, mimos, actores, políticos, en una técnica simple pero de metodología compleja: el fotógrafo y el personaje frente al espejo. Digo que la metodología es compleja porque no debe ser fácil convencer a un Émile Cioran que pose frente a un espejo —y recordemos que la mayoría de los espejos están en los cuartos de baño— con un fotógrafo alegre y dicharachero. ¿Cómo lo habrá hecho Vasco? «¿Emile, acompáñame al espejo de tu baño para una foto?»… En su maravilloso cuento “Tlön, Uqbar, Orbis, Tertius”, Borges escribió: «Los espejos y la paternidad son abominables porque lo multiplican y lo divulgan». Sí, ese mismo Borges que se plantó frente a un espejo, al lado de Vasco para posar en uno de sus mejores autorretratos.

Hoy es 19 de Febrero (de 2014). Quiero conversar con Vasco y lo consigo a pesar de ser este uno de los peores días de Venezuela… A pesar de haber sido este mes, febrero, uno de los más difíciles de Venezuela. Aun así, Vasco me saluda con una gran sonrisa y una amabilidad y calidez que lo acompañan siempre, no solo en esta entrevista. De fondo puedo ver la cotidianidad de su vida, su living, a su esposa que de repente aparece fugazmente por ahí. Es como si me hubiese invitado a entrar en su casa.

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Jorge Luis Borges

escaleras ojos tapados

¿Cómo estás, Vasco? No quería comenzar hablando de esto, pero es inevitable… ¿Cómo anda todo por Venezuela?
Este es un momento de gran incertidumbre. El país está como un poco congelado. Como esa sensación de preámbulo a grandes acontecimientos.Venezuela está ahorita viviendo un momento sumamente importante, sumamente complejo, donde la oposición ha venido construyendo un escenario cada vez más sólido, independientemente de que a veces se pueda pensar que no es cierto. Pero la construcción de los partidos, la construcción de ese tejido social no es cuestión de un día y eso se ha venido realizando de una manera tenaz. Cada día tenemos partidos democráticos que luchan, que construyen una nueva alternativa. Ahorita estamos en un punto de inflexión, con grandes incertidumbres, tanto para la oposición democrática como para el gobierno, porque el gobierno tiene a cuestas quince años de gestión con un desastre económico, con una disolución de las instituciones, con un deterioro del aparato institucional, del aparato económico… entonces la situación no es fácil, porque además vivimos en una sociedad con sentimientos muy contenidos, de mucha complejidad, de mucho dolor, de mucha violencia. Hay que tener una gran sabiduría para tener una salida de encuentro de todos los venezolanos.

¿Fuiste a la marcha en apoyo a Leopoldo López?
Fui a la marcha de Leopoldo López. Una marcha sumamente importante. Voy a ir a una marcha el próximo sábado que convoca la mesa de la unidad democrática. Interactúo por la red. No estoy vinculado a ningún partido, pero estoy vinculado al tejido cultural de este país.

¿Cómo afecta al trabajo artístico el momento actual que vive Venezuela?
Bueno, en este momento de manera sustantiva, porque todo el ciudadano venezolano está concentrado en el devenir histórico, pero este devenir histórico está también vinculado a una situación deterioro. A qué me refiero: de repente tú pasas un tiempo sumamente precioso en una cola para conseguir unas cosas importantes que tienes que llevar a la casa y te das cuenta de que esto es un guión… el socialismo utiliza la pobreza institucionalizada, igualizada, como una forma de control y dominio y lleva al individuo a ocuparse exclusivamente de cómo sobrevivir en el hecho cotidiano. De todas maneras estamos trabajando, ¿qué quiere decir esto?, que yo doy clases de fotografía, trabajo en revistas, trabajo en mi archivo y en mi trabajo personal. Ahorita estoy planificando otros proyectos. Uno se las ingenia. Porque una de las formas de resistencia es conservar el espacio privado, el espacio propio, no podemos resistir si no nos colocamos nosotros como centro fundamental de nuestra propia actividad. Todo ciudadano que produzca una actividad propia es un ciudadano que resiste el totalitarismo y que resiste la ida hegemónica sobre la sociedad.

Se puede decir que ahora estás en la resistencia…
¡Todos los ciudadanos venezolanos! El empresario que pone un negocio. El que hace cosas a pesar de toda esta intención de quebrar tu espacio privado, tu cotidianidad, tu forma importante de ser creativo… Eso es democracia; eso es defender sus espacios propios.

Hablemos de tu obra más reciente. Tengo noticias de dos exposiciones: «Cuerpo de exilio» y «El ojo en vilo». También sé que «Cuerpo del exilio» tiene su origen en el tiempo que estuviste exiliado en Bogotá.
Fíjate lo siguiente… Yo estaba incorporado a un proyecto de Fundación para la Cultura Urbana, que era una fundación que pertenecía a uno de los grupos más importantes del país, Econoinvest, casa de bolsa. Esa casa de bolsa fue tomada por el gobierno de manera arbitraria, de manera violenta. Yo pertenecía al a junta directiva de la FUPCU que era el espacio cultural de ese grupo, y además llevaba la colección de fotografía junto con William Niño Araque, uno de los intelectuales, arquitectos, más importantes que tuvo este país en el sentido de amor a la ciudad. Tuvimos que salir en tres horas de Venezuela. ¿Por qué? Porque estábamos en peligro de ser detenidos de manera arbitraria. Nosotros fuimos mencionados en un ‘Aló Presidente’; en un video en donde el presidente Chávez nos catalogó de delincuentes, de ladrones de obras de arte. Entonces salí para Colombia. Yo con Colombia tengo una relación entrañable de hace casi cuarenta años, desde el año ‘79, que inicié mi acercamiento a Colombia, que siempre ha sido una relación afectiva, amorosa.

“El exilio es la imposibilidad de volver a la patria. No es un viaje. No es turismo. Yo, como artista, como fotógrafo, como creador, venía trabajando los espacios privados, en el transcurso de mi desarrollo como artista, una obra que no es muy conocida en donde yo recupero la memoria familiar, la vida personal, autobiográfica, utilizándome a mí como un referente. Estando allá en Bogotá, y ensamblando esas preocupaciones, esa necesidad de búsqueda formal y viviendo lo que estaba viviendo. Entonces empecé a retratarme en el espacio en donde yo estaba, que era un apart-hotel; empecé a retratarme con unas imágenes que terminaron siendo unas imágenes sumamente particulares, dolorosas, donde había un personaje que siempre estaba con los ojos cerrados.

Emil Cioran

Emil Cioran

Porque al final me di cuenta que el tema no era yo, y era yo a la vez, pero era sobre todo el tema del exilio, de ese personaje violentamente expulsado de su vientre materno que es la patria, que es el país, que es el territorio donde ha construido su infancia y su vida. Entonces empecé a construir una serie de imágenes en el cuarto, en ese espacio pequeño atemporal. En un momento dado se me iluminó la estructura del discurso y entonces entendí que había que ensamblar esas imágenes y empecé a construir. Yo tenía un banco de imágenes mío y empecé a utilizar esas imágenes anteriores para construir otras imágenes nuevas;  a tomar esas imágenes que me permitieran ir construyendo el discurso que yo quería expresar.

Por eso se ven tus piernas y una carretera… tu mano y tu habitación…
Debo decir, primero, que tengo una influencia del cine. Yo soy una persona que viene del cine inicialmente y que tengo unos referentes también culturales, como todos nosotros, como todos los seres humanos, todos tenemos una historia particular y que se expresa en nuestra miradas estéticas, en nuestros gustos, en nuestros amores, en nuestras vidas, y yo descubro un tono que tiene que ver un poco con esa luz con esa cosa de Wim Wenders. De París Texas, de El amigo americano, y de repente de ciertos poetas. Uno va acumulando imágenes, frases de poemas, fragmentos de poemas, y al final uno es una construcción de todas esas cosas que se van adhiriendo al cuerpo del discurso.

En «El ojo en vilo» ya no te ves a ti, sino que ves a otros. Retratos de otros artistas.
En relación a “El ojo en vilo” que inicialmente se llamaba “La mirada” —y yo creo que el nombre es “La mirada”—, es una reflexión sobre la mirada del artista. Qué mira el artista cuando ve, ¿hacia dóndemira?, ¿mira hacia sí mismo?, ¿hacia el propio laberinto?, ¿hacia sus fantasmas?, ¿o mira la realidad?, ¿qué es la realidad?, ¿lo que está afuera o lo que está adentro? Entonces allí yo incorporo la imagen de ese artista que mira. Por eso invité a artistas visuales. Porque los artistas visuales trabajan con la mirada. Los seres humanos trabajamos con la mirada, pero los artistas visuales son más específicos.

Porque la mirada es su principal herramienta de trabajo…
Claro. Entonces coloco dos imágenes. O sea, dos formas de mirar. Primero, en la nave central, el artista se está tapando los ojos, o está con los ojos cerrados. Hay dos actitudes, una actitud mucho más proactiva que es taparse los ojos, y la otra los ojos cerrados; y a los lados la imagen del artista viéndose a sí mismo. Recuerda que las imágenes son capas, capas que expresan una historia arqueológica. Es como si tú hicieras un corte en la tierra, ves todas las capas. Lo que se ve al final es la grama. Pero al final de la grama hay un universo maravilloso de historias múltiples y antiguas y allí tú puedes de repente ver la muerte también. Porque cuando tú cierras los ojos de alguna manera te entregas al infinito. Hay imágenes allí que me recuerdan a la Ofelia ahogada en el río con los ojos cerrados… Entonces todas estas imágenes cohabitan y reverberan en el discurso.

¿Y los retratados podían decidir si taparse los ojos o cerrarlos?
No. Este es un trabajo conceptual que tiene un director de escena, que es un “dictador”; entonces yo les digo: cierren los ojos, tápense los ojos, y después, en la soledad de la computadora, escojo cual es la imagen más lograda, cual es la imagen que interpreta de manera más cercana lo que la relación de los dos en esa imagen produce.

Allen Ginsberg

Allen Ginsberg

 

El momento en el que estás fotografiando al personaje es breve, a lo mejor el encuentro es breve, pero  ¿igual se crea un vínculo?
La naturaleza del retrato es un intercambio instantáneo de dos historias que se cuentan, la historia del fotógrafo y la historia del retratado.

Hablemos sobre tu trabajo más famoso, la serie “frente al espejo”…
Desde pequeño he tenido una vocación de retratarme a mí, de verme a mí, entonces el espejo está ligado a esa histórica relación de verse a sí mismo. Y en un momento dado hice la conexión, como artista, con la posibilidad de darle continente a esa necesidad de historiar mi paso por el mundo. Es mi desplazamiento hacia la muerte. Porque desde que uno nace  se está preparando, se está construyendo para morir. Entonces el azar hizo posible en algún momento que yo descubriera la forma del espejo como un instrumento para recorrer el tiempo que me tocó vivir en el mundo, en la tierra.

Un mundo además asociado a la cultura. También muchos de estos personajes envejecieron en esos retratos…
Hay como una admiración infantil hacia esos personajes. No tengo interés de ser amigo de ellos. Es el instante. El placer del encuentro con ese personaje que representa el ideal de trascendencia, ¿me entiendes? Ellos tienen un instrumento para sobrevivir que es la palabra, entonces de alguna manera son dioses porque son capaces de construir el mundo a través de las palabras, y yo me adscribo, yo quiero arroparme con la palabra, como una   metáfora de dios.

Marcel Marceau

Marcel Marceau

¿Cómo fueron tus inicios en la fotografía?… porque hace un rato atrás me dijiste que venías del cine…
Fijate, yo a los trece años hacía fotografía. Y en ese proyecto llegué a los 18 años, a los 20 quería irme al exterior y en mi generación estaba de moda ser cineasta, era como muy exquisito y conseguí una beca con mi esposa de aquella época para Polonia y me fui a estudiar cine y terminé en Londres. Hacía fotografías pero todavía no entendía el tema de la fotografía, me parecía que era menor ser fotógrafo. Ser cineasta tenía un glamour extraordinario y yo era un gran veedor de cine pero además uno siempre quiere ser el muchacho de las películas y en esa época el muchacho de las películas era cineasta. Cuando yo terminé mis estudios me vine a Venezuela divorciado, solo, y empecé a hacer documentales, asistencia de dirección, montaje y empecé a retratar por admiración a los escritores y empecé a publicar una que otra foto en los periódicos. Y bueno, llegó un momento en que me fui ganando la vida retratando a los escritores y llegué a un momento que me pregunté: ¿qué es lo que yo soy?,¿qué es lo que yo hago?, ¡esto es lo que yo hago! Y fue maravilloso, porque me permitió asumirme como lo que yo soy y seré: fotógrafo, además de otras cosas, claro, amante de mi mujer, padre, gestor cultural, editor, miles de cosas, pero tengo una energía sumamente sólida de fotógrafo.

¿En qué año fue este descubrimiento?
Comienzo de los 80, el 82, más o menos. Fue un proceso lento en el que yo hacía mucha fotografía y de repente me paré y dije: «bueno, ¡momentico!, lo que yo soy es fotógrafo» y me incorporé al mundo de la fotografía. Siempre he sido un outsider, en el sentido en que he hecho muchas cosas: he dirigido museos, galerías, he sido director de fotografía de revistas, soy un artista, además, porque nunca he dejado de expresarme en términos del arte: pinto, tengo cinco libros de poesía escritos….

¿Escribes todavía poesía?
Siempre he escrito. He publicado cada 10 años un libro. He pertenecido a los grupos literarios importantes aquí…

¿Cómo describirías tu poesía?
Participé mucho en talleres literarios y la poesía mía es una poesía muy depurada, muy limpia, en el sentido de yo trabajo mucho con la imagen. Es una poesía que recoge de alguna forma la experiencia de la poesía italiana de Ungaretti, de los poetas italianos donde la imagen tiene un centro importante y me ha gustado mucho el trabajo con el lenguaje, la limpieza, la obsesión por depurar el poema de cosas accesoria, de adjetivos, sino que sea lo más limpio posible.

Cuéntame alguna dificultad que hayas tenido como fotógrafo…
La dificultad es el escenario natural de la creación. Siempre vas a tener todas las dificultades y todas las facilidades. Hoy hice una foto y es un forcejeo. Por ejemplo, hace poco tenía que hacer una foto de una chef. Bueno, cómo conciliar la exigencia del periódico, la exigencia mía, la exigencia de esa mujer bella que quiere sentirse más bella todavía. El trabajo, cuando uno está vivo, siempre va a tener dificultades y eso es lo maravilloso, porque si no, seríamos dioses y no tendríamos más nunca dificultades en el mundo.

¿Y anécdotas?
Bueno, fíjate una cosa: yo tengo una foto con Marcel Marceau. Yo lo llevé y empecé a hacer mis  autorretratos en el espejo y llegó un momento en que él construyó la foto. Él me dijo «voy a poner la mano acá»… Y aparece la mano. De repente Marceau me dice: «oye pero tú puedes ser mimo». Él entendió que ese era un espacio para la mímica y para el juego. Entonces lo maravilloso es que el trabajo de uno es una propuesta para que el otro participe, pero participar quiere decir que cada quien participa con lo que lleva a cuestas. Lo que lleva a cuestas puede ser muy lúdico y muy gracioso o muy serio: todos andamos en el mundo con nuestro paquete encima.

Jorge Franco

Jorge Franco

 

¿Cuándo empiezas a ser gestor cultural también?
Yo vengo de una familia de políticos y de intelectuales y, además, participé activamente de joven en la política, en la izquierda venezolana. Mi familia ha tenido grandes personajes en el mundo de la cultura y de la política, tienen héroes. Uno de esos héroes es un tío mío que fue el iniciador del movimiento guerrillero venezolano: Argimiro Gabaldón. Entonces, de esa cosa política también nace la idea de gestionar, porque el político es un gestor y eso me llevó a mí también a involucrarme en el ámbito de gestionar proyectos, espacios, y me metí también en el ámbito de la cultura. No he sido solamente un fotógrafo porque como fotógrafo y retratista también manejo un universo de vínculos y de relaciones muy grandes y puedo poner a disposición ese conocimiento, esas relaciones, para facilitar muchas cosas. Ser gestor cultural me dio la oportunidad de aprender muchas cosas, pero también es sacrificado, porque cuando estuve dirigiendo un museo me tuve que restringir éticamente para demostrar mi trabajo, ¿me entiendes?, porque no podía ser juez y parte.  Y así llegué a la Fundación de Fotografía Urbana: es un archivo único en la memoria del país que da testimonio de la fotografía urbana desde el daguerrotipo hasta la fotografía contemporánea, además tiene en su haber un registro de la fotografía privada como álbumes familiares.

Me acabas de contar que militaste en el partido comunista, que tu padre fue uno de los  fundadores del partido comunista venezolano, ¿qué te hizo cambiar de ideas políticas?
Fíjate lo siguiente. Esto es viejo. Yo entendí en el año ’70 que el comunismo era un proyecto totalitario. Mis hermanos estudiaron en Moscú, yo estudié en un país comunista. He sido un gran lector toda la experiencia comunista. Conozco el horror que es el comunismo. Conozco de qué se trata. En Venezuela es una mezcla de totalitarismo y militarismo. Es la tradición hegemónica militar que ha habido en Latinoamérica que coincide con la visión totalitaria de los comunistas. Como pasó en el Perú. Como ha pasado en otros países. Yo fui a Cuba invitado a la primera Bienal de La Habana y después fui a hacer un reportaje por vía independiente sobre la vieja noche cubana y después no volví más porque me pareció el horror. No quería participar de turista. Más allá de eso, yo entiendo que como fotógrafo yo tengo la obligación de registrar esa realidad y cuando me tocó retratar a Fidel Castro, lo retraté. Pero como fotógrafo yo lo que tengo es la obligación de dar el espacio para que el otro se exprese. Yo no estoy interesado en hacer la crítica de nadie. Soy un intermediario entre esa realidad y los demás. También entiendo que el fotógrafo tiene la obligación de registrar la historia. Y no juzgar. Quienes juzgan son los otros. Uno da la información como es. Yo no puedo llegar a hacerte una foto pa’ joderte, por ejemplo, yo tengo que hacerte una foto respetuosa. El otro es el que juzgará porque al final tú te vas a expresar en ese espacio que yo te he dado. Lo que tú eres va a salir independientemente que yo manipule para hacerte a ti que tu rostro diga lo que yo quiero que diga.

¿El artista debe estar comprometido políticamente? ¿o crees que el arte va por un lado y el compromiso político por otro?
No, son dos cosas diferentes. Fíjate algo. Yo, en mi oficio soy un registrador de la sociedad y de la realidad, pero yo como ciudadano tengo un compromiso, lo que es diferente. Yo como ciudadano tengo unas opiniones y me responsabilizo de mis opiniones. Un artista tiene su obra y como ciudadano vive en una sociedad. Él asumirá un compromiso o no. Yo asumo mi compromiso y tengo unas opiniones y si esas opiniones me pasan factura, bueno, esa es mi decisión. Como ciudadanos todos tenemos un espacio en la sociedad y unas opiniones. Ahora, como artistas es muy relativo. Porque, fíjate, ¿le vas a pedir a un artista abstracto que su arte exprese compromiso?… ¡Eso es absurdo! Cada quien haga lo que le dé la gana. Y como ciudadano esa es otra historia.  Yo creo que lo más importante es que la gente se dedique a hacer lo que tiene que hacer y que no esté mirando al de al lado. Lo fundamental es que cada quien asuma sus propios riesgos y sus propios compromisos. Porque cada universo es una complejidad. Lo otro se puede convertir en una terrible caza de brujas. Cada situación es muy particular. Vamos a suponer que miles de empleados públicos que para sobrevivir tienen que ir a manifestaciones: ¿los vas a satanizar? No puedes. ¿Me entiendes? Entonces: haz tu trabajo. Si tú quieres luchar y enfrentarte es tu destino, tu vocación tu necesidad.

¿Y qué planes tienes en el futuro cercano o lejano?
Quisiera mucho exponer en Colombia porque yo de alguna manera soy binacional. Yo siento Colombia como mi patria, como mi espacio de trabajo, en el cual he vivido, desarrollado proyectos, amado. Tengo un libro que voy a publicar que se titula Cheek to cheek, con un prólogo de Boris Muñoz. Tengo otros proyectos de libros que estoy haciendo. Estoy trabajando mucho, porque a esta edad uno descubre que tiene un tiempo finito y unos proyectos que tiene que llevar a cabo, entonces no puede estar perdiendo el tiempo en pendejadas.

Severo Sarduy

Severo Sarduy

 

¿Qué estás leyendo ahora?
[Me hace señas de que lo espere un segundo y va pasando por la webcam algunos de los libros que está leyendo].

Estoy leyendo un releyendo un libro que te lo recomiendo mucho ¡Tierra Tierra! De Sándor Márai. Es un diario cuando los rusos llegan a Hungría y se instala el comunismo allá. El modelo, el guion del que te hablaba.

Antología personal de Carlos Monsiváis

El mismo mar. Amos Oz.

Amos Oz es un autor que me gustaría retratar.

¿¡Y a dónde lo vas a ir a perseguir!?

[Vasco se ríe y recuerda una anécdota]

Fíjate una cosa, me ha pasado una cosa con Cees Nooteboom. Yo tenía una gran ilusión por retratarlo porque es un autor que me gusta mucho, me parece sumamente importante, interesante. Pero el tipo estaba como fuera de sí. No quiso retratarse, estaba como agresivo. Héctor Abad, que es gran amigo, intercedió. Le dijo, «¿Por qué no le permites que te retrate? Es un buen chico». Pero fue imposible. El hombre estaba negado. Pero de todas maneras él va a caer…

Héctor Abad Faciolince intenta convencer a Nooteboom

Héctor Abad Faciolince intenta convencer a Cees Nooteboom

 

***

Estamos a septiembre de 2014. Por muchas razones, que no vienen al caso ahora, no me había animado, ni había tenido el tiempo de transcribir esta entrevista y enviarla al editor para su publicación. Sin embargo, he conversado varias veces con Vasco Szinetar después de esta entrevista. A veces, de la nada, entra una llamada en mi Skype y es él, Vasco, para contarme en qué va, qué está haciendo, o para preguntarme en qué voy, qué estoy haciendo. Para contarme cosas de él, de Venezuela. Él es, de hecho, mi único contacto con Venezuela y la realidad de ese país. Me alegra profundamente cada vez que conversamos. Supongo que esto está mal, que estoy viendo en el periodismo una de sus utilidades más poco objetivas: acercar a un entrevistador con su entrevistado. Me conformo si corrijo ese error acercando a este entrevistado con los lectores de esta entrevista.

Esta entrevista de Laura García a Vasco Szinetar, fue publicada el 11 de septiembre en el portal Las2Orillas y ha sido cedida amablemente por su autora para los lectores de Prodavinci. Para conocer más sobre el trabajo reciente de Szinetar puede ver el video sobre la exposición Cuerpo de exilio.

Laura García 

Comentarios (3)

Edgard J. González.-
16 de septiembre, 2014

Los avances tecnológicos y el furor de las redes sociales es lo que ha dado condición de DIVAS a las fotografías en las que aparece el “dueño” de la cámara. Antes esas fotos se tomaban con el auto-disparador (tengo cientos), o frente al espejo para los autorretratos (yo me hice algunas cuando tenía unos 15 años), pero permanecían con “las otras fotografías” en los álbumes o en las gavetas donde las guardábamos, hasta esas raras ocasiones en que las mostrábamos a unos familiares o amigos. La pérdida del pudor, y el afán de proyectarse ante las multitudes de perfectos desconocidos, es lo que transforma aquellas imágenes en las actuales “selfies”, para el inmediato consumo de las muchedumbres agolpadas frente a Facebook o cualquier otro medio de masas al cual se tenga fácil acceso. Indudablemente que Szinetar es pionero en el ámbito profesional, en lo que ahora llaman selfies, pues las ha estado haciendo desde antes de que nacieran la mayoría de los que hoy inundan las redes con esas imágenes tomadas con celulares. No sé quien es Cees Nooteboom, pero envidio el privilegio de haber hecho la foto de Héctor Abad Faciolince, uno de los grandes escritores latinoamericanos. Tampoco debe extrañarnos que Borges participara en la foto con Vasco, recordemos que lo llevaron a una tarde de toros coleados, porque él manifestó su ferviente deseo de VER esa actividad. No indican donde está Laura, pero donde quiera que sea, le hacemos llegar nuestras felicitaciones y gracias, por tan buena entrevista. Y a Vasco, por mantener su verticalidad en estos tiempos pervertidos, de retroceso y subasta ideológica.

Estelio Mario Pedreáñez
25 de septiembre, 2014

“Yo entendí en el año ’70 que el comunismo era un proyecto totalitario”. Después que Stalin murió y se dieron a conocer sus crímenes, despúes que se supo de la hambruna provocada en Ucrania, despúes de conocerse los millones de muertos y la sistemática violación de los Derechos Humanos por los gobiernos de los Partidos Comunistas, porque es una mentira gigantesca decir que gobernaba la “Dictadura del Proletariado”, porque los obreros no gobernaron, gobernaron los Partidos Comunistas, ya quedó claro que el comunismo marxista como toda ideología totalitaria termina en la negación de la dignidad humana y la esclavitud del hombre en nombre de la falsa igualdad donde los gobernantes son absolutos, impunes y vitalicios. Y pensar que el mundo conoce la atrocidad de la primera sociedad totalitaria en la Historia de Occidente: La Esparta Antigua. Y en lugar de verla como lo que fué, una sociedad militarizada terrible e inhumana, producto de una reorganización social para mantener la tiranía de unos pocos sobre las grandes mayorías explotadas, la vieron algunos poetas y filósofos y muchos intelectuales y políticos, como un ejemplo digno de imitar. En la Antigua Esparta se impuso el Estado sobre el individuo, se destruyó la familia, se despreció a las artes y el intelecto, se practicó el infanticidio de los débiles, la educación era ideologización y hasta se buscó el aislamiento para que sus habitantes no conocieran que otros hombres vivían en sociedades más libres o más prósperas. Allí están algunos antecedentes históricos de la barbarie comunista que en pleno siglo XX vivieron las sociedades tiranizadas por los jerarcas comunistas y que aún sufren pueblos como Corea del Norte y Cuba. Los antiguos griegos conocieron este mal, pero muchos alabaron a Esparta, y hoy muchos desconocen la Historia o no les importa y pretenden que la “Utopía Comunista” pueda terminar en otra cosa que en la esclavitud de los pueblos sometidos al yugo de los monarcas “comunistas”, como ha sido siempre, desde los registros históricos más remotos, 700 años antes de Cristo cuando Esparta se transforma en un Estado Totalitario, hasta ayer, cuando el actual rey comunista de Corea del Norte, nieto del primer rey comunista impuesto por los reyes comunistas de la extinta Unión Soviética, reitera sus amenazas al mundo de desatar una guerra atómica si no cumplen sus exigencias: más alimentos para mitigar las hambrunas que matan a sus esclavos.

Edgard J. González.-
28 de septiembre, 2014

Intervengo de nuevo, brevemente, para agradecer a Estelio Mario Pedreáñez por su interesante comentario, que aporta un enfoque pocas veces hecho, el de la antigua dictadura espartana, como antecedente ignorado de las terribles dictaduras estalinistas, lapsos llenos de crímenes en nombre de sus propias víctimas.

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