Actualidad

La entrevista a Gustavo Cerati [1959-2014]; por Leonardo Padrón

Esta entrevista a Gustavo Cerati [1959-2014] forma parte del libro Los Imposibles 5 de Leonardo Padrón. publicada en 2012 por la Editorial Planeta, y que gentilmente han querido compartir con los lectores de Prodavinci.

Por Leonardo Padrón | 4 de septiembre, 2014

“Si yo tuviera que escribir canciones que tengan que ver solamente con mi vida, con un disco bastaría”, Gustavo Cerati

Entrevista a Gustavo Cerati por Leonardo Padrón 640

Caricatura de Edo, que ilustra la entrevista hecha por Leonardo Padrón en Los Imposibles 5.

Sala de espera. Jamás pensamos que esta sería la primera y quizás la última vez que hablaríamos con Gustavo Cerati, el artífice de un fenómeno de culto llamado Soda Stereo y una de las inteligencias más rotundas de la escena musical latinoamericana. Lo que hasta ahora se entiende como el último concierto de su carrera ocurrió el 15 de mayo del 2010, en el estadio de la Universidad Simón Bolívar en Caracas. Esa noche, los asistentes al concierto quedamos dignamente vapuleados ante una pieza maestra en su historial de conciertos. Mientras la multitud se derramaba morosamente hacia el estacionamiento, la información corrió como un caballo desbocado: Gustavo Cerati había sufrido un colapso justo al terminar el concierto, en la trastienda del escenario. Las especulaciones iban y venían, pero nadie hizo mayor énfasis, hasta que el sol trajo la peor de las noticias: Cerati había sufrido un accidente cerebro-vascular. Latinoamérica entera volteó la mirada con estupor hacia Caracas: nadie lo podía creer. Desde entonces, Cerati permanece en estado de coma en una clínica de Buenos Aires. Atado a la vida por un cordel muy delgado, demasiado delgado.

Esta entrevista se la hicimos en Bogotá en el marco del lanzamiento de su último disco Fuerza Natural, en septiembre del 2009, pocos meses antes de la tragedia. En ella pasó algo inaudito. La entrevista quedó incompleta por razones de tecnología y tiempo. Nunca alcanzamos a llegar a la última sección de preguntas y respuestas rápidas, esas que tanto reflejan de los gustos íntimos del entrevistado. Al final le regalamos el disco de Gustavo Dudamel titulado Fiesta y vimos su genuino entusiasmo al recibir la música de alguien que reconocía y admiraba. “Roger Waters estuvo hablando con Dudamel para hacer esto de incluir coros y orquestas hechas por él. Es una gran obra la suya. ¡Muchas gracias, me encanta, buen regalo!”, nos dijo. Luego nos garantizó que haríamos la última parte de la entrevista en Caracas, un día después del concierto. Pero no hubo después. Aún no.

En todo caso, allí está su música. Allí su legado. Y allí su vida, esperando el mayor de los milagros.

Postal. John Lennon dejó caer alguna vez una frase estupendamente provocadora: “No sé quién fue primero, si el rock and roll o el cristianismo”. Hay quien dice que en la historia del rock está el catálogo entero de las emociones humanas. El siglo XX lo incubó y lo depositó para siempre en el fondo de nuestros pulmones. En Latinoamérica se dibujó una versión propia del fenómeno. Quizás su capítulo más estelar se llama Soda Stereo, el grupo emblema del rock en español. Y hay detrás de esas dos palabras, de esa marca de fábrica, de esa leyenda musical, una voz, una guitarra, una lírica, un concepto identificable como Gustavo Cerati. Un hombre de mirada melancólica y versos acuciantes que no deja de asumir la música como una acrobacia espiritual, un camino sin regreso posible, una zona de experimentación. Gustavo Cerati tiene la voz como si la acabara de comprar en el sol, rasga guitarras como quien se enamora hasta la furia y escribe canciones como quien consumiera misiles y poesía en partes iguales. Se le sabe argentino, se le siente universal y se le tiene en la banda sonora de nuestras décadas. Nació para hacer música, se le va la vida en ello y desde entonces, el continente entero no ha dejado de aplaudirlo. Demasiado febril para ser un recuerdo, demasiado cierto para ser ignorado.

El furor de Soda Stereo.

Soda Stereo siempre incorporó a Venezuela como una de sus plazas fundamentales en todas sus giras. Pero quiero evocar, particularmente, un concierto que dieron en Caracas en el marco del Festival Iberoamericano de Rock, en un autocine, en 1991. Soda Stereo tocó dos días seguidos. Esa noche que invoco, el ingeniero de sonido de ustedes había quemado las cornetas…

Sí.

Pasaron tantos incidentes que cuando se montó a tocar Soda Stereo, ya estaba amaneciendo…

¡Sí!!

Y lo singular fue que no dijiste la clásica frase “Buenas noches, Caracas”, sino “Buenos días, Caracas”. ¿Lo recuerdas?

Perfectamente, además, podía ver no solo a un montón de gente que se quedó estoicamente hasta horas absurdas, porque estamos hablando del otro día, y creo que además era lunes…

Y llovió.

Llovió, y había muchas bandas, la cosa estaba un poco desorganizada. Pero fue muy disfrutable. Recuerdo la imagen de ese show en donde yo miraba a la gente yendo a trabajar. La hilera de autos que caracteriza a Caracas, el embotellamiento ese de las personas rumbo a su trabajo y pensaba, ¿qué estarán viendo? Porque a esa hora de la mañana, ver a un grupo de rock tocando como si fuera de noche…Sí. Inolvidable.

Recuerdo además que tocaste una pieza de Canción animal, que era “Cae el sol” y la cambiaste y dijiste “sale el sol”.

Bueno, una licencia poética (risas). Fue una noche inolvidable. Y mucha gente me lo recuerda cuando voy a Caracas. Porque ese grupo de gente que se quedó… fue todo un momento quijotesco, estar haciendo un show con la energía que teníamos a esa hora.

Tú has vivido junto con los antiguos integrantes de Soda Stereo momentos de furor bastante parecidos, salvando las distancias, a lo que vivieron en su momento los Beatles. Lo que pasaba con ustedes en Chile, por ejemplo, en la propia Argentina, en Lima. ¿En algún momento sentiste que eso les adulteró el espíritu?

En Argentina se produjo un furor, pero al ser nuestro país, no éramos tan extraños, nos podían ver en la calle. En Chile hasta llegamos a pensar que era un complot. Pensamos que nos iban a matar, que la gente estaba totalmente loca. Y al mismo tiempo adorábamos que nos pasara eso. Era una cosa que habíamos visto en las películas, no imaginábamos algo así. Todos los diarios nos tenían en los titulares. No hay que olvidar también que en esa época estaba Pinochet, y la gente no tenía mucho para decir, y los espectáculos en ese aspecto copaban un lugar que a lo mejor, en otras circunstancias, no sería tanto. Pero la gente nos adoptó inmediatamente, y fue tanta la locura… Yo recuerdo a una chica entrando por un sistema de ventilación en un hotel. La sacaron llorando, llena de hollín, y la trajeron mientras nosotros estábamos comiendo en el hotel. Ver eso… fue una locura. Nosotros pensamos que había algo que no nos estaban diciendo. Como que nos estaban preparando para una especie de escena… (risas). Y sí, estuve muy ligado a Chile. En Perú también pasó una cosa semejante, empezamos a notar que realmente éramos un grupo que estaba produciendo ese efecto: jugábamos con eso. También éramos chicos y la verdad que aquello nos atraía… teníamos que divertirnos. El único problema era que no podíamos ir a ningún lado sin que fuera un desastre.

Y después de vivir ese tipo de situaciones, cuando ya estabas solo en la habitación del hotel y te veías en el espejo ¿cabían los dos, tu ego y tú, en el mismo espejo?

(Risas.) Sí, seguramente eso tendría algún efecto de retroalimentación del ego, pero sobre todo era como estar dentro de una película. Es así, te mirás al espejo y decís no, no. Me llamó la atención, por ejemplo, una vez que estábamos en la habitación —yo en ese momento me había casado, así que fui con mi mujer—. Es como un juego del absurdo, pero recuerdo que se mencionó, me desperté en la mañana y me encontré con tres mucamas limpiando la habitación: “Permiso”. Dos de ellas eran periodistas, solo una era realmente la mucama. Al otro día salía en prensa…como dormía Gustavo Cerati… Una cosa de locos. Nos reíamos bastante pero también teníamos que jugar entre nosotros, no había otra manera, no podíamos ir hacia otro lado. Yo por el tema del ego pasé por muchas situaciones, de perder la realidad de la cosa, no tanto de creerme alguien especial, porque la verdad es que todo el tiempo soy bastante crítico, pero sí de perder el contacto con la realidad, y de hablar como si fuera no sé qué. Y también he pasado por el momento donde me tienen que recoger con la cucharita porque mi ego se destruyó, de alguna manera, por efecto de relaciones o de críticas que no he podido superar. Es complicado ese balance cuando las cosas se van del eje, se deforman. Lo que sí sabíamos era que hacíamos música. El efecto secundario, por más poderoso que fuera, era algo con lo que uno podía jugar y reírse, o no sé, pasarla mal, lo que fuera. Pero el tema de la música, sí era algo que nos apasionaba. Sabíamos que teníamos algo bueno ahí, así que “con esto no se metan”. Algo así.

Cuando Soda Stereo se separó, escribiste algo que se llamó “La carta del adiós”, en la que reconocías que habían sido quince años maravillosos, importantísimos en tu vida ¿Cuál fue la gran enseñanza de esos quince años?

Es fantástico estar en una banda, y ni hablar cuando las cosas se dan como nos sucedió a nosotros. Hay pocos ejemplos de bandas que duren tanto tiempo con tanto éxito, con tanto efecto en la gente. Quizás era nuestra forma de ser, qué se yo, éramos tres personas siempre diferentes, y nos la llevábamos bastante bien todo el tiempo. En ese momento, cuando escribí esa carta, creo que lo hice como uno lo haría actualmente en Facebook o en Twitter, como hablando sin saber muy bien a quién. Pero sentí como que iba a cargar con eso, y de alguna forma lo hice, cargué con la decisión de la separación. Todos sabemos que en las parejas, como en las bandas, como en las sociedades, normalmente no hay alguien que tenga la total culpa de la cosa, sino que la relación se va degenerando hasta que en un punto las cosas no funcionan más y alguien tiene la voz para decir: “No, ya esto no”. Fue un poco así. Pero sabía que iba a cargar con eso porque yo seguía adelante con la música. Por eso creo que me decidí a escribir esa carta, como tratando de buscar algo parecido a una disculpa, a “no se la agarren conmigo”. Pero en realidad sabía que iba a tener que cargar con esa mochila durante un tiempo.

El misterior de Gustavo Cerati

En tus canciones esgrimes tu predilección por el misterio. Es decir, eso de… “prefiero que la gente de alguna manera lo decodifique con su propio criterio”. Siento que esa ha sido tu premisa estilística, tu manera de componer. Uno puede deducir de tus canciones cualquier cosa, y posiblemente nunca acierte. ¿Es intencional

Sí, supongo que las influencias que he tenido, los artistas que me han interesado.

¿Por ejemplo?

Podemos pensar en David Bowie, o más acá, cerca de mi país, Spinetta, por ejemplo. En el caso de los músicos que cantan en inglés, cuando yo era chico escuchaba mucha música, venían de Inglaterra o de Estados Unidos y no entendía nada de lo que decían. Pero igual me resultaba importante, capturaba la esencia de la cosa. Si a eso le sumamos que mis primeros pasos de la música tuvieron que ver con Spinetta, con la época del Pescado rabioso, y el momento psicodélico del rock en Argentina en donde las letras eran absolutamente abstractas, inentendibles, y más para una mente como la que yo tenía en ese momento, pues creo que todo eso me fue formando de alguna manera. Quizás tengo la imposibilidad de contar un cuento demasiado realista, así que a veces una frase casi descolgada de una canción puede caer en el momento justo. Lo que hago es más un desglose de emociones y de paisajes y es increíble como la gente a veces los percibe o como le llegan en la vida.

Más allá de esas referencias musicales, me gustaría saber si también te ha marcado —de alguna manera— la gran literatura argentina, poetas delirantes como Oliverio Girondo o, no sé, Alejandra Pizarnik, que también era muy críptica. El mismo Cortázar. ¿Bebiste de alguno de ellos?

Totalmente. Tomé mucho de Pizarnik. De Borges también, y por otro lado, en traducción, de William Blake. No soy un lector apasionado, pero sin embargo me quedan impregnados un montón de libros y momentos de esos libros. Me gusta la poesía, veo que hay música, ¿no? Encuentro esa situación. Sí, muchas veces las he utilizado de referencia para letras. Por supuesto, yo hago canciones, no hago poesía. Me saco el sombrero por una gran poesía porque tiene la música y la letra ahí, ahí. Lo mío es otra cosa, pero de ahí saco un poco muchas situaciones que me motivan.

Nada Personal 

¿Cómo ha cambiado la visión del mundo de alguien que en sus primeros tiempos tituló un disco Nada personal y después llamó a otro Fuerza natural?

Ha cambiado mucho, ¿no? En esa época la energía era todo. Tenía una mirada entre crítica y también abarcadora de la sociedad de consumo que al mismo tiempo nos producía los discos, y éramos irónicos, pero no teníamos demasiadas herramientas, creo yo. Yo no tenía demasiadas herramientas musicales ni letrísticas. Definitivamente, no sé, eran frases que me gustaban y las iba colocando, así. Me parece que con el tiempo ha habido un kilometraje a favor para poder manejar un poquito más el tema de las emociones, escribir la música. Pero hay algo: el momento en que llega la energía, pienso que eso no ha cambiado demasiado. Cuando enfrento las situaciones en un disco, es el mismo juguete que era en ese momento, pero la diferencia es que ahora domino un poquito más la ansiedad. Vivo más. Disfruto más el momento, porque creo que la edad te va dando eso.

Generalmente los escritores, músicos, pintores, cuando tienen las horas de vuelo que tú tienes ahora, poseen más destrezas sobre su oficio; pero a veces algunos tienden a perder la espontaneidad y son más calculadores en lo que hacen. ¿Cómo te sientes con respecto a esos términos?

Creo que yo no soy un artista a tiempo completo, es decir, no estoy todo el tiempo desarrollando la cosa. Hago cierta gimnasia musical. Cuando estoy en casa, todos los días le dedico un tiempo a hacer algo con la música, y también descanso mucho de ella. Después de lo que hicimos con Soda Stereo en el exterior en 2007, me tomé un tiempo de tranquilidad, qué se yo, plantar árboles, hacer otra cosa que no tuviera nada que ver con la música. Sabía que iba a volver a hacer un disco, pero esa recarga a partir de todo ese tiempo de ocio es como volver a empezar, te produce sensaciones frescas. Yo creo que este disco es producto del deseo real, y me propuse, la verdad, ampliar todo lo posible mis limitaciones, que son claras y que las veo, los lugares comunes, tratar de salir un poco de la mirada que habitualmente tengo. Al final, en todo eso se ve un espacio de más libertad, pero también creo que de alguna forma hice un compendio de muchas cosas que dije o esbocé en otros discos y acá están, quizá, más plasmadas.

¿Por qué dices que Dios es bipolar?

(Risas) …lo estoy restringiendo un poco al muchacho, ¿no? El disco todo el tiempo habla un poco de esas fuerzas, entre lo negativo y lo positivo, la atracción que producen esos polos. La idea de las chispas de oscuridad, como un oxímoron. Es una situación algo absurda, pero al mismo tiempo refleja que donde hay luz tiene que haber oscuridad para que se sienta que esa cosa existe. Hay cierto mecanismo en la naturaleza que tiene que ver con eso, con fuerzas contrapuestas: la gravedad y la resistencia a la gravedad. Por eso pensé en un término muy de moda, ser bipolar ¿no? Algo así como “no se preocupen, todo es bipolar”.

Incluyendo al de arriba.

Sí.

El universo de lo femenino

¿Cuántas canciones te ha detonado el universo de lo femenino? Las mujeres.

Prácticamente todo empezó así, y no parece detenerse (risas). Coincido con muchos músicos cuando dicen: “Yo me puse a tocar la guitarra porque era la forma de llamar la atención de las mujeres”. Y algo de eso hay, por supuesto, sobre todo cuando te das cuenta de que llama la atención. Lo que hagas con eso después, es otro tema. En eso estamos todos en el mismo nivel. Y a mí, ya mirando los otros lugares, el universo femenino es algo que me atrae mucho, me genera muchas preguntas. Me gustan en general las mujeres, y lo digo desde un lugar también de relaciones, no solamente sexuales, lo digo también por una mirada que a veces nos falta a los hombres. También creo que hay una fuerza en la mujer, ya que hablamos de fuerza natural. La fuerza natural podría ser una mujer. Eso que dicen que es el sexo débil, it’s no true. Más bien es una fuerza sobrenatural.

Hay muchas canciones de amor a lo largo de tu historia musical. ¿Eso es nacido desde el desamor o desde la plenitud? Pienso en Borges cuando decía que “no hay mejor escritor que el dolor”. No sé si estás de acuerdo con esa premisa.

Probablemente. El dolor te impulsa rápidamente a tener que desembarazarte de él de alguna forma, y una de las que tenemos quienes nos dedicamos a lo artístico es a través de la obra que hacemos. Es cierto eso. Pero también agregaría que el desafío es hacerlo sin dolor, porque si no, es una tortura continua. Yo lo hice muchas veces, me autotorturé para conseguir una emoción, pero también es interesante escribir desde lo positivo, si uno está bien. Y en algún sentido puedo decir que yo no soy una persona tan autobiográfica como parece. Es obvio que al final de cuentas uno escribe cosas que tienen que ver con uno, pero “Crimen”, un tema que sonó mucho, del disco Ahí vamos, es un tema de separación, de puñal, un tango: me dejó. Y lo estaba escribiendo en un momento de perfecta o muy buena armonía. Estaba bien y estaba con alguien, no digo en pareja, no tenía. Pero el recuerdo, las historias que se repiten, el deja vú está ahí, es cuestión de ubicarse un poco en esa situación. Será un poco artificial, pero eso es parte, para mí, de lo interesante de hacer canciones.

Los actores hacen eso, apelan a la memoria emotiva. Yo te escuché decir en alguna entrevista que te encantaba disfrazarte, que podrías estar disfrazado permanentemente, que te seducía la posibilidad de ser otro. Eso parece la premisa básica de un actor. ¿En el fondo hay un actor dentro de ti? Sé que lo has hecho en una que otra ocasión, pero ¿te gustaría ejercer el oficio de forma más sistemática?

Hay un actor dentro de mí, seguro. No tengo ni la capacidad ni la práctica como para hacerlo continuamente, y menos delante de una cámara; pero es cierto que a veces necesito ser otro, incluso para verme ahí mismo, porque la verdad es que… si yo tuviera que escribir o componer canciones que tengan que ver solamente con mi vida, con un disco bastaría. Tampoco tenemos que hacer tantos discos, ¿no? Es decir, adoptar cierta actitud actoral es necesario, por lo menos a mí me pasa eso. Actué en una película, hice un papel, estuvo decoroso, pero no está dentro de mí el deseo de empezar a actuar. . No descarto que pudiera volver a hacerlo, pero después de esa película no creo que nadie me llame (risas).

¿Te ocurren los bloqueos creativos?

Sí, aunque no totales. Siempre está el síndrome de la hoja en blanco, ¿no? Voy a empezar algo, veamos por dónde va esto. Sobre todo si tengo la presión de hacerlo; a veces uno se mete en esos compromisos de que hay que terminar una música de una película o terminar una cosa, y entonces puede que ese momento no sea el propicio para que salgan esos temas… Pero en general las trabas han tenido que ver más con poder terminar las canciones como a mí me gustaría y no abandonarlas. Digamos que hay veces que sí y otras veces que no, no salen y chao. Creo que aprendí un poco a no ser tan obsesivo; si las cosas no salen, a dormir y mañana se verá. No dejo que me generen ansiedad. La verdad es que la única presión que tengo en este momento es interna, por lo menos la que puedo inmediatamente ver. Obviamente, hay gente detrás del disco, hay organización, hay un público. Todo eso lo pongo en la balanza, pero la más potente de todas es la de uno, de hacerlo, de terminarlo.

Un rock star a los cincuenta

Te voy a hacer una pregunta de talante generacional. Naciste en 1959, igual que yo. Ya cumpliste cincuenta años, yo los cumpliré pronto. ¿Hasta qué punto esa cifra tan emblemática no te produjo movimientos telúricos internos, existenciales? ¿Te replanteó balances de vida?

Es un número, digamos que 50 es un número. Inmediatamente decidí cambiar la C por la S (sincuenta), e hice una tremenda fiesta. Yo creo que hay que celebrarlo, la verdad es que al ser un número y uno tener tantas fantasías… Pero creo que no ha cambiado demasiado la cosa. Físicamente vas cambiando, está bien, pero no siento que internamente me haya modificado tanto; por lo menos uno lo siente de forma más paulatina, aunque el tiempo parece que vuela. Pero yo te recomiendo, haz una fiesta, rompe todo, es una década, que la gente sienta la felicidad de tener un número así y no una especie de pesadilla. Y escríbelo con ese.

Empezaste tu vida de músico como muchos, recorriendo pubs, discotecas, tocando innumerables noches, con mucha rosca por los bares de Buenos Aires, etcétera. ¿Desde cuándo no has vuelto a tocar en un sitio de esos?

Cuando vamos a España, por ejemplo, en donde no soy muy conocido, los lugares son bastante más chicos y me hace recordar un poco ese sentimiento. Eventualmente, a lo mejor uno hace algún showcase en algún lado y se parece un poco; pero no tengo la nostalgia de tener que hacer eso, ya lo hice por muchos años. Al principio eran circuitos de discotecas, de bares y lugares underground bastante parecidos a tugurios. Luego pasé al bar más grande, el año pasado estuve en los estadios, ya más que eso será tocar en la luna, porque es una cosa enorme lo que nos pasó. Pero me parece que la clave está en un poco disfrutar de todo. Yo creo que no es lo mismo hablarle a setenta mil personas que hablarle a un auditorio… hay algo más teatral y más cercano, es cierto; pero también es un desafío, esa energía bestial de un estadio lleno sincronizándose. Parece que las distancias no existieran. Hicimos seis estadios de Riverplate con Soda Stereo, y varios de ellos fueron consecutivos. Yo me iba a mi casa, que de hecho quedaba bastante cerca, e incluso podría haberme ido caminando si no fuera porque era un poco complicado. Y al otro día volvía, y decía: “Qué locura, como que ya parece mi casa”, y estoy hablando de un estadio de fútbol enorme. Entonces empieza a ser relativo eso. Pero tengo también la suerte, al ir a Europa, por ejemplo, y tocar en lugares más chicos, de situarme en un lugar donde no todo es gigantesco. Puedo tener también esa excepción.

De música, conciertos y aeropuertos

¿Qué te aburre de la vida de músico? Todo parece maravilloso: viajes, aplausos, fama. ¿Dónde está la parte ingrata?

Los aeropuertos, creo que son de lo peor. También cuando uno entra en piloto automático con la prensa, es un momento que no está bien, pero eso depende mucho del estado anímico que tengas y del interlocutor. A veces me siento como una especie de robot hablando de una cosa que no sé si realmente es así, y al final, algo intangible como la música se empieza a transformar en una especie de idea que no me termina de encerrar a mí tampoco. Del resto, yo disfruto mucho. Lo que sí no permito es que se extienda demasiado en el tiempo, un mes de gira y luego a casa a descansar. Hacer otras cosas me resulta necesario. No entiendo esos grupos que están seis meses, yo ya lo hice, digo, pero no entiendocómo siguen en eso. Es mucho, son hoteles… Sucede como en los aviones, la gente actúa normalmente, come, va al baño, lee, a diez mil metros de altura, a mil kilómetros por hora. También cuando uno está de gira, hago ese paralelo, de alguna forma es parte de mi vida, ya lo incorporé, son muchos años, pero necesito parar en algún momento, porque si no pasan esas cosas como me pasó con Soda Stereo, que en momentos abandoné enloquecido, locuras de hoteles, cosas que son el emblema del rock and roll, pero que tienen que ver también con exprimir las cosas más allá de lo saludable.

Fuerza Natural 

El disco Fuerza natural tiene un nombre sugestivo y una portada que no pasa impune por los ojos. Tiene algo de épico, de heroico y obviamente, de sobrenatural: cabalgas sobre la ciudad. ¿Por qué ese nombre?

Fue una derivación que terminó generalizando un poco el concepto del disco. Lo primero que estaba escribiendo era sobre el viento, sobre un país donde hay vientos en contra, vientos a favor, vientos enormes. Me parecía sugestivo todo lo que ocurría con eso a nivel emocional. Luego me di cuenta de que hablaba de bastante más que del viento, y que el viento era una de esas fuerzas naturales, así que sería un título un poco más abarcador. No solo los fenómenos naturales que acostumbramos ver, sino también aquellas cosas que están escondidas, porque hay fuerzas naturales internas, algunas son visibles, otras invisibles. Hablo de la magia. Y al mismo tiempo, todo el disco es una especie de trayecto que pasa por diferentes caminos, unos de tierra, otros de aire, por el cosmos.

Y estás manejando el disco como un todo, como un concepto global, un poco en el espíritu de los años setenta, como el rock que hacían Pink Floyd, Génesis o Yes, que eran viajes sonoros de principio a fin. ¿Esa es la idea?

Hay algo de inspiración en eso. La tapa, como bien decías, tiene para mí una referencia a esa época, la etapa dorada del rock, de esa época que uno se queda mirando esos vinilos y se pregunta: ¿qué me quiere decir con esto? Así que no voy a explicar mucho al respecto porque prefiero que el que esté mirando lo complete como quiera. Pero es cierto, hay referencias no solo visuales sino también musicales a esa época, y si bien no es un disco conceptual, son estaciones de un camino que está bastante predeterminado aunque no sepa muy bien adónde va, pero que se van entrelazando y que de alguna manera hablan un poco de lo mismo.

En los créditos del disco Fuerza natural, en los agradecimientos, hay una lista larga de nombres, está incluso Zeta, Alberti, miembros de Soda Stereo, pero hay tres nombres que me llamaron la atención, Roger Waters, Kiss y Shakira. ¿Por qué están ahí?

Bueno, en los extremos, estamos hablando de Roger Waters y Shakira, son personas reales, y con las cuales he trabajado en este último tiempo. El del medio es mi perra. La gente piensa que es el grupo, pero es mi perra, que se llama Kiss.

Pero fuiste alevoso, lo metiste en el medio y…

(Risas.) Sí, lo metí por ahí, la verdad me dio gracia ponerlo. Con Roger Waters estuve haciendo una canción hace ya un par de años. Una enorme canción que está haciendo con un montón de músicos de diferentes lugares del mundo y no sé si la ha terminado ya. Es una persona con mucha pretensión, mucha ambición con esa canción, está trabajando mucho con óperas y ese tipo de material. Bueno, tengo una admiración muy grande por Pink Floyd, por Roger Waters, por su historia, tuve la oportunidad de compartir con él desde un desayuno hasta una cena, y grabaciones varios días. Fue fantástico estar en ese lugar.

¿Y con Shakira?

Con Shakira hice varias cosas. En Fijación oral compuse un tema, hice algunas traducciones, y en este también, no sé finalmente qué es lo que va a quedar, pero hice varias canciones por ahí. Nos vemos bastante seguido.

Hablemos del misterioso origen de las canciones. Hablemos, por ejemplo, de una canción como “Cactus”.

En casi todos los discos hice algún tipo de mixtura con el folklore. Yo empecé tocando folklore. Mi primera profesora de guitarra me enseñaba vidalas, villancicos. Lo que siempre me gustó mucho fue la música del norte de Argentina. Y quizás todo eso empezó con “Cuando pase el temblor”, en la época de Nada Personal, había como cierta fascinación en mí por mezclar eso. No siempre funciona. Yo creo que “Cactus” me salió como una canción-joya en ese aspecto. Como que ahí se mezclan de una forma más natural que en otros casos, pero se entronca con esos temas que tienen algo telúrico.

En la canción escribes: “Cuando te busco/ no hay sitio/ adonde no estés”. Y uno está tentado a decir que es una canción de amor. ¿Pero por qué se llama “Cactus”?

Porque se deriva de una experiencia que tuve en el desierto mexicano, aunque no es una descripción de eso tampoco. Pasó mucho tiempo, pero recuerdo una experiencia con los indígenas de ese lugar, los chamanes, que me decían que al principio no iba a ver ninguno de estos cactus que estaba buscando. Me decían: vas a caminar y no vas a encontrar nada, y vas a andar por el desierto y no vas a ver nada, y de pronto va a aparecer uno, ese, déjalo. Yo sigo las instrucciones de gente que sabe. Uno se encomienda a esos viajes con gente que sabe, si no, más vale no hacerlo. Entonces uno me dijo: cuando veas uno, vas a ver todos. Y es exactamente lo que me ocurrió. Y de ahí se derivó la frase, no la canción en sí, la canción es como cierta contemplación del tiempo, que como humanos somos a veces un poco impasibles. Un médano se transforma en un témpano, pero en millones y millones de años, ¿no?, y el universo se maneja a esas escalas. Nosotros miramos el cielo y vemos cosas que ya ocurrieron hace millones y millones de años. Un pasado, un tiempo que nos es absurdo, pero al mismo tiempo es real.

Me llamó la atención algo que leí en El Tiempo, de Bogotá, donde decías que buena parte del espíritu del disco te lo habían inspirado tus hijos, que te trajeron algo de música country y eso te detonó cosas.

Sí, se dieron una serie de situaciones… La reducción de la prensa siempre es un problema, porque yo…

¿No fue así?

No, eso fue real. Hubo muchas cosas, la electricidad distorsionada y la canción rock potente de “Ahí vamos”, y en esos casos yo siempre necesito algo dialéctico. Cuando terminé de hacer eso, de estar dos años tocando, necesitaba hacer otra cosa. Y de golpe me encontré con música a la que yo no estaba prestando tanta atención, pero que empezó a sonar cada vez en mí, como el folk. No sólo estamos hablando de Estados Unidos, también lo que ocurría en Argentina. En los años setenta era bastante común que los grupos, incluso los más aguerridos, tuvieran sus versiones acústicas. Pensemos en un caso de Inglaterra: LedZeppelin, el tercer disco, por ejemplo, un disco que cuando lo escuché dije: “Pero ¿qué es esto? Se supone que es una banda heavy”. Hay algo de explorar por ese terreno, y la situación de escribirlo en el campo también influyó. Y en el caso de mis hijos, fueron con su madre a Texas a visitar a su tío, y me trajeron unos discos de regalo, y también eso funcionó como banda de sonido de esa época, y empecé a componer. Y no había prestado atención, pero qué bien me ponían de mood, de temperamento. Y hay un disco que hizo Robert Plant con Alison Kraus hace un par de años, que es fantástico y que también me influenció. Y también las ganas de tocar un poco la acústica. En vivo va a ser, como dicen, un pain in theass. Porque tocar acústica en vivo no es lo mismo, pero bueno, vamos a hacer todo lo posible, para eso tengo una línea de tres guitarristas ahora en la banda. Para resolver todas estas cosas que fueron tan divertidas de hacer en el disco.

Gustavo, una maravilla encontrarse contigo, con tu lucidez, con tu energía. Hay que decirlo, eres una leyenda.

Gracias. ¡Feliz cumpleaños, Leonardo!

Hoja de vida

En el sitio web oficial de Gustavo Cerati, administrado por su familia, se lee un poema que le dedicó el músico Luis Alberto Spinetta (1950-2012): “Dios Guardián Cristalino de guitarras / que ahora / más tristes / penden y esperan / de tus manos la palabra…”. Gustavo Cerati se mantiene en coma desde mayo de 2010, tras sufrir un accidente cerebro-vascular luego de su último concierto en Caracas, enmarcado en la gira Fuerza Natural.

Gustavo Adrián Cerati Clark (Buenos Aires, 11 de agosto de 1959) potenció el ADN del rock latinoamericano con la elegancia y sofisticación del trío Soda Stereo (1983-1997). Con él frente a la guitarra y voz, Zeta Bosio en el bajo y Charly Alberti en la batería, Soda Stereo editó siete discos: Soda Stereo (1984); Nada personal (1985); Signos (1986); Doble vida (1988); Canción animal (1990); Dynamo (1992) y Sueño Stereo (1995), junto a una docena de compilatorios, remixes y DVD’s. En sus giras, la banda llenó estadios y teatros en todas las capitales latinoamericanas, y en ciudades españolas y norteamericanas. Ganaron premios MTV, Grammy’s Latinos y casi todos sus discos superaron la categoría Platino.

En paralelo, Cerati incursiona como solista en Amor amarillo (1993) con Bosio en el bajo. El proyecto se transformó en disco de oro y platino en Argentina, y reventó las FM con éxitos como Pulsar y Lisa.

Durante 1997 la tensión interna de Soda Stereo se hace inmanejable para Cerati. El 1º de mayo publica “La carta del adiós” en el “Suplemento” Sí del diario El Clarín: “Cortar por lo sano es, valga la redundancia, hacer valer nuestra salud mental por sobre todo y también el respeto hacia todos nuestros fans que nos siguieron por tanto tiempo”.

La separación de Soda Stereo llevó a Cerati a la experimentación electrónica junto a Flavio Etcheto, que devino en el disco Ocio (1999). Antes participó en un homenaje a la banda británica ThePolice versionando el tema Bringonthenight. En 1999 comienza la segunda etapa creativa de Gustavo Cerati al lanzar el disco Bocanada, grabado en los estudios Abbey Road de Londres. Este larga duración alcanzó categoría oro en apenas semanas y Cerati recibió el premio de “Artista de la década” junto a Charly García. En el 2001, y a puertas cerradas en el Teatro Avenida de Buenos Aires, se monta en escena y graba junto a una orquesta de 42 músicos el disco 11 episodios sinfónicos, que incluye temas clásicos de toda su carrera. El proyecto lo lleva de gira por Argentina, Venezuela y Chile.

Rock, pop y hip hop conforman el universo sonoro de su siguiente entrega Siempre es hoy (2002), que se replica remezclado por fans que participaron en un concurso en línea, Siempre es hoy: reversiones (2003). Ese mismo año Cerati conforma un trío de “laptops” denominado Roken. El trabajo Ahí vamos (2005); la gira Me verás volver, de Soda Stereo en el 2007, y el disco Fuerza Natural (2009) conforman los tres últimos proyectos de este músico que, para muchos, sólo está en pausa.

***

LEA TAMBIÉN:

“Conozco mis biorritmos”. Una entrevista a Gustavo Cerati por Gerardo Guarache
Gustavo_Cerati_496

*

¿Quién era Gustavo Cerati? Pues el hombre que le puso eñes al rock; por Gerardo Guarache #Perfil
Gustavo Cerati, el que le puso eñes al rock ; por Gerardo Guarache 640

*

‘Es mejor quedarse quieto’: así fue la noche del funeral de Gustavo Cerati; por Laura Merino
Es mejor quedarse quieto la noche del funeral de Gustavo Cerati por Laura Merino 640

*

Ha muerto Gustavo Cerati [1959-2014] + ’11 Episodios Sinfónicos’ En Vivo [Video]
Gustavo Cerati 640

 

Leonardo Padrón 

Comentarios (4)

Luis R. Rivero Q.
4 de septiembre, 2014

El trabajo de Leonardo Padrón, en su totalidad es digno de promoción y lectura por los medios que lo permitan, para cultura popular…

CEFÁS ROCAFIRME
4 de septiembre, 2014

Un incansable y admirable NEO-MAGO de la CRIPTOMUSICALIDAD de las PALABRAS “pop”….Ahora DESCANSA en PAZ !!!

Lucy
6 de septiembre, 2014

Gustavo; Gracias Totales

Cynthia
7 de septiembre, 2014

Descansa en paz, ángel eléctrico. Eres magia y tu luz infinita! Jamás dejará de pulsar. 🙁

Envíenos su comentario

Política de comentarios

Usted es el único responsable del comentario que realice en esta página. No se permitirán comentarios que contengan ofensas, insultos, ataques a terceros, lenguaje inapropiado o con contenido discriminatorio. Tampoco se permitirán comentarios que no estén relacionados con el tema del artículo. La intención de Prodavinci es promover el diálogo constructivo.