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#SaludEnCrisis Ni rollos para enyesar hay en las emergencias de hospitales; por Isabel C. Morán [4 de 4]

Dentro de los contenidos de #SaludEnCrisis, la periodista Isabel Cristina Morán ha investigado cuatro historias donde, desde el propio testimonio de quienes padecen las consecuencias de la crisis, se trazan las líneas para comprender la gravedad de la coyuntura sanitaria que vive Venezuela. Esta es la última de las cuatro historias que compartiremos con los lectores de Prodavinci. Puede leer la primera haciendo click acá.

Por Isabel Cristina Morán | 1 de septiembre, 2014

Médicos deben desechar las agujas usadas en botellas plásticas de refrescos. Una semana aguardó la familia de una abuela para hallar cupo en UCI. Ocho días lleva una mujer agonizando su cáncer en una sala de trauma shock. A los pacientes con fracturas les mandan a comprar los materiales para tratarlos.

Hay camas en los pasillos de la emergencia de adultos del Hospital Universitario de Maracaibo porque no hay disponibilidad de camas en los pisos. Hay pacientes con politraumatismos que duermen ante los ojos de todos.

Hay camas en los pasillos de la emergencia de adultos del Hospital Universitario de Maracaibo porque no hay disponibilidad de camas en los pisos. Hay pacientes con politraumatismos que duermen ante los ojos de todos.

Esto ocurrió en marzo de 2012.

Apártense todos, allá viene el carro fúnebre, y es blanco, como Maibá Carrero siempre quiso. El gentío se hizo a un lado, menos los niños que apenas salen del colegio de la calle Los Chaguaramos.  El alboroto se debe a que a una casa de la escuela, los portones de ciclón, de par en par, esperan a los dolientes que media hora antes salieron  de la funeraria Monte Sinaí con el cuerpo de la dueña y señora de por esos lados.  Maibá Carrero vivió 51 años en el barrio Los Estanques. Murió ayer en una cama de hospital esperando cupo en la Unidad de Cuidados Intensivos del Hospital Noriega Trigo.

El más catirito de sus nietos la vio morir, y sus hijas, esas que pasaban el día merodeando el centro de salud, no la vieron porque buscaban los medicamentos del día en farmacia. Le pedían hasta el agua que se tomaba.

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En el Hospital Universitario ni los materiales para hacer yesos se encuentran en los estantes. Quienes vayan con fracturas deben comprar los rollos. Cada uno cuesta 300 bolívares y no alcanza para arropar mucha piel.

Las condiciones en las que labora el personal médico es peligrosa. Un ejemplo: en la sala de terapias respiratorias del HUM almacenan las agujas usadas en una botella plástica de refresco, lejos, muy lejos de ser un depósito especial de desechos biológicos.

La Secretaría Regional de Salud admitió recientemente el déficit que hay en las Unidades de Cuidados Intensivos de los centros de salud. El Universitario es el que tiene más camas UCI en el estado: son 20. Hasta febrero de 2014, los números que llevaba el Gobierno regional daban cuenta de 55 cupos para atender a toda la población.

En la nación, según la Organización Panamericana de la Salud, hay un promedio de un cupo por cada mil personas. En Zulia se necesitan 300 camas más.

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Si Celeste Bastidas no le hubiera regalado 30 años al cigarrillo, no tendría los pulmones perforados ni un cáncer diagnosticado. Si en vez de gastar su dinero en cuidar su salud o comprar comidas sanas, no estaría muriéndose en la sala de trauma shock de un hospital zuliano.

Pero lo hizo, y ahora su hermana y madre duermen sobre cartones y sábanas fuera de la emergencia de adultos. Allí pasan el día. Solo se despegan para bañarse o gestionar algún trámite referente a la salud de Coromoto Machado, la mujer de 58 que está en pañales en trauma shock.

A ellas le dijeron lo mismo que al resto: los ingresos están restringidos porque no hay insumos ni camas disponibles.

Mientras esta escena se desarrolla la Asociación de Clínicas y Hospitales de Venezuela (Avch) y el Colegio de Médicos han exigido al Gobierno la declaratoria de una “crisis humanitaria”.

“En los hospitales no hay ni anestesia y las cirugías han tenido que pararse en la mayoría de ciudades del país”, afirma Cristino García, de la (Avch).

La realidad hospitalaria nacional tocó fondo. La Red de Sociedades Científicas Médicas Venezolanas emitió un comunicado el jueves en el que se pronuncia sobre esta crisis sanitaria “sin precedentes”. Treinta y cinco mil rubros, incluyendo materiales de uso cotidiano como  gasas, suturas, soluciones fisiológicas, material descartable, inyectadoras y set de infusión para soluciones, escasean. También falta stent coronario, marcapasos, repuestos para equipos de laparoscopia, equipos descartables para máquinas de anestesia, anestésicos y demás medicamentos necesarios en las intervenciones quirúrgicas.

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En el propio Hospital Universitario de Maracaibo constatamos historias de médicos que, de su propio bolsillo, tanto en la emergencia adultos, como en la pediátrica, usan sus recursos para armarse de rubros básicos, algodones, suturas y yelcos y uno que otro medicamento de regla para, en un esfuerzo humano, ayudar a los pacientes.

Esto pasa en los hospitales del país. Con el sistema de salud público nacional pueden poco. Las familias de Maibá Carrero y Celeste Bastidas sufren en lugares y tiempos diferentes, y las lágrimas tienen el mismo sabor a pérdida y desconsuelo. Ahora más nunca cobró vida la frase: “Enfermarse es un lujo en Venezuela”.

Aprendieron a vivir con eso que se siente cuando sabes que el final será trágico hagas lo que hagas. No tienen para dónde agarrar. El dinero es escaso y los gastos infinitos. No solo pagan medicamentos y artículos personales  sino también pasajes y comidas. A la semana, estas familias podrían desembolsillar hasta 4 mil bolívares, la erosión de su ya golpeada economía doméstica.

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Este texto de Isabel Cristina Morán fue publicado en el periódico Versión Final, en Maracaibo.

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