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¿Hay que decretar una emergencia humanitaria en Venezuela? Gustavo Villasmil responde #SaludEnCrisis

Por Albinson Linares | 22 de agosto, 2014

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Hay que decretar una emergencia humanitaria en Venezuela Gustavo Villasmil responde 640

La Asociación Venezolana de Clínicas y Hospitales (AVCH) solicitó al Ejecutivo Nacional que declarase la emergencia humanitaria en ese sector “ante la grave situación del sistema de salud,  la agudización de la escasez y el suministro irregular de insumos, medicinas, material médico-quirúrgico, equipos médicos y sus repuestos, lo que coloca en riesgo el pronóstico y la vida de seres humanos enfermos”, reza un documento publicado en su página web.

Cristino García Doval, presidente de esta asociación, precisó al diario venezolano El Mundo que los proveedores internacionales han cerrado créditos al país por una deuda que asciende a $1.300 millones en desglosa en $363 millones en insumos y $960 en rubros como fármacos y materias primas. “Se amerita una declaratoria de emergencia para poder tomar decisiones de alto gobierno que permitan la fluidez de las divisas, la reanudación de los créditos y que vuelva aparecer los materiales quirúrgicos e insumos que no tenemos”, declaró García Doval el 14 de agosto.

Dos días después, la Organización de las Naciones Unidas (ONU) declaró, por primera vez desde la Segunda Guerra Mundial, el máximo nivel de emergencia humanitaria en países como Irak, Sudán del Sur, Siria y República Centroafricana: “El estado de emergencia está pensado para asegurar que cuando la escala, el alcance y la complejidad de una crisis es de grandes proporciones, la comunidad humanitaria dé los pasos adecuados para priorizar los recursos. También acelera la financiación que se dedica a estos conflictos”, reseñó el diario español ABC.

El 20 de agosto la Defensora del Pueblo, Gabriela Ramírez, declaró en una entrevista con Globovisión que la petición de algunos gremios para declarar al sector salud en emergencia humanitaria es “absolutamente desproporcionada” y añadió que “ha habido politización. Ha habido denuncias desproporcionadas o que desconocen la naturaleza”.

Al respecto, el Secretario de Salud del estado Miranda, Gustavo Villasmil ofrece sus impresiones sobre la situación actual del sector sanitario en el país.

¿Comparte la petición de AVCH acerca de pedirle al Ejecutivo Nacional que declare la emergencia humanitaria en el sector?

Hay que decretar la emergencia sanitaria, que es distinto. Nosotros ya lo hicimos una vez en el estado Miranda, cuando la epidemia de gripe AH1N1 y todo el mundo nos cayó encima. Pero la emergencia sanitaria no es una vela que se le prende a un santo, sino un acto de gobierno que libera y faculta a la administración a cargo, que en este caso es el gobierno central, para tomar una serie de decisiones de carácter económico y financiero con el fin de liberarse de ciertas restricciones que operan en circunstancias normales y así poder colocar recursos con carácter urgente en el tema sanitario.

¿Qué permite esta declaración de emergencia sanitaria?

Con eso se le quitan los reales al corredor de carros chocones en Fórmula 1, por ejemplo, y agarras esa plata para traer frascos de anestesia. Eso permite quitarle recursos al Ministerio de la Defensa, para que dejen de comprar bombas lacrimógenas y adquieran antineoplásicos o se le quita plata a la red de canales televisivos del gobierno para que, con esos recursos, se compren los catéteres que requieren los enfermos cardiovasculares que se están muriendo como pajaritos. Las emergencias sanitarias son un acto administrativo de gobierno que tiene consecuencias y efectos jurídicos inmediatos. La crisis humanitaria ya forma parte de una consideración muy superior que no es administrativa ni política, sino ética, en virtud de lo cual todo el mundo reconoce que tenemos una situación fuera de control que está generando sufrimiento y afectación en la materialización de los derechos humanos de las personas.

Desde su punto de vista, ¿dónde está el núcleo de esta crisis?

El núcleo duro de la crisis sanitaria tiene que ver con la caída, inocultable, de la oferta técnica de servicios de atención médica. El hecho de que vayas a la maternidad, donde hay señoras pariendo que deben tener un partero, anestesiólogos o pediatras para que la atiendan. Eso es la oferta. Por supuesto, con toda la variedad que esto tiene en medicina y los distintos grados de complejidad. Pero bien sea en el nivel primario, secundario o terciario, bien sea en el ambulatorio más básico o en el hospital de más alto nivel, sea en obstetricia, cardiología o en gastroenterología, todo el mundo tiene problemas, tanto en el sector público como en el privado, para mantener una oferta mínima y razonable de servicios. 

¿Qué elementos constituyen una oferta básica de servicios médicos?

La oferta de servicios en medicina se sostiene sobre cuatro elementos: la infraestructura, el recurso humano, la tecnología y la logística de suministro. Cada uno de esos aspectos está, posiblemente, en el peor momento histórico de los últimos cincuenta años. Empezando por la infraestructura, porque el último hospital general que se construyó en Caracas fue El Llanito, que lo hizo Lusinchi en 1987. Estamos con una capacidad instalada que es, técnicamente, la mitad de la que tenía Venezuela en  1964.  Es la peor crisis porque nunca se había dado, desde que ejerzo la medicina hace 25 años, una situación en la que el sector público y privado, gremios profesionales, proveedores, usuarios, todo el mundo, está en una situación insostenible. Hace muchos años hubo conflictos con los gremios profesionales. También problemas temporales de suministros. Pero en este momento, en cada uno de los actores relevantes en torno a lo sanitario, no hay uno solo que te cuente algo bueno. Todo el mundo te hace una relatoría de su drama y la incapacidad para poderse mantener en una posición de razonable nivel de apresto.

¿Qué cifras maneja sobre el déficit que existe en el sistema sanitario?

Estamos con una capacidad instalada de camas hospitalarias que es la mitad de la que había cuando yo nací. Estamos hablando de que hay un déficit de 40.000 camas y faltan 30 hospitales más con el tamaño del Hospital Universitario de Caracas. ¿Dónde y con qué dinero vamos a hacerlo? Y, suponiendo que se consigue la plata para construirlos,¿con quiénes los operamos? En Venezuela el déficit de personal profesional en salud está en unos 120.000 profesionales. Tan sólo en de médicos que se han ido, van más de 10.000. Pero la segunda expresión del drama es el recurso humano. En Venezuela más del 60% de los graduados en las promociones médicas terminan sus estudios, cogen su título y se van del país. Estamos hablando de más de 10.000 médicos que, según algunas cuentas, han abandonado Venezuela y están ejerciendo en otra parte. Estamos hablando de 15.000 médicos que han abandonado sus plazas en el sector público. Es decir: que se dedican o al sector privado o se han ido del país.

¿Cuán grave es la deficiencia en el área tecnológica?

Venezuela debe más de $1.200 millones a los proveedores de equipos y tecnologías médicas. Y esto no son sólo los aparatos sino, por ejemplo, las moléculas específicas de un producto para el tratamiento del cáncer. Son tecnologías que están sometidas a un derecho de patente, porque alguien las desarrolló y las provee a través de mecanismos de mercado. Eso no es la soledad de los pueblos y ese poco de paja que habla el gobierno. No. Si quieres tener equipos de tomógrafos Phillips de Holanda, debes pagárselos a los holandeses en euros. Si no, no te los despachan.

¿Cómo afecta la presente crisis al estado Miranda?
De muchas maneras. Tuvimos una situación con un paciente del estado Miranda que requería un producto de quimioterapia muy específico y no lo había en el país. Llamé a la casa matriz del laboratorio europeo que está en México y el encargado me dijo que tenía el producto, pero no lo mandaba a Venezuela “porque allá no pagan”. Le dije que pusiera el producto en Caracas y se lo pagábamos, pero se negó porque como le dábamos bolívares después no podría cambiarlos a dólares. Eso pasa porque los bolívares, con los que pretendemos comprar cosas acá, no tienen mayor respaldo en divisas. Es el mismo drama de las líneas aéreas. la diferencia es que el que no fue para Miami se queda llorando, pero el que no tiene para quimioterapia se muere.

¿Cuáles son los pacientes más afectados por esta situación?

Ya no sólo hablamos de los enfermos con VIH ni de los que tienen que usar neoplásicos y todos los insumos para la quimioterapia. Hablo de que después de hablar entraré a una reunión en el estado Miranda porque tenemos problemas para suplir de antihipertensivos a nuestro programa de suministros de medicamentos. Según el último estudio en mi poder, hecho por el doctor Roberto López Nouel, uno de cada tres venezolanos sufre de hipertensión. Estamos hablando de una enfermedad que no es una rareza ni una infección, sino una condición que afecta a un tercio de los venezolanos. Algunos de los productos centrales, varios de los medicamentos básicos para el manejo de esa condición, no pueden ser provistos en estos momentos, porque el principio básico para elaborarlos, de manufactura importada, no está llegando al país. La crisis de tecnología son los aparatos y el suministro, pero también las sustancias y las moléculas de los medicamentos que también son tecnologías que hay que adquirir a través de mecanismos de mercado, que dejan de lado a un país que no tiene cómo pagar.

¿Qué podría pasar a corto plazo si continúa esta situación con las divisas para el sector sanitario?

Lo que puede pasar es que se caiga toda la logística de suministros y no podamos operar a quien lo necesita, por ejemplo, ni darle medicinas de ninguna naturaleza a quienes lo requieran. No podremos sino sentarnos aquí a consolar al paciente y ponerlo en manos del gran José Gregorio Hernández, porque no nos va quedando más nada. La profundización en esta situación con las divisas inaugura en Venezuela una cosa que nosotros no vimos sino en la Venezuela pre-sanitaria, anterior a 1936, que fue cuando se fundó la sanidad pública venezolana. Esta situación nos convierte en un Estado fallido en materia sanitaria, una Liberia donde la gente se muere y dejan el cadáver en la calle. No creo estar exagerando, pero en las últimas 24 horas he recibido por los menos siete llamados de alerta de personas desesperadas que no consiguen suministros elementales. No hay, por ejemplo, solución salina: el famoso suero que le ponen a uno para hidratarlo y poder pasarle una medicación, que no es más que sal y agua. Eso no requiere de una tecnología complicada, pero no hay.

Albinson Linares 

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