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Rodolfo Villaplana: anárquico el retrato, por Carla Tofano

‘Archivolto’, la exposición en solitario del artista venezolano Rodolfo Villaplana en la isla de San Erasmo en Venecia, devela la obra de un artista obcecado con el semblante incendiario de la ambigüedad.

Por Carla Tofano | 4 de junio, 2014

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Neoexpresionista y libertario, el artista venezolano Rodolfo Villaplana vive y trabaja en Londres y el 7 de junio del año en curso su obra se presenta en la Torre Massimiliana, durante la celebración de la XIV edición de la Bienal de Arquitectura de Venecia. Epicentro del figurativismo clásico, esta ciudad ducal es el escenario perfecto para desplegar los paisajes humanos de un observador obstinado en doblegar las líneas de lo posible para desterrar rasgos y gestos náufragos. En palabras de Donata Brollo, quien ha estado a cargo de la curaduría de la muestra de Villaplana en la isla veneciana de San Erasmo, el título de la muestra, Archivolto, es el encuentro simbiótico entre anarquía (anarchia) y rostro (volto). La apariencia anárquica del rostro, o el rostro de la anarquía intransferible, incómoda, inadecuada, presente en la obra de Villaplana, crea trazos entre el encanto decorativo de su emotivo vocabulario plástico, y el subtexto psicológico de cada sujeto en grandilocuente observación.

Ex estudiante de la Escuela Politécnica de Bellas Artes de Valencia, en España, Villaplana le debe a la maestría que cursó en Chelsea College of Art and Design, en Londres, la maduración de un discurso estético claramente inconformista y capaz de especular acerca de su propio valor en el competido mercado del arte internacional. “El Máster que hice en Londres no aportó a mi formación técnica como artista nada extraordinario; sin embargo, me dio el impulso que necesitaba para asumir mi valía como artista y entrar en contacto con el mercado de las galerías de arte, coleccionistas y con un público cada vez más amplio y conocedor”, señala el artista.

Ratzinger Revisited

Ratzinger Revisited

Bien sea por razones anecdóticas o por el inevitable protagonismo escénico del retrato Ratzinger Revisited, la exposición Archivolto gira en torno a los aciertos de este impactante cuadro en el que aparece retratado el otrora líder de la iglesia católica, Benedicto XVI. Además de ser probablemente el más polémico de la muestra, este cuadro realizado en la Toscana, fue el que le abrió al artista las puertas para exhibir el resto de su obra en la ciudad del Veneto. En este retrato impactante y turbador, figura y fondo consiguen expresar su absoluta relevancia referencial y su falta de imparcialidad frente al hecho plasmado. “Cuando pinto a alguien establezco una alianza entre mis posibilidades técnicas y mi compromiso con la verdad que la obra impone. Me doy todas las licencias artísticas que considero necesarias porque mi búsqueda creadora coloca la expresividad del trazo por encima de la veracidad de la línea”, apunta Villaplana. Enfatiza también que los fondos de sus retratos tienen tanta importancia como sus figuras, y añade: “los colores que logro de fondo tienen una profundidad casi física, una densidad no casual que permite que las figuras parezcan estar suspendidas sobre las incertidumbres de sus respectivos abismos”.

Como bien lo destaca Donata Brollo en su texto sobre la muestra, los retratos de Villaplana expresan anarquismo no en el sentido político sino en el esfuerzo del artista por no dar nada por sobrentendido o descontado. “La santidad, la moralidad, la sensualidad y la dignidad del sujeto real se manifiestan en la obra de Villaplana desde la necesidad y el deseo de revertir, de manera sutil aunque no sobria, las convenciones y el orden preestablecido por el decálogo de lo social. La moralidad que se cuestiona su obra es la de la virtud del hombre libre y no la de la banalidad jerárquica del ser alienado de vacío y muerte” insiste Brollo.

Grácilmente influenciado por artistas como Lucian Freud y Francis Bacon, el llamado neo-expresionista que en la obra de Rodolfo Villaplana se hace manifiesto, es franco y frontal. Sin embargo, según su propio sistema de conjeturas filosóficas, sus convicciones artísticas aparecen allí donde culminan las turbadas respuestas presentes en la obra del pintor Freud.

Como bien lo explica el propio artista, su interés principal se centra sobre todo en la ambigüedad de la realidad plasmada en su obra y procura no adoctrinar la lectura del espectador ni menospreciar la importancia del sujeto plasmado en ella. Someter la percepción de la obra a un sistema férreo de ideas preconcebidas por el poder de su autoría no es prioridad en su narrativa. Cada retrato teje su propia red de complejidades gracias a las contradicciones y los subtextos que la persona que se expone a ser observada devela con la intervención del autor y el espectador. “Lo que hace que desee pintar a alguien es el sufrimiento que adivino muy entre líneas2, aclara Villaplana, “porque la mentira perfecta yace entre la realidad y la ficción y la verdad es en esencia bipolar y mentirosa es que me interesa la observación sincera y humilde”.

Suspendidas sobre sí mismas, sus imágenes solicitan la inmersión del ojo espectador. Y es en este reconocimiento de la audacia de las partes, que yace la elegancia y el refinamiento de un planteamiento artístico rabiosamente arrollador.

Paul and Nora(1)

Carla Tofano 

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