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¿Debe ponerse un impuesto a la comida chatarra? #Debate

Por #Debate | 29 de marzo, 2014

El asunto en México. En el marco de la gran reforma fiscal del presidente Enrique Peña Nieto, el Parlamento mexicano ha aprobado un impuesto del 8% a los alimentos no básicos altamente calóricos que entró en vigencia el primero de enero de 2014. La iniciativa general de la reforma fiscal es para combatir los viejos monopolios privados y reducir moderadamente la dependencia del petróleo. Sin embargo, el Impuesto Especial sobre Producción y Servicios (IEPS), o “impuesto a la chatarra” como es conocido coloquialmente, tiene sus propios objetivos.

La población de México presenta de manera generalizada un problema de obesidad: el 30% de los niños y el 70% de los adultos viven con sobrepeso. Esto se ve reflejado en las estadísticas sanitarias, en las cuales se prevé que para el año 2019 cien mil mexicanos morirán de diabetes. Es por esta razón que el cuidado de la salud se combina con el esfuerzo de de recaudar en impuestos el 1% del PIB para el 2014. Finalmente, se estima que el IEPS del 8% recaudará entre 5 mil millones y 5 mil 500 millones de pesos durante el primer año, una cifra nada despreciable de 382 millones de dólares, que se destinarán a apoyar los programas de salud contra la obesidad.

El impuesto se aplica a los alimentos que contengan 275 kilocalorías o más por cada 100 gramos, quedando exentos una limitada variedad de panes (que no incluye el pan dulce) y los alimentos para bebés. Los refrescos y bebidas azucaradas tienen un gravamen especial de un peso por litro, cosa que incluye a las bebidas deshidratadas. Los chicles, al no ser considerados más un alimento, no fueron gravados con el IEPS, sino con el IVA del 16%.

Antecedentes. En 2011, el gobierno de Dinamarca intentó por primera vez un experimento similar: poner un impuesto a todos los alimentos con un contenido mayor del 2,3% de grasas saturadas. El experimento danés no consiguió los objetivos de reducir significativamente los hábitos alimenticios de la población, aunque sí consiguió que un porcentaje reducido comenzara a consumir quesos bajos en grasas. Se entiende que parte del fracaso tuvo que ver con la capacidad de la población danesa de hacer una parte de sus compras en Alemania, país con el cual limitan al sur y donde escapaban del impuesto.

Argumentos a favor. El “impuesto a la chatarra” plantea un beneficio doble para los mexicanos: ayudar a cumplir con los objetivos de la reforma fiscal de aumentar el capital recaudado anual a la vez que se disminuye el consumo de alimentos que contribuyen a los altos niveles de obesidad de la población. A pesar del fracaso del intento en Dinamarca, se considera que el intento de los mexicanos es válido y cuenta con un amplio margen para el éxito debido a que las condiciones de México, tanto territoriales como económicas, son muy diferentes a las de Dinamarca e invalidan la posibilidad de buscar alimentos grasos fuera del país para evadir el impuesto. Por otro lado, a pesar de ser un estímulo negativo, el IEPS parece ser la única manera de atacar directamente los patrones de consumo de una población de 120 millones de habitantes como la de México.

Argumentos en contra. Un impuesto especial a los alimentos es un asunto delicado. Aunque el propósito es cambiar los patrones de consumo y aprovechar, esta iniciativa afecta a productores, vendedores y consumidores. Las organizaciones de restaurantes y productores de azúcar se han manifestado en contra del impuesto a través de cabildeos y comunicados publciados en la prensa. Por otro lado, Banxico, como se conoce al Banco Central de México, estima que el IEPS, junto con los otros ajustes fiscales, incrementará la inflación en el país, haciendo necesario recalcular su proyección de aumento de precios para agosto de 2013 de 3% al 3,5%.

¿Cuál es su opinión al respecto? ¿Considera que un impuesto a la comida chatarra es una opción para mejorar los hábitos alimenticios? ¿Debe el Estado intervenir desde el ámbito fiscal este tipo de aspectos de la vida de sus ciudadanos?

#Debate 

Comentarios (5)

Marysol Montenegro
29 de marzo, 2014

No soy mexicana, soy venezolana pero tanto aquí como allá creo que nuestros niños sufren de obesidad y desnutrición debido a la mala alimentación. Los padres prefieren darles comida chatarra antes que enseñarlos a comer sano, aunque esto les resulte más caro tanto en salud como en dinero. Creo que esta ley puede ayudar a que sus niños esten mejor alimentados y más saludables. Podrían acompañar esta ley con una campaña donde mostraran las consecuencias de consumir comida chatarra y las virtudes de vegetales, frutas, entre otros, contrarestando así la fuerte publicidad de estos alimentos tan dañinos.

Leonardo Mendez
30 de marzo, 2014

Un 8% no me va a parar a la hora de elegir entre arroz o una hamburguesa. Y si el impuesto fuera muy alto como para afectarme en esa decisión agarro el arroz y hago pastelitos dulces fritos. Cruzar una frontera tiene que tener un costo. El caso de dinamarca apoya lo que digo. Los políticos socialistas, o de derecha pero sin compromiso ideológico más que su beneficio personal, toman ese tipo de decisiones. Como fuente de ingresos para el gobierno está bien. Pero apuesto a que no va a cambiar en nada la dieta del mexicano. Basta de que los politicos se crean superiores a la gente comun. Dejen que tomemos nuestras desiciones libremente. Es hora del Lberalismo!!!

Pedro Reinaldo Garcia
30 de marzo, 2014

Seria interesante comparar el efecto de los impuestos sobre las bebidas alcohólicas y el cigarrillo que tienen una historia mas larga. Lamentablemente no dispongo de evidencias contundentes, pero la verdad no creo que hayan hecho mucho efecto en el consumo. Simplemente si a las personas les gusta pagaran lo que cueste. Lo deseable es que realmente se puedan invertir esos impuestos en educación nutricional, el eje de gran parte del problema. Aplaudo que se tomen medidas cuando la población engorda y se enferma exponencialmente y si bien los impuestos no son la solución total, pueden ser una herramienta útil si se invierten adecuadamente. Lamentablemente no creo que muchos de nuestros países latinoamericanos sean muy eficientes invirtiendo impuestos.

Alejandro Amestoy
30 de marzo, 2014

En el caso de Venezuela la venta de comida chatarra o comida rápida no esta pechada por el impuesto, sin embargo todos los insumos si. De aplicarse algo como esto entonces estaría aplicándose un doble impuesto, lo que se traduce en mas inflación. Por otro lado es un mercado de efectivo y que se maneja sin factura, por lo que habría que regularizar primero ese aspecto antes de intentar algún control. Me pregunto entonces, como será en México con las ventas de burritos y tamales, que se manejan igual que los perrocalenteros aca…

Pedro Reinaldo García
31 de marzo, 2014

Buen punto el de Alejandro Amestoy y es que con comida chatarra uno solo piensa en gaseosas y tiendas de hamburguesas o pollo frito. La comida tradicional también puede tener mucha grasa, como nuestras empanadas que son un alimento saciante y de bajo costo que muchísima gente consume por su conveniencia, por su puesto no podrán generar ese impuesto directo. Pero además refuerza la importancia del tema educativo y la posibilidad de ofrecer otras opciones saludables de bajo costo. Un punto aparte para permitirme diferir de Leonardo Mendez y es que creo que la gente es libre de escoger lo que come (si es a eso lo que se refiere con liberalismo) y el resultado ha sido terrible, no en vano las elevadas tasa de obesidad y morbilidad por enfermedades asociadas. El punto es que la gente sea libre de escoger, pero pueda tener mejor información y opciones para una alimentación mas saludable.

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