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“Tengo dos días que no escucho su voz”. La espera por los detenidos del #12F; por Jesús Torrivilla

Por Jesús Torrivilla | 16 de febrero, 2014

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En la mañana del viernes 14 de febrero, los familiares de más de 40 detenidos durante las jornadas de protesta del miércoles 12 comenzaban a llegar a las puertas del Palacio de Justicia. Los ojos de Marleny Peraza aguardan. La entrevistan las cámaras de un medio extranjero. Es veloz en sus gestos, elocuente. Sus ojos son como focos de luz durante una tormenta. Descansa. El lente ya no la mira. El reportero, todavía con el micrófono en la mano, le ofrece unas palabras de sosiego.

Un cordón amarillo separa las escaleras de entrada, por la que sólo suben y bajan abogados. No hay demasiadas personas en espera, pero son suficientes como para que empiece la coreografía de la historia. Micrófonos, grabadoras y libretas que se acercan de forma intermitente a los familiares, mientras confirman, auscultando con mayor o menor vergüenza, que efectivamente están hablando de los detenidos durante la protesta. Medios y abogados esperan su turno para intervenir y escuchar qué tienen que decir esas voces. Con dos días en vela y sin información de las autoridades, llevaban recorriendo la sede de los diferentes organismos con la esperanza de obtener confirmación del paradero de sus hijos y de sus amigos, jóvenes, en su mayoría estudiantes.

En una esquina aparte, Marleny cuenta cómo su hija Keyla, de 22 años, fue detenida:

— Mi hija decidió protestar el miércoles 12 de febrero, como una ciudadana venezolana que está en derecho de hacerlo. Yo estaba tranquila… pero, no puedo explicar por qué, me inquieté en el momento en que la vi subir al taxi. Me dije a mí misma: Mira de qué color tiene la camisa.

Segundos después, narra cómo empezó a angustiarse mientras avanzaba la tarde.

— Pasaban cualquier cosa en la televisión. No me enteraba de nada. Estaba con nuestra perrita Kira, cuando me atacaron los nervios…

Su relato se detiene, mientras sus gestos describen los escalofríos que comenzó a sentir

— Kira se subió al mueble. Me ladraba. No sé… son signos que veo ahora. En seguida me avisaron que mi hija había sido detenida.

El relato de las horas siguientes fue de las preguntas. Afirma que durante el transcurso de estos dos días no obtuvo la seguridad del debido proceso.

— No he tenido ninguna certidumbre estos dos días. Ninguna notificación oficial. Pero sé que mi hija está bien. Ayer estuve en el CORE 5 y no me dejaron verla ni pasarle un abrigo, pero preguntando por el color de su camisa podía tener idea de que estaba allí.¿Eso pasa en un país democrático?

Se siente desamparada. Ha recibido la asesoría jurídica del Foro Penal, pero no podrá estar tranquila hasta que vuelva a estar con su hija.

— La única seguridad que tengo me la da Dios, porque ayer me levanté diciéndome que nunca pensé que viviría una situación como la de estos días. Tengo mucha rabia, pero no con Dios, porque tengo fe en lo que sucede. Nunca he ido en contra de Dios. A pesar de todo lo que siento, estoy segura de que saldremos fortalecidos…

De nuevo los ojos profundos de Marleny vuelven a proyectarse, como si lo traspasaran todo.

— ¿Sabes qué? Venezuela no es un mal país… cualquiera daría lo que fuera por vivir acá. Sus gobernantes son los que se han equivocado, pero no podemos dejar que esa realidad nos venza.

*

Las noches de quienes esperan por los detenidos, en una imagen que se repite, transcurrió entre sus teléfonos y las redes sociales, rastreando el paradero de sus seres queridos. Persiguen los camiones de las autoridades, para no perder el rastro de hacia cuál institución mueven a los  que son trasladados. Dentro de esos cajones de metal, entre los enrejados, están sus hijos.

El diario El Nacional, según las cifras que cita del Foro Penal, reporta 125 jóvenes detenidos en todo el país durante las jornadas de protestas del 12 de febrero. Esa misma ONG da cuenta de 50 aprehendidos en Caracas, que se dividen en varios grupos: 23 están en el BAE, 8 en el CICPC de Chacao y 19 en La Dolorita, en la sede de la Guardia Nacional Bolivariana en Petare. Con varios estudiantes liberados el mismo jueves, durante el día viernes todavía se esperaba por la confirmación de 42 casos.

La experiencia de familiares y detenidos es, apenas, la superficie de los testimonios de quienes pasaron la noche privados de su libertad. El Foro Penal ya ha hecho las denuncias, en palabras de sus abogados Gonzalo Himiob, Alfredo Romero y Lilia Camejo, de estudiantes que han sido objeto de torturas y malos tratos. Camejo, directora del Foro, confirma que durante las primeras horas, ninguno de los detenidos tuvo acceso abogados ni familiares.

*

Bancos plásticos alquilados, papelón con limón contra un sol lacerante y la acera convertida en guarida. Es el paisaje en el Palacio de Justicia. Liana Meleán también se encuentra a la expectativa. Sus maneras son delicadas. Respira contenida, con un rictus de tristeza. Lleva lentes y el cabello recogido con un pequeño gancho. Espera por su hijo Domingo, de 30 años, profesor de la Universidad Santa María. Dice, con una voz reservada pero con aplomo:

— Tengo dos días que no escucho su voz…

Díaz se fue a la protesta a las diez de la mañana. Con él iba un grupo de sus estudiantes de la Santa María. Mientras transcurría la jornada, su madre dejó de saber de él. Al medio día del viernes, a las puertas del Palacio de Justicia, aguarda bajo el sol, con una mirada de cansancio irrecuperable. La acompaña la novia de su hijo. Fue una estudiante quien les informa que Díaz fue detenido en el metro de Parque Carabobo.

Díaz está en el Comando Regional 5 (CORE 5) de la Guardia Nacional en Tazón. El día anterior los habían llevado al CORE 3, en La Dolorita. Ése ha sido el peregrinar que tiene su fin en los tribunales, donde deben aguardar el resultado final.

Su madre lo defiende sin titubear:

— Domingo es un hombre de ideas claras. Ese día él me dijo que hay que luchar por los derechos de la juventud. Él es padrino de promoción. Los estudiantes lo tienen en alta estima. Estoy decepcionada y triste… así lo siente mi corazón.

*

El diputado de la Asamblea Nacional, Miguel Pizarro, reportó en su cuenta de Twitter que a las diezde la noche del pasado viernes 14 de febrero fueron liberados los detenidos del CORE 5, mientras que los del BAE y el CICPC tuvieron que esperar hasta las cinco y media de la mañana del sábado para la pronunciación del tribunal.

Keyla y Domingo pudieron reencontrarse con sus familias, como otros estudiantes que fueron liberados. Sin embargo, quedaban privados de libertad todavía seis estudiantes que fueron trasladados a la sede de Polichacao, en espera de la publicación de la decisión, que la defensa espera apelar mientras no se encuentren pruebas de que violaron las leyes durante las protestas.

Durante el fin de semana y debido a las protestas sucesivas, en todo el país se reportaron detenidos. Los estados Vargas, Carabobo, Apure, Mérida, Lara, Táchira y Barinas, vivieron escenas parecidas de incertidumbre y espera.

Durante la tarde de ese viernes en la sede del BAE, se decide finalmente el traslado de un grupo a tribunales para su audiencia. Oficiales fuertemente armados se mueven entre camionetas, mientras llevan a un grupo de muchachos. Del otro lado de la reja, sus familiares al fin adivinan sus siluetas. Se agarran de las manos, les gritan: “¡Fuerza!” y entre unos y otros se sostienen para no llorar, pero la larga jornada no permite disimulos. El camión se enrumba y las familias se precipitan a sus carros para seguirlos, en espera de una escena más de las que se han sucedido, con el reencuentro como horizonte.

Jesús Torrivilla 

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