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Al límite: ¡Qué hedor estalinista tan fuerte!; por Luis García Mora

Por Luis García Mora | 16 de febrero, 2014
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EFE

Dolor. Mucho dolor es lo que hay. Y la matanza como orden oscura, salida de la alcantarilla ideológica.

Que la Iglesia lo pida como lo pide hoy, que se desarmen, que se desarticulen los “colectivos”, esa agencia del crimen protegida por el manto gubernamental, ¿qué importa? ¿Qué importa que el país lo pida, que lo ruegue?

¿Hacia cuáles instancias va a dirigirse ese ruego si no hay instancias? Si se trata de un todo como un Mal.

¿Quién desarticula la delincuencia política deliberada?

¿Quién desarticula la sensación de catástrofe?

Con los muchachos tomando las calles y el Gobierno disparando a mansalva desde la máscara, la careta, el pasamontañas. A fin de cuentas podrían considerarse a los colectivos como la ETA terrorista española, que no eran más (o no son más) que la fase final de un estadio: el estadio asesino, como una vez lo llamó Savater.

Grupos armados de hostigamiento social y cultural organizados contra todo lo que suene anti-esto. Que recuerde cualquier vinculación con lo plural, con lo democrático, con lo humano.

¡Llegó la hora de matar! gritó como un energúmeno el que disparó contra los jóvenes, en La Candelaria, en Mérida, en Chacao. ¡Contra las piedras, plomo, carajo!

Con la práctica del principio estratégico de la subsidiariedad que diría el filósofo, respecto a las bandas “revolucionarias”, se podría decir que al apoyar retóricamente y con medios no violentos desde el poder los mismos objetivos de los criminales, y hasta con impunidad al que aprieta el gatillo, al final resultan ser un todo y lo mismo. Con un mismo objetivo: Aplastar al opositor tiroteándolo. Aplastar la protesta con plomo. Preparando la oruga para el final.

Porque el terrorismo (del partido, del Estado, del régimen) es como lo saben quienes lo han sufrido o lo sufren en carne propia: intransigente e insaciable. Y su única pretensión, en última instancia, como grupo armado militar, es proclamar su dictadura militar. Y hacerlo dentro de este modélico sistema de manipulación, no menos intoxicador ahora, que ha logrado aplastar (casi) por completo a todos los medios.

¿Se sobredimensiona (se está sobredimensionando) lo que pasa?

Sí. Creemos que al menos desde la Presidencia de la República y sus Poderes se exagera y se exagerará cualquier marcha o protesta que jaquee para pelear una solución por el hiperbólico miedo a caer.

A este régimen le tiemblan las piernas.

Como lo recordaba el veterano dirigente Luis Manuel Esculpi, en sus años mozos de 1969 a 1993, hace 45 años había meses y semanas enteras de conflicto contra el gobierno de Rafael Caldera y sin embargo aquello marchó hacia la pacificación guerrillera. Hoy, todo se inscribe dentro de una tensión muy grande producto de la crisis tremenda que por un lado proyecta hacia la calle la protesta y por el otro se repotencia ella misma desde la protesta. Y sus causas: el presidente Maduro y el poder. Mientras la población, al final la víctima del caos vital, se retuerce en su casa o en la cola con los nervios estirándose al límite.

De manera que sí hay miedo en Maduro, en el régimen.

Pero no porque Leopoldo o los muchachos desde la calle lo tumben. Y mucho menos María Corina, ni Capriles ni la MUD. No. El pánico es a que el país se dispare. ¿Se disparará? Maduro no lo sabe. Pero su régimen aplica la represión en Mérida por temor a que se extiendan las protestas más allá de los estudiantes y de las capas medias que ven con simpatía sus acciones. Por lo que también en estos momentos centra fundamentalmente su atención en el oeste de Caracas y toma medidas de prevención.

Todavía el sector popular no ha expresado su inconformidad movilizándose arrecho por las colas.

Ése es el temor que sienten en los tobillos.

Ya los Mercales y los Bicentenarios no están tan abastecidos y la gente pasa demasiado trabajo para ingresar. Y cuando llega sale profundamente defraudada con los productos que escasean. Y aún así aguantan. Aún esperan. ¿Pero hasta dónde y hasta cuándo aguantarán las cuerdas sin romperse? Todo esto mientras desde algunos sectores de la oposición se hace el planteamiento de la búsqueda de “la salida”. Ya. Inmediatamente. Con la fractura de la trabajosa Unidad.

Veamos.

Como en un gulag. Las movilizaciones estudiantiles en Táchira inicialmente se produjeron porque robaron e intentaron violar a una joven. En Mérida arrancaron contra la inseguridad. En la medida en que fueron salvajemente reprimidas fueron adquiriendo una dimensión política contra el Gobierno. En Caracas, aunque la marcha fue convocada por todos (inicialmente por el presidente de la FCU junto con María Corina; y luego la Mesa y todos se incorporaron unitariamente), al final se impuso también la impronta.

Si ampliamos la visión, observaremos que si se difunde la idea de que esa jornada de protesta (como otras antes y muchas más aún en el futuro, porque todos sabemos que históricamente se ha demostrado que la obediencia rara vez da buenos resultados: lo que obtiene dividendos es la rebeldía). Estas jornadas al final criminalizadas y balaceadas sin rubor, sin pasta humana, tienen como finalidad la salida de Nicolás Maduro. Y si esta salida no se produce en lo inmediato, como es probable, conduciría a una nueva frustración. A otro anticlímax. Y de anticlímax ya los venezolanos estamos hartos, al margen de quién empine su posicionamiento en el liderazgo opositor.

Esto es un hecho.

Así que habría que considerar con cuidado si lo que se está inscribiendo como una estrategia del Gobierno es ampliar e hipertrofiar a su conveniencia el sentido social y político de la protesta pacífica y constitucional, hasta desdibujarla con su aparato de propaganda e intentar convertirla, dentro de la percepción general, en un intento de golpe de Estado. Aunque sea con el ridículo argumento (de un simplismo tan básico, casi infantil) de que el ahora perseguido Leopoldo López y los muchachos controlarían por lo menos la FAN y los cuarteles. Es una estrategia más inflacionaria que la inflación. Porque, ¿de dónde que no sea desde allí va a venir un golpe de Estado?

De manera que la estrategia del régimen sólo apunta a bajar la moral. Y sobre todo por la mezcla vil de impudor, impunidad y cinismo ante los hechos que se proyecta desde el aparato de propaganda gubernamental, con el objetivo de provocar psicológicamente en la población un ruin sentimiento de impotencia colectiva, al acusar desde el poder a las víctimas de ser las culpables de su propio asesinato en las calles, por colocarse delante del verdugo progubernamental que las abalea. ¡Y encima con el remoquete de fascista o de nazi! Como cuando en un espejeo de mal gusto, en aquel Gulag soviético, el acusador (el verdugo) confundía consigo mismo a la víctima.

¡Qué hedor estalinista tan fuerte!

 

Cráteres

– Oído con atención: “El país se resiente. La libertad está en nuestro ADN. Son momentos de mucha incertidumbre. Todo suspendido. Con un costo económico grandísimo. El Gobierno te va silenciando a punta de miedo. Falsean absolutamente todo. Se enfermaron en el poder. Esto se va a mover. Hay un debate. Maduro no tiene el liderazgo y el carisma de Chávez, pero junto a los suyos conserva aún las tres bases de sustentación del ido. La base popular que ha venido mermando pero todavía aguanta en los sectores D y E. Pese a la crisis económica hay una direccionalidad de los recursos. Y aún conserva el respaldo de la FAN, no con un dominio y manejo como el de Chávez, pero con un gobierno tutelado por los militares más que el del finado, y al que Maduro complace en todas sus solicitudes”.

 – También: “Y en la FAN no hay nada. Descontento pero más nada. Sobre todo en las instancias medias”.

– Algo nuevo que ha ocurrido es que un movimiento como el estudiantil que estaba tan debilitado, que lucía sin fuelle y sin líderes claros (como ese liderazgo es tan transitorio porque el tiempo escolar y pedagógico es finito y los líderes se renuevan mucho, los del 2007 hoy son alcaldes o dirigentes partidistas), hoy luce encendido. Hay un nuevo liderazgo y un nuevo movimiento. Aunque sería prematuro darle desde ya una direccionalidad determinada, hay hechos que nos afirman que eso es así…

– Y en el liderazgo militar, se dice, que “el que existe está con el Gobierno y por eso algunos inventan lo del autogolpe. Mas en términos inmediatos, a partir de esta coyuntura, no hay nada. Mañana veremos”. Todo montado en una base conceptual: la crisis económica y su mal manejo.

– Estamos sometidos al yugo de la dictadura de la falta de alternativas convincentes. Y como dice Roberto Mangabeira, “Si bien las ideas, por sí mismas, no pueden derrocar esta dictadura, tampoco es posible derrocarla sin ideas”.

– Nos quieren enseñar a cantar encadenados.

Luis García Mora 

Comentarios (3)

Román Romano
16 de febrero, 2014

El miedo le ensucia los pantalones y él sabe que tarde o temprano se vera sentado en el banquillo de los acusados. Ésto sucederá algún día de este siglo y su veredicto será culpable de un crimen de lesa humanidad. Pero él no será el único, lo acompañaran: militares, jueces, ministros y una pléyades de ciudadanos que nunca podrán justificar sus actos de infamias(Actio in personam). Ya no estamos en el siglo XX que permitió tantos abusos de autoridad ahora caminamos con pies firme hacia un horizonte de libertad y verdadero progreso. Pero no todo termina allí, también existe la causa en base al Actio de in rem verso que no permitirá a los aprovechadores burlarse del pueblo.

Armando Figueroa
17 de febrero, 2014

Demasiado optimismo y peor aun el Tiempo de espera en este siglo que apenas comienza, sería una espera mayor que cuba y la caida rusa. Lo que tenemos que convencernos es que sin una fuerza verdadera para desplazar este regimen, gritando ,quemando y rompiendo vidriosno es la solución. Y esa fuerza no está a nuestro favor

Angel Eric Mendoza G.
18 de febrero, 2014

Si morimos asfixiados no será por voluntad propia. Todo ente al que se le cierran los desahogos termina estallando, rompiendo cerrojos, abriendo nuevas salidas. Que nuestro estallido no sea una implosión, es el único temor que tengo. Por lo demás, como lo refrenda la sabiduría popular, “palante es pallá”, no hay otra. Un abrazote, desde Barquisimeto.

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