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Henry Blanco como un mariscal de campo, por Mari Montes

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La noticia de la incorporación de Henry Blanco como refuerzo de los Leones del Caracas, fue, al principio, increíble. Hubo quienes pensaron que era un chiste del 28 de diciembre, Día de los Inocentes, que se había quedado en el tintero. Cuando avanzó la tarde y se comprobó que era cierto, comenzaron las opiniones.

Los detractores de la decisión especularon sobre la necesidad de incorporar a un jugador que fue dejado libre por la gerencia de los Leones seis campañas atrás y que en ésta anunció su retiro y fue objeto de homenajes por parte de los Bravos de Margarita y recibió una ovación en el Estadio Universitario cuando, se suponía, fue su último encuentro en Caracas.

La edad de Henry Blanco y la situación que motivó su salida fueron las principales razones para disentir de la decisión de uniformarlo de nuevo con los Leones. También se habló de la casi nula capacidad del careta para ayudar a la ofensiva. Nada nuevo.

Por su parte, la enorme mayoría de la afición caraquista celebró la llegada de Blanco al equipo. Se sabe que Blanco no es un novato. Lo estamos viendo desde los años noventa cuando llegó como tercera base y lo vimos convertirse en receptor, de los mejores que hemos visto en acción en nuestra liga y más allá.

Su salida del equipo, otra noticia vieja, fue evaluada como un hecho que quedó atrás. Ocurrió. Blanco dijo verdades que molestaron a la gerencia que tomó una decisión, tal vez errada para muchos, pero válida, en todo caso, porque hay cosas que cuando se ventilan traen consecuencias. Lo cierto es que ese episodio, que no se puede cambiar, quedó atrás y hablar de eso es inútil. Pasada la página.

Su debilidad como bateador tampoco fue un punto para darle mucho espacio. Henry Blanco, aunque ha dado unos cuantos batazos y en otros turnos ha tenido suerte, nunca ha sido considerado como un aporte a la ofensiva. Y no importa porque, como él mismo dice, los hits que no da, los evita. Nadie que batee .220 debería tener derecho permanecer en las Grandes Ligas por 16 temporadas, a menos que su habilidad defensiva tenga tanto valor como para que el bate no importe en absoluto.

¡Que bateen los demás!

Con la inconsistencia del pitcheo, Henry Blanco detrás del plato fue una noticia que cayó como bálsamo en la mayoría de la fanaticada caraquista. Además emocionada por la adición de otro de los Leones de siempre, a quienes me gusta llamar “Leones Vintange“. Lucen como vintage de Georgio Armani: Álex González, Bob Kelly Abreu y Henry Blanco jugando, David Davalillo como coach en la antesala, Orber Moreno y Ugueth Urbina ejerciendo un estimulante trabajo de liderazgo y motivación desde el banco y Wilfredo Romero también aportando experiencia en la cueva.

Si los Leones Vintage son capaces de llegar a la final del campeonato y titularse, será para los caraquistas otra campaña de ensueño. Pero estoy segura de que ya, con todo lo que ha pasado, es una temporada para recordar.

El jueves fue el debut de Henry Blanco detrás del plato. Cuando fue anunciado en la alienación, recibió muchos aplausos, pero aún más de la mitad de los fanáticos estaban en el tráfico, tratando de llegar a los estacionamientos cercanos.

Cuando le llegó su turno al bate, alineado de noveno, la ovación fue espectacular, emocionante.

Toda la afición melenuda estaba preparada para aplaudirlo. Nadie se puso de acuerdo, pero los aplausos de pie se prolongaron hasta que el viejo careta se metió en la caja de bateo después de saludar.

Cuando ya parecía que venía el primer envío, Blanco tuvo que pedir tiempo, salió del plato y se puso la mano en el corazón, respiró y luego de devolverse la compostura, retomó el turno y fue ponchado sin tirarle.

De regreso al dugout recibió la segunda ovación.

En la transmisión de radio, Humberto Acosta comento que sólo Henry Blanco es un bateador que se da el lujo de recibir una ovación a pesar de poncharse parado.

En cada turno fue lo mismo, ovación y más ovación, aunque haya dado un rolincito o un largo fly que fueron dominados. Los caraquistas presentes en el Universitario querían hacerle saber cuán bienvenido era.

Después, Henry le dijo a los periodistas que estuvo a punto de llorar. Varios caraquistas también.

La actuación de los lanzadores con Blanco como receptor cambió sustancialmente. Los números y el desempeño lo evidencian. No es tan “intangible” el aporte del Capitán Centella.

En el juego contra Caribes el domingo en Caracas, aunque la victoria fue para los visitantes, comenzando el juego, Henry Blanco confeccionó un doble-play que comenzó desde la receptoría y culminó con una asistencia suya en segunda base.

¿Qué pasará con el Caracas? ¿Llegará a la final? ¿Será que estos Leones Vintange más Guzmán, Petit, Aguilar, Gárate, Gutiérrez y compañía, dirigidos por Dave Hudgens, serán capaces de sumar otro título a la historia del Caracas BBC? Es posible, pero no se sabe. ¿Habrá otra final Caracas-Magallanes? También es posible y tampoco se sabe.

La inspiración es un elemento que ayuda, pero no es suficiente. Los rivales también quieren ganar y todos tienen herramientas para llegar a Margarita. Pero hay una certeza: el Caracas tiene a Henry Blanco detrás del plato y eso puede hacer la diferencia.

Como dijo Miller Huggins, “Un buen receptor es el mariscal de campo, el carburador, el perro guía… ningún equipo consigue ir muy lejos sin él”.