Vivir

El espantoso mundo en que vivimos, por Héctor Abad Faciolince

Por Héctor Abad Faciolince | 30 de diciembre, 2013

ARTICULO_El_espantoso_mundo_en_que_vivimos_por_Hector_Abad_Faciolince_640

Una de las mejores definiciones que he leído de la palabra “intelectual” es la siguiente: “persona que ha estudiado más allá de sus posibilidades”.

Incapaz de comparar el mundo actual con el mundo de ayer, de sopesar lo ganado y lo perdido, su obsesión consiste en la crítica escandalizada, en el moralismo altivo, en el desprecio por cualquier progreso, por cualquier gusto o alegría, en la convicción de que no hay criatura más repugnante que el ser humano, ni lugar más inhóspito que la tierra.

El tipo de intelectual en el que estoy pensando es ese que se solaza en la cultura de la queja, y para el cual la sociedad contemporánea (especialmente la occidental) es una especie de invento del demonio: la cosa más grosera, burda e infernal que ha existido en toda la historia del mundo. Lo moderno, para él, es lo más violento, lo más agresivo, lo más explotador e injusto: una sociedad con la que tendríamos que arrasar para fundar otra sobre sus ruinas. Lo peor de esta perorata asqueada, de esta permanente indignación moral, es que esta supuesta “élite de la inteligencia” ha logrado convencer a millones de jóvenes —como denunciaba hace años Karl Popper— de que vivimos en el peor de los mundos que han existido. Cada vez encuentro con más frecuencia a jóvenes convencidos de que reproducirse es terrible, pues van a traer nuevos seres humanos solamente a sufrir. Y la mayoría de estos estériles voluntarios son, precisamente, los jóvenes que más han estudiado, es decir, aquellos que más han estado expuestos a la influencia nefasta de esa “intelligentsia” para la que los logros de la humanidad son una mentira.

Inmunes a toda crítica y a toda lógica, no les importa que uno muestre hechos innegables: comparar el mundo contemporáneo con un mundo sin anestesia, sin antibióticos y sin analgésicos (creen que en un mundo “natural” no habría enfermedades y los humanos vivirían 600 años, como los patriarcas de la Biblia). Decir que ha habido progreso moral desde los tiempos de la esclavitud (dicen que al esclavo de ayer se lo mimaba más que al obrero de hoy; a quienes dicen esto deberían marcarlos con un hierro candente). Demostrar con cifras que las expectativas de vida han aumentado exponencialmente en el último siglo solo les produce desprecio pues lo único que hemos logrado es que ahora haya más gente. Tampoco les parece importante que un pobre de hoy —en Colombia— reciba una atención médica mucho mejor que un rey del Renacimiento, ni que tenga mejor transporte, mejor abrigo y mejores zapatos. Que la mortalidad materno infantil —incluso entre la nobleza— era muchísimo más alta que la de los campesinos contemporáneos.

A estos intelectuales no se les puede decir sin escándalo que las cosas vienen mejorando desde hace decenios en casi todo el mundo. Que la discriminación sexual o racial era mucho peor hace 50 años; que nunca antes los homosexuales podían defender mejor su derecho a ser libres. Que nunca en la historia ha habido tantas mujeres estudiando y trabajando en los puestos más importantes, gracias —entre otras cosas— a que existen métodos anticonceptivos y a que ellas mismas han logrado que se las respete. También la pobreza —incluso en Colombia— ha venido bajando en términos absolutos y relativos en los últimos decenios. La misma violencia, como ha demostrado Pinker para disgusto de los intelectuales pesimistas, es en la actualidad una de las más bajas de toda la historia humana.

Cuando uno es optimista queda como un bobo ante los intelectuales de la indignación y de la queja. Por supuesto que nos enfrentamos a perspectivas gravísimas (el calentamiento global es la peor de ellas), pero quizá nunca antes la humanidad había estado mejor preparada para enfrentarlas. Por estas convicciones es que uno puede desear, e incluso esperar, un año 2014 un poco menos malo que este 13 que se acaba. El mundo en que vivimos es espantoso, pero es el menos espantoso que haya habido.

Héctor Abad Faciolince 

Comentarios (15)

Carlos Val
30 de diciembre, 2013

Señor abad: Quienquiera que haya dicho esa genialidad de concepto de un intelectual debe ser un soberano genio (más allá de sus posibilidades).

Comparemos el mundo actual con el mundo de ayer, pues (aunque yo me siento incapaz): Ayer no achicharraban ciudades civiles con una cosa llamada bomba atómica, y el Juicio Final era tema de las supercherías de un libro y que “sagrado” escrito por pastores de chivos con el cerebro recalentado por el sol del desierto palestino. Hoy el juicio final sobre todos, los cristianos y los no cristianos pende de la sanidad mental o locura de dos o tres emperadores terráqueos, parece cosa de ficción, pero es así, no es voluntad del viejo y buenote Dios de Israel,como era enantes, en los viejos e incomparables tiempos pasados. Tu “cultura occidental” le dio larga vida a todos, ok, pero previamente acabó con los indios e impuso su lógica mercantil en todo el planeta, haciendo que hasta los zwahilis -a la pata del Kilimanjaro-, o los Inuits sobrevivientes de los vikingos sufran por la codicia de un dios llamado Wall Street. La atención médica es buena, pero no es la “cultura occidental” la que la suministra gratis, sino ganada con la lucha con sangre de los pueblos “comunistas” por exigir que se les atienda, atenciónhoy día amenazada de nuevo, por las “crisis” del sistema impuesto por esa “cultura occidental” que no es india ni africana, precisamente. Es muy conveniente exponer los “logros” de la así llamada “civilización occidental” pero oh! sorpresa! Es la que nos está llevando a todos al desastre global, entre mieles y flores.

¿Las cosas vienen mejorando? !Vaya! A costa de cambiar a juro el modo de vida de miles de millones de seres humanos no inscritos en el sistema, ahora nos enfrentamos al calentamiento global, la difusión de especies y semillas mutantes, tan ajenas a la tierra como si fueran marcianas en nuestro propio planeta, producto de la codicia de transnacionales como MONSANTO y otras, y a la amenaza del fin de los recursos, o la lucha a cuchillo por ellos, porque luego que has abierto la caja de pandora del “modo de vida occidental”, todos, chinos, indúes, africanos y latinoamericanos, todos quieren vivir como la feliz e inteligente “civilización occidental” y no bastan cinco planetas Tierra para ello, por lo que el reparto seguirá siendo desigual y la pobreza, ese mal producto de la “sociedad occidental”, seguirá siendo imposible de erradicar, o conscientemente mantenida así, porque no hay petróleo para todos, ni recursos para que todos vivamos a la manera occidental. Esos son facts, la maravillosa cultura occidental no da sino para menos del 20% del mundo. El resto que se apañe. No es de extrañar que los jóvenes sean escépticos frente a un futuro que se lo imponen desde el nacimiento: Te vigilaremos hasta tus correos, tenemos la capacidad de volar mil veces la tierra, haremos el futuro a segun nuestro mayor beneficio y no será un mundo más libre, sino mejor dominado, aunque sin cadenas de hierro como era antes. No se necesita ser muy brillante ni meter a intelectuales a opinar. Ellos y la gente común que se da cuenta de esa aberración, que vayan a chillarle a Petra, son unos cretinos comunistas!

José Silva
30 de diciembre, 2013

La humanidad siempre ha cojeado de una pata. No hace falta ser un intelectual para darse cuenta de ello. Somos un virus que afectó a la tierra y nuestro progreso “idealista” depende, en gran medida, de la destrucción de nuestro entorno.

Buen artículo, te felicito.

N. Vermolen
30 de diciembre, 2013

Tal vez a algunos intelectuales, por ser idealistas y muy preparados, les moleste en grado sumo que en el mundo actual, con tan maravillosos avances humanistas y tecnológicos, todavía se produzcan guerras fratricidas y pandemias, y exista pobreza extrema en casi todos los países. Otros consideran que, para no frustrarnos, en lugar de buscar cambiar al mundo, debemos cambiar nuestra visión del mundo (no ver sólo lo malo).

Rafael Vivas
30 de diciembre, 2013

Excelente pieza la que nos ofrece el sr Abbad , muy aguda y perpicaz , hay un genero de intelectuales que practican la vanagloria del descontento ,una suerte de esnobismo moral que los hace despreciar y criticar con oronda indignacion todo cuanto han logrado los hombres a pesar de sus inumerables flaquezas vicios y yerros. Esto no es nuevo, sobre todo gano mucho auge con el romanticismo que glorificaba la melancolia y la rebeldia siempre inconforme . Me recuerda una entrevista de Hannah Arendt en la que critica duramente el apego a los delirios de la intelectualidad alemana cuando empezo el cerco contra los intelectuales de origen judio . Para ella ser intelectual se definia como una vocacion que hacia que algunos se sintieran compulsados intimamente a entender las cosas en su raiz sin concesiones al sentimentalismo ni a la fatuidad de los protagonismos sectarios.

pedro luis marquez
30 de diciembre, 2013

Inmejorablemente escrito. Ahora tenemos esos intelectuales en el siglo XXI a lo Rousseau sin su genialidad y ojala sin su enfermedad mental

Ana Paola Nava
30 de diciembre, 2013

No se si soy intelectual, pero estoy de acuerdo en que el siglo presente es mucho mejor que los pasados donde no se disfrutaba de la misma libertad que ahora y donde hoy en día alguien pobre puede comer incluso mejor que un rey de inicios de la edad media. El mundo en el que vivimos no es espantoso en lo absoluto, y estoy feliz de haber nacido ahora y no antes.

leonardo torres
31 de diciembre, 2013

Por fortuna concluye usted diciendo que el mundo en que vivimos es espantoso! Que si no, pensaría uno que vivimos en Disneylandia. Nuestro confort (real) no puede excusar nuestra ceguera. Me pregunto ¿y qué pasaría si algunos intelectuales no nos abrieran los ojos frente al mal (como H Arendt) o frente a la abominaciones que el ser humano puede cometer? ¿Qué ocurriría si los escritores e intelectuales se convirtieran exclusivamente en soportes propagandísticos de la ‘felicidad suprema’ de nuestro mundo, al servicio de los intereses de unos pocos? ¿A dónde iríamos -aunque p’allá vamos- si algunas ONG caracterizadas por su pesimismo no intentaran, contra viento y marea, hacernos ver el agotamiento del planeta del que somos, en gran parte, responsables? Esperemos que en este año la felicidad no nos empañe la lucidez ni viceversa. Feliz 2014 pues.

Miguel Ángel De Lima
31 de diciembre, 2013

Abad parte de una falsa premisa: que son “intelectuales” quienes ejercen esa crítica destructiva a mansalva del mundo contemporáneo. El ejercicio de la libertad de pensamiento no es privativo de los “intelectuales” y cualquiera tiene derecho a compartir su visión de la realidad, como en efecto se hace. Por otra parte, el temor a lo novedoso y distinto es inherente a diversas especies, no sólo al homo sapiens. Quizás él quiera hacer alusión a esa función del “intelectual” de hacer sonar alarmas para alertarnos de peligros ciertos con el actual reinado científico-tecnológico sin ninguna reflexión sobre sus consecuencias ¡Cuánta falta hizo en Fukushima que “alguien” -no necesariamente un “intelectual- advirtiera de la tragedia que allí se estaba gestando al instalar la planta nuclear, a la postre causa de tantos males-. El “mal” no lo encarna el “intelectual” sino la acción irreflexiva del ser humano cuando, en procura de su bienestar, obvia la prudencia necesaria para mantener el equilibrio con el que debe convivir con la naturaleza…

David Datica
31 de diciembre, 2013

Lo espantoso es que ese tipo de intelectuales(nefastos)abunda. Son una insoportable mabita que cuando abren la jeta todo lo empantanan.Jamás comprenderán que el mejor de los mundos es el que nos ha tocado vivir. Añoran los caballos, pero no se bajan de un avión.Por suerte tenemos intelectuales como el que ahora nos escribe este texto, para auyentar estos espantos. Gracias!

Mario Alejandro Santibáñez
31 de diciembre, 2013

Este mundo en que vivimos es el más horroroso que ha podido haber, de cara a cuanto podríamos soñar o imaginar.

lubo castañeda
31 de diciembre, 2013

Excelente artículo. Define muy bien a los intelectuales occidentales. Pero habría que ver la actitud de los intelectuales “orientales”…perdón , se puede ser intelectual en oriente? Es verdad el intelectual debe poner a prueba al sistema desde la posición de la queja, de la exigencia, de la desconfianza en el poder…ese es su destino

Francisco
1 de enero, 2014

En verdad es q el mundo actual esta escaso de intelectuales.

marìa alvarez
3 de enero, 2014

para lubo castañeda: expreso la osadìa de reir a carcajada franca y sonora por su comentario: ¿se puede ser intelectual en oriente?? jajajajaja..muy bueno, muy bueno..; y, para que los intelectuales sonrìan algo antes de fin de este 2014, se les sugiere: este 5 de enero, antes de media noche, coloquen en la ventana un par de zapatos, nuevos o añejos..comprobaràn que los reyes magos les obsequiaràn algo, cualquier cosilla asì sea el que se sientan felices por unos minutos en sus recientes 40 ò 45 años de existencia..este mundo aùn es espectacular y yo, amo mi presente, mi realidad

Kubulundus
3 de enero, 2014

Vale la pena refrescar este “escolio a un texto implícito”: “La fealdad del mundo moderno ha requerido de una labor titánica”. Nicolás Gómez Dávila.

Ana Aviles
11 de enero, 2014

Hector Adad Faciolince. Si bien hace una queja de esos “intelectuales” que lo unico que hacen es hablar, hablar y hablar, y/o exponer el gran y vasto conocimiento que poseen, por lo cual siempre encontraran, que eso ya que ha hecho y mil veces mejor…. pero si discurso o idea, es preocupante, por que invita a invisibilizar todo lo negativo que nuestro forma de viva arrastra, el como destruye a la naturaleza, el como día a día es mas perversa y sin compasión. Creo se cae en un error al hacer comparaciones de ese nivel -actualidad con la edad media- si bien se morían mujer aun siendo de la corte, las mujeres que no eran de la corte se morían mucho muchísimo mas, por lo cual habían tantos infanticidios. Estas comparaciones la disciplina de la Historia las llama Anacronismo. Es necesario Comprender esta realidad y pillarse las fallas, para transformarlas.

Envíenos su comentario

Política de comentarios

Usted es el único responsable del comentario que realice en esta página. No se permitirán comentarios que contengan ofensas, insultos, ataques a terceros, lenguaje inapropiado o con contenido discriminatorio. Tampoco se permitirán comentarios que no estén relacionados con el tema del artículo. La intención de Prodavinci es promover el diálogo constructivo.