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¿Por qué Venezuela tiene la deuda más cara del mundo?, por Carjuan Cruz

La realidad que vive Venezuela no es una sorpresa en los mercados internacionales. El deterioro económico actual lo visualizaron los inversionistas allá afuera hace casi cuatro años, así que no es casual  que el precio de la deuda venezolana se desplomara 12 puntos en aquel momento, cuando cerró el dólar alternativo o permuta. Aquella decisión representó, para los tenedores de títulos venezolanos, un atentado contra la estabilidad macroeconómica de Venezuela. Más allá de que fuese el país con las reservas probadas de petróleo más grandes del mundo, o de mantener la reputación de nunca caer en default, pasó a ser uno de los países más riesgoso y el que más paga por su financiamiento externo en todo el mundo.

¿Pero qué fue lo que lo vieron los inversionistas en ese momento? Según explica Víctor Silva, analista financiero, y director de la firma Kapital Consultores, para el mercado internacional era fácil divisar que sin la válvula de escape que representaba el alternativo, la inversión extranjera mermaría sin una opción directa para la repatriación. Y esta situación a su vez afectaría la producción interna que al verse minimizada, obligaría al Estado a autorizar más importaciones.

Las secuelas no serían gratis: por un lado, aumentó la necesidad de divisas en el país y tuvo que ser suplida en su mayoría por el Gobierno; por el otro, provocó una represión de bolívares que terminó estimulando una demanda de bienes y servicios en un momento en el cual la oferta no era suficiente, trayendo así tanto presiones inflacionarias como cambiarias. Nada lejos del contexto actual.

Precisamente, lo que intentan hacer los inversionistas era ir un paso adelante, anticiparse a las posibles consecuencias de los distintos hechos y resguardar así sus ganancias.

Explica Miguel Octavio, analista financiero, que las casas de bolsa movían con fuerza los bonos hacia afuera, emitidos en dólares por el Gobierno venezolano. Y aunque su salida no tenía gran influencia en los precios de los títulos criollos en los mercados internacionales, la eliminación de los intermediarios que le daban agilidad a ese alternativo también influyó en la caída que se dio en aquel momento. El bono referencial de la República, el Global 2027, pasó de rendir 8% antes del cierre del alternativo a 20% luego, para estabilizarse después en 14%. Y así se mantuvo hasta que otro hecho moviera bruscamente el precio de los bonos venezolanos de nuevo, esta vez de manera positiva: la noticia de la enfermedad del presidente Hugo Chávez provocó que los títulos subieran y el rendimiento bajara.

Esa norma, casi natural, de que a menor precio, mayor rendimiento, y viceversa, es la que terminó afectando al Estado y al precio de su deuda. Al momento de realizar una emisión, esa nueva oferta de bonos tiene que ofrecerle al mercado ganancias iguales a las que ya ganan por títulos de la misma nación. Y hoy Venezuela no puede ofrecer menos de 15%. Este porcentaje es mucho más de lo que pagan otros países, incluso el doble de algunas naciones con algunas condiciones similares, como Nigeria, una nación también petrolera cuyo financiamiento le cuesta 6%.

curva de rendimiento de países petroleros a diez años

Así como la ley de gravedad, en finanzas hay reglas que no pueden ser cambiadas: cuando un país tiene girando por el mundo compromisos de deuda, es todo un reto aquello de dejar el capitalismo atrás y entrar de lleno en el socialismo. Cuando el gobierno venezolano arrecia su modelo, enfocado en mayor control y centralización, los ojos del mundo miran de cerca y con atención lo que pudiera pasar luego. Si, con base en eso, la percepción no es buena, el precio de los bonos venezolanos baja por una tímida demanda.

Al ritmo de las acciones tomadas por las autoridades, y sus posibles consecuencias posteriores en la Economía y en las cuentas oficiales, los inversionistas deciden comprar o vender. Y esto ha hecho que los bonos venezolanos se caractericen por una alta volatilidad, sumando a eso el efecto que tiene el entorno externo.

Durante los últimos cinco años, se acentuó la inestabilidad de los títulos criollos, con sucesos específicos que determinaron las subidas y bajadas. Desde el cierre del mercado permuta y la salida de las casas de bolsa, pasando por la enfermedad del presidente y la crisis europea, hasta más recientemente el atraso de las medidas estructurales y su sustitución por acciones coyunturales, más apegadas a estrategias electorales que a ajustes macroeconómicos.

Y tanto riesgo tiene un precio.

Después de la caída por el cierre del mercado alternativo, fue la enfermedad del presidente Chávez el suceso que más favoreció a la deuda venezolana. Incluso más que la crisis de Grecia, un suceso externo que provocó alta demanda por los títulos criollos y por los de las economías emergentes en general. Los mercados internacionales percibían más cerca un posible cambio de rumbo en políticas económicas que fortaleciera la economía y, en consecuencia, favoreciera la capacidad de pago de Venezuela. A partir de entonces, y hasta la muerte de Chávez, la demanda por los papeles criollos aumentó y eso provocó que disminuyeran los precios de la deuda venezolana en los mercados y bajara el costo del financiamiento al país. Los títulos pasaron a rendir 10%.

CURVA DE RENDIMIENTO DE PAÍSES LATINOAMERICANOS

Pero luego, las victorias electorales conseguidas por el chavismo, una con el líder enfermo (en octubre) y otra con él ya fallecido (en abril)  tiraron por la borda la posibilidad de cambio en las políticas económicas aplicadas por el Gobierno. Aunque ya no estuviera Chávez, el chavismo continuaría. Y los tenedores de los bonos venezolanos comenzaron a vender, lo que provocó bajas puntuales en los precios y subidas del Riesgo País.

En esa variable, poco tiene que ver la apreciación del ministro de Planificación Jorge Giordani, para quien el Riesgo País de Venezuela está valorado de manera desproporcionada. Al final, juegan otros factores: el índice se mide de acuerdo a cuán por encima esté el rendimiento de los títulos de deuda soberana con respecto a los bonos menos riesgosos, que son los de Estados Unidos. Más allá de esa fórmula bastante técnica, hay otra variable que se mueve al son de las medidas tomadas y sus consecuencias. Se trata de los Credit Default Swap, una especie de póliza de seguro ante posibles incapacidades de pago. Mientras el país es más riesgoso, más caro se torna este servicio (como sucede con cualquier póliza) y sus aumentos también son una forma irrebatible de medir la solidez de un país y su capacidad de pago.

Y no fueron precisamente las victorias electorales del chavismo lo que más elevó los costos de estas pólizas, sino el cierre del mercado alternativo en el 2010, cuando el índice de esos precios pasó de 800 puntos a poco más de 1.600 puntos. Para los inversionistas, la eliminación de esa posibilidad de repatriación provocó más consecuencias negativas en la macroeconomía venezolana que la continuación del mismo Gobierno.

No en vano cuando, en agosto de este año, las autoridades económicas y el mismo presidente Nicolás Maduro anunciaron la posibilidad de abrir un nuevo mercado alternativo, los precios de la deuda se dispararon 12 puntos.

Meses después el panorama ha vuelto a cambiar. Los inversionistas castigan de nuevo los bonos venezolanos, cuyos precios cayeron recientemente en 10 puntos. Los mercados internacionales perciben que las fiscalizaciones hechas al sector comercio pudieran estar acordes con una coyuntura específica y un momento electoral; no así la desatención de los desequilibrios macroeconómicos que tiene Venezuela. Se refieren sobre todo a unas reservas líquidas en caída y a las apretadas cuentas oficiales.

La ausencia de medidas de fondo cobra importancia. Su retraso fortalece la posibilidad de un deterioro macroeconómico más pronunciado. Sin embargo, después de las elecciones municipales, los inversionistas se inclinan a apostar que, con una base política más sólida y un receso electoral, el Gobierno tiene más holgura para tomar acciones que fortalezcan los balances venezolanos, entre ésas la apertura de un nuevo mercado alternativo.

Si esta visión más positiva acierta, quizás mejore el perfil crediticio del país y Venezuela pueda aplicar su política de endeudamiento de 2014 a un menor costo.