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Concierto en Tiuna El Fuerte, por Jesús Torrivilla #CaracasEnContratiempo

Por Jesús Torrivilla | 28 de julio, 2013

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El Valle a las diez de la noche de un sábado es un hervidero de sonidos. Ambulancias, risotadas, frenazos, salsa, estertores. A unos doscientos metros de la estación de metro, emplazado entre la intercomunal y la autopista, queda un centro cultural desde donde proviene una música distinta: guitarras eléctricas, maracas y la percusión del culoepuya. Es la música venezolana liberada de su camisa de fuerza, libre para negociar, cerveza en mano, con el jazz y el rocanrol.

La noche inaugural del Festival Caracas en Contratiempo se alumbró entre contenedores grafiteados y la altisonancia de los colores. El escenario fue el Parque Cultural Tiuna El Fuerte, un “colectivo de colectivos”, un lugar en el suroeste de Caracas donde se reúnen artistas que tienen como un rasgo en común, entre muchos otros, la impronta de la ciudad, el adjetivo ineludible de lo urbano.

I

Ernesto Rangel y Aquiles Báez tuvieron una idea: organizar un festival que pudiese proyectar un extraordinario momento para la música venezolana. El símbolo del encuentro es un cuatro, el instrumento central de todo un movimiento que se afinca en compartir nuevas resonancias, se honra en su pasado, pero no le teme a hacer sus playlist en el presente, a mezclarlo todo.

Caracas en Contratiempo nació de la necesidad de hablar desde la identidad y hacia la modernidad, en palabras de Aquiles Báez. Y por eso han encontrado un lugar para comenzar en Tiuna El Fuerte. La rebeldía y las pretensiones contraculturales conviven acá en un debate constante. Se asumen como producto de la ciudad y desde ahí cuestionan de dónde provienen. Después, la ristra de epítetos: afrodescendiente, indígena, caribeño, afrocaribeño, mestizo, blanco, europeo, latinoamericano, caribe…

El desorden también tiene su tumbao.

La música que preparan se ve, se escucha y se lee. Rangel le propone a los venezolanos que se acerquen a disfrutar de esta música nueva. Defiende su alto grado de originalidad y apela a la cifra: más del ochenta por ciento de las composiciones que se escucharán en el festival son creaciones originales.

Se trata de ver el resultado de cinco años de un contingente subterráneo, que se entrena entre pequeños bares y las salas de las casas, que afina sus cuatros, sus guitarras, las golpea, hace malabares, las transforman en percusión, hace que el intérprete, de un solo brinco, atice a la audiencia. Ése es el tiempo en tirabuzón del Caracas en Contratiempo. No es la escucha taimada de un disco, sino saltar con el calipso y atreverse a ser convocados por los compases. Atreverse.

II

Mientras los técnicos arreglan el sonido, los músicos bromean y se conocen entre ellos. Los integrantes de Tiuna el Fuerte son quienes lucen más atareados. Entre ellos, saluda María Eugenia Freites, de ánimo incontenible. Es la encargada de dar el paseo por el parque, mientras hila la historia de la que se ha convertido en su trinchera.

Surgió hace ocho años con la ocupación de un estacionamiento abandonado. Unos músicos decidieron asentarse allí para labrarse su propio espacio y en seguida obtuvieron el apoyo de la Alcaldía Metropolitana. El movimiento empezó con una carpa de circo y después logró una tarima móvil, que antes estaba en el Estadio Brígido Iriarte. María Eugenia enseña con orgullo el camión desplegable, ahora grafiteado, primer escenario de los artistas en Tiuna El Fuerte. Por allí no sólo han pasado raperos y breakdancers locales, también han estado Aterciopelados, Manú Chao, Sergent García…

Allí, con los edificios de El Valle al fondo y las luces de los carros atravesando la autopista, el relato de Tiuna El Fuerte cobra el sentido de las reivindicaciones: “Los chamos, que antes estaban pendientes del malandreo, encuentran en la tarima otra conexión que les permite desarrollar sus talentos y les da el mismo prestigio que antes buscaban en una pistola”, dice María Eugenia.

Se empezó a correr la voz y el estacionamiento se llenó de gente y de propuestas. Los colectivos empezaron a preguntarse cómo podían apertrechar el fuerte. La respuesta la encontraron en containers abandonados en la aduana. Inspirados por las intervenciones de los okupa, en España, movimiento que toma terrenos baldíos y edificios abandonados en protesta contra la mercantilización de los espacios, Tiuna El Fuerte comenzó a adquirir una identidad radicalmente distinta a los centros culturales de puertas cerradas y pasillos impolutos: todo es abierto, rayable, es la ciudad aerosol que se pinta, suena y rima para tapar el rumor de las balas.

III

El_Aranero300El escenario que pronto ocupará Claudio Amico y su cuarteto es reciente. Está custodiado por dos contenedores, elevados a cada uno de sus costados y donde funcionan estudios de sonido. Frente a la tarima, unas gradas; detrás de ellas, un bar y café. Bautizado con el nombre de El Arañero, es un sitio con pocas mesas que rodean el escenario. Las sillas, siguiendo el espíritu ecológico del complejo, son unos tobos de colores con implantes de metal a manera de posabrazos. Hoy hay fiesta, se sirven vasos, se prenden lumbres en latas. Al fondo, unos descansan en hamacas, mientras otros se preguntan por qué no hay más espacios culturales con chinchorros para mecerse.

Tiuna El Fuerte también encontró un grupo que le dio forma al proyecto, trazó sus planos y orientó sus mejoras. Bajo el nombre de Lab.Pro.Fab (Laboratorio de Proyectos de Fabricación), los arquitectos Alejandro Haiek y Eleanna Cadalso han obtenido premios en Barcelona, Quito y más recientemente  en Shangai. El parque ha logrado el apoyo económico de instituciones como el Consejo Federal de Gobierno y el Bandes. Una gran excavación evidencia que la inversión todavía está en curso. Se construye un anfiteatro para mil personas, comedor, estudio de televisión, salas de ensayo, canchas deportivas. Y, entre los proyectos, hay incluso hasta una posada turística.

En El Arañero los músicos se alinean: Dionis Vahamonde, percusión; Omar Márquez, batería; Gabriel Chakarji, teclado; Rotnesth Medina, bajo. Y Claudio Amico, barba cana, dreads, pantalones verdes y camisa de colores, presenta su guitarra. Conocido por ser parte del grupo Sontizón, de salsa aderezada con academicismos y acordes caribeños, su nuevo proyecto se titula Yo mismo soy y es una exploración parecida de alma criolla, fusionada con el espíritu sintético del jazz.

La guitarra de Amico es pacífica pero frenética, capaz de una ternura con la que él mismo bromea entre canción y canción, y que devuelve con la fuerza estoica del rocanrol. El tema “Recordando mi tierra” emociona al público con sus acordes introspectivos, con una calidez planificada para recordar a Maracaibo, su ciudad natal. El vaivén de las percusiones sostienen el diálogo entre el melo y el logos  y, de pronto, le dan paso al teclado de Chakarji, quien con veinte años y camisa a cuadros arranca los aplausos del público y los vítores unánimes.

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IV

Las notas de los músicos, franelas con logotipos políticos y el retrato de El Arañero se multiplican raudos entre los asistentes, quienes ya deben sumar unas doscientas personas. Es la identidad en pugna. Tiuna El Fuerte pretende, una vez aprovechado el impulso económico, consolidarse como un modelo de microurbanismo sostenible, ecológico, reciclable, verde, de latón y flores.

Aquiles Báez, después de observar con atención y aplaudir a Yo mismo soy, sube a la tarima a afinar. No es enfático ni ruidoso, sino contención calculada, emoción a cuenta gotas. Cuando comienza a tocar, enciende una ristra de sonoridades que fluyen con una facilidad sorprendente. Es música de cámara y es cadencia, es el profesor del colegio, la orquesta y el tío con el cuatro. Su guitarra encuentra y canaliza esos recuerdos, que se proyectan todos en el presente.

Comienza tocando “A mis hermanos”, en la que le pide al público que lo acompañe a tararear, mientras la guitarra suena a Beethoven, a Manuel de la Falla y a guateque. Continua con “El señor de Bonfim” un baiao, ritmo del norte de Brasil, que todos reciben sin recelo. Báez, visiblemente contento, entre canción y canción aprovecha para agradecer la tarima. Sus temas, en promedio de unos diez minutos cada uno, son complejos pero encuentran apoyos sonoros, intentos de ritmo entre palmas y piernas, y miradas al aire del público.

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La banda de Aquiles Báez está compuesta por Adolfo Herrera en la batería y Roberto Kosh en el bajo. Encargados de graduar cada uno de los temas, subir las temperaturas con el desafuero de las percusiones, los tres conquistan al público. “Jardín de luna” es el tema más emotivo, casi triste. Báez comienza solo en la guitarra, ante el silencio total. Lo sigue Kosh, quien recurre al arco para sintonizar la pena del bajo, reflejo plata de la luna.

Báez llama al mandolinista Jorge Torres para acompañarlo en “Paraguaipoa” y el concierto, una vez más, se vuelve bailable. Un par de parejas intentan acercarse y para la última canción explota el desafuero. El calipso se adueña de El Valle junto con las voces invitadas de Betzaida Machado y un coro de músicos que colman la escena. Aquiles Báez pega brincos mientras hace proezas con la guitarra, el baile hace recordar la playa y aleja la brisa fresca.

Todo el mundo se levanta de las gradas y se acercan al foso. Y así va terminando el concierto, a medida que El Valle va recuperando sus ruidos propios. Se despiden los músicos en una noche que todavía explora desde la pertenencia esa sonoridad de un presente que se deslastra de sus prejuicios, entre el sudor y la alegría de la mezcla.

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Puede leer acá el resto de la programación del Primer Festival de Música Contemporánea
Caracas en Contratiempo

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Jesús Torrivilla 

Comentarios (3)

Walter
28 de julio, 2013

Excelente inciativa, y que mejor lugar para empezar, a seguir disfrutando del festival toda a semana

Alejandro
28 de julio, 2013

Me hubiera encantado estar en ese concierto, que segun la descripcion fue apoteosico. Esos lugares como el Tiuna son fundamentales para resaltar nuestros valores. Bravo por la iniciativa de Caracas a Contratiempo

agusto
30 de julio, 2013

excelente concierto!, lastima que la gente del Valle no termine de asistir a estas actividades en tiunaelfuerte, no se si es por falta de promocion a nivel local, o por desidia del publico (cosa que es lamentable y frecuente en el caraqueño en general)

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