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Sobre los primeros 100 días de Nicolás Maduro, por Luis Vicente León

Por Luis Vicente León | 26 de julio, 2013

100dìasmaduro

La forma natural para evaluar los primeros 100 días de gobierno de Nicolás Maduro es comparándolo con el gobierno anterior, atendiendo a las crisis política y económica que han surgido en una transición que todavía no termina de darse por completo. Así que, paradójicamente, el punto de partida para el análisis se encuentra en una frase que han usado tanto el chavismo como la oposición: Maduro no es Chávez.

El uso de esta frase por la oposición puede prestarse a una interpretación ambigua en la que al decir que “Maduro no es Chávez”, atacando al actual presidente, parecen afirmar que Hugo Chávez era bueno, pero el verdadero contenido detrás de ese uso es señalar que Maduro no tiene la gobernabilidad, ni la fuerza ni el poder de acuerdo que tenía el presidente fallecido, lo cual es cierto. En cambio, cuando la frase “Maduro no es Chávez” se utiliza desde las filas oficialistas lo hacen para explicarse a sí mismos los resultados electorales del 14 de abril, los cambios en la votación y la menor capacidad de maniobra del nuevo Poder Ejecutivo, factores que también son ciertos.

Hay un tema intrínseco en todo esto: Chávez era un militar y Maduro un sindicalista. Esa diferencia, en este caso, puede resultar positiva. Un militar plantea la destrucción del adversario, la aniquilación del otro, el éxito resumido en la capacidad de anular al enemigo. Un sindicalista, en cambio, aunque sea el más radical de todos sabe que su éxito siempre termina en —o depende de— una negociación. Y eso, aunque quizás no de manera consciente, está de alguna manera en la cabeza de Maduro.

El nuevo gobierno, en estos 100 días, ha reconocido mejor que el propio Chávez ese triángulo perverso del que ya hemos hablado antes y ocasiona el desabastecimiento: el control de cambio (que ya lleva diez años implementado), el control de precios (que deja precios congelados por hasta 3 años en una economía de alta inflación) y las expropiaciones improductivas (incluso, reconociendo que una buena parte de ellas debe ser reactivada por el propio sector privado, en conjunto con el sector público).

Pero, si en Miraflores reconocen las bases del problema, ¿por qué las acciones para atenderlo son tan mojigatas? ¿Por qué esos cambios en el gabinete —donde no cambiaron los actores, pero sí cambió el balance de fuerzas, en contra de los radicales y a favor de los pragmáticos— no se traducen en que el país salga de la crisis y avance? La respuesta está en la misma frase: Maduro no es Chávez.

Luego de reconocer de alguna manera el origen de los problemas, las acciones que puede concretar el gobierno de Maduro son tímidas, pequeñas e ineficientes por una razón: no están dispuestos a pagar el costo político. Maduro no es tan popular como Chávez. Mejor dicho: la popularidad de Chávez estaba más de 20 puntos por encima de los mejores números de Maduro, quien además hereda un país dividido, una crisis económica y una merma electoral demasiado evidente como para esconderla de sus adversarios políticos, tanto los que están fuera del gobierno como los que están puertas adentro.

Chávez gozaba de un respaldo popular excedentario que le permitía, incluso, tomar decisiones impopulares poniendo capital político sobre la mesa y, a largo plazo, salir ganando. Si hay algo que no tiene Maduro es la capacidad de lograr que la población acepte postergar gratificaciones. Hugo Chávez era capaz de decirle a quienes lo respaldaban: “Asume los costos hoy, que en un futuro tendrás lo que quieres” y hacerlo sin restar nada de su apoyo popular. E incluso, en el peor de los casos, Chávez tenía una popularidad tan elevada que le otorgaba una capacidad de maniobra tal que se permitía perder un poco de conexión sin caer en un barranco que lo complicara en términos de respaldo.

Pero Maduro llegó ya en el bordecito de ese barranco… y un paso adelante no parece su mejor movida. No puede tomar decisiones impopulares sin sacrificar parte de su capital político que, si consideramos los resultados oficiales del pasado 14 de abril, no es demasiado. Así que está entrampado en la toma de decisiones con altos costos políticos de corto plazo, teniendo tan cerca un proceso electoral regional: no hay holgura en los números de aprobación ni en los de respaldo popular.

Hoy, a cien días de aquellas elecciones, Maduro está atado de manos para tomar las decisiones económicas necesarias, pues todas son impopulares. El momento postelectoral de abril le permitió a maduro surfear la crisis. No tuvo la luna de miel esplendorosa que habitualmente seguía a los triunfos de Chávez, y sin embargo evitó caer a pesar de esa crisis, a pesar del vendaval. ¿Pero por cuánto tiempo puede surfearse una crisis? No mucho, porque ese surfeo está hecho alrededor de un éxito electoral que no fue holgado y que el tiempo va extinguiendo.

Maduro sabe que tiene que devaluar la moneda una vez más y de manera significativa. El tipo de cambio, casi regalado, no tiene sentido. Sabe que debe hacerlo y pronto, así sea para algunos sectores. El control de cambio, tal como está concebido actualmente, no es viable ni sostenible.

Maduro sabe que un exceso de la demanda de divisas desequilibra todo el sistema cambiario, pero en Miraflores nadie tiene la capacidad de maniobra política para tomar la decisión, incluso de una devaluación implícita.

Maduro sabe que tiene que negociar algunos precios, pero tiene pánico inflacionario. Ha venido tomando decisiones tímidas pero ninguna resuelve el problema de fondo.

En una acción política que puede volverse en su contra muy fácilmente, para evitar los costos políticos a corto plazo Nicolás Maduro está construyendo un costo sociopolítico mayor a largo plazo.

Curiosamente, Maduro se ha atrevido a hacer dos cosas que Hugo Chávez siempre intentó evitar: tocar el tema de la corrupción y hablar de la inseguridad. Incluso, ha tenido que involucrarse personalmente en este último a través de elementos de gestión como el Plan Patria Segura. Chávez podía evadir el tema porque no recibía los costos políticos de la seguridad: como no era visto como el culpable, simplemente no hablaba de la soga en la casa del ahorcado.

En la mente del elector sucede algo cuando un problema se desborda: se reduce el impacto de los otros problemas y, por lo tanto, del costo político de los culpables aparentes. En las últimas elecciones que ganó Hugo Chávez, en la cabeza del electorado el problema de la inseguridad estuvo comiéndose al desempleo, la inflación, el desabastecimiento, la caída de la producción nacional y la dependencia de las importaciones. Chávez no ofrecía resolver la inseguridad para no contaminarse de modo que, si no representaba costos políticos, lo esquivaba. Y al no ser visto como el culpable directo, le iba mejor en cuanto a popularidad mientras la gente pensara que el problema era la inseguridad y todo el costo político se atomizaba en diferentes instituciones e incluso en la propia gente.

Pero Maduro no puede darse el lujo de sacarle el cuerpo al tema: tiene que tomar acciones, presentar resultados, mantenerse vinculado con el asunto. Y esa posición, en torno a un tema como éste y con las cifras que ha arrojado recientemente, ya representa un alto riesgo.

Con el asunto de la corrupción pasa algo parecido: Chávez lo tocaba muy someramente y sin acciones contundentes. Maduro tuvo que tomar decisiones, pero resulta que en las últimas evaluaciones ha comenzado a aparecer la corrupción como un aspecto negativo del gobierno, cuando antes era un tema que no parecía de tanto interés para el electorado.

Esto puede leerse de dos maneras: la primera es que a Maduro se lo está comiendo un problema que ahora existe en la mente de los electores y, como Maduro no es Chávez, debe actuar. La segunda es que al empezar a meter el tema de la corrupción en su discurso, pensando que se iba a beneficiar, terminó subrayando un aspecto y despertando un debate que antes no existía. No quiero decir con esto que no hubiera corrupción, sino que no formaba parte de los debates que podían incidir en la decisión de los electores.

Finalmente, evaluando directamente el tema político, la popularidad de Chávez siempre estuvo en unos niveles que no le hacían necesario amedrentar a la oposición más allá del discurso ni a partir de acciones concretas. Con aquella premisa de que “Águila no caza moscas”, siempre se mostró más fuerte que su adversario y parte de su desprecio era no tocarlo. Pero Maduro no es ese “Águila” y tiene unos resultados recientes que se lo recuerdan de manera palpable, así que debe enfrentarse e intentar construir una bóveda de miedo para impedir que la oposición tome acciones que le permitan aprovechar la crisis, metiéndolos en un laberinto político.

Maduro va contra diputados, el caso estrambótico contra Richard Mardo, las amenazas contra Leopoldo López, la supuesta lucha anti-corrupción que siempre termina tocando a Primero Justicia, incluso cuando quienes son sorprendidos pertenecen a filas oficialistas. Necesitan atacar y atemorizar, pero yendo más allá de lo que hacía el fallecido Hugo Chávez: necesitan actuar, meter presos a funcionarios en ejercicio, ser más agresivos.

Lo han demostrado claramente en el control de los espacios en los medios, haciéndole cada vez más difícil la comunicación a los factores de oposición. Pero lo han hecho aprendiendo la lección del cierre de RCTV, uno de los pocos eventos que logró generar una crisis de popularidad capaz de afectar a Hugo Chávez durante un tiempo y levantar, incluso, una percepción negativa a nivel internacional, incluso con los países aliados. Ahora el take-over ha sido mucho más inteligente: no es político, sino económico. Es más eficaz (y menos costoso) entrar en una dinámica de cambiar la correlación de fuerzas en el control propietario de los medios.

Resulta interesante que pese a la crisis severa y los múltiples problemas que enfrenta el nuevo gobierno, la oposición no logra fortalecerse tampoco en estos 100 días y, aunque no se debilita, su conexión popular se enfría frente a la ausencia de nuevos temas que emocionen a las masas y estimulen las migraciones de soporte popular. Quizás una mezcla de lo que el gobierno hace para protegerse con lo que la oposición no hace para avanzar.

Gardel decía que veinte años no es nada, pero cuando intentas estabilizar o debilitar una revolución que depende totalmente de la fuerza de un líder que ya no está, 100 días pueden ser muchos si no los aprovechas bien… y eso es igual para tirios y troyanos.

Luis Vicente León 

Comentarios (10)

María V. Sánchez
26 de julio, 2013

Escuché hace unas semanas una entrevista a uno de los miembros del consejo editorial de PRODAVINCI. Decía el entrevistado que, “a nosotros no nos interesa la opinión como tal”. Palabras más, palabras menos. Expresaba igualmente, palabras más o menos, decía que les interesa más bien documentar lo que se dice sobre los fenómenos o eventos políticos, sociales, culturales, etc con lo empírico, con una adecuada argumentación y desarrollo de las ideas o evidencias que sustenten lo que se expresa… Traigo esto a colación porque lo que expresa Luis Vicente León, quien es un referente importante en Venezuela en materia de opinión, lo es porque muchos sabemos o asumimos que cuando afirma, ensaya o expone un tema social o político, sobre liderazgos, temas coyunturales, conductas de venezolanos, de líderes, de gobernantes, etc. tiene detrás el background de la prestigiosa encuestadora de la cual es CEO, que ha hecho y sigue haciendo todo tipo de estudios de opinión de corte verdaderamente científico-social. Esperaría, como lectora asidua de Prodavinci que al leer algo sobre los primeros 100 dias de Maduro lograran “aterrizar” aún más lo que se dice, con cifras, datos, índices , con investigación empírica, con sus niveles aceptables de confiabilidad, etc.: interesa mucho, sobre todo porque sabemos que desde el lado oficialista, las salas situacionales y los estudios liderados por asesores específicos del archipiélago antillano, con recomendaciones de acción, abundan y se multiplican, y se puede decir que se realizan en tiempo real. Interesaría que los venezolanos de a pie entendamos más y mejor este raro ambiente en donde nada funciona, la crisis institucional y la económica son insostenibles, pero todo sigue igual. Interesaría para reflexionar sobre lo que podemos esperar; sobre el peso específico de estos primeros 100 días de cara al próximo proceso eleccionario de Diciembre 2013; sobre lo que debemos hacer como venezolanos, sobre todo los que estamos “congelados en esa otra mitad del país” que el gobierno se empeña en invisibilizar y llevarse por delante. Prodavinci haría mucho por el país si da cabida acá a más artículos de artículos ponderados, científicos y sustentados (éste que leo apunta en gran parte en esa dirección); en lugar de algunos otros artículos con los que me he topado acá que únicamente cuestionan y logran disparar la polémica en detrimento de la identificación de soluciones o de posturas reflexivas, proactivas, propositivas.

lars
27 de julio, 2013

Gardel no decía “veinte años no es nada”, eso era sólo parte de la letra de una canción. A lo mejor Gardel nunca dijo eso fuera de la canción…

eduardo lizarraga
27 de julio, 2013

Estoy de acuerdo con que Maduro esta haciendo algo que Chavez no hizo al hablar de seguridad y coruupción, pero en mi opinión tiene mas bien la ventaja de que al representar algo tan diferente a Chavez puede hacerlo e indirectamente para el pueblo oficialista el culpable no es el(Maduro), quiza mas bien despues puedan esbozar la idea que el responsable es Chavez; como lo sabemos el pueblo opositor. Y estoy totalmente de acuerdo con Maria V. Sanchez.

Miguel Gonzalez Singer
27 de julio, 2013

Resueno con la afirmacion de Leon respecto a el estancamiento de la oposicion. Veo a Capriles luchando solo con argumentos poco efectivos y un poco desenfocados.Todos lo venezolanos a quienes nos importa el pais, no debemos bajar guardia. Necesitamos una “sala situacional” con 7 millones de miembros y con asesoria cientifica que pueda contrarestar la asesoria del gobierno, que no es despreciable por cierto.

Maria V. Sánchez
28 de julio, 2013

….Debo opinar nuevamente, agradeciendo la identificación de dos de los comentarios con parte de lo que expreso…Pero intervengo de nuevo sobre todo para que los que leen estos comentarios les resuene también la expresión sobre el lider más visible y emblemático de la oposición: “…está luchando solo…” y nosotros los 7.000.0000 venezolanos que nos consideramos oposición, más aún, la mitad del país: inermes, sin tomar partido de nada, sin reconocer la necesidad de pasar de la opinión a la organización y la acción estratégica, enfocada, direccionada, planificada, eficaz, efectiva y sostenida que requiere el país que buscamos, el que esta hundido debajo de tanto, bermellón, escarlata y carmesí.

Fernando Gutierrez
29 de julio, 2013

Muy buenos los comentarios de Maria V. Sánchez y Miguel Gonzalez Singer, pero quien debe estar al frente de una una convocatoria asi es el mismo Capriles, porque se supone que él ganó las elecciones y se supone que el lider con mas capacidad de convocatoria en el país.

Carolina Romero
30 de julio, 2013

Cordial saludo. Excelente los comentarios plasmados como venezolanos que sentimos y peleamos nuestra tierra amada. Realmente la convocatoria de Capriles la percibo algo débil, porque como dice el refrán popular:”un solo palo no hace montaña”..estoy convencida que los 7 millones de venezolanos que estamos al otro lado de la bancada estamos listos para accionar lo justo y necesario ante el panorama actual. Detalles??, muchos, sobre todo la inasistencia de imparcialidad por parte de los entes gubernamentales ante las carencias de justicia y equidad que clama a gritos nuestro pueblo, sin distingo de clases sociales y partidos políticos…cuál es el costo que debemos pagar para que se haga justicia en Venezuela?..comprar más conciencias a costa de nuestro oro negro? ó seguir empeñando al país a China y sus aliados??, considero que la imparcialidad de las instituciones públicas juega un papel protagónico de envergadura, y no lo podemos dejarlo a un lado…por qué no rescatar la ética y sentido patriótico de los que administran justicia en este país??…propongo hacer una revisión de cada uno de nosotros y aportar en acción la corrección de las normas y uso de las cosas en el cotidiano para darle ejemplo a los de mayor rango y eso hace peso…también está en cada ciudadano aportar ese cambio..no lo olvidemos….

María V. Sánchez
30 de julio, 2013

Pidiendo ante todo disculpas por ésta, mi tercera intervención en este foro y, no sin antes agradecer de nuevo las menciones de quienes aluden de alguna forma lo que he expresado. Debo intervenir de nuevo, para dejar una nueva reflexión, a propósito de la acotacion de Carolina Romero: Cuántos de nosotros acudimos a las instancias virtuales, reales, ad-hoc o institucionales que, cubriendo las formas,el gobierno actual ha puesto a disposición de los ciudadanos, para denunciar los atropellos de los que somos objeto casi a diario en el ejercicio o en el disfrute de los derechos que nos corresponden como venezolanos?.Pues conocemos un ejemplo emblemático que, por evidente, no hace falta mencionar. Y los restantes ciudadanos? nos asisten menos derechos? qué hacemos?. Asumo el palel del burro:soy la primera en la fila.Observo casi diariamente enla calle -sobre todo en el centro de Caracas de donde soy habitué- escenas breves de la PNB y de la GNB que claramente evidencian el incumplimiento y/o alteración de su rol institucional, del mandato para el cual fueron creados: observo el incumplimiento de normas justo frente a mi y pasmosamente, “sigo de largo”. Cuántas veces en el Metro, del cual soy cotidiana usuaria observo claramente como conciudadanos y operarios incumplen con las normas que allí imperan y no he hecho ningún tipo de denuncia?: denuncias éstas que ejercerían presión si se replicasen entre todos los ciudadanos. Cuántas veces he denunciado atropellos que recibo a diario como usuaria del servicio de transporte público por abuso en el cobro de servicios, por unidades en alarmante pésimo éstado, por maltrato al usuario, por la mendicidad desbordada que debería ser controlada en las paradas por la PNB y “se ésta se hace la vista gorda”?: lo he denunciado por las redes sociales, pero esto no es suficiente. Cuántas veces he asistido a las convocatorias que me ha hecho llegar @COMITEDEUSUARIOS para defender mis derechos y el de otros de los ciudadanos en el uso del transporte público?, para denunciar irregularidades, rechazar cobros indebidos, etc.?: han sido unas cuantas las convocatorias y a todas he fallado. En otras palabras, mientras sigamos sumidos en nuestra propia individualidad, viendo el desgaste de “un solo palo tratando de hacer montaña”, desgastados en la sobrevivencia, en la inmediatez de nuestros propios problemas sin mirar hacia nuestro entorno, sin descubrir la posiblidad de hacer cambios y accionarnos como ciudadanos en pro de nosotros mismos y de otros, nada haremos. Entre sicads, préstamos chinos, mercosures, albas, mardos, gobiernos callejeando, convites y confites, pasarán otros 100 dias más y más. Mientras “el mismo palo” tratando de “hacer montaña” sin rapel, y nosotros, esa otra mitad, en nuestra zona de confort buscando papel toilet, aceite, azúcar y divisas baratas.

Belkis De la Rosa
3 de agosto, 2013

Los ciudadanos no estamos viviendo precisamente en una zona de confort con la actual situación del país, con el bombardeo de noticias sobre abusos, carencias, ineficiencia y un vacío y banal discurso político. Coincido con María V. sobre la importancia de la acción individual, pero su eficacia queda disminuida, si no está acompañada por instituciones calificadas. ¿Qué efecto tendrían las denuncias y quejas si el Colegio de Abogados y Jueces, el Colegio de Ingenieros entre otros y un grupo importante de sus afiliados denunciara en comunicados en prensa – y panfletos si fuese necesario -la violación de leyes, la estafa de la Misión Vivienda, la corrupción, etc? Necesitamos más fuerza en la argumentación, más acompañamiento al líder que tenemos, para que llegue la información y la propuesta de cambio a los venezolanos que aun confían en la opción oficialista.

jesus A
21 de agosto, 2013

Tomando en cuenta los comentarios no me cabe duda de que hay una gran ventaja del oficialismo ya q al si logra equilibrar la inseguridad y la corruccion q es su estrategia de gobierno hacien ver q maduro no es Chávez y llegando las masas un nuevo manejo de la plitica en pesando por casa y acosando a gran parte de la oposición además queriendo unir al país le da mas ventajas capriles necesita trabajar en el país de igual manera a el llegar a la presidencia lo va a machar la inflación y tendrá que devaluar la moneda de manera escandalosa sabemos la situación del país si el hace eso la otra mitad oficialista lo sacara del país en menos de 100 días de recuerden que no es una tontería lo q esta en juego

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