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La patria en cueros, por Gustavo Valle

Por Gustavo Valle | 28 de junio, 2013

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Gran revuelo ha causado la circulación de fotografías de cuerpos de damas intervenidos con la técnica del Body Painting, con motivos alusivos al honorable ejército independentista. En los siguientes trece puntos diré lo que pienso al respecto.

1.

Ante el pegajoso y sofocante calor del trópico, pintar los cuerpos siempre fue una opción más sensata que cubrirlo con terciopelos y tafetanes. El Body Art o Body Painting (al que ya deberían buscarle un nombre menos colonialista y transnacionalizado) aparece como una manifestación acorde con los rigores de nuestro clima. Estamos, pues, frente a un arte en armonía con los caprichos planetarios; de rasgos nativos, endógeno, vernáculo y (no seamos hipócritas) desinhibido y cachondo.

2.

En un país del Caribe, acostumbrado a los hilos dentales, las prendas de nylon adheridas a los cuerpos pulposos, el sandungueo y el perreo reguetoniano, el piropeo permanente en las calles, el mamiceo y el mirreineo como formas de interlocución cotidiana, estas damas de mirada adusta y cuerpos pintados con casacas del ejército libertador finamente abotonadas no deberían sorprendernos, y mucho menos escandalizarnos.

3.

De hecho, quien esté un poco atento a las manifestaciones artísticas de los años más recientes, puede comprobar que el Body Painting ocupa un lugar emblemático dentro de lo que podríamos llamar el anfiteatro estético del siglo XXI venezolano. No es infrecuente observar esta práctica en solemnes actos públicos, celebraciones conmemorativas, galas nacionales o saraos revolucionarios. El Body Painting está en su punto de efervescencia, arraigado sin duda en las manifestaciones culturales de nuestros pueblos originarios, en los hallazgos del artista francés Yves Klein, en el arte del tatuaje Maorí, y en las obras del suizo Youri Messen-Jaschin, quien casualmente vivió en Venezuela en los años ochenta.

4.

Después de realizadas algunas pesquisas, he advertido una visible equivalencia entre las ilustraciones de nuestros billetes nacionales y el Body Painting venezolano. Si se fijan bien, en ambos prevalece o la profusa naturaleza tropical (fantasía de aves del paraíso, palmas reales, etcétera) o bien sus animales más autóctonos y coloridos (guacamayas, pavo reales) o las grandes gestas patrias (no menos tropicales y coloridas) que tanto nos enorgullecen. He visto poco arte cinético o geométrico o conceptual en la piel criolla de estas jóvenes modelos. Prevalece el magicismo, las metáforas del buen (o buena) salvaje y, más recientemente, los motivos políticos alusivos a Chávez, la revolución bolivariana o la gesta independentista.

He escuchado decir que el Banco Central de Venezuela emitiría billetes de 500 con la figura de Chávez. De ser esto cierto, se confirmaría la hipótesis de este punto.

5.

El Body Painting se ha utilizado en posters promocionales de los mundiales de fútbol y en las Grandes Ligas. En campañas de Coca-Cola y Red Bull. La cerveza americana Miller Lite lo ha adoptado como parte de su acostumbrada línea publicitaria. Las azafatas de la Fórmula 1 pintan de rojo sus curvilíneos cuerpos para adornar la escudería Ferrari. Recuerdo aquella famosa portada de la revista Vanity Fair en la que Demi Moore luce su estupendo lomo trajeado con un elegante smokin de acrílico. Por supuesto la técnica también ha sido utilizada en términos políticos. Una vez vi a una manifestante colombiana del Cauca llevar su torso desnudo pintado con una enorme cara del Che Guevara. Y en la web se promociona un artista oriundo de Chicago que ofrece “Start making your ‘living art’ body painting dreams come true” por un módico precio y en su portafolio se pueden apreciar modelos en pelotas pintadas con el uniforme del Ejército Confederado, la policía de Nueva York y los U. S. Marines.

6.

Muchos han advertido cierto paralelismo entre el Body Art venezolano y los cuadros del pintor Pedro Centeno Vallenilla que decoran los majestuosos salones del Círculo Militar en Caracas. Cuerpos desnudos por un lado, militares uniformados por el otro. Sensuales nativas despechugadas junto a augustos y recios generales. Ambos conviviendo en un mismo escenario apoteósico. Sospecho que detrás de esta ambivalencia se oculta un mensaje complicado.

7.

Advierto una preocupante predilección por la decoración de las tetas en desmedro de los culos. Esto merece atención especial y pone el dedo en una llaga colectiva. Me explico: como nación caribeña, Venezuela siempre ha privilegiado los generosos contornos del trasero frente a las ondulaciones gravitacionales de los pechos. Nuestros bailes tradicionales se articulan en las caderas y no en el torso, buscan traquetear el esqueleto medio. Nuestro sandungueo endógeno siempre ha sido de la cintura para abajo; de hecho, unas de las leyes de la salsa y de muchos bailes del Caribe es mantener el torso inmóvil mientras nalgas y muslos rebotan caleidoscópicamente contra las miradas. La única explicación de este cambio de paradigma sólo puedo encontrarla en la silicona, ese exitoso polímero transnacional e importado, hecho de carbono y silicio y creado por Frederick Kipping.

Propongo otorgarle por decreto la ciudadanía venezolana al señor Kipping.

8.

Como era de esperarse, todavía existen personas que ven en el Body Painting, y concretamente en la más reciente muestra de Body Art independentista, algo insoportablemente chabacano, cabaretero, burdelesco, indecente e incluso asqueroso, y tildan a las damas que sirven de modelos como putas, tierrúas o facilonas. Otros se llevan las manos a la cabeza ante el supuesto irrespeto a la gran gesta emancipadora, el desacato al mínimo protocolo o la desobediencia al legado de nuestros padres de la Patria. Pues bien, a este universo de espectadores ñoños y descaminados habría que amenazarlos con la silla eléctrica, como proponen algunos, u obligarlos al uso del cinturón de castidad, como propongo yo.

9.

Ha trascendido que las mencionadas fotos aluden al solemne acto de juramentación de las “Amazonas Bolivarianas”, flamantes brigadas de milicias revolucionarias.

Al cierre de esta edición esto no fue confirmado.

10.

En un país donde el matrimonio igualitario y las leyes de identidad de género son asuntos que ni siquiera se vislumbran en un lejano horizonte de discusión, sorprende el estímulo a estas artes moderadamente impúdicas. De hecho, el año pasado Caracas fue sede de un Festival Mundial de Body Painting al cual acudieron gran cantidad de invitados internacionales. Frente al conservadurismo de naftalina irrumpen estos sensuales cuerpos pintados. Es bien sabido que nuestro país, aunque parezca lo contrario, es una reserva planetaria de prejuicios, cursilerías y ridiculeces. La telenovela, nuestra mayor usina sentimental (seguida muy de cerca por el gobierno y su retórica bienpensante), sigue repitiendo los mismos clichés sensibleros e insufribles de la época de Libertad Lamarque. Que en una sociedad almidonada y sentimentaloide surja con fuerza el Body Painting es materia de estudio para psicólogos sociales o estrategas de campañas electorales. Por supuesto, el Body Painting hace tiempo que no escandaliza a nadie. Las últimas abuelas ofendidas quedaron atrás, en los lejanos años cincuenta, frente a los performances de Yves Klein. Pero la represión y la moralina de ambas religiones (la católica y la revolucionaria, por mencionar sólo a las dos más importantes), se drenan o emponzoñan, según sea el caso, a través de estas expresiones.

11.

Una puntualización innecesaria pero no menos irrebatible: por más pinturita, por más maquillaje, por más revolución de las conciencias que nos machaque el ministro de Cultura, y por más diseño estéticamente elevado, sublime o celestial, señoras y señores, aquí estamos hablando de cuerpos desnudos. Gente en pelotas, vamos. Y, como dicen los españoles, eso mola, mola mucho.

12.

La reciente aparición en las calles de Caracas de un grupo de ciclistas desnudos bajo la consigna “Ahora sí nos ven” podría enmarcarse dentro de esta nueva y desinhibida tendencia. ¡Celebro y apoyo esta edificante pedaleada en cueros! Prefiero el cuerpo desnudo en movimiento y no posando como una estatua viviente para la posteridad, la foto digital, el molesto morboseo o la hipocresía ideológica. Y me gusta aún más esta bicicleteada porque, hasta lo que supe, no hubo en aquellos cuerpos asomo de propaganda política, ni venta de saumerios, ni disuasión manipuladora, ni anzuelo alguno a favor de propuestas frontales o subliminales que vinieran del poder revolucionario o del capitalismo salvaje. Porque ofrecer el cuerpo, la piel, nuestro íntimo cuero para la propaganda, eso sí que es una auténtica vulgaridad, eso sí que es chabacano. El cuerpo se ofrece para el amor, para la belleza, para la entrega, para el deporte o para el ocio. No les crean ni una coma a quienes pretendan convencerlos de lo contrario.

13.

Y con esto termino:

Yo espero que no sólo se desnuden los cuerpos de las damas o caballeros del Body Painting, sino también los cuerpos policiales y los parlamentarios. Quiero decir, que las instituciones públicas y los funcionarios que las lideran se quiten la careta, se desprendan de sus pantaletas de fino encaje, de sus calzoncillos, de su maquillaje; que desnuden sus discursos grandilocuentes y chapuceros, sus promesas encantadoras de serpientes, sus palabras que se repiten como mantras sin que ya sepamos qué diablos significan. Que se desnuden las manipulaciones y chantajes provenientes del asfixiante poder y las innumerables trampas a las que nos tienen acostumbrados, que se desnuden los obscenos intereses económicos de ayer y de hoy, las grandes fortunas amasadas con el dinero de todos y las viles estrategias que se implementan para permanecer en los cargos hasta que la muerte los separe.

Yo sólo espero que toda esa gente se desnude, para entonces pintarles una paloma.

Gustavo Valle Autor de los libros "Materia de otro mundo" (2003), "Ciudad imaginaria" (2006), "La paradoja de Itaca" (2005), "Bajo tierra" (2009) y "El país del escritor" (2013). Ganó la III Bienal de Novela Adriano González León y el Premio de la Crítica.

Comentarios (10)

Pedro Gómez
28 de junio, 2013

Debe saber el Sr. Valle que lo tomaron por inocente al hacerle creer, como a muchas otras personas, que estas damas aparecieron durante el desfile militar del 24/05/13 cuando, realmente, esta foto la tomaron en junio del año pasado en la presentación de Chávez como candidato presidencial. Se está esperando la disculpa del Sr Petkoff por semejante burla.

Larry A.
28 de junio, 2013

Creo que es claro que Valle no relaciona el body paint al desfile. Interesante artículo.

Luis
28 de junio, 2013

Genial.

AdelaM
28 de junio, 2013

Qué buen artículo! jajajajaja Nos lleva por un camino de insospechado final. Dios quiera alún personero gobiernista se diera un vistazo por este artículo. Aunque en realidad creo que no lo entenderían. Es muy sutil para sus mentes burdas y simplistas.

Fanny Pirela Sojo
29 de junio, 2013

Aplauso de pie, Gustavo. Una lección de lucidez en medio del maremágnum de despropósitos que vamos siendo. ¡Bravo!

Pepe
1 de julio, 2013

fueran Diosa Canales y Norkys Batista convengo

juana castilla
2 de julio, 2013

estupendo artículo ! gustavo valle es racional y sensible, escritor comprometido y dueño de una enorme riqueza sensorial, que vemos en los guacamayos que describe, en el calor de Venezuela, en los cuerpos mojados de pintura. magnífico !

samuel gonzález-seijas
10 de julio, 2013

No apartemos a Diosa ni a Norkys, pongámoslas desnudas y pintadas, una de María Antonia Bolívar y otra de mujer de Boves, y tendremos un cuadro más completo de cuál independencia hablamos… Qué el país decida!!

Daniel Duque
16 de julio, 2013

“La astucia puede tener vestidos, pero a la verdad le gusta ir desnuda”. Tomas Fuller

Luis Alejandro Bonadies
10 de agosto, 2013

Ilustre, aplausos por tu objetividad y firmeza, 20 Puntos!!!!

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