Arte

Coetzee y el aura, por Edmundo Paz Soldán

Por Edmundo Paz Soldán | 12 de abril, 2013

jm coetzee texto

Hace casi diez años visité una universidad del medio oeste norteamericano y descubrí lo que era en verdad el aura de un escritor. J. M. Coetzee había estado en esa universidad impartiendo un seminario, y la gente que conocí no paraba de hablar de él, aunque más no fuera para decir que lo habían visto haciendo cola en la cafetería o que les contestó el saludo con un leve movimiento de cabeza. Podía ser el “efecto Nobel” -acababa de ganarlo–, pero había algo más, pensé: Coetzee había logrado librarse de la sobreexposición actual del escritor, era una figura incandescente que rara vez aparecía en público, y cuando lo hacía era generalmente para decir algo lúcido. Sus libros cortos eran todos pura sustancia. El aura era guardarse, no exponerse, y no decir ni escribir una frase innecesaria. En sus manos, ser escritor se convertía en una cosa trascendente, casi como ser un santo secular.

Fue el aura de Coetzee la que me hizo asumir que Paul Auster le había pedido que conversaran a través de cartas para armar el libro Aquí y ahora: Cartas, 2008-2011 (Mondadori 2012). Tenía que ser Auster, porque él era quien saldría más beneficiado de esa conversación; no estaban en el mismo nivel, y que Coetzee aceptara dialogar le daba a Auster un estatuto de escritor importante que había perdido en sus últimos libros. Sin embargo, estaba equivocado: había sido sugerencia de Coetzee.

En las cartas (anacrónicas, enviadas por fax) Coetzee se muestra modesto -“no tengo mucha fe en que lo mío quedará”-, reticente (Auster le envía su última novela, que el escritor sudafricano lee de un par de sentadas sin comentarle si le gustó o no) y lleno de ideas, ya sea acerca del lugar del deporte en la sociedad contemporánea, el triste destino de Palestina o el “estilo tardío” del escritor; Auster no desentona en el intercambio de ideas, aunque se muestra más mundano y autorreferencial, sugiriéndole viejos artículos que ha escrito sobre Kafka, enviándole un documental en el que aparece (Man on Wire), contándole que está dolido por una reseña asesina de James Wood o fascinado redescubriendo a Kleist.

En una de sus cartas, Coetzee cuenta que un libro de Philip Roth (Sale el espectro) no lo ha impresionado porque a estas alturas no le interesan las novelas que no intentan hacer algo nuevo con la forma. Las novelas más recientes de Coetzee no se encuentran entre sus grandes obras pero al menos han explorado cosas nuevas con la estructura; la última, The Childhood of Jesus (Harvill Seeker, 2013), retorna a la fábula alegórica que produjo textos memorables como La vida y tiempos de Michael K. y Esperando a los bárbaros; hay algo nuevo en ese retorno, por más que no sea del todo convincente.

Simón y un niño, David, llegan como inmigrantes a Novilla, una ciudad en la que se habla español. Simón se ha impuesto como misión encontrar a la madre del niño; mientras tanto, consigue un trabajo en el puerto, donde tiene discusiones filosóficas con sus compañeros. En Novilla la gente parece vivir una vida feliz -ascética, vegetariana–, en la que es suficiente cruzar la frontera para comenzar como un hombre nuevo, por más que eso no convenza a Simón: puede renunciar a las memorias, pero no a la “sensación de residencia en un cuerpo con un pasado, un cuerpo bañado en el pasado”.

The Childhood of Jesus está escrita en el “estilo tardío” de Coetzee, una prosa tan austera como discursiva. Suceden cosas extrañas en cada página y se amontonan las preguntas, sin que el relato permita articular respuestas capaces de darle sentido. ¿Cuál es el mecanismo que permite que la memoria se borre? Simón, ¿cómo es que adivina quién es la madre de David en Novilla? David, si hemos de prestar atención al título, ¿debe leerse como una versión moderna de Jesuscristo? Coetzee nunca fue un escritor fácil, pero en esta novela esa dificultad se transforma en hermetismo.

Habrá fanáticos que perderán el sueño tratando de entender las claves diseminadas a lo largo de The Childhood of Jesus. Yo, por mi parte, todavía atrapado por el aura de Coetzee, seré cauteloso y diré, como suelo hacerlo cuando leo la obra de un escritor que admiro que no me convence, que la culpa es mía, sólo mía.

Edmundo Paz Soldán es escritor y es profesor de Literatura Latinoamericana en la Universidad de Cornell. Su más reciente novela se titula Norte (2011, Mondadori). Pueden seguirlo en twitter en @edpazsoldan

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