- Prodavinci - https://historico.prodavinci.com -

Al límite: Un manejo loco, muy loco; por Luis García Mora

Prodavinci.com/ Forzar la institucionalidad o lo que resta de ella se ha convertido en un ejercicio temerario que Venezuela no soporta más.

Nacional e internacionalmente se siente la crispación de un manejo más propio del comando de un grupo subversivo en el poder, o de regímenes personalistas, que de una república democrática como incluso en las actuales circunstancias sigue siendo la nuestra.

El viernes por la noche se sintió lo insostenible del actual escenario de desinformación y desconocimiento del más mínimo respeto hacia la ciudadanía. El gobierno electo no termina de juramentarse, luego de meses de haberse celebrado las elecciones, mientras que el gobierno anterior se estira por sobre la Constitución y las leyes, comenzando a crearse un peligroso vacío institucional en la regulación de la lucha por el poder, en el ejercicio del poder y en las actividades sociales vinculadas a él.

Se está desorganizando todo.

Y no es justo, después de tanto esfuerzo de una ciudadanía que confió en la palabra de un candidato que por lo visto no estaba en condiciones de competir el pasado 7 de octubre, y que al parecer tampoco hoy reúne las condiciones para asumir el cargo conquistado en elecciones libres y universales.

Es difícil imaginar mayor torpeza en el mal manejo de una situación tan embarazosa. Una situación que, de por sí, en condiciones normales, exigiría una mayor inteligencia y una más elevada estatura democrática para afrontarla.

Súmesele a esto la casi total desinformación oficial y uno está obligado a especular que, o se desconocen, o no se han ponderado bien estos factores de lógica democrática y sus nefastas consecuencias, por parte de quienes intentan cabalgar los acontecimientos.

Y para muestra ahí está el botón de las apariciones intempestivas o al filo de la medianoche, de las cabezas visibles del régimen hace dos días, ante los intensos rumores que circularon por las redes sociales y obligaron a una respuesta de urgencia gubernamental, por parte del vicepresidente Maduro y tres ministros.

Se evidencia que se intenta conducir a la calma y a controlar la dinámica de una coyuntura que se hace creciente y potencialmente explosiva.

No, así no se juega esto.

Y es notorio. Se ve en el rostro y en el ánimo de Maduro y los suyos, y en la extraordinaria cautela conque juega la oposición, que conocen que se camina sobre un terreno minado. Y advierten (como lo sabemos todos), que si tan delicada transición (o sucesión) se les desborda de sus cauces institucionales (que bastante ya se han violentado), se requerirá de un formidable espíritu de cuerpo para restablecer un orden que, gracias a Dios y a una ciudadanía de firme estirpe pacífica y democrática, aún se mantiene calmado.

Sin embargo, se infiere y se dice que tras bastidores se estarían definiendo las “rayas rojas” de hasta dónde se podrían tolerar los desórdenes y las indefiniciones en una crisis de gobernancia.

Tutela militar vigilante, y obvia en cualquier país democrático de toda transición constitucional del poder.

La presión es enorme.

Se desconoce el estado real de salud del Presidente electo el 7 de Octubre y su pronóstico inmediato, más allá de las recientes declaraciones del canciller Jaua de que la deficiencia respiratoria “se ha incrementado”, y las del vicepresidente Maduro en el sentido de que, con la asistencia de una cánula para su respiración, el primer mandatario condujo una reunión de ministros de cinco horas y media, por comunicación manuscrita.

Al mismo tiempo que las Academias Nacionales de la Medicina, de Ciencias Políticas y Matemáticas, de Ingeniería y de Ciencias Económicas se han visto obligadas a dar a conocer un documento de urgencia, en el que expresan preocupación por la situación del país y las condiciones médicas del presidente Hugo Chávez.

Exigen respeto para las instituciones democráticas, pues se considera que su elección o la de cualquier autoridad realizada mediante voto popular, directo y secreto, no se puede tratar como si fuese un mero plebiscito. Y hasta el muñidor secretario general de la OEA José Miguel Insulza declaró en París (indudablemente presionando) que “pronto se sabrá si va a poder gobernar o no”.

Y la pregunta que recorre el país es muy elemental: ¿Hasta dónde se puede estirar esta cuerda sin romperla?

El irrespetuoso sainete de las fotografías maquilladas no prosperó

Si como se preguntaba un comentarista, Chávez (o los que manejan la situación, su yerno, sus ministros o los hermanos Castro, qué sabe uno) sabían que vendría a Caracas, ¿qué sentido tenía mostrar esas fotos suyas que según su yerno fueron tomadas un día antes? Y si las hicieron la noche del jueves, ¿cómo es que aparece acompañado de sus dos hijas cuando se tiene noticia de que una de ellas se vino a Caracas el miércoles de ceniza con uno de sus tíos y parte de la familia?

Uno cree, amigo lector, que la tutoría cubana funciona bien en un ambiente más controlado, más hermético, como el de La Habana.

Aquí, en esta Venezuela medianamente libre aún, con tantos factores en juego y sin haber podido todavía pasar la palanca castrista de dominio total de la sociedad, este juego lo que hace es pervertir.

Corromper, camaradas.

Destruir el tejido político y moral que nos queda.

Y esto es un manejo muy, muy mal asesorado

O como decimos en criollo, muy loco.

CRÁTERES

• “Hay preocupación porque en las condiciones en que se halla no pueda atenuar, en función de sus objetivos, las tensiones de las corrientes en pugna. Porque no viene a asumir el gobierno, sino a intentar constituirse en una imagen poderosa que genere la esperada tranquilidad y cohesión interna: a ejercer el efecto de su liderazgo natural sobre su partido, que luce errático sin él. Preocupa que no esté en condiciones de lograrlo”.

• “El 10-E cuando llegaron las delegaciones al acto donde debió juramentarse el Presidente electo, el delegado cubano sorpendió con un mensaje de su gobierno en el que para sorpresa de todos no mencionaba solo a Maduro. También citaba a Cabello, haciendo ver que el poder residía en los dos”.

• “Voceros del norte habrían explicado que, de la situación venezolana, a ellos solo les interesa que se les garantice, por el momento, su cuota de petróleo. Sus planes son, en 2017, dentro de apenas cuatro años y producto de las inversiones en el Midwest, dejar de importar crudo y convertirse en un país exportador”.

• “Los factores del Gobierno tienen una dificultad: no hay una jerarquía claramente definida. Por lo que no es fácil detectar cuál es o será el punto de ruptura. Las circunstancias los obligan a trabajar juntos por razones de supervivencia. Y es más, pueden a pesar de todo coincidir en el plan ideológico aunque tengan proveniencias distintas. No es sencillo hacer una cirugía de diferencias”.

• “Si algo no cambia, el camino que les espera a gobierno y oposición es la implosión interna. Cada uno es objeto de divisiones después de las regionales. Con los liderazgos sostenidos (como institutos autónomos) de Jaua, Arias, Bernal, Vielma Mora (que resucita). Ramírez tiene el poder y la fuerza política que tienen los reales. El otro liderazgo recio era el de Alí (Rodríguez) pero se habla de enfermedad; con alguna entidad ideológica Giordani y Navarro, por profesores (los otros son inválidos en este terreno). Después están tipos como Aristóbulo y Barreto, circunstanciales. Hay una sucesión contenida”.

• “Más o menos el mapa real interno del Gobierno, más allá de lo burocráticamente formal, sería éste: Primero, el grupo de Nicolás Maduro, Jaua, Jorge Rodríguez, Giordani, José Vicente Rangel, que conformarían el estamento civil ideologizado y tutelado por Cuba. Luego, el de los militares, liderado por Cabello, donde estarían Vielma, Osorio, entre otros. Después los de PDVSA con Ramírez al frente, todo el estamento petrolero, financiero y de las misiones. Después estarían los Hijos de Chávez, Jesse, Isea, individualidades militares para quien el centro de devoción es el líder. Y las individualidades civiles, pocas, pero que tienen que moverse, con cuadros circunstanciales, que dependen sólo de Chávez, cuya cabeza es Giordani. Animales herbívoros, porque los otros son carnívoros”.

• Para el analista M. A. Bastenier de El País de Madrid, Nicolás Maduro no es el sucesor de Chávez y será por bastante tiempo solo un sustituto, un reemplazo. Un sucesor, aunque sienta el máximo respeto por la obra de su antecesor, es alguien definitivo que acumula responsabilidades propias. Un fiel mastín que se suma devoto al culto del presidente enfermo, con lo que el colectivo chavista trata de crear un oligopolio religioso: Alá y Mahoma su profeta. Ni Maduro ni su presunto rival, cumplen la primera regla del decálogo del líder populista tal como lo ha formulado el historiador mexicano Enrique Krause: el que “gobierna por la palabra, que es el vehículo específico del carisma”. Y no significa eso exactamente que Chávez hablara bien, sino que era capaz de apoderarse de la palabra hasta convertirse en “la agencia de noticias del pueblo”. Y Tanto Maduro como Cabello no es que hablen mejor o peor que Chávez, lo cual es irrelevante, sino que no tienen nada que decir fuera de las Sagradas Escrituras del chavismo. Lo que ya dijo e hizo en cada circunstancia el líder máximo. Y de que haya sustituto en vez de sucesor, según Bastenier, pueden deducirse consecuencias.