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Longevidad comparada, por Richard Posner

Por Richard Posner | 16 de enero, 2013

longevidad posner textoSupongo que la desigualdad de ingresos es un factor importante en la mala salud y la longevidad reducida de los estadounidenses en comparación con los habitantes de nuestros pares internacionales. El quince por ciento de la población de EE.UU. vive por debajo del umbral de pobreza, definido por un ingreso de 23.000 dólares anuales para una familia de cuatro personas. La mediana del ingreso de los hogares estadounidenses es de sólo 50.000 $ al año, llegando a 65.000 dólares para una familia de cuatro, lo que hoy en día es sólo un ingreso modesto; la mitad de las familias de cuatro personas ganan aún menos (que es lo que significa la mediana). La esperanza de vida es de 5 años más para los ricos que para los pobres estadounidenses. Hay ciertas medidas de apoyo respecto a esta cuestión, pero son más débiles que en otros países desarrollados. El seguro de vida privado es costoso, y fuera del alcance de muchas familias que no son lo suficientemente pobres para ser elegibles por Medicaid. Una familia de cuatro personas con un ingreso de 25.000 dólares no puede pagar un seguro de salud adecuado. Y hay una escasez de médicos de atención primaria en muchas partes del país.

Pero estoy de acuerdo con Becker en que la principal causa de la mala salud de la nación y de nuestras estadísticas de longevidad en comparación con otros países similares no es la deficiente atención médica, sino los “estilos de vida” escogidos por los habitantes. Y no hay nada que reprochar en principio a las personas que desean intercambiar algo de esperanza de vida por el placer de participar en actividades que resultan ser riesgosas para su salud, o a una sociedad que les permite hacerlo siempre que estén de acuerdo con asumir el precio. Eso no es un compromiso (trade-off) irracional. Pero cuando se compara a las personas que están en la parte superior de la distribución de ingresos con la gente en la parte inferior, surgen dudas de que las personas en la parte inferior sean justamente las que quieren cambiar una vida más larga por una corta pero llena de emociones. Probablemente la mayoría en la parte inferior de la estructura de distribución de riqueza tiene problemas de salud, o los tendrán antes de tiempo, debido a la falta de información sobre nutrición apropiada y otras dimensiones de una vida sana, de una buena educación, de una familia responsable, de ejercicio, y en general de buenas oportunidades en el hogar o en el trabajo de llevar una vida más saludable y segura. Muchas de estas personas probablemente subestiman el grado de riesgo de montar una motocicleta con casco o peor aun, sin protección alguna; creen erróneamente que la posesión de armas de fuego les da más seguridad cuando realmente es lo opuesto, no saben lo que es una dieta saludable ni pueden costearla, y no saben cómo obtener atención médica gratuita o barata.

Si la riqueza se distribuyera de manera más uniforme, y se gastara más divisas públicas en servicios para personas de menores ingresos, probablemente la población de los EE.UU. tendría una mejor salud en promedio y una esperanza de vida mayor . Un programa de redistribución de ingresos más allá del que tenemos ahora, junto con un mayor gasto público en servicios sociales, podría aumentar el nivel general de gasto público, y esto a su vez exigir recortes en otros gastos, lo que conduciría a un probable aumento de impuestos, pero la efecto económico neto podría ser positivo si una población más saludable implica más empleo y más producción.

Un aspecto curioso de las comparaciones internacionales es que Estados Unidos es el mejor cuando se trata de la esperanza de vida de personas de 75 años o más. Eso, al menos, puede parecer un triunfo del sistema de salud estadounidense y una justificación parcial para nuestro mayor gasto per cápita en atención sanitaria que cualquier otro de nuestros pares, con aparentemente poco que mostrar por ello. Sin embargo, la mayor esperanza de vida de nuestros ancianos puede ser, en parte, una especie de fenómeno de supervivencia del más apto. Supongamos que hay dos tipos de personas: las que son genéticamente predispuestas a tener una larga vida, y las que no. Si no existe (o es deficiente) algún tipo de atención médica, habrá la tendencia entre los miembros del último grupo de morir jóvenes, por lo que sólo la mayoría  de personas del primer grupo, aquellos con una predisposición genética a la longevidad, llegarán a los 75 años – y siendo un grupo genéticamente selecto, pueden esperar una larga vida. Si la atención médica permitiese a casi todos vivir hasta los 75 años, muchos de los que por entonces sigan vivos no lo estarían por mucho más tiempo, ya que no tienen genes aptos para la longevidad, y la esperanza de vida de los habitantes de 75 años aumentaría.

Además, es un logro ambiguo, al menos desde el punto de vista de las finanzas públicas, prolongar la vida de las personas de por sí ancianas. Mientras haya más personas que vivan hasta edades muy avanzadas, mayor será el costo promedio de la atención médica, ya que las personas requieren de mayor atención entre más viejos se vuelvan. Los crecientes costos de la atención médica están creando presiones para economizar el costo de dicha atención, pero sin ahorrar en el costo de la atención médica para personas mayores, ya que son un grupo de votantes poderosos y enfocado, y que está en condiciones de pagar una amplia atención a través de Medicare, a menudo complementado por un seguro de salud privado.

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Texto en inglés en Becker-Posner blog

Richard Posner  es Profesor de economía y derecho en la Universidad de Chicago y Juez del Séptimo Circuito de la Corte de Apelaciones de los Estados Unidos.

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