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Los trabajos de Henrique Capriles Radonski, por Boris Muñoz

Exclusivo para Prodavinci.com/ La noche del 7 de octubre, Henrique Capriles Randonski se enfrentó a un resultado que no esperaba y para el cual no estaba preparado. Eso lo forzó a reconocer el triunfo de Chávez con apresuramiento en un discurso que no estuvo a la altura de su formidable campaña. Luego debió tomar una decisión que entrañaba un riesgo enorme: presentarse como candidato a las elecciones regionales descendiendo varios peldaños en su liderazgo para enfrentar a un candidato sin trayectoria electoral ni carisma propio como Elías Jaua, luego de medirse con un peso pesado como Chávez. Puede ser contrafactual y acaso ocioso preguntarse si lanzando a Carlos Ocariz –a quien las encuestas daban perdedor frente a Jaua-, Capriles se hubiese encontrado en una mejor situación para hacer valer el 45% de los votos que obtuvo y dedicarse a animar a los votantes en Miranda y otros estados. Puede ser contrafactual, digo, pero hay que preguntarse si con Capriles como líder nacional se hubiera logrado obtener un resultado menos pobre y nocivo para la oposición.

Es una pregunta inquietante que fatalmente hay que hacerse para calibrar con propiedad el peso y las consecuencias de su decisión.  En el contexto de un chavismo decidido a descabezarlo y dejar de nuevo a la oposición acéfala, optar por la gobernación fue una decisión muy razonable.  Y, de hecho, de no haber competido, el riesgo de perder Miranda hubiese sido aun mayor. Es un logro muy significativo que no haya sido así. Por otra parte, la pregunta entraña otras que deben ser formuladas a la oposición, de momento hecha añicos por intereses grupales y partidistas que han sido evidentemente aplastados el 16-D.

Por donde se vea el resultado del 16-D es una paliza. El gobierno dominó claramente el mapa al arrebatarle a la oposición gran parte de sus dominios más preciados: Zulia, Carabobo, Táchira y un bastión pequeño pero simbólicamente relevante como Nueva Esparta. Eso consolida una trayectoria marcada por Chávez y le da a su corporación política la delantera en la construcción de un control territorial basado en las gobernaciones y las maquinarias locales. Es un logro nada desdeñable y tienen razón para celebrarlo. Sin embargo, varios de sus gobernadores salvaron el pellejo de chiripa. Hay además una pésima noticia para el chavismo, una que empaña otra vez la cacareada victoria perfecta. El gobierno necesitaba un jaque mate para lograr la desmoralización absoluta de la oposición y allanar la ruta a las presidenciales de 2013 –si las hay. Henrique Capriles Radonski dio una lucha de Resistencia y sobrevivió al bombardeo incesante en su contra. Esto se traduce en que la sucesión de Chávez no será la carretera despejada y sin obstáculos que el chavismo deseaba y que, hoy más que nunca, necesita. Este es sin duda un motivo de celebración para los opositores.

Henrique Capriles tampoco ganó solo. Henri Falcón sobrevivió junto a él y ambos deben ahora llevar a la oposición a la lucha por la presidencia, en caso de que Chávez –como los signos lo sugieren- no siga al frente del gobierno.

Pero Capriles debe entender la primera lección que le enseña su victoria y atender siete tareas de las cuales dependerá su futuro político y el de la oposición:

1) Capriles debe tomarse un tiempo para una meditación reposada que lo lleve a entender cuál es su relación consigo mismo y qué puede ofrecerle como líder a la oposición y a Venezuela. Debe entender, por ejemplo, que para ser un líder nacional no es indispensable ostentar un cargo público, sino quizás todo lo contrario.

2) Recrear la unidad y rearmar la oposición: con Chávez fuera del día a día político, la oposición puede finalmente presentar un programa con profundidad política y social que no sea una mera reacción al chavismo. Pero esto solo logrará un resultado electoral inmediato en la medida en que la oposición –seriamente fragmentada–logre reconstituirse y mantenerse unida. La MUD, los liderazgos independientes, los regionales y tradicionales se necesitan mutuamente y no irán muy lejos dividiéndose aun más. La dialéctica de esta situación es muy clara: hay una crisis que es una oportunidad.

3) Leer al adversario y explicar momento político: una fallla tradicional del liderazgo opositor ha sido subestimar a Chávez y al chavismo y no saber presentar a la organización opositora una estrategia no solo electoral, sino también política para competir en el plano no solo de las realizaciones sino del proyecto de fondo. El liderazgo opositor debe dejar de abordar el proyecto político opositor como un asunto de cogollos y maquinarias para plantearlo y discutirlo como un gran debate nacional. Eso le dará sin duda un perfil mucho más amplio y democrático al discurso nacional que se ha desdibujado con sorprendente velocidad desde el 7-O. Pero también debe entender a cabalidad que el chavismo se encuentra en un laberinto y cuáles serán sus estrategias para, eventualmente, transitar hacia un chavismo sin Chávez.

4) Estos dos puntos convergen en la preparación para una campaña presidencial express que podría iniciarse en cualquier momento (si es que ya no inició) y para la cual el chavismo cuenta con los recursos y una maquinaria funcional y aceitada. Es por eso que Capriles y el liderazgo opositor deben comenzar a presentar en breve un mensaje bien diferenciado que los posicione como alternativa a un modelo chavista. Éste también, pese a sus victorias recientes, también está en crisis, y quizás no esté aun preparado para reinventarse sin su líder histórico.

5) No olvidarse de ser competitivos: parte de la explicación del triunfo claro, si bien no arrollador, de Chávez el 7-O fue que entendió que era necesario hacerse competitivo. El ejemplo más claro es la Gran Misión Vivienda que le dio obras tangibles para persuadir a quienes dudaban de su capacidad de gestión. Aunque hay muchas áreas en las que sin embargo la gestión chavista es un fiasco, la oposición tiene que hacer su mejor esfuerzo por garantizar gestiones exitosas no solo en Miranda, Lara y Amazonas, sino en el nivel municipal, que es la base de la estructura política.

6) Las condiciones electorales y el marco insititucional: la oposición se ha acostumbrado a jugar no solo en un terreno desnivelado, a causa  de la desproporción de los recursos, sino con un alto nivel de manipulación de las reglas de juego. Si la oposición es seria y quiere llegar a alguna parte debe entender que el cambio del CNE es una condición sine qua non de su supervivencia.

7) And last, but not least: todo esto implica vencer el reflujo y la inercia post 7-O y activar una movilización dirigida a producir cambios tangibles en las condiciones de la competencia política.

En su trayectoria al liderazgo nacional, Capriles Radonski se enfrenta a estos trabajos que, bien vistos, tienen algo de hercúleo, pero que son inevitables si quiere abanderar a la oposición y llegar a ser presidente de todos los venezolanos. La clave no está solo en abordarlos con maña política, sino escuchando a los venezolanos con sensibilidad, honestidad e inteligencia.

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La también: Venezuela: las duras maderas de la política; por Fernando Mires